Joselo
González Olascuaga
Asesinato en el Congreso Gardeliano

Ilustración: No te
olvides de Gardel, técnica mixta, 1.07 x 0.845 mts.,
Ernesto Vila, 1990
© Joselo González Olascuaga, 2003
"El cartero ha
traído el Bangkok Post
el Thailandia Travel
una carta sellada
la muerte de un ser querido"
Manuel Vázquez Montalbán, en su poema Pero el viajero que huye.
“Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar
y aunque el olvido
que todo destruye...”
Alfredo Lepera y Carlos Gardel
A Manuel Vázquez Montalbán, por muchos viajes, varias veces.
EL AUTOR, Joselo González
Olascuaga, ha incursionado en el género definido por Chandler
como “novela popular de misterio” con Chau Bogart (1989),
Las Luces del Estadio (1992), Gardel antes de Gardel
(1996), La mirada de Federico (2001) e Identikit
(Cause Editorial, ilustración: Ernesto Vila, presentada el 11 de
noviembre de 2003 por Julio Calcagno y Antonio Baldomir, en El
Lobizón 7, actualmente en librerías, distribuida por Gussi).
Obtuvo premios o menciones en once concursos literarios, entre
ellos Feria del Libro (3 veces, por Los dados ya están
echados, 1985, Como miente Eydie Gorme, 1993,
y Aunque el olvido, 1995) y fue uno de los doce
finalistas del Premio Planeta 2001 por La mirada de Federico.
SINOPSIS DE ASESINATO EN EL
CONGRESO GARDELIANO
Nuestra época ha tenido la manía de no querer mostrar a sus
dioses en el Olimpo, sino en pantallas de cine y de televisión y
su literatura ha acatado semejante capricho. Gardel y Marilyn,
Bogart y Maradona, anduvieron confundidos con cientos de miles
de otros humanos, mientras miles de millones los idolatraron.
“Así Gardel apareció mezclado con su supuesto padre Carlos
Escayola, con su primer representante, José Razzano, con su
definitivo, Armando Defino, o con los brutales asesinos que
apuñalaron al investigador francés en el Congreso de Punta del
Este.
Asesinos, en plural, porque el cuerpo de Roland Lagarze, sobre
la mesa de trabajo donde sería redactada la ponencia final del
grupo argentino-francés en el Club del Mar, mostraba su abdomen
desviscerado por tantas puñaladas, que no las pudo dar un solo
hombre en los apenas cinco minutos que transcurrieron entre las
9 menos diez en que el portero vio entrar al francés y las nueve
menos 5” en que ingresaron los congresistas porteños Gorosito y
Falco.
Capítulo 11
En Madrid
El profe Montalbán está en estos días en Buenos
Aires, investigando para Tenset el asesinato en el congreso
gardeliano, pero tiene el pensamiento en Madrid. Precisamente le
había tocado entrevistarse con un integrante de la fracción
revolucionarista de los congresistas gardelianos, es decir que
tocaba “meterse en política”, cuando las noticias del atentado
en Madrid le recordaron que todos estamos siempre y en todo el
mundo metidos en política. Nos han metido en política, aunque
seamos simples pasajeros de un tren, que no piensan en política
sino en el desayuno con café y biscochos o en los ojos de la
persona amada. Nos han metido en la guerra, aunque “tú pediste
‘No a la guerra’, madre tierra, yo lo sé”. Le costó un poco
menos entonces hablar de Gardel y hablar de política.
–¿Cuál es el legado político gardeliano? –le preguntó a un Falco
ya de regreso en B.A., aquel que les había advertido que “visto
de afuera, los gentilicios y las opciones de las ponencias del
congreso no concuerdan con los de los ponentes. Por ejemplo, el
grupo “francesista” está conformado por argentinos, uruguayos y
algún inglés, el “tacuarembocista” por un catalán, un
colombiano, montevideanos y porteños; en todos hay homosexuales
y bisexuales, pero en el grupo “homosexualista” o “bisexualista”
son todos heterosexuales, el grupo de la “leyenda negra” es la
gente más pulcra del congreso y los “revolucionaristas” son los
más conservadores.
–No quiero decir que los que consideran que Gardel fue
políticamente “revolucionario” o “de izquierda” no sea a su vez
gente de izquierda –aclaró Falco–, pero es gente de esa
izquierda conservadora, esa izquierda en lo político, que se ha
vuelto la mayoría social a fuerza de defender la familia, las
tradiciones, las costumbres, nuestra forma de vida considerada
de bien, esa forma que Gardel no practicó jamás, ni siquiera
para probar...
–Sin embargo, cuenta Isabel del Valle que cuando Gardel la
conoció, le dijo que ella para él sería distinta a todas “esas
mujeres que lo ayudaban a vivir”, porque con ella quería
“pasarse en limpio”.
–No lo hizo. Gardel pasó en limpio al tango, pero no a su vida
íntima. Leopoldo Lugones, un intelectual políticamente correcto,
definió al tango como “coreografía de burdel”, “reptil de
lupanar”, “para que resulte tolerable es menester
desnaturalizarlo”, “solo el temperamento de un negro puede
aguantar su espectáculo sin repugnarse” decía Lugones. Fue
Gardel quien operó esa “desnaturalización” del tango para que
resultara tolerable. No por táctica, sino porque (aunque se crió
en el ambiente del tango) Gardel prefería la canción, entonces
inventó el tango canción y como el tango terminó siendo lo que
él cantaba... Pero antes, un histórico dirigente comunista
argentino, Leonidas Barletta, había definido al tango como
“jeremiada de afeminados”. Esa posición moralista es la misma
que toman hoy quienes quieren resaltar de Gardel su filiación
política de izquierda. Un impostura. Porque resalta más en él su
liberalidad y esta es una subjetividad que en el siglo pasado,
en gran medida, la derecha se la ganó a la izquierda.
–Pero, Falco, el Gardel revolucionario no es un invento, tiene
una base real. El carné de afiliado al Partido Socialista de
Alfredo Palacios, que Eduardo Guibourg mostró siempre...
–Revolucionario fue, pero de la vida, como los Beatles, como
Bill Gates... El carné socialista se difundió por una
preocupación documental de Guibourg que conservadores y
radicales no tuvieron.
Probablemente Gardel también tuviese carné del comité de
Avellaneda el Partido Conservador y acaso el propio Alvear o De
Santiago le hayan facilitado papeles semejantes de la UCR así
como fraguaron su pasaporte destruyendo el prontuario. Pero es
cierto que Guibourg fue uno de los amigos más antiguos de
Gardel, entre quienes se han ocupado de su vida. Quizá en eso
sólo lo superó Esteban Capot, pero éste se ocupó más bien de
justificar su herencia.
–Pero Gardel no sólo era afiliado. Era amigo de Alfredo
Palacios.
–También era amigo y protegido de Barceló, jefe conservador de
Avellaneda y con el propio Gregorio de Laferrere, el dramaturgo
y líder liberal, tenía muy buenas relaciones. El mismo Alvear...
–Ese era hincha del cantor. Lo de Palacios fue antes, cuando
Gardel solo era el morocho del Abasto.
–No lo niego. Su actuación en los festejos de los socialistas en
La Boca cuando Alfredo Palacios salió senador, es una de las
primeras que la historia registra. Y hay una coherencia bastante
permanente del cantor con los postulados del hombre de los
largos bigotes.
–Era ateo.
–Me refiero al pacifismo. Palacios fue de los que se opuso a la
primera guerra mundial, aún cuando todos los partidos
socialistas europeos la apoyaron, incluso el francés,
traicionando a Jean Jaurés, asesinado en el 14. Gardel grabó el
tango de Pettorosi Silencio, que repudia la guerra en general y
la del 14 en particular y la repudia del lado francés. Esa
guerra a la que Lenin llamó imperialista, pero entre los
dirigentes importantes de la izquierda europea sólo se le
sumaron Rosa Luxemburgo y Antonio Gamsci. Silencio es el tema de
Gardel que más se ha escuchado en Francia en estos setenta años.
Me gusta pensar que alguna incidencia tiene en la actual
decisión parisina a no sumarse a la última aventura bélica.
El Profe queda cavilando.
–Recuerdo que la dictadura argentina le prohibió a Gardel siete
tangos, entre ellos los formidables Pan, Acuaforte y Al pie de
la santa cruz. Supongo que si Gardel tuviese en España la fuerza
que tiene aquí, este sábado que las portadas de los tres grandes
diarios madrileños coinciden en tantas prohibiciones, habría una
circular para las radios a propósito de Silencio.
–Es raro, ¿no? Ninguna nombra a Alkaida como posible autora del
atentado.
–¿Contó las veces que nombran a ETA?
–Mañana hay elecciones. Pero en el mundo de hoy es imposible
aislar a un pueblo durante muchas horas de la información que
otros manejan.
–Mikel nos advirtió, desde Tacuarembó, de la incidencia en el
congreso de todas las corrientes de pensamiento y organizaciones
beligerantes en el mundo de hoy, desde el Opus Dei hasta la
Masonería, pasando por muchos servicios de inteligencia. Pero
estuve repasando la lista de congresales y no me pareció que
ninguno estuviese implicado...
–Sospeche primero de quienes menos lo parecen y no descarte a
nadie, salvo a Gorosito o a mí que llegamos tarde.
–También nos advirtió que no nos atengamos a considerar como
sospechosos sólo a quienes estaban en el Congreso, que no lo
veamos como el misterio del cuarto cerrado sino como un asunto
del mundo abierto.
–Entonces sospeche también de nosotros. Pero piense a quién
perjudica y a quién beneficia este asesinato. Compárelo con el
atentado de Madrid. ¿Para qué le servía a ETA hacer una cosa
así? Para cavarse la tumba definitiva y darle todo el poder a
Aznar.
En cambio el terrorismo islámico podía poner en la agenda
política de las elecciones, los costos de una agresión que en su
momento había sido rechazada por el noventa por ciento de los
españoles.
LA
ONDA®
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