Instintivamente, un nuevo año es oportunidad para hacer algo nuevo. Mientras nuestra vida se desenvuelve con rutinas y obligaciones, integrar o agregar otros objetivos contribuye a que la misma valga la pena.
Lo que hay que superar
Glosando a Falero (1) convivimos en un contexto social y territorial que puede sintetizar se en tres componentes. El Primero es una aceptación del consumo, individual o familiar, como propósito primordial. Sus producidos _ medidos y alabados estadísticamente como sinónimo de progreso _miden el éxito en las categorías sociales y el de los gobiernos de turno. Sabido es que de hecho, subjetivamente, solo dura hasta ser satisfecho para iniciar la consecución de consumir más. Así sucede con los alimentos, la vestimenta, el automóvil… y los viajes.
El segundo es la adaptación al sistema de vida actual con indiferencia y/o desinterés. Incluye la implícita aceptación de un estado democrático reducido a la gestión por elecciones cada cierto tiempo. Gestión disfrazada de pragmatismo que disminuye el control de la sociedad sobre la misma y en la que se minimizan responsabilidades personales camuflando también incompetencia y corrupción. Además, en tanto incorpora acciones afines a líneas partidarias acrecienta el riesgo de que las reglas no sean para todos. Disemina la sensación de que nada que se haga o se apoye cambiará el contexto personal de vida.
Y una tercera modalidad, también de adaptación, es la delegación y confianza en los “especialistas”. En realidad la cuestión está en la identificación de la gestión del Estado con lo privado. La recurrencia a la eficiencia, eficacia y sobre todo productividad, monopoliza en ambos la intervención de los_ a veces autodenominados_ “expertos “y su lenguaje técnico, reduciendo los ciudadanos a observadores. Se consolidan como una nobleza emergente de ejecutivos y gerentes (son los CEO) que cruzan de la actividad estatal a la privada…y viceversa, reproduciendo y alimentando los intereses de la economía –mundo capitalista. Esta competencia generaliza la casi imposibilidad de actuar y conseguir logros personales llegando hasta la impotencia.
Conclusiones
Como, a pesar de todo, la superación depende de nosotros mismos, todo comienza con resistir a que nos quiten los sueños. Un balance íntimo de nuestros valores puede, incluso con avanzada edad, iluminar acciones en las que tanto importe calidad como cantidad. Si están alimentadas con ideas y sueños no logrados el solo intento siempre será un triunfo personal. Y no importará retribución ni reconocimiento ajeno. De eso puedo dar fe.
Luis Fabre (arquitecto)
Alfredo Falero .Sujetos colectivos, Estado y capitalismo en Uruguay y América Latina. Eje 1.Del cambio a la contención del cambio.Trilce.2014. Montevideo.