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El aborto
es otra forma de genocidio

por Carlos Lago

Lo dijo Monseñor Cotugno, el tan discutido arzobispo de Montevideo, máxima jerarquía de la Iglesia Católica en Uruguay.

Y causó escozor. Angel María Luna, tratándole de señor Cotugno le salió al cruce en su espacio de opinión en Subrayado (Canal 10) el martes de Semana Santa.

La Conferencia Episcopal Uruguaya emitió un documento sobre las ideas que un católico debe tener en cuenta para elegir sus candidatos políticos en las próximas elecciones.

Como hoy martes 13 el Senado tendrá en discusión en el Plenario el tema del aborto o la “Ley de Defensa de la Salud Reproductiva” como se le ha llamado, el Presidente de la Conferencia Episcopal Monseñor Pablo Galimberti fue convocado por diferentes medios de prensa a explicar las razones de la posición que toma la Iglesia Católica Uruguaya en este tema.

Como cada uno ve el tema desde su óptica, y ésta ofrece lentes con armazones, cristales y aumentos diferentes, el Senado va a votar dividido y atravesando los lemas.

Más que opinar, ya lo hemos hecho en otras oportunidades y estamos dispuestos a juntar firmas para lograr la derogación de la Ley si esta es aprobada, queremos mostrar lo que se dice es discriminación sobre el derecho de la mujer a decidir cuando quiere ser madre. Y si entramos en este campo, sabemos que lo que produce el aborto es nada menos que el no nacimiento de hombres y mujeres que no podrán decidir cuándo ser padres o madres.

Que una mujer tenga la “obligación” de seguir con un embarazo no deseado o que le complique la vida, cualquiera sea su condición social y peor si eso hace que baje aún más su calidad de vida y la de otros hijos ya nacidos y a los que no puede darles una vida digna, demuestra una vez más que la sociedad es falible. Que está fallando y que no educa, no da trabajo, no da posibilidades de futuro es sabido. Y luchamos para que no siga siendo así.

Que se hagan abortos clandestinos y no tan clandestinos según el poder económico de la madre que frustra serlo por primera o enésima vez, y que existan clínicas con condiciones insalubres para hacerlo y que, obviamente, son las que usan quienes no tienen calidad de vida digna, en 33.000 casos anuales según se maneja, debería preocuparnos.

Pero no para decir que hay discriminación con la mujer, sino para ayudarla en su problema, que es nada menos como sobrevive, porque normalmente ya no se puede decir ni subsiste.

“Esta iniciativa no sólo no incentiva el aborto, sino que responsabiliza al Estado de prevenirlo, mediante la implementación de la educación sexual obligatoria, el acceso a la planificación familiar y la orientación para la maternidad-paternidad responsable” escribe Isabel Villar en La República del Jueves Santo. Las estadísticas prueban que en todos los países en los que el aborto se ha despenalizado, ha bajado la cantidad de los mismos sostiene.

Como no hay cifras oficiales anteriores a las despenalizaciones, esta afirmación parece muy ligera, y hasta apresurada e insuficiente para volcar al voto favorable a la aprobación de la ley a los senadores que desde el 13 de abril de 2004 deberán decidir que se hace con el proyecto aprobado por los Representantes Nacionales el 10 de diciembre de 2002.

Sé que una ley no obliga. Si yo no quiero hacer un aborto y aunque no explique la sin razón de quienes lo defienden, nadie me obligará a hacerlo. Ni explicar ni abortar.

Mas en una sociedad que ha perdido valores culturales, que piensa y se define entre solidaridad y caridad y suele olvidar la justicia, donde se ubica la libertad individual como algo supremo y “parte del derecho natural”, en el mal uso que se da al sentido de ésta expresión, antes que el de todos los seres humanos, los nacidos más los impedidos de hacerlo, la voz de los sin voz debe ser de algún modo rescatada y defendida.

“Si de lo que se trata es de elegir a los candidatos más aptos para promover el bienestar de la sociedad uruguaya, habría que descartar precisamente a aquellos que cierran los ojos ante ella, amparados en el hipócrita empeño de que las cosas sean como no son”, vuelve a escribir la señora Villar. Y uno como ciudadano se pregunta si no está tratando de cambiar el mundo, hacer que el hombre –la humanidad, porque escribimos de hombre y mujer- viva dignamente, con trabajo, educación, salud y vivienda decorosa. Con derecho a ser y sentirse parte de una humanidad y un mundo que tiene historia y futuro y del que poca idea suele tener quien no come todos los días o no tiene para que lo hagan sus hijos o familiares más queridos.

Uno lucha para que el mundo sea como no es. Y en eso hemos estado toda la vida. Y no hipócritamente ni mucho menos. Y estoy seguro que la señora Villar nos acompaña en muchos de los retos que la vida nos ha puesto por delante. Hasta de pronto en algunas opciones de vida que hemos hecho.

Doce semanas, cuatro o treinta y seis no es por donde pasa la discusión. Es mucho más fácil aceptar que el aborto existe que tratar de corregir las razones que produjeron el embarazo. ¿Limpia las conciencias de quienes poseyendo información o capacidad de llegar a ella saben que serán mal miradas si deciden no ser madres y tienen capacidad económica de no dejar nacer en condiciones de salubridad normales?.

Siempre se sostiene que si se legalizara la droga se eliminaría al pasador, que no consume pero es el que hace daño. Pero la legalización debería ser simultánea en todo el mundo y ni eso salvaría de la muerte o el desquicio mental a los consumidores.

También se sostiene que si se legaliza el aborto se eliminarían todas las clínicas clandestinas. Hasta hay quien sostiene que hasta la discriminación de la mujer desaparecería con ello en algún aspecto. ¿Hoy la salud es gratis?. ¿Por qué existen algunas instituciones de altísimo nivel para personas con un igual poder adquisitivo?. Sin nombrar empresas o instituciones de salud: ¿los pobres podrían abortar en una de “las caras” o deberían hacerlo en los hospitales de Salud Pública, tan denostados por las carencias que presentan?.

No quería opinar sino marcar hechos.

Opiné.

Bueno. Entonces terminemos: al menos yo, voy a pensar y votaré a quien esté de acuerdo con algunos o todos los puntos que he escrito en esta nota.

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