Se acercan las
Internas partidarias de junio,
en 1999 el 44 % de la población habilitada no concurrió a votar
por Carlos Zapiola
El último domingo de junio de este año, se
llevarán a cabo las elecciones internas de los Partidos
Políticos.
Es una convocatoria al sufragio con voto no obligatorio (en
abril de 1999, único antecedente histórico sobre el tema, el 44
% de la población habilitada no concurrió a hacerlo), y es
imposible adelantar en febrero cuántos votos habrá dentro de
cuatro meses. Es claro que no será el 83 % que votó
obligatoriamente en el Referéndum de ANCAP, pero si llega al 50
% los no votantes podría no asombrar a nadie.
Ese 44 % del 99 no se debió a una campaña pública llamando al
abstencionismo, sino por múltiples razones, que al igual que en
este año, no hacen demasiado atractivas para muchos ciudadanos
instancias donde muchas cosas están decididas antes de llegar a
ellas.
Se eligen convencionales –representantes- que serán los que
decidan qué candidato lleva cada partido como presidenciable el
31 de octubre.
El Encuentro Progresista – Frente Amplio legalmente o de facto
ya ha proclamado a su líder Tabaré Vázquez como candidato a la
Presidencia, y la fórmula también está completada, y repetirá la
de 1994 y 1999, junto a Rodolfo Nin Novoa.
La posibilidad de presentarse a competir por la candidatura
presidencial por parte del Cr. Danilo Astori, a definirse en
marzo por sí o por no, es más un ejercicio de luchas intestinas,
tratando de demostrar la fuerza que posee ante el gran público y
no entre militantes cada grupo, y no algo que pueda cambiar el
nombre de quien encabece al EP.
La interna del EP – FA suele sacudirse en verdad y además
mediáticamente, muy seguido. A veces hay palabras sueltas que
causan sismos. Otras pensadas son capaces de acarrear maremotos.
Y también lo que no se dice es cuestión de crítica.
Salir con una buena votación para el total del agrupamiento
político de junio puede ser muestra de la posibilidad sospechada
del triunfo del mismo por primera vez en la historia.
Pero a cada grupo interno le puede ir la vida y la posibilidad
de negociar mejores acuerdos, sublemas y finalmente cargos,
porque se quiera o no, si se gana hay que “repartir”. Como
seguramente deberá pactar acuerdos que le hagan posible gobernar
y si en verdad ha aprendido y logra eso que muchos llaman
cultura de gobierno y que a veces no se sabe bien que significa,
puede que no termine repitiendo lo que siempre ha criticado.
Hoy existen como escalones en la interna, encabezada claramente
por el Espacio 609, seguida por un Espacio 90, en declive no
debido a las escisiones que sufrió, que no sacó ningún provecho
de su constante apuntalamiento al Sí Rosado, como si estuviera
mal asesorado. Luego se sitúan Asamblea Uruguay y Vertiente
Artiguista, distanciados en forma considerable de los mismos.
En tercer lugar tenemos un escalón con la Alianza Progresista,
casi duplicando a Democracia Avanzada.
Finalmente podemos mencionar que aparece el Nuevo Espacio que
encabeza claramente un nutrido grupo de sectores políticos más
pequeños, algunos que parecería están en vías de extinción.
Como lo escrito ut supra no agrega nada a lo que todo el Uruguay
sabe, dirijamos nuestra mira al Partido Colorado.
El candidato que según las encuestas es el más fuerte, y debería
surgir de junio como el del Partido de Rivera, es el Dr. Julio
María Sanguinetti. Y lo es muy holgadamente, seguido a distancia
sideral por el renunciante a candidato Dr. Atchugarry. Medir
enfrentado a Sanguinetti con Stirling o Hierro es un ejercicio
inútil ya que esa lucha no se va a dar en la realidad. Lo que sí
se puede hacer es no medir a Sanguinetti y replantear el tema
sin su presencia.
Allí podremos observar que los foristas son mayoría sobre el
posible candidato de la 15, y quedarse con este dato es no
recordar que cada vez que hubo internas y se enfrentaron los
“aparatos” de la 15 y el Foro Batllista, a esta agrupación no le
fue bien. Pero la historia no es el presente y en un momento en
el que claramente el Partido está tercero en la consideración
pública, algo por debajo del Partido Nacional, y con menos de la
mitad del caudal electoral que viene repitiendo desde 1989 en
grandes números, el saber efectivamente cuánta gente va a votar
en su interna es una incógnita difícil de develar en una sola
investigación.
El elector colorado tradicional, uno podría definirlo de
Montevideo –y el nivel de aceptación del Partido aquí es
francamente sorprendente por lo bajo-, de nivel educativo no
terciario, de generación electoral que votó por primera vez de
1966 hacia atrás. Al del Partido Nacional, mayoritariamente del
interior, también de generaciones mayores, y nivel educativo
similar al de los colorados.
Esto no es más que un juego dialéctico no abarcativo de todos
los ciudadanos que hoy aún se manifiestan como colorados o
blancos.
Pero volvamos al Partido Colorado. No se puede afirmar que si
votan más personas se favorece un candidato y si votan menos se
favorece el sector rival. Esta frase que alegremente se suele
escuchar cuando se habla de la interna del Partido Nacional,
tampoco es cierta para este conglomerado político.
En éste todo está tendiendo a un enfrentamiento bipolar, en el
cual el retiro de las precandidaturas de Ruperto Long y Juan
Andrés Ramírez y los escarceos que parecería terminarán en el
acuerdo de Correntada Wilsonista con Alianza Nacional, rompe con
lo ideado por el Dr. Sergio Abreu de un tercer polo ni
herrerista ni “larrañaguista”.
La última encuesta efectuada por nosotros –al igual que por
todas las empresas que habitualmente publican resultados-, fue
la de noviembre del 2003.
Allí ya era claro que ni Ramírez ni Long tenían posibilidades de
seguir como precandidatos, cosa que ya hemos escrito un par de
meses atrás. Gallinal y Abreu seguían tercero y cuarto
respectivamente en la consideración de los encuestados blancos,
a un Larrañaga lejano (12 puntos) a quien encabezaba la interna,
el ex presidente Dr. Luis Alberto Lacalle.
El gran problema que tenía éste es que ya no llegaba a los 40
puntos porcentuales, lo que obligaría a la Convención a definir
el candidato presidencial, y allí se vería obligado a negociar
los votos que le faltarían para ser proclamado.
Pero esto también es historia. Casi marzo no es noviembre, el
efecto contraproducente que le puede haber causado la defensa
del Voto Celeste el 7/12 puede ser cubierto por una buena
campaña pueblo a pueblo como suele hacer el lacallismo. Y todo
dependerá de cuánta gente efectivamente consiga cada grupo
acercar a las urnas.
Todos los datos que hemos manejado son de simpatía o pertenencia
a Partido, y las definiciones sobre grupo al que votaría nos
cuentan lo que haría el próximo domingo, pero no pueden resolver
el dilema de cuántos de ellos efectivamente concurrirán a votar
el 27 de junio, ni la incidencia extrapartidaria que se puede
dar –y el mejor ejemplo son las internas de 1982 cuando el voto
en blanco que pidió el FA no pasó del 6 %, mientras dos años
después esta fuerza política alcanzó el 21 % del total de
electores- si no me intereso por participar en la interna de mi
partido pero deseo influir en quien puede ser el mejor rival del
partido de enfrente, es decir el que puede competir peor con mi
candidato.
Este año recién comienza pero es la continuación de una historia
que empezó el 29 de noviembre de 1999, y que culminará el 31 de
octubre, el 28 de noviembre, y será o no un cimbronazo a la
historia el 1 de marzo del 2005.
El correr de los meses irá develando incógnitas, y poco importa
que los uruguayos pensemos que los partidos es mejor que
acuerden antes de cada interna y lleven un solo candidato a la
misma, o se dé la versión contraria, puesto que si no hay lucha
por los liderazgos igualmente la va a haber por los cargos
medios.
Y no es malo que ello ocurra. Es parte de la Política. Escrita
con mayúscula. El arte de tratar de mejorar la calidad de vida
de los pueblos, definición que puede no ser académica pero sí
muy compartible.
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