“Representaciones sobre el género
femenino, estudio de caso en la
prensa escrita local”
por
Natalie Robaina.
natus_ro@hotmail.com
Frecuentemente los contenidos que emiten los medios
de comunicación coinciden con las ideas y valores de
los directores. Este estudio sobre “Representaciones
sobre el género femenino, estudio de caso en la
prensa escrita local” fue presentado por su autora,
Natalie Robaina, en las VIII Jornadas de
Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales,
UdelaR, 8 y 9 de setiembre de 2009.
La presente ponencia pretende
explorar e indagar en las representaciones sobre el
género femenino que elaboran los medios de
comunicación en sus discursos. En esta investigación
se hará referencia a como los medios de comunicación
desarrollan la construcción de sentidos, ya que
estos son uno de las principales instituciones de
creación de sentidos, estereotipos, transmisores de
ideologías, y agentes de socialización. Se cree que
los medios reproducen los estereotipos sexuales
tradicionales, y las personas los incorporan como
naturales. Es decir, presentan los roles
tradicionalmente asignados a mujeres y hombres como
algo natural, cuando en realidad se beben a
construcciones sociales que la sociedad elabora en
base a las diferencias biológicas entre los sexos,
son significados que la sociedad le asigna a lo
femenino y lo masculino dependiendo del momento y la
cultura.
El objetivo general de este
trabajo es contribuir con información y conocimiento
sobre el significado del género femenino a través
del análisis de un agente socializador. Pretende
además, ser otro aporte en la búsqueda de la
desnaturalización de las ideas que se tienen sobre
lo femenino y lo masculino. En este caso,
específicamente, desnaturalizar las
representaciones que los medios de comunicación
locales presentan sobre lo femenino.
El estudio de las desigualdades
de género en este caso, se realizan desde las
construcciones subjetivas, utilizando como técnicas
de recolección de datos el análisis de contenido y
la entrevista semi estructurada. Para el primer caso
se trabajó con dos diarios locales, La Prensa y
Cambio, en el período que va desde el 15 al 31 de
Mayo y del 15 al 31 de Octubre de 2007. Finalmente
la muestra quedó constituida por ochenta y dos
unidades. En el caso de las entrevistas, se
realizaron tres a actores calificados
I. Introducción
La investigación pretendió
explorar e indagar en las representaciones sobre lo
femenino que elaboran los medios de comunicación en
sus discursos. El tema relaciones de género está
vigente, se considera interesante indagar en esta
área ya que – al decir de Giddens (2003)- las
diferencias de género están relacionadas con la
desigualdad y el poder dentro de las sociedades, la
forma en que se relacionan estas cuestiones es de
gran interés para la Sociología. De esta forma los
estudios desde una perspectiva de género van en
ascenso y se ha constituido en una dimensión
fundamental para la comprensión de las desigualdades
sociales. El análisis de las relaciones de género se
ha ubicado en los principales debates de las
Ciencias Sociales. (Aguirre, 1998)
En esta investigación se hace
referencia a como los medios de comunicación
desarrollan la construcción de sentidos, ya que
estos son uno de las principales instituciones de
creación de sentidos, estereotipos, transmisores de
ideologías, y agentes de socialización. Se cree que
los medios reproducen los estereotipos sexuales
tradicionales, y las personas los incorporan como
naturales. Es decir, presentan los roles
tradicionalmente asignados a mujeres y hombres como
algo natural, cuando en realidad se beben a
construcciones sociales que la sociedad elabora en
base a las diferencias biológicas entre los sexos,
son significados que la sociedad le asigna a lo
femenino y lo masculino dependiendo del momento y la
cultura.
Desde estos agentes de
socialización se aprenden determinados roles, a
través de los medias los niños (sobre todo en la
primera etapa de socialización) interiorizan estos
modelos que se despliegan en cuanto a lo que implica
ser mujer y lo que implica ser hombre. Pero esto no
quiere decir que el individuo no tenga capacidad de
modificar dichos roles. Las influencias que recibe
en cuanto a estos provienen de varios canales, los
medios de comunicación no son los únicos, ni los
más importantes, pero el punto central es que
presentan los significados sobre lo femenino y lo
masculino como producto del consenso social.
Los vastos estudios que han
surgido entorno a las relaciones de género se deben
a la preocupación de que las diferencias en las
construcciones sobre lo femenino y lo masculino se
transforman en una forma de desigualdad. La misma ha
preocupado a las Ciencias Sociales, desde donde se
han realizado diversos esfuerzos en investigar y
explorar como se dan. Ésta preocupación surge en el
entendido de que dichas diferencias implican
desigualdad en las oportunidades y opciones de vida
a la que se enfrentan hombres y mujeres (Giddens,
2003). Diferencia no es sinónimo de desigualdad,
pero la primera se convierte en la segunda cuando lo
asociado a lo femenino se desvaloriza. (Aguirre,
1998).
El problema en base al cual se
desarrolla esta investigación tiene como tema
central las relaciones de género. Cuando las mismas
son analizadas lo que se pretende –dice Rosario
Aguirre (1998)- es comprender desde una dimensión
básica las desigualdades sociales. Sucede que las
concepciones, roles, cualidades que poseen mujeres y
varones son valoradas de distinta manera, eh aquí
cuando surge la desigualdad. Estas últimas, que son
construidas socialmente pretenden ser transformadas,
en búsqueda de una justicia y equidad en las
relaciones de género. En este marco surgen
interrogantes sobre como los diversos actores y
agentes socializadores colaboran a dichos
propósitos.
Se está de acuerdo en que las
mujeres hoy no se reducen únicamente a la esfera
doméstica, sino que también se desenvuelve en
diversos espacios de la esfera pública, comparten
cualidades con los hombres, pero ¿Cómo es
representada en los medios de comunicación?, ¿Tales
representaciones contribuyen a relaciones de género
más equitativas? ¿O se reproducen las desigualdades?
El presente trabajo pretende
indagar en uno de los principales agentes de
socialización qué significa pertenecer al género
femenino. Se decide analizar en los medios de
comunicación por la importancia que tienen estos en
el proceso de socialización. A través del análisis
de las representaciones que estos realizan en sus
discursos se pretende desnaturalizar la vida
cotidiana. Es decir, indagar en los significados
manifiestos -construidos por los medios masivos de
comunicación- que parecen naturales, pero que en
realidad responden a cuestiones subyacentes como
son las relaciones de poder.
Los medios de comunicación
tienen un papel fundamental en el proceso de
socialización, los mismos emiten representaciones
que luego son tomadas como modelos por el colectivo
social. Dichas representaciones muestran formas de
comportamiento, maneras, que son adaptadas por las
personas. Estos presentan “modelo de vida” de
determinados grupos, como son los hombres y las
mujeres. (De Fleur, 1994). Por este motivo resulta
importante indagar en los valores, roles, atributos
que se le asigna al grupo de las mujeres.
II. Desigualdades de género
Las desigualdades de género
pueden ser analizadas desde condiciones objetivas
y/o desde condiciones subjetivas. Desde la primera
puede darse cuenta de las desigualdades
estructurales como son el acceso a determinadas
ocupaciones, diferentes para hombres y mujeres,
diferencias en el pago de sueldos para iguales
puestos laborales de acuerdo sea mujer u hombre, así
como también representación política, entre otras.
El trabajo realizado por Iens
y Longhi en 2005 –Experiencias del paro, movilidad
laboral, estrategias de calificación y laborales de
la población trabajadora en un contexto de crisis y
mutación. El caso de Montevideo en el período
1998-2004.-2 da cuenta de las desigualdades en
cuanto a la segregación ocupacional y la diferencia
en el lugar que se tiene en la estructura
ocupacional. El mismo muestra que en la mitad de los
casos las mujeres ocupan puestos subalternos en la
empresa.
Se argumenta que la segregación
en cuanto a inserción y jerarquización laborales es
consecuencia de determinados estereotipos
(productividad, ausentismo, disponibilidad para
capacitación, etc.) (Fassler, 2006). La
investigación realizada por Aguirre y Batthyány en
2003 – Uso del tiempo y trabajo no remunerado-
basada en una encuesta en Montevideo y área
metropolitana da cuenta de que quienes trabajan de
forma remunerada son principalmente los hombres
(60%). Estos además trabajan más horas que las
mujeres, (62% de los hombres trabaja más de 40 horas
semanales.) Este estudio muestra además otra
desigualdad que se da entre hombres y mujeres, la
distribución del trabajo no remunerado. Las tareas
del ámbito doméstico son realizadas principalmente
por las mujeres. Las mujeres destinan el 67% de su
tiempo al trabajo no remunerado, mientras que los
hombres dedican el 31%. (Aguirre, Batthyány, 2005)
Las desigualdades de género son
analizadas también desde las construcciones
subjetivas que las refuerzan. Es decir, como estas
se reproduce, se amplifican. Se crean estereotipos,
estigmas, se adjudican atributos, valores, que
contribuyen a la reproducción de dicha desigualdad.
Los medios de comunicación dentro del proceso de
socialización son uno de los agentes encargados de
producir representaciones que contribuyen a reforzar
dicha desigualdad.
El presente trabajo estudiará
las desigualdades de género desde esta perspectiva,
a partir de las construcciones subjetivas.
III. Los medios de comunicación
como agentes de socialización y constructores de
representaciones sociales.
Los medios de comunicación,
entendidos como “… las instituciones y técnicas
mediante las cuales grupos especializados emplean
recursos tecnológicos (prensa, radio, cine, etc.)
para difundir contenidos simbólicos en el seno de un
público numeroso, heterogéneo y disperso.”
(Herrera, 1993: 15) son una propuesta de lectura de
la realidad, ya que no reflejan por entero la
realidad misma tal cual es. (Suarez, 2007)
Mauro Wolf plantea que los
medios de comunicación forman parte esencial de la
construcción de realidad, a través de su
centralización en los procesos de significación,
otorgándoles a estos cierta responsabilidad en como
las personas comprenden parte de la realidad social.
El autor plantea que a través de la “descripción
y presición” que realizan sobre la misma le
muestran a la sociedad determinados tópicos, ideas y
temas “sobre los que tener una opinión y discutir”.
(Wolf, 1985: 166).
Dice Shaw (1979) “que la
manera de jerarquizar los acontecimientos o los
temas públicos importantes, por parte de un sujeto
es similar a la valoración que opera en los medios
de los mismos problemas”. (Wolf, 1985: 166)
Es premisa fundamental de este
trabajo reconocer la función que tienen los medios
de comunicación en el proceso de socialización, y
por ende en la construcción de representaciones
sobre lo femenino y lo masculino. Existen distintas
teorías que tratan de explicar el papel de los
medios en el proceso de socialización, una es la
“teoría del modelaje” y otra es la “teoría de
las representaciones sociales”.
La primera –también denominada
“teoría del aprendizaje social”
- trata de explicar como las
representaciones de los medios son tomadas como
“modelos” por las personas. Estas adoptan formas de
comportamientos y maneras de ver el mundo en base a
las representaciones de los primeros. Dada la
exposición en la que se encuentran los individuos
respecto a la comunicación de masas; aprenden,
reproducen modelos de comportamiento. Esto
demuestra que los medios de comunicación son agentes
del proceso de socialización.
“La teoría del aprendizaje
social proporciona una buena relación de condiciones
bajo los cuáles los individuos pueden observar y
adoptar técnicas
específicas para la vida diaria y otros tipos de
pautas y representaciones, comportamientos en marcos
grupales específicos.” (De Fleur, 1994: 283).
Para la “teoría de las
representaciones sociales” la influencia de los
medios de comunicación proviene de las
“representaciones de modelos de la vida grupal”.
Esta teoría postula que en los contenidos de los
medios se “reproducen” modelos de organización
social. Los mismos son presentados en forma de
normas, valores, roles, sanciones de acuerdo al
grupo específico. Por otra parte hacen referencia a
que dichas representaciones pueden ser auténticas o
no, pueden ser distorsionadas o realistas. (De Fleur,
1994).
Es decir, las personas se basan
en las representaciones que emiten los medios de
comunicación para construir sus “miradas de mundo”,
para guiar su comportamiento. Ya sea porque se ven
identificados con ese modelo o porque quiere ser
como ese modelo. Por algún motivo las personas
deciden imitar cierta conducta, que conlleva la
reproducción de símbolos, comportamientos, maneras.
(De Fleur, 1994). La influencia de los medios de
comunicación proviene también de la representación
de modelo de vida de determinados grupos, como por
ejemplo mujeres y hombres. Los medios en sus
contenidos continuamente están reproduciendo
valores, roles, atributos, cualidades en relación a
grupos como son los hombres y las mujeres, los que
pueden o no ser auténticos.
Cuando los medios reproducen y
justifican una forma de ver el mundo se considera
que están legitimando el poder de un orden social
establecido. Es decir, al reforzar formas de pensar
sobre un área o temática específica, se genera un
efecto ideológico que legítima el pensamiento
dominante y a su estructura de poder. (Herrera,
1993).
Frecuentemente los contenidos
que emiten los medios de comunicación coinciden con
las ideas y valores de los directores, por lo que se
dice que quienes tienen el poder económico de poseer
los medios tienen asegurada la difusión de sus
ideas. (Herrera, 1993).
Las ideas que crean los medios
son presentadas como producto del consenso social,
como algo que es aceptado por todo el colectivo
social, cuando en realidad a través de la
naturalización de ciertos temas se pretende mantener
un orden social.
Desde la ideología se
establecen propiedades que se consideran deseables,
a las que se denominan funciones y propiedades que
se consideran indeseables, a las que se denominan
antifunciones. Esta categorización se denomina
isotopía, y es en base a la cual se organiza el
discurso. Además, es a partir de estas que se crean
los estereotipos. (Herrera, 1993)
Indagando en los discursos de
los medios de comunicación, sabiendo que estos
pretenden mantener un orden que es propio de una
ideología dominante, reconociendo que no todo lo que
muestran es reflejo de lo que sucede efectivamente
en la sociedad, al momento de indagar en la
reproducción de las relaciones de poder- en base a
las que se construyen los conceptos de lo femenino y
lo masculino- se debe ahondar más allá de las
primeras representaciones que vemos como naturales.
Los sentidos que se crean sobre lo femenino, son
presentados de forma tan natural, se las siente tan
“familiares”, que hacen no se repare en ellas, son
“invisibles” para la sociedad. Esta forma de
presentar ciertos valores de forma sutil y natural
es lo que permite sea tan efectivos el control de
los medios sobre el pensamiento colectivo.
Los medios masivos de
comunicación dentro del proceso de socialización son
uno de los agentes encargados de crear
representaciones que hacen desiguales a hombres y
mujeres. “La socialización es un concepto amplio. Es
la etiqueta de una serie compleja, multidimensional,
y a largo plazo de intercambio comunicativo entre
los individuos y distintos agentes sociales que dan
como resultado la preparación del individuo para la
vida en un entorno socio-cultural.” (De Fleur, 1994:
271). Es decir que los medias como uno de los
diversos agentes de socialización –familia, escuela,
redes sociales, etc.- transmiten conocimientos,
ideas, valores, estereotipos, entre otros, que son
adquiridos por los individuos, permitiendo esto el
pasaje de lo individual a lo social. Estas
cuestiones habilitan a que las personas se
desenvuelvan en “un entorno social y cultural”.
Las funciones que se plantean
según el sexo se reproducen culturalmente a través
del proceso de socialización.
III. Género
III.a Conceptualización
Rosario Aguirre enuncia que “el
concepto de género se utiliza para aludir a las
formas históricas y socioculturales en que hombres y
mujeres interactúan y dividen sus funciones. Estas
formas varían de una cultura a otra y se transforman
a través del tiempo. Bajo esta acepción el género es
una categoría que permite analizar papeles,
responsabilidades, limitaciones y oportunidades
diferentes de hombres y mujeres en diversos ámbitos
tales como una unidad familiar, una institución, una
comunidad, una cultura.”
(Aguirre, 1998: 19). Esta
autora entiende que este concepto no se basa en las
diferencias biológicas naturales, parten de estas,
pero se profundizan en lo social.
Luego introduce la idea de
desigualdad genérica, la cual “hace referencia a la
distinta medida en que hombres y mujeres tienen
acceso a los recursos valorados y escasos de su
sociedad.” (Aguirre, 1998: 20). En este punto es
pertinente lo que Mariano Enguita (1999) presenta
en cuanto a las dos grandes formas de desigualdades:
en el acceso a los recursos y en acceso a las
oportunidades. La primera es explicada por Marx,
donde el eje central es la posesión de los medios de
producción, dando origen a dos clases antagónicas.
El concepto fundamental será el de explotación. En
cuanto al acceso a las oportunidades lo relaciona
con el concepto de discriminación de Weber, que
implica una desigualdad de derechos. Se admiten
diversas formas de desigualdades (distribución del
ingreso, desigualdades étnicas, generacionales)
entre ellas la diferencia genérica; que como se dijo
anteriormente es construida socialmente. Por este
motivo es importante estudiarlas y analizarlas,
pues se pueden modificar en busca de la igualdad,
teniendo en cuenta que este es un derecho humano
fundamental y forma parte de la matriz de la
ciudadanía.
La historiadora Joan Scott
sostiene que “el género es un elemento constitutivo
de las relaciones sociales basadas en las
diferencias que distinguen los sexos y es una forma
primaria de relaciones significantes de poder.”
(Aguirre, 1998: 31). Batthyány (2004) expresa que
esta definición intenta mostrar que no existe un
mundo femenino y otro masculino, separados, sino que
están relacionados. Para esta autora la sociedad
crea un orden simbólico, mediante el que se
constituirán lo que debe ser un hombre y lo que debe
ser una mujer. Estas representaciones producidas
socialmente están en el imaginario colectivo de las
sociedades, es decir, la sociedad crea sentidos,
imágenes, representaciones, funciones sobre las
mujeres y sobre los hombres; las cuales se presentan
como compartidas por toda la sociedad.
Aguirre plantea que “los
sistemas de género están constituidos por relaciones
de poder, prácticas, creencias, valores,
estereotipos y normas sociales que las sociedades
elaboran a partir de la diferencia sexual. Cumplen
un importante papel como estructuradores de
diferentes dimensiones de la realidad social,
económica, política, simbólico- cultural.” (Aguirre,
1998: 20) Estas diferencias se encuentran en
ideologías (sobre todo de origen religioso), en el
imaginario social, en normas sociales, en
estereotipos, explicando las diferencias entre
hombres y mujeres, delimitando lo femenino y lo
masculino, estableciendo conductas esperadas para
cada sexo y definiendo lo que corresponde a un
hombre y lo que corresponde a una mujer. (Aguirre
1998)
Estudiar las relaciones de
poder no implica siempre estudiar los mecanismos de
dominación, pero estos están implícitos en la misma.
Rosario Aguirre en su libro Sociología y Género. Las
relaciones entre hombres y mujeres bajo sospecha
dedica un apartado a la dominación masculina,
aclarando las diferencias entre la noción de género
y patriarcado. Entiende este último como “el
carácter incambiado de la dominación masculina a
través del tiempo.” (Aguirre, 1998: 21). Se
relaciona este concepto al control de la
reproducción y/o de la sexualidad, reconociendo que
esto limita la autonomía y libertad de las mujeres,
se presenta a la mujer subordina al hombre. Este
concepto se diferencia del de género en cuanto este
último admite diversas formas de relación:
dominación masculina, dominación femenina o
relaciones igualitarias, a diferencia del de
patriarcado que admitía únicamente la dominación
masculina. Además el concepto de género no es
ahistórico como el de patriarcado, deja ver los
cambios a través del tiempo. (Aguirre, 1998)
III.b. Femenino-masculino:
roles, atributos, identidades.
Una parte importante de los
sistemas de género es la división social del
trabajo, pues en base a esta se ubica a la mujer en
una esfera- la doméstica- un espacio que no es
socialmente valorado, y al hombre en otra – la
pública- un espacio privilegiado, pues es
socialmente valorado. (Aguirre, 1998). Esta
adjudicación del hombre a la esfera pública coloca
de inmediato a éste en roles que generan acceso
directo a los recursos materiales. No así a la
mujer, quien queda reducida al trabajo del hogar, se
encarga de la crianza de los hijos, mantenimiento de
la familia, cuidados del hogar, cuidado de los
adultos mayores, etc. Estas tareas no tienen un
reconocimiento social ni recompensas. Es por esta
situación (tradicional) que algunos autores plantean
que las mujeres dependen de sus maridos para acceder
a bienes materiales, y cuando esto sucede ellas
retribuyen ofreciendo cuidado y obediencia a su
esposo. (Saltzman, 1992). Janet Saltzman relaciona
la división del trabajo con el poder, plantea que
“cuanto mayor es la división sexual del trabajo por
lo que respecta roles que acumulan los recursos
materiales, más son los recursos de micropoder al
alcance de los maridos en relación con sus mujeres.
(…) Cuanto mayor es el acceso a
los recursos de micropoder de los maridos con
respecto a sus mujeres, más deferencia y obediencia
muestran éstas para con las exigencias de aquellos.”
(Saltzman, 1992: 60)
Luego continúa el autor
haciendo alusión a que esa mayor posesión de poder
le permite decidir si participar o no en tareas del
hogar y si lo hace en cuales, también pueden
aplicarlo sobre la decisión de que su esposa salga a
trabajar fuera del hogar. Aunque la mujer logre
trabajar fuera del hogar no elimina el micropoder
del marido, este sigue imponiéndole
responsabilidades en la esfera doméstica. De esta
forma la mujer cumple una doble jornada laboral, la
que realiza fuera del hogar y la que realiza en el
mismo; mientras que esto no se da así para el
hombre.
Como las responsabilidades
domésticas no se comparten la mujer debe aceptar
trabajos mal pagos, con menos seguridades y
beneficios pero que le permiten un horario más
flexible para poder compatibilizarlo con la familia,
el cuidado de los niños y del hogar. (Saltzman,
1992) Más adelante esta autora habla del macropoder.
Señala que los recursos de este se acumulan en los
funcionarios de alto nivel, en cargos políticos
entre otros, cargos que son ocupados sobre todo por
hombres. Explica esta situación diciendo que los
hombres al momento de distribuir oportunidades van a
favorecer a otros hombres, ya que su condición de
iguales genera confianza, además en base a
estereotipos creen que las mujeres no tienen las
características necesarias para puestos que reclamen
responsabilidad (puestos que además le brindarían
mayores recompensas económicas). Otra razón tiene
que ver con la necesidad más profunda e inconciente
del hombre de dominar y devaluar a la mujer.
En la definición dada por Scott
se identifica otro aspecto que refiere a la
construcción social que se realiza sobre lo que debe
ser un hombre y lo que debe ser una mujer, el género
refleja la organización social de una sociedad. Se
construyen identidades de género, esto es,
tipologías en cuanto a la masculinidad y a la
feminidad. El hombre es fuerte, activo, racional,
instrumental, mientras que las mujeres se
caracteriza por ser débil, inactiva, emotiva,
expresiva. (ISIS Internaciona, 1994). Estas
tipologías se aprenden mediante los procesos de
socialización, transmitiéndose de una generación a
otra. Dichas identidades se basan también en la
división sexual del trabajo, que como se dijo
anteriormente, ubica al hombre en el mercado
laboral, como proveedor de ingresos del hogar,
“connotado como trabajador productivo” y a la mujer
en la esfera doméstica, encargada del hogar y la
familia, la productividad de estas tareas no tienen
reconocimiento social, por eso se dice que el
trabajo doméstico es invisible. (Iens, 2000) Esta
diferenciación de roles genéricos, dice Rosario
Aguirre (2000), potencia la segregación sexual de
las ocupaciones. Es decir, el estadio de la mujer en
el hogar a cargo del cuidado familiar tiene que ver
con la ausencia de las mujeres en los espacios
públicos.
Con la globalización la mujer
se ha ido incorporando al mercado laboral de manera
generalizada, esto trajo cambios en la configuración
de la familia, en la dinámica de estas, pero no
logró cambiar el hecho de que las mujeres sigan
desarrollando sus roles tradicionales, es decir, el
cuidado del hogar y de sus integrantes. No se
redistribuyen las tareas y responsabilidades, sino
que las mujeres ven sobrecargadas sus tareas. Los
cuidados, entendidos como la “provisión diaria de
atención social, física, síquica, y emocional a las
personas” (Aguirre, 2000: 84), es la base en que se
sustenta uno de los prejuicios más importantes en
relación al género, esto es, pensar que las mujeres
están dotadas naturalmente a realizar este tipo de
tareas. La posición de la mujer es definida en base
a su capacidad de brindar cuidados.
La mujer cumple con este papel
más allá del costo personal que ello implique, es
decir, aún cuando esto modifique su comodidad
personal. (Aguirre, 2000) A esto hace referencia Sen
cuando plantea que las mujeres identifican su
bienestar con el del hogar, olvidando todo aquello
que hace a su realización personal. Esta limitación
de la mujer a la esfera privada de la reproducción y
la vida familiar ha tenido influencia en el hecho de
que las mujeres se desenvuelvan en ocupaciones que
tengan que ver con el hogar. Educación de los niños,
salud, higiene, entre otras. (Fassler, 2006)
En cambio los varones se ubican
en la vida pública, los espacios de la política, la
economía, los negocios. Fassler plantea que estas
áreas son fomentadas desde la estructura social para
ser ocupada por los hombres. Ellos se encargan de la
producción, mientras que las mujeres de la
reproducción. (Fassler, 2006)
Estas funciones que se plantean
según el sexo se reproducen culturalmente a través
del proceso de socialización. El mismo comienza
tempranamente desde el seno del hogar, pero la
sociedad presenta otras instituciones que se
encargan también de esta tarea a lo largo de la vida
de las personas. Entre ellos por su impacto, alcance
y papel dominante en la sociedad se hace énfasis en
los medios masivos de comunicación.
IV. Abordaje Metodológico
Técnicas de recolección de
datos.
La presente investigación
estudiará las desigualdades de género a partir de
las construcciones subjetivas que elaboran los
medios masivos de comunicación, específicamente se
trabajará con prensa escrita. Para la recolección de
los datos, se utilizaron dos técnicas, entrevistas
semi estructuradas y análisis de contenido.
Análisis de contenido
En esta técnica se reúne un
análisis cuanti-cualitativo. Cuantitativo en el
entendido de que “mide la frecuencia de aparición
de ciertas características de contenido y obtienen
datos descriptivos por medio de un método
estadístico.” (Porta, Silva, 2003: 9)
La dimensión cualitativa se
manifiesta en cuanto este análisis pretende
“detectar la presencia y ausencia de una
característica del contenido y hace un recuento de
datos secundarios referidos a fenómenos a los que
siempre es posible hacer referencia.” (Porta, Silva,
2003: 9)
Para llevar adelante este tipo
de análisis es necesario definir ciertos
componentes, como son: unidades de análisis,
muestreo, registro. (Krippendorff, 1990)
En este trabajo las unidades de
muestreo están constituidas por las noticias
extraídas de diario Cambio y La Prensa. La muestra
comprende el período que va desde el 15 al 31 de
Mayo y del 15 al 31 de Octubre de 2007. El muestreo
se confeccionó de forma aleatoria, mediante el
sorteo de meses y semanas correspondientes al año
2007. (Se busca obtener resultados actuales que son
los que interesan a esta investigación) Los diarios
con los que se trabajó fueron elegidos a través de
un sorteo de los ejemplares editados en Salto.
La unidad de registro en la
presente investigación es la frase, y la unidad de
contexto en este caso es el párrafo, que contienen
las unidades de registro.
En los análisis de contenido se
requiere de la elaboración de la ficha de análisis,
la misma consta de determinadas variables con sus
correspondientes casillas donde se registra el dato.
Para la confección de la misma es necesario definir
las variables o dimensión y sus correspondientes
categorías de acuerdo con las unidades de
análisis. Estas variables son tomadas de los
supuestos o hipótesis – planteados previamente -.
Variables y categorías.
Se definen las variables:
rol tradicional, cualidades/atributos asignados a la
mujer tradicional, rol no tradicional y
cualidades/atributos no tradicionales.
-Rol tradicional:
Funciones desarrolladas en la esfera privada, en el
ámbito del hogar. Tradicionalmente se ha establecido
que la mujer debe hacerse cargo de la educación de
los niños, de la salud, de la higiene, de las tareas
del hogar, del cuidado de sus miembros, entre otras
actividades. Se incluyen también aquí el desempeño
en profesiones vinculadas a la maternidad, al hogar,
a los cuidados, a la estética.
Como sistema de categorías
de esta dimensión se identifican:
- Ama de casa, Madre, Esposa
- Realización de cuidados
- Desempeño en profesiones
relacionadas al hogar, a la maternidad, a la
estética
- Cualidades/atributos
tradicionales: características, cualidades
físicas y de personalidad que construyen la
identidad del género femenino. La mismas se
corresponden y/ o están en relación con los roles
tradicionales.
Como sistema de categorías
de esta dimensión se identifican:
- Juventud, Belleza
-Emotividad, Dependencia,
Debilidad, Sumisión, Delicadeza, Subordinación,
Compasión
- Objeto sexual
-Rol no tradicional: comprende
aquellas funciones relacionadas a la esfera pública,
alejadas de las funciones privadas del hogar. Se
corresponden principalmente con roles que
tradicionalmente eran realizados por los hombres.
Dentro del hogar la mujer comienza a ser generadora
de recursos económicos y su trabajo es remunerado.
Como sistema de categorías
de esta dimensión se identifican:
- Trabajo remunerado,
Generación de recursos económicos
- Representación política,
Participación política, Participación en comisiones,
gremios, organizaciones. Desempeño en profesiones no
relacionadas al hogar (cuidados, maternidad, o
estética).
- Cualidades/atributos no
tradicionales:
características, cualidades, asignadas a un concepto
de mujer actual. Muchas de estas cualidades
tradicionalmente caracterizaron la identidad
masculina.
Como sistema de categorías
de esta dimensión se identifican las siguientes:
- Racionalidad, Independencia,
Fortaleza, Inteligencia, Actitud activa.
- Sujeto
Entrevista semiestructurada
Se efectuaron tres entrevistas,
una a un partícipe de los medios de comunicación
como editor, en este caso particular de la prensa
escrita, y dos a sujetos que han sido parte de la
“representación” de dichos medios.
Se conformaron tres pautas
distintas, una para el actor emisor, es decir, para
el Jefe de edición de diario La Prensa. Para los
actores, considerados aquí como “representados”, se
diseñaron dos pautas diferentes. Si bien son
distintas, algunas preguntas fueron iguales, para
ambos perfiles de entrevistados, para permitir la
comparación de las respuestas de los entrevistados.
Aún así se realizaron algunas variantes, dependiendo
del caso, con el fin de relevar ciertas
especificidades, de acuerdo a cada perfil.
Las mismas fueron realizadas en
el mes de Enero de 2009 en la ciudad de Salto.
V. El caso de la prensa escrita
local y las desigualdades de género.
En este trabajo el supuesto
planteado, hacía referencia a que las
representaciones que realiza la prensa escrita
local sobre el género femenino continúan siendo en
roles, cualidades y atributos tradicionales, a pesar
del desempeño de la mujer en distintas dimensiones
de la esfera pública.
Los resultados muestran que
las mujeres se desempeñan mayoritariamente en
profesiones no relacionadas al hogar, a los
cuidados, a la maternidad, a la estética,
directamente. Sin embargo, se visualiza que algunos
de ellos tienen vinculación con funciones y
cualidades consideradas tradicionalmente como
femeninas.
Los atributos a los que
aparecen principalmente asociadas las mujeres son
también cualidades/ atributos no tradicionales. De
esta forma, podría decirse que el supuesto es falso.
Los medios de comunicación,
como plantea De Fleur (1994), se encargan de las
“representaciones de modelos de vida grupal”, en
este caso se procuró indagar sobre la presentación
del modelo de vida del género femenino en la prensa
escrita local. Dicho modelo se identifica en roles,
normas y valores de ese grupo. De acuerdo a la
identificación de roles que se obtuvo mediante el
análisis de contenido de dos diarios locales, se
podría decir en principio, que las mujeres estarían
siendo presentadas con un modelo de vida moderno.
Pero, como reflejan los resultados de este trabajo,
algunos de los roles no tradicionales –participación
en política, representación política, participación
en comisiones, gremios, algunas profesiones que no
tienen relación con los cuidados, la maternidad, la
estética - son realizados con fines de cuidar a
niños, jóvenes, en defensa de los derechos humanos,
el cuidado de la alimentación, entre otros.
Lo mismo se observa en una de
las entrevistas realizadas a las mujeres, donde
expresa ser maestra y abogada, entendiendo que ambas
son profesiones parecidas, ya que las dos brindan un
servicio a la sociedad. Es abogada y mujer
política, integra la comisión de deporte y la de
derechos humanos por la igualdad de género. Desde
roles no tradicionales procura cuidar de los niños
que están en la calle y de la violencia doméstica.
Es decir, la mujer aún inserta
en el mercado laboral, llevando ingresos al hogar,
en su ocupación, profesión o cargo, ya sea como
ministra, senadora, o como presidenta de una
comisión vecinal, sigue haciéndose cargo de todas
aquellas funciones que aprendió en el proceso de
socialización.
Para entender estos matices en
los roles, así como también el desempeño en roles
tradicionales, es pertinente remitirse a los aportes
realizados por Fassler 2006, esta autora entiende
qué la limitación de la mujer a la esfera privada
del hogar, ha influido en el hecho de que las
mujeres se desenvuelvan en ocupaciones que tengan
que ver con el mismo y con los cuidados que allí
realiza.
Respecto a las cualidades
tradicionales ISIS Internacional (1994) señala que
las mujeres se caracterizan por ser débiles,
inactivas, emotivas, expresivas, los resultados de
esta investigación reflejan coincidencia en cuanto a
la condición de debilidad, y emotividad, no así
respecto a la inactividad. Justamente, en cuanto a
cualidades y atributos que se asocian a las mujeres,
los resultados obtenidos muestran a estas últimas
vinculadas a cualidades que tradicionalmente
constituyeron la identidad masculina, como son las
condiciones de activo, fuerte y sujeto. (ISIS
Internacional, 1994). Dicha condición de actividad
aparece vinculada a la participación política, a la
participación en comisiones. En el primer caso, se
vuelven a mezclar roles no tradicionales con
aspectos tradicionales, se hace referencia por
ejemplo a tener un rol importante en el desarrollo
de temas “invisibles” como son, la infancia, la
violencia familiar, los derechos de las mujeres.
En el análisis del material de
prensa, se hicieron pocos registros en cuanto a la
presentación de la mujer como compasiva,
dependiente, insegura, cuestiones a las que si hace
mención una de las entrevistadas. Cuando habla de
dependencia hace referencia, habla de la
preocupación de la mujer por su esposo, por lo que
él pueda hacer, decir, lo cual impide que ella
realice actividades que le son gratificantes. A este
aspecto hace alusión Amartya Sen (PNUD, 2005),
entiende que las preferencias personales pueden
estar sujetas a jerarquías domésticas.
En relación a la participación
activa e interés de las mujeres en cuestiones de
derechos humanos, violencia doméstica, igualdad de
derechos entre hombre y mujeres, participación de la
mujer en política y cargos en ésta última,
principalmente cuando participan en política, u
ocupan cargos de representación, podría hacerse
referencia a los aportes de Saltzman, (1992). Los
mismos tienen que ver con el macropoder, con el
poder que se acumula en cargos políticos, ocupados
generalmente por los hombres, en donde estos últimos
favorecerían con oportunidades a otros hombres y no
a las mujeres. Entonces, las mujeres son concientes
que desde su ocupación, desde su lugar en el espacio
público pueden generar esas oportunidades para las
mujeres, y he allí su vinculación a dichas
temáticas.
La construcción de las
identidades masculinas y femeninas realizados por
diferentes agentes de socialización como son los
medios de comunicación pueden ser diferentes. Las
mismas dependerán de los atributos, valores,
estigmas y estereotipos que se asignen a cada sexo.
De acuerdo a esto cada institución difundirá
contenidos simbólicos distintos. En este trabajo se
intentó indagar en base a los adjetivos adjudicados
a las mujeres, posibles estereotipos reproducidos
por la prensa, sobre este aspecto se les preguntó
también a las entrevistadas. Se pudo observar en la
prensa a la mujer en un rol de activa, de carácter
fuerte, condiciones que no conforman los
estereotipos que se comparten en el imaginario
colectivo.
Sí se registró la mujer como
bella, aspecto que generalmente forma parte de
estereotipos respecto a las mujeres. Los demás
calificativos son variados, algunos asociados
comúnmente a la mujer como son; limpia, respetuosa,
obediente, tranquila, prudente, delicada y otros no
tanto, por ejemplo: alegre, valiente, tenaz,
exitosa, ganadora. Estos últimos aparecen asociados
a las mujeres en espacios tradicionales de
participación masculina, como son la política y el
deporte. Es decir, se reconoce otras capacidades de
las mujeres más allá de aquellas que tienen que ver
con los cuidados. Esto es importante dado que en
base a los cuidados se sustenta uno de los
prejuicios más importantes de las mujeres. (Aguirre,
1998).
Si se entiende por
estereotipos a una “serie limitada de símbolos qué
se presenta repetidamente como algo típico de un
grupo” (Ouin, s/f) el análisis realizado al material
de prensa presentaría un estereotipo de mujer
activa, como mujer fuerte, -opuesto al que comparte
el colectivo social - y como mujer joven. Las
presentaciones negativas son considerablemente
menores, y en este caso la mujer es débil.
Al respecto las entrevistadas
expresan que la prensa escrita no los realiza, y en
caso de emitirlos son diferentes a los de la
televisión. En este caso la argumentación es :
“…todo lo importante que puede hacer una mujer, más
allá del cuerpo que tenga, de la cara que tenga, de
lo linda que pueda verse físicamente… toda la otra
parte, lo monetario, el trabajo, sobre todo las que
trabajan, bueno, ya sea en política, en ciencias, en
el ámbito social…” , según esta opinión la prensa
escrita no apunta al estereotipo mujer objeto, sino
que apunta a una mujer sujeto.
Dicha percepción coincide con
los resultados obtenidos, la mujer no es presentada
por la prensa como objeto sexual, de hecho un 22%
de las atribuciones a la mujer es como sujeto.
Desde el medio emisor se
expresó que las mujeres podrían sentirse
identificadas con temáticas como la belleza, las
relaciones de pareja, la cocina, -tratadas muchas de
ellas en un suplemento especial que publica el
diario, dedicado a la mujer- . Es decir, se asocia a
las mujeres a asuntos y ámbitos considerados
tradicionalmente como femeninos. (Aguirre, 1998). Se
relaciona también a las mujeres a una necesidad de
expresar pensamientos, a través de poemas,
reflexiones. Este aspecto tal vez esté vinculado a
la emotividad que se le adjudica a la mujer. Dicha
cualidad de emotividad está en oposición a la
racionalidad que se otorga a los hombres. (ISIS
Internacional, 1994).
Resulta interesante contrastar
esta opinión con la respuesta que se obtiene cuando
se pregunta directamente si la temática condiciona
la elección del entrevistado, con el fin de saber
si existe una relación entre sexo y tópicos. Para el
diario tal relación no se da, pero de acuerdo a lo
dicho anteriormente, en el caso del suplemento se
estaría dando.
Las entrevistadas se sienten
identificadas cuando se tratan temas sociales, temas
de salud, violencia doméstica, así como también se
identificarían con el trabajo, con el desempeño, se
hace mención a labor por el otro, por las demás
personas. Puede notarse, que los aspectos con los
que se identificarían tienen que ver con el rol
tradicional de la mujer al cuidado, de la salud, del
bienestar familiar, de los miembros de la misma.
Desde el periódico entienden
que las mujeres dan su opinión, o aparecen en la
prensa, tanto en temas tradicionalmente femeninos
como en aquellos que no lo son. Por ejemplo, se
interesan por conocer la labor de una mujer en
emprendimientos productivos, por trabajos fueras del
hogar, ámbitos tradicionalmente no femeninos,
ocupados generalmente por hombres. Cuando se
menciona la inflación es interesante retomar la
justificación que expresa el entrevistado, ya que
deja claro en ella una de los roles tradicionales de
la mujeres, su desempeño en el ámbito privado del
hogar. (Fassler, 2006). “…siempre que se trate de
inflación, las mujeres son las más adecuadas para
sentirlo. La mujer pulsa las tasas de inflación
porque es la mujer la que lleva la economía
familiar.”
Los medios de comunicación como
agentes de socialización, tienen la posibilidad de
reforzar o disminuir las desigualdades de género, a
través de las representaciones que proponen. En este
sentido, al momento de efectuar el trabajo de campo
de la presente investigación, surgió la interrogante
de si los medios concientes de dichas desigualdades
proponían homenajes o espacios dedicados a la mujer
como medida para reducir las anteriores. La
respuesta a esta interrogante fue la siguiente:
desde el medio de prensa se aclaro que el espacio
surgió como una forma de captar más lectores, pero
asociado a la atención de una “onda mística
”femenina, que no estaba siendo atendida por la
prensa local.
Desde la perspectiva de quien
fue acreedora de un premio y homenaje, la apertura y
ocupación de espacios tradicionalmente masculinos
por parte de las mujeres merece una premiación, un
reconocimiento por haberlo logrado. Esto no sucede
cuando los hombres ocupan “espacios femeninos”, tal
vez este hecho responda a que los espacios ocupadas
por los hombres (en la esfera pública) son
socialmente valoradas, contario a la privada.
(Aguirre, 1998).
Dicho reconocimiento al
desempeño de la mujer en política, medicina, más
allá del espacio privado de la familia- tal como lo
expresan los entrevistados- implica un
reconocimiento al acceso de mujeres a “recursos
valorados y escasos de su sociedad.” (Aguirre, 1998:
20).
V. Conclusiones
El hecho de que las mujeres
aparezcan asociadas principalmente a cualidades y
atributos no tradicionales es una de los primeros
resultados a los que se puede hacer referencia. En
segundo lugar se puede decir que las mismas son
presentadas en roles no tradicionales, es decir, en
profesiones no relacionadas al hogar, a los
cuidados, a la maternidad, a la estética,
directamente. A partir de los mismos la primera
conclusión a plantear es que el supuesto de la
presente investigación no se sustenta.
Lo anterior permitiría afirmar
que se está presentando un modelo de vida “moderno”
o no tradicional para las mujeres.
El desempeño en algunos roles
no tradicionales está “matizado” por aspectos
tradicionales. Las mujeres insertas en el mercado
laboral, continúan relacionadas a funciones que se
espera las mismas realicen, como son, cuidar del
hogar, y de todos sus miembros. Esto sería
explicado por limitación de la mujer a la esfera
privada del hogar En menor frecuencia se ha podido
observar la presentación de las mujeres en roles
tradicionales, explicado por el mismo factor.
En cuanto a la identificación
de cualidades y atributos a los que se asocia a las
mujeres se puede decir que son los denominados no
tradicionales. Esto es, atributos que
tradicionalmente se adjudicaron a los hombres, y que
constituían la identidad masculina. Se destacan
entre estos, la condición de mujer activa, mujer
fuerte y mujer sujeto.
El análisis de los adjetivos
asociados a las mujeres contribuyó también a dicha
identificación, las adjetivaciones son variadas,
pero es interesante destacar algunas. Cuando se
describe a la mujer como exitosa, ganadora, se lo
hace en espacios de participación tradicionalmente
masculina, lo que estaría reflejando un
reconocimiento a las capacidades de las mujeres en
ese ámbito. Es decir, se define la posición de la
mujer en base a sus capacidades en espacios
públicos, y no en base a sus capacidades de brindar
cuidados.
Cuando se indaga directamente
sobre la asociación sexo- temáticas la respuesta es
que la misma no existe. Sin embargo, se pudo
contrastar la asociación de las mujeres a ciertos
tópicos, esto en el análisis del material de prensa
y en el discurso de los entrevistados.
Acerca de a la indagación en
la reproducción de estereotipos qué amplifican las
desigualdades de género, se concluye que las
mujeres son presentadas en las formas de mujer
activa, fuerte y sujeto. Al respecto las
entrevistadas enuncian la no existencia de estos en
la prensa local, entienden que la misma a punta a
lo que la mujer puede hacer, a sus capacidades, más
allá de la esfera privada del hogar. Es decir, se
visualiza una presentación de la mujer como sujeto.
En relación a los espacios
dedicados especialmente a las mujeres y a las
premiaciones se puede decir que desde el medio se
buscó cubrir una necesidad que partió de las
propias mujeres. El espacio creado se vincula –entre
otras cuestiones- a funciones y cualidades
consideradas tradicionalmente como femeninas.
No se pueden realizar más
afirmaciones al respecto ya que ese material no fue
analizado. Los homenajes, según la percepción de
quien fue destinataria de uno de ellos, son a la
apertura y ocupación de espacios tradicionalmente
masculinos por parte de las mujeres. En este sentido
se genera la interrogante de hasta que punto el
mismo contribuye a la disminución de las
desigualdades de género. En el entendido de que
ingresar a la esfera pública, espacio valorado y
reconocido socialmente, merece reconocimiento, pero
si un hombre ingresa a la esfera privada del hogar,
espacio no valorado socialmente, esto no sucede.
Pues se cree que cuando en las diferencias –en este
caso la ocupación de áreas distintas- lo asociado a
lo femenino se desvaloriza, estamos en presencia de
desigualdades.
Finalmente y retomando el
objetivo principal que presentó esta investigación,
se dirá que los significados propuestos por dos
diarios locales, no estarían contribuyendo a la
amplificación de las desigualdades de género.
2 Citado
por Clara Fassler. Familias en cambio en un mundo en
cambio. Ediciones Trilce. 2006.
Institución: Universidad de la República- Regional
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VI.
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