“Representaciones sobre el género
femenino, estudio de caso en la
prensa escrita local”
por Natalie Robaina.
natus_ro@hotmail.com

Frecuentemente los contenidos que emiten los medios de comunicación coinciden con las ideas y valores de los directores. Este estudio sobre “Representaciones sobre el género femenino, estudio de caso en la prensa escrita local” fue presentado por su autora, Natalie Robaina, en las VIII Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR, 8 y 9 de setiembre de 2009.

 

La presente ponencia pretende explorar e indagar en las representaciones sobre el género femenino que elaboran los medios de comunicación en sus discursos. En esta investigación se hará referencia a como los medios de comunicación desarrollan la construcción de sentidos, ya que estos son uno de las principales instituciones de creación de sentidos, estereotipos, transmisores de ideologías, y agentes de socialización. Se cree que los medios reproducen los estereotipos sexuales tradicionales, y las personas los incorporan como naturales. Es decir, presentan los roles tradicionalmente asignados a mujeres y hombres como algo natural, cuando en realidad se beben a construcciones sociales que la sociedad elabora en base a  las diferencias biológicas entre los sexos, son significados que la sociedad le asigna a lo femenino y lo masculino dependiendo del momento y la cultura. 

 

El objetivo general de este trabajo es contribuir con información y conocimiento sobre el significado del género femenino a través del análisis de un agente socializador. Pretende además, ser otro aporte en la búsqueda de la desnaturalización de las ideas que se tienen sobre lo femenino y lo masculino. En este caso, específicamente, desnaturalizar las representaciones que los medios de comunicación locales presentan sobre lo femenino.

 

El estudio de las desigualdades de género en este caso, se realizan desde las construcciones  subjetivas, utilizando como técnicas de recolección de datos el análisis de contenido y la entrevista semi estructurada. Para el primer caso se trabajó con dos diarios locales, La Prensa y Cambio, en el período que va desde el  15  al 31 de Mayo y del 15 al 31 de Octubre de 2007. Finalmente la muestra quedó constituida por ochenta y dos unidades. En el caso de las entrevistas, se realizaron tres a actores calificados

 

I. Introducción

La investigación pretendió explorar e indagar en las representaciones sobre lo femenino que elaboran los medios de comunicación en sus discursos. El tema relaciones de género está vigente, se considera interesante indagar en esta área ya que – al decir de Giddens (2003)- las diferencias de género están relacionadas con la desigualdad y el poder dentro de las sociedades, la forma en que se relacionan estas cuestiones es de gran interés para la Sociología. De esta forma los estudios desde una perspectiva de género van en ascenso y se ha constituido en una dimensión fundamental para la comprensión de las desigualdades sociales. El análisis de las relaciones de género se ha ubicado en los principales debates de las Ciencias Sociales. (Aguirre, 1998)

 

En esta investigación se hace referencia a como los medios de comunicación desarrollan la construcción de sentidos, ya que estos son uno de las principales instituciones de creación de sentidos, estereotipos, transmisores de ideologías, y agentes de socialización. Se cree que los medios reproducen los estereotipos sexuales tradicionales, y las personas los incorporan como naturales. Es decir, presentan los roles tradicionalmente asignados a mujeres y hombres como algo natural, cuando en realidad se beben a construcciones sociales que la sociedad elabora en base a  las diferencias biológicas entre los sexos, son significados que la sociedad le asigna a lo femenino y lo masculino dependiendo del momento y la cultura. 

 

Desde estos agentes de socialización se aprenden determinados roles, a través de los medias los niños (sobre todo en la primera etapa de socialización) interiorizan estos modelos que se despliegan en cuanto a lo que implica ser mujer y lo que implica ser hombre. Pero esto no quiere decir que el individuo no tenga capacidad de modificar dichos roles. Las influencias que recibe en cuanto a estos provienen de varios canales, los medios de comunicación no son los únicos, ni  los más importantes, pero el punto central es que presentan los significados sobre lo femenino y lo masculino como producto del consenso social.

 

Los vastos estudios que han surgido entorno a las relaciones de género se deben a la preocupación de que las diferencias en las construcciones sobre lo femenino y lo masculino se transforman en una forma de desigualdad. La misma ha preocupado a las Ciencias Sociales, desde donde se han realizado diversos esfuerzos en investigar y explorar como se dan. Ésta preocupación surge en el entendido de que dichas diferencias implican desigualdad en las oportunidades y opciones de vida a la que se enfrentan hombres y mujeres (Giddens, 2003). Diferencia no es sinónimo de desigualdad, pero la primera se convierte en la segunda cuando lo asociado a lo femenino se desvaloriza. (Aguirre, 1998).

 

El problema en base al cual se desarrolla esta investigación tiene como tema central las relaciones de género. Cuando las mismas son analizadas lo que se pretende –dice Rosario Aguirre (1998)- es comprender desde una dimensión básica las desigualdades sociales. Sucede que las concepciones, roles, cualidades que poseen mujeres y varones son valoradas de distinta manera, eh aquí cuando surge la desigualdad. Estas últimas, que son construidas socialmente pretenden ser transformadas, en búsqueda de una justicia y equidad en las relaciones de género. En este marco surgen interrogantes sobre como los diversos actores y agentes socializadores colaboran a dichos propósitos. 

 

Se está de acuerdo en que las mujeres hoy no se reducen únicamente a la esfera doméstica, sino que también se desenvuelve en diversos espacios de la esfera pública, comparten cualidades con los hombres, pero ¿Cómo es representada en los medios de comunicación?, ¿Tales representaciones contribuyen a relaciones de género más equitativas? ¿O se reproducen las desigualdades?

 

El presente trabajo pretende indagar en uno de los principales agentes de socialización qué significa pertenecer al género femenino.  Se decide analizar en los medios de comunicación por la importancia que tienen estos en el proceso de socialización. A través del análisis de las representaciones que estos realizan en sus discursos se pretende desnaturalizar la vida cotidiana. Es decir, indagar en los significados manifiestos -construidos por los medios masivos de comunicación- que parecen naturales, pero que en realidad responden a  cuestiones subyacentes como son las relaciones de poder.

 

Los medios de comunicación tienen un papel fundamental en el proceso de socialización, los mismos emiten representaciones que luego son tomadas como modelos por el colectivo social. Dichas representaciones muestran formas de comportamiento, maneras, que son adaptadas por las personas. Estos presentan “modelo de vida” de determinados grupos, como son los hombres y las mujeres. (De Fleur, 1994). Por este motivo resulta importante indagar en los valores, roles, atributos que se le asigna al grupo de las mujeres. 

 

II. Desigualdades de género

Las desigualdades de género pueden ser analizadas desde condiciones objetivas y/o desde condiciones subjetivas. Desde la primera puede darse cuenta de las desigualdades estructurales como son el acceso a determinadas ocupaciones, diferentes para hombres y mujeres, diferencias en el pago de sueldos para iguales puestos laborales de acuerdo sea mujer u hombre, así como también  representación política, entre otras.

 

El trabajo realizado por  Iens y Longhi en  2005 –Experiencias del paro, movilidad laboral, estrategias de calificación y laborales de la población trabajadora en un contexto de crisis y mutación. El caso de Montevideo en el período 1998-2004.-2 da cuenta de las desigualdades en cuanto a la segregación ocupacional y la diferencia en el lugar que se tiene en la estructura ocupacional. El mismo muestra que en la mitad de los casos las mujeres ocupan puestos subalternos en la empresa.

 

Se argumenta que la segregación en cuanto a inserción y  jerarquización laborales es consecuencia de determinados estereotipos (productividad, ausentismo, disponibilidad para capacitación, etc.) (Fassler, 2006). La investigación realizada por Aguirre y Batthyány en 2003 – Uso del tiempo y trabajo no remunerado- basada en una encuesta en Montevideo y área metropolitana da cuenta de que quienes trabajan de forma remunerada son principalmente los hombres (60%). Estos además trabajan más horas que las mujeres, (62% de los hombres trabaja más de 40 horas semanales.) Este estudio muestra además otra desigualdad que se da entre hombres y mujeres, la distribución del trabajo no remunerado. Las tareas del ámbito doméstico son realizadas principalmente por las mujeres. Las mujeres destinan el 67% de su tiempo al trabajo no remunerado, mientras que los hombres dedican el 31%. (Aguirre, Batthyány, 2005)

 

Las desigualdades de género son analizadas también desde las construcciones subjetivas  que las refuerzan. Es decir, como estas se reproduce, se amplifican. Se crean estereotipos, estigmas,  se adjudican atributos, valores, que contribuyen a la reproducción de dicha desigualdad. Los medios de comunicación  dentro del proceso de socialización son uno de los agentes encargados de producir representaciones que contribuyen a reforzar dicha desigualdad.  

 

El presente trabajo estudiará las desigualdades de género desde esta perspectiva, a partir de las construcciones  subjetivas.

 

III. Los medios de comunicación como agentes de socialización y constructores de representaciones sociales.

Los  medios de comunicación, entendidos como “… las instituciones y técnicas mediante las cuales grupos especializados emplean recursos tecnológicos (prensa, radio, cine, etc.) para difundir contenidos simbólicos en el seno de un público numeroso, heterogéneo y disperso.”  (Herrera, 1993: 15) son una propuesta de lectura de la realidad, ya que no reflejan por entero la realidad misma tal cual es. (Suarez, 2007)

 

Mauro Wolf plantea que los medios de comunicación forman parte esencial de la construcción de realidad, a través de su centralización en los procesos de significación, otorgándoles a estos cierta responsabilidad en como las personas comprenden parte de la realidad social. El autor plantea que a través de la “descripción y presición” que realizan sobre la misma le muestran a la sociedad determinados tópicos, ideas y temas “sobre los que tener una opinión y discutir”. (Wolf, 1985: 166).

 

Dice Shaw (1979) “que la manera de jerarquizar los acontecimientos o los temas públicos importantes, por parte de un sujeto es similar a la valoración que opera en los medios de los mismos problemas”. (Wolf, 1985: 166) 

 

Es premisa fundamental de este trabajo  reconocer la función que tienen los medios de comunicación en el proceso de socialización, y por ende en la construcción de representaciones sobre lo femenino y lo masculino. Existen distintas teorías que tratan de explicar el papel de los medios en el proceso de socialización, una es la “teoría del modelaje” y  otra es la “teoría de las representaciones sociales”. 

 

La primera –también denominada “teoría del aprendizaje social”

- trata de explicar como las representaciones de los medios son tomadas como “modelos” por las personas. Estas adoptan formas de comportamientos y maneras de ver el mundo en base a las representaciones de los primeros. Dada la exposición en la que se encuentran los individuos respecto a la comunicación de masas; aprenden, reproducen modelos de comportamiento.  Esto demuestra que los medios de comunicación son agentes del proceso de socialización.

“La teoría del aprendizaje social proporciona una buena relación de condiciones bajo los cuáles los individuos pueden observar y adoptar técnicas específicas para la vida diaria y otros tipos de pautas y representaciones, comportamientos en marcos grupales específicos.”  (De Fleur, 1994: 283).

 

Para la  “teoría de las representaciones sociales”  la influencia de los medios de comunicación proviene de las “representaciones de modelos de la vida grupal”. Esta teoría postula que en los contenidos de los medios se “reproducen” modelos de organización social. Los mismos son presentados en forma de normas, valores, roles, sanciones de acuerdo al grupo específico. Por otra parte hacen referencia a que dichas representaciones pueden ser auténticas o no, pueden ser distorsionadas o realistas. (De Fleur, 1994). 

 

Es decir, las personas se basan en las representaciones que emiten los medios de comunicación para construir sus “miradas de mundo”, para guiar su comportamiento. Ya sea porque se ven identificados con ese modelo o porque quiere ser como ese modelo. Por algún motivo las personas deciden imitar  cierta conducta, que conlleva la reproducción de símbolos, comportamientos, maneras. (De Fleur, 1994). La influencia de los medios de comunicación proviene también de la representación de modelo de vida de determinados grupos, como por ejemplo mujeres y hombres. Los medios en sus contenidos continuamente están reproduciendo valores, roles, atributos, cualidades en relación a grupos como son los hombres y las mujeres, los que pueden o no ser auténticos.    

 

Cuando los medios reproducen y justifican una forma de ver el mundo se considera que  están legitimando el poder de un orden social establecido. Es decir, al reforzar  formas de pensar sobre un área o temática específica, se genera un efecto ideológico que legítima el pensamiento dominante y a su estructura de poder. (Herrera, 1993).

 

Frecuentemente los contenidos que emiten los medios de comunicación coinciden con las ideas y valores de los directores, por lo que se dice que quienes tienen el poder económico de poseer los medios tienen asegurada la difusión de sus ideas. (Herrera, 1993).

 

Las ideas que crean los medios son presentadas como producto del consenso social, como algo que es aceptado por todo el colectivo social, cuando en realidad a través de la naturalización de ciertos temas se pretende mantener un orden social. 

 

Desde la ideología se establecen propiedades que se consideran deseables, a las que se denominan funciones y propiedades que se consideran indeseables, a las que se denominan antifunciones. Esta categorización se denomina isotopía, y es en base a la cual se organiza el discurso. Además, es a partir de estas que se crean los estereotipos. (Herrera, 1993)

 

Indagando en los discursos de los medios de comunicación, sabiendo que estos pretenden mantener un orden que es propio de una ideología dominante, reconociendo que no todo lo que muestran es reflejo de lo que sucede efectivamente en la sociedad, al momento  de indagar en la reproducción de las relaciones de poder- en base a las que se construyen los conceptos de lo femenino y lo masculino- se debe ahondar más allá de las primeras representaciones que vemos como naturales. Los sentidos que se crean sobre lo femenino, son presentados de forma tan natural, se las siente tan “familiares”, que hacen  no se repare en ellas, son “invisibles” para la sociedad. Esta forma de presentar ciertos valores de forma sutil y natural es lo que permite sea tan efectivos el control de los medios sobre el pensamiento colectivo.  

 

Los medios masivos de comunicación dentro del proceso de socialización son uno de los agentes encargados de crear representaciones que hacen desiguales a hombres y mujeres. “La socialización es un concepto amplio. Es la etiqueta de una serie compleja, multidimensional, y a largo plazo de intercambio comunicativo entre los individuos y distintos agentes sociales que dan como resultado la preparación del individuo para la vida en un entorno socio-cultural.” (De Fleur, 1994: 271). Es decir que  los medias  como uno de los diversos agentes de socialización –familia, escuela, redes sociales, etc.- transmiten conocimientos, ideas, valores, estereotipos, entre otros, que son adquiridos por los individuos, permitiendo esto el pasaje de lo individual  a lo social. Estas cuestiones habilitan a que las personas se desenvuelvan en “un entorno social y cultural”. 

 

Las funciones que se plantean según el sexo se reproducen culturalmente a través del proceso de socialización.

 

III. Género

III.a Conceptualización

Rosario Aguirre enuncia que “el concepto de género se utiliza para aludir a las formas históricas y socioculturales en que hombres y mujeres interactúan y dividen sus funciones. Estas formas varían de una cultura a otra y se transforman a través del tiempo. Bajo esta acepción el género es una categoría que permite analizar papeles, responsabilidades, limitaciones y oportunidades diferentes de hombres y mujeres en diversos ámbitos tales como una unidad familiar, una institución, una comunidad, una cultura.”

 

(Aguirre, 1998: 19). Esta autora entiende que este concepto no se basa en las diferencias  biológicas naturales, parten de estas, pero se profundizan en lo social. 

 

Luego introduce la idea de desigualdad genérica, la cual “hace referencia a la distinta medida en que hombres y mujeres tienen acceso a los recursos valorados y escasos de su sociedad.” (Aguirre, 1998: 20). En este punto es pertinente  lo que Mariano Enguita (1999) presenta en cuanto a las dos grandes formas de desigualdades: en el acceso a los recursos y en acceso a las oportunidades. La primera es explicada por Marx, donde el eje central es la posesión de los medios de producción, dando origen a dos clases antagónicas. El concepto fundamental será el de explotación. En cuanto al acceso a las oportunidades lo relaciona con el concepto de discriminación de Weber, que implica una desigualdad de derechos. Se admiten diversas formas de desigualdades (distribución del ingreso, desigualdades étnicas, generacionales) entre ellas la diferencia genérica; que como se dijo anteriormente es construida socialmente. Por este motivo es importante estudiarlas y analizarlas, pues  se pueden modificar en busca de la igualdad, teniendo en cuenta que este es un derecho humano fundamental y forma parte de la matriz de la ciudadanía. 

 

La historiadora Joan Scott sostiene que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y es una forma primaria de relaciones significantes de poder.” (Aguirre, 1998: 31). Batthyány (2004) expresa que esta definición intenta mostrar que no existe un mundo femenino y otro masculino, separados, sino que están relacionados. Para esta autora la sociedad crea un orden simbólico, mediante el que se constituirán lo que debe ser un hombre y lo que debe ser una mujer.  Estas representaciones producidas socialmente están en el imaginario colectivo de las sociedades, es decir, la sociedad crea sentidos, imágenes, representaciones, funciones sobre las mujeres y sobre los hombres; las cuales se presentan como compartidas por toda la sociedad.  

 

Aguirre plantea que “los sistemas de género están constituidos por relaciones de poder, prácticas, creencias, valores, estereotipos y normas sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual. Cumplen un importante papel como estructuradores de diferentes dimensiones de la realidad social, económica, política, simbólico- cultural.” (Aguirre, 1998: 20) Estas diferencias se encuentran en ideologías (sobre todo de origen religioso), en el imaginario social, en normas sociales, en estereotipos, explicando las diferencias entre hombres y mujeres, delimitando lo femenino y lo masculino, estableciendo conductas esperadas para cada sexo y definiendo lo que corresponde a un hombre y lo que corresponde a una mujer. (Aguirre 1998) 

 

Estudiar las relaciones de poder no implica siempre estudiar los mecanismos de dominación, pero estos están implícitos en la misma. Rosario Aguirre en su libro Sociología y Género. Las relaciones entre hombres y mujeres bajo sospecha dedica un apartado a la dominación masculina, aclarando las diferencias entre la noción de género y patriarcado. Entiende este último como “el carácter incambiado de la dominación masculina a través del tiempo.” (Aguirre, 1998: 21). Se relaciona este concepto al control de la reproducción y/o de la sexualidad, reconociendo que esto limita la autonomía y libertad de las mujeres, se presenta a la mujer subordina al hombre. Este concepto se diferencia del de género en cuanto este último admite diversas formas de relación: dominación masculina, dominación femenina o relaciones igualitarias, a diferencia del de patriarcado que admitía únicamente la dominación masculina. Además el concepto de género no es ahistórico como el de patriarcado, deja ver los cambios a través del tiempo. (Aguirre, 1998) 

 

III.b. Femenino-masculino: roles, atributos, identidades.

Una parte importante de los sistemas de género es la división social del trabajo, pues en base a esta se ubica a la mujer en una esfera- la doméstica- un espacio que no es socialmente valorado, y al hombre en otra – la pública- un espacio privilegiado, pues es socialmente valorado.  (Aguirre, 1998). Esta adjudicación del hombre a la esfera pública coloca de inmediato a éste en roles que generan acceso directo a los recursos materiales. No así a la mujer, quien queda reducida al trabajo del hogar, se encarga de la crianza de los hijos, mantenimiento de la familia, cuidados del hogar, cuidado de los adultos mayores, etc. Estas tareas no tienen un reconocimiento social ni recompensas. Es por esta situación (tradicional) que algunos autores plantean que las mujeres dependen de sus maridos para acceder a bienes materiales, y cuando esto sucede ellas retribuyen ofreciendo cuidado y obediencia a su esposo. (Saltzman, 1992). Janet Saltzman relaciona la división del trabajo con el poder, plantea que “cuanto mayor es la división sexual del trabajo por lo que respecta roles que acumulan los recursos materiales, más son los recursos de micropoder al alcance de los maridos en relación con sus mujeres.

 

(…) Cuanto mayor es el acceso a los recursos de micropoder de los maridos con respecto a sus mujeres, más deferencia y obediencia muestran éstas para con las exigencias de aquellos.” (Saltzman, 1992: 60)

 

Luego continúa el autor haciendo alusión a que esa mayor posesión de poder le permite decidir si participar o no en tareas del hogar y si lo hace en cuales, también pueden aplicarlo sobre la decisión de que su esposa salga a trabajar fuera del hogar. Aunque la mujer logre trabajar fuera del hogar no elimina el micropoder del marido, este sigue imponiéndole responsabilidades en la esfera doméstica. De esta forma la mujer cumple una doble jornada laboral, la que realiza fuera del hogar y la que realiza en el mismo; mientras que esto no se da así para el hombre.

 

Como las responsabilidades domésticas no se comparten la mujer debe aceptar trabajos mal pagos, con menos seguridades y beneficios pero que le permiten un horario más flexible para poder compatibilizarlo con la familia, el cuidado de los niños y del hogar. (Saltzman, 1992) Más adelante esta autora habla del macropoder. Señala que los recursos de este se acumulan en los funcionarios de alto nivel, en cargos políticos entre otros, cargos que son ocupados sobre todo por hombres. Explica esta situación diciendo que los hombres al momento de distribuir oportunidades van a favorecer a otros hombres, ya que su condición de iguales  genera confianza, además en base a estereotipos creen que las mujeres no tienen las características necesarias para puestos que reclamen responsabilidad (puestos que además le brindarían mayores recompensas económicas). Otra razón tiene que ver con la necesidad más profunda e inconciente del hombre de dominar y devaluar a la mujer.

 

En la definición dada por Scott se identifica otro aspecto que refiere a la construcción social que se realiza sobre lo que debe ser un hombre y lo que debe ser una mujer, el género refleja la organización social de una sociedad. Se construyen identidades de género, esto es, tipologías en cuanto a la masculinidad y a la feminidad. El hombre es fuerte, activo, racional, instrumental, mientras que las mujeres se caracteriza por ser débil, inactiva, emotiva, expresiva. (ISIS Internaciona, 1994). Estas tipologías se aprenden mediante los procesos de socialización, transmitiéndose de una generación a otra. Dichas identidades se basan también en la división sexual del trabajo, que como se dijo anteriormente, ubica al hombre en el mercado laboral, como proveedor de ingresos del hogar, “connotado como trabajador productivo” y a la mujer en la esfera doméstica, encargada del hogar y la familia, la productividad de estas tareas no tienen reconocimiento social, por eso se dice que el trabajo doméstico es invisible. (Iens, 2000) Esta diferenciación de roles genéricos, dice Rosario Aguirre (2000), potencia la segregación sexual de las ocupaciones. Es decir, el estadio de la mujer en el hogar a cargo del cuidado familiar tiene que ver con  la ausencia de las mujeres en los espacios públicos. 

 

Con la globalización la mujer se ha ido incorporando al mercado laboral de manera generalizada, esto trajo cambios en la configuración de la familia, en la dinámica de estas, pero no logró cambiar el hecho de que las mujeres sigan desarrollando sus roles tradicionales, es decir, el cuidado del hogar y de sus integrantes. No se redistribuyen las tareas y responsabilidades, sino que las mujeres ven sobrecargadas sus tareas. Los cuidados, entendidos como la “provisión diaria de atención social, física, síquica, y emocional a las personas” (Aguirre, 2000: 84), es la  base en que se sustenta uno de los prejuicios más importantes en relación al género, esto es, pensar que las mujeres están dotadas naturalmente a realizar este tipo de tareas. La posición de la mujer es definida en base a su capacidad de brindar cuidados.

 

La mujer cumple con este papel más allá del costo personal que ello implique, es decir, aún cuando esto modifique su comodidad personal. (Aguirre, 2000) A esto hace referencia Sen cuando plantea que las mujeres identifican su bienestar  con el del hogar, olvidando todo aquello que hace a su realización personal. Esta limitación de la mujer a la esfera privada de la reproducción y la vida familiar ha tenido influencia en el hecho de que las mujeres se desenvuelvan en ocupaciones que tengan que ver con el hogar. Educación de los niños, salud, higiene, entre otras. (Fassler, 2006) 

 

En cambio los varones se ubican en la vida pública, los espacios de la política, la economía, los negocios. Fassler plantea que estas áreas son fomentadas desde la estructura social para ser ocupada por los hombres. Ellos se encargan de la producción, mientras que las mujeres de la reproducción. (Fassler, 2006)

 

Estas funciones que se plantean según el sexo se reproducen culturalmente a través del proceso de socialización. El mismo comienza tempranamente desde el seno del hogar, pero la sociedad presenta otras instituciones que se encargan también de esta tarea a lo largo de la vida de las personas. Entre ellos por su impacto, alcance y papel dominante en la sociedad  se hace énfasis en los medios masivos de comunicación.

 

IV. Abordaje Metodológico

Técnicas de recolección de datos. 

La presente investigación estudiará las desigualdades de género a partir de las construcciones subjetivas que elaboran los medios masivos de comunicación, específicamente se trabajará con prensa escrita. Para la recolección de los datos, se utilizaron dos técnicas, entrevistas semi estructuradas y análisis de contenido.

 

Análisis de contenido

En esta técnica se reúne un análisis cuanti-cualitativo. Cuantitativo en el entendido de que “mide la frecuencia de aparición de ciertas características de contenido y obtienen datos descriptivos por medio de un método estadístico.”  (Porta, Silva, 2003: 9) 

 

La dimensión cualitativa se manifiesta en cuanto este análisis pretende “detectar la presencia y ausencia de una característica del contenido y hace un recuento de datos secundarios referidos a fenómenos a los que siempre es posible hacer referencia.” (Porta, Silva, 2003: 9)

 

Para llevar adelante este tipo de análisis es necesario definir ciertos componentes, como son: unidades de análisis, muestreo, registro. (Krippendorff, 1990)

 

En este trabajo las unidades de muestreo están constituidas por las noticias extraídas de diario Cambio y La Prensa. La muestra comprende el período que va desde el  15 al 31 de Mayo y del 15 al 31 de Octubre de 2007.  El muestreo se confeccionó de forma aleatoria, mediante el sorteo de meses y semanas correspondientes al año 2007.  (Se busca obtener resultados actuales que son los que interesan a esta investigación) Los diarios con los que se trabajó fueron elegidos a través de un sorteo de los ejemplares editados en Salto.

 

La unidad de registro en la presente investigación es la frase, y la unidad de contexto en este caso es el párrafo,  que contienen las unidades de registro. 

 

En los análisis de contenido se requiere de la elaboración de la ficha de análisis, la misma consta de determinadas variables con sus correspondientes casillas donde se registra el dato. Para la confección de la misma es necesario definir las variables o dimensión y sus correspondientes categorías   de acuerdo con las unidades de análisis. Estas variables son tomadas de los supuestos o hipótesis – planteados previamente -. 

 

Variables y categorías.

Se definen las variables: rol tradicional, cualidades/atributos asignados a la mujer tradicional, rol no tradicional y cualidades/atributos no tradicionales.

 

-Rol tradicional: Funciones desarrolladas en la esfera privada, en el ámbito del hogar. Tradicionalmente se ha establecido que la mujer debe hacerse cargo de la educación de los niños, de la salud, de la higiene, de las tareas del hogar, del cuidado de sus miembros, entre otras actividades. Se incluyen también aquí el desempeño en profesiones vinculadas a la maternidad, al hogar, a los cuidados, a la estética.

 

Como sistema de categorías de esta dimensión se identifican: 

- Ama de casa, Madre, Esposa

- Realización de cuidados

- Desempeño en profesiones relacionadas al hogar, a la maternidad, a la estética

 

- Cualidades/atributos tradicionales: características, cualidades físicas y de personalidad que construyen la identidad del género femenino. La mismas se corresponden y/ o están en relación con los roles tradicionales.

 

Como sistema de categorías de esta dimensión se identifican:  

- Juventud, Belleza

-Emotividad, Dependencia, Debilidad, Sumisión, Delicadeza, Subordinación, Compasión

- Objeto sexual

 

-Rol no tradicional: comprende aquellas funciones relacionadas a la esfera pública, alejadas de las funciones privadas del hogar. Se corresponden principalmente con roles que tradicionalmente eran realizados por  los  hombres. Dentro del hogar la mujer comienza a ser generadora de recursos económicos y su trabajo es remunerado. 

 

Como sistema de categorías de esta dimensión se identifican: 

- Trabajo remunerado, Generación de recursos económicos

- Representación política, Participación política, Participación en comisiones, gremios, organizaciones. Desempeño en profesiones no relacionadas al hogar (cuidados, maternidad,  o estética).

 

- Cualidades/atributos no tradicionales: características, cualidades, asignadas a un concepto de mujer actual. Muchas de estas cualidades tradicionalmente caracterizaron la identidad masculina. 

 

Como sistema de categorías de esta dimensión se identifican las siguientes:  

- Racionalidad, Independencia, Fortaleza, Inteligencia, Actitud activa. 

- Sujeto

 

Entrevista semiestructurada  

Se efectuaron tres entrevistas, una a un partícipe de los medios de comunicación como editor, en este caso particular de la prensa escrita,  y dos a sujetos que han sido parte de la “representación” de dichos medios.

 

Se conformaron tres pautas distintas, una para el actor emisor, es decir, para el Jefe de edición de diario La Prensa. Para los actores, considerados aquí como “representados”, se diseñaron dos pautas diferentes.  Si bien son distintas, algunas preguntas fueron iguales,  para ambos perfiles de entrevistados, para permitir la comparación de las respuestas de los entrevistados. Aún así se realizaron algunas variantes, dependiendo del caso, con el fin de relevar ciertas especificidades, de acuerdo a cada perfil.

 

Las mismas fueron realizadas en el mes de Enero de 2009 en la ciudad de Salto. 

 

V. El caso de la prensa escrita local y las desigualdades de género.

En este trabajo el supuesto planteado, hacía referencia a que las representaciones que realiza la prensa escrita local  sobre el género femenino continúan siendo en roles, cualidades y atributos tradicionales, a pesar del desempeño de la mujer en distintas dimensiones de la esfera pública. 

 

Los resultados  muestran que las mujeres se desempeñan mayoritariamente en profesiones no relacionadas al hogar, a los cuidados, a la maternidad, a la estética, directamente. Sin embargo, se visualiza  que algunos de ellos tienen vinculación con funciones y cualidades consideradas  tradicionalmente como femeninas. 

 

Los atributos a los que aparecen principalmente asociadas las mujeres son también cualidades/ atributos no tradicionales. De esta forma, podría decirse que el supuesto es falso.

 

Los  medios de comunicación, como plantea De Fleur (1994), se encargan de las “representaciones de modelos de vida  grupal”, en este caso se procuró indagar sobre la presentación del modelo de vida del género femenino en la prensa escrita local. Dicho modelo se identifica en roles, normas y valores de ese grupo. De acuerdo a la identificación de roles que se obtuvo mediante el análisis de contenido de dos diarios locales,  se podría decir en principio, que las mujeres estarían siendo presentadas con un modelo de vida moderno. Pero, como reflejan los resultados de este trabajo, algunos de los roles no tradicionales –participación en política, representación política, participación en comisiones, gremios, algunas profesiones que no tienen relación con los cuidados, la maternidad, la estética - son realizados con fines de cuidar a niños, jóvenes, en defensa de los derechos humanos, el cuidado de la alimentación, entre otros.

 

Lo mismo se observa en una de las entrevistas realizadas a las mujeres, donde expresa ser maestra y abogada, entendiendo que ambas son profesiones parecidas, ya que las dos brindan un servicio a la sociedad. Es  abogada y mujer política, integra la comisión de deporte y la de derechos humanos por la igualdad de género. Desde roles no tradicionales procura cuidar de los niños  que están en la calle y de la violencia doméstica.

 

Es decir, la mujer aún inserta en el mercado laboral, llevando  ingresos al hogar,  en su ocupación, profesión o cargo, ya sea como ministra, senadora, o como presidenta de una comisión vecinal, sigue haciéndose cargo de todas aquellas funciones que aprendió en el proceso de socialización. 

 

Para entender estos matices en los roles, así como también el desempeño en roles tradicionales, es pertinente remitirse a los aportes realizados por Fassler  2006, esta autora entiende qué la limitación de la mujer a la esfera privada del hogar, ha influido en el hecho de que las mujeres se desenvuelvan en ocupaciones que tengan que ver con el mismo y con los cuidados que allí realiza.

 

Respecto a las cualidades tradicionales ISIS Internacional (1994) señala que las mujeres se caracterizan por ser débiles, inactivas, emotivas, expresivas,  los resultados de esta investigación reflejan coincidencia en cuanto a la condición  de debilidad, y emotividad, no así respecto a la inactividad. Justamente, en cuanto a  cualidades y atributos que se asocian a las mujeres, los resultados obtenidos muestran a estas últimas vinculadas a cualidades que tradicionalmente constituyeron la identidad masculina, como son las condiciones de activo,  fuerte y sujeto. (ISIS Internacional, 1994). Dicha condición de actividad aparece vinculada a la participación política, a la participación en comisiones. En el primer caso, se vuelven a mezclar roles no tradicionales con aspectos tradicionales, se hace referencia por ejemplo a tener un rol importante en el desarrollo de  temas “invisibles” como son, la infancia, la violencia familiar, los derechos de las mujeres. 

 

En el análisis del material de prensa, se hicieron pocos registros en cuanto a la presentación de la mujer como compasiva, dependiente, insegura, cuestiones a las que si hace mención una de las entrevistadas. Cuando habla de dependencia hace referencia, habla de la preocupación de la mujer por su esposo, por lo que él pueda hacer, decir, lo cual impide que ella realice actividades que le son gratificantes. A este aspecto hace alusión Amartya Sen (PNUD, 2005), entiende que las preferencias personales pueden estar sujetas a jerarquías domésticas.

 

En relación a la participación activa e interés de las mujeres en cuestiones de derechos humanos, violencia doméstica, igualdad de derechos entre hombre y mujeres, participación de la mujer en política y cargos en ésta última, principalmente cuando participan en política, u ocupan cargos de representación, podría hacerse referencia a los aportes de Saltzman,  (1992). Los mismos tienen que ver con el macropoder, con el poder que se acumula en cargos políticos, ocupados generalmente por los hombres, en donde estos últimos favorecerían con oportunidades a otros hombres y no a las mujeres. Entonces, las mujeres son concientes que desde su ocupación, desde su lugar en el espacio público pueden generar esas oportunidades para las mujeres, y he allí su vinculación a dichas temáticas.

 

La construcción de las identidades masculinas y femeninas realizados por diferentes agentes de socialización como son los medios de comunicación pueden ser diferentes. Las mismas dependerán de los atributos, valores, estigmas y estereotipos que se asignen a cada sexo. De acuerdo a esto cada institución difundirá contenidos simbólicos distintos. En este trabajo se intentó indagar en base a los adjetivos adjudicados a las mujeres, posibles estereotipos reproducidos por la prensa, sobre este aspecto se les preguntó también a las entrevistadas. Se pudo observar en la prensa a la mujer en un rol de activa, de carácter fuerte, condiciones que no conforman los estereotipos que se comparten en el imaginario colectivo.

 

 Sí se registró la mujer como bella, aspecto que generalmente forma parte de estereotipos respecto a las mujeres. Los demás calificativos son variados, algunos asociados comúnmente a la mujer como son; limpia, respetuosa, obediente, tranquila, prudente, delicada y otros no tanto, por ejemplo: alegre, valiente, tenaz, exitosa, ganadora. Estos últimos aparecen asociados a las mujeres en  espacios tradicionales de participación masculina, como son la política y el deporte. Es decir, se reconoce otras capacidades de las mujeres más allá de aquellas que tienen que ver con los cuidados. Esto es importante dado que en base a los cuidados se sustenta uno de los prejuicios más importantes de las mujeres. (Aguirre, 1998). 

Si se entiende por estereotipos  a una “serie limitada de símbolos qué se presenta repetidamente como algo típico de un grupo” (Ouin, s/f) el análisis realizado al material de prensa presentaría un estereotipo de mujer activa, como mujer fuerte, -opuesto al que comparte el colectivo social - y como mujer joven. Las presentaciones negativas son considerablemente menores, y en este caso la mujer es débil. 

 

Al respecto las entrevistadas expresan que la prensa escrita no los realiza, y en caso de emitirlos son diferentes a los de la televisión. En este caso la argumentación es : “…todo lo importante  que puede hacer una mujer, más allá del cuerpo que tenga, de la cara que tenga, de lo linda que pueda verse físicamente… toda la otra parte, lo monetario, el trabajo, sobre todo las que trabajan, bueno, ya sea en política, en ciencias, en el ámbito social…”  , según  esta opinión la prensa escrita no apunta al estereotipo mujer objeto, sino que apunta a una mujer sujeto. 

 

Dicha percepción coincide con los resultados obtenidos, la mujer no es presentada por la prensa como objeto sexual,  de hecho un 22% de las atribuciones a la mujer es como sujeto. 

 

Desde el medio emisor se expresó que las mujeres podrían sentirse identificadas con temáticas como la belleza, las relaciones de pareja, la cocina, -tratadas muchas de ellas en un suplemento especial que publica el diario, dedicado a la mujer- . Es decir, se asocia a las mujeres a asuntos y ámbitos considerados tradicionalmente como femeninos. (Aguirre, 1998). Se relaciona también a las mujeres a una necesidad de expresar pensamientos, a través de poemas, reflexiones. Este aspecto tal vez esté vinculado a la emotividad que se le adjudica  a la mujer. Dicha cualidad de emotividad está en oposición a la racionalidad que se otorga a los hombres. (ISIS Internacional, 1994).

 

Resulta interesante contrastar esta opinión con la respuesta que se obtiene cuando se pregunta directamente si la temática condiciona la elección del  entrevistado, con el fin de saber si existe una relación entre sexo y tópicos. Para el diario  tal relación no se da, pero de acuerdo  a lo dicho anteriormente, en el caso del suplemento se estaría dando. 

 

Las entrevistadas se sienten identificadas cuando se tratan temas sociales, temas de salud, violencia doméstica, así como también se identificarían con el trabajo, con el desempeño, se hace mención a labor por el otro, por las demás personas. Puede notarse, que los aspectos con los que se identificarían tienen que ver con el rol tradicional de la mujer al cuidado, de la salud, del bienestar familiar, de los miembros de la misma. 

 

Desde el periódico entienden que las mujeres  dan su opinión, o aparecen en la prensa, tanto en temas tradicionalmente femeninos como en aquellos que no lo son. Por ejemplo, se interesan por conocer la labor de una mujer en emprendimientos productivos, por trabajos fueras del hogar, ámbitos tradicionalmente no femeninos, ocupados generalmente por hombres. Cuando se menciona la inflación es interesante retomar la justificación que expresa el entrevistado, ya que deja claro en ella una de los roles tradicionales de la mujeres, su desempeño en el ámbito privado del hogar.  (Fassler, 2006). “…siempre que se trate de inflación, las mujeres son las más adecuadas para sentirlo. La mujer pulsa las tasas de inflación porque es la mujer la que lleva la economía familiar.” 

 

Los medios de comunicación como agentes de socialización, tienen la posibilidad de reforzar o disminuir las desigualdades de género, a través de las representaciones que proponen. En este sentido, al momento de efectuar el trabajo de campo de la presente investigación, surgió la interrogante de si los medios concientes de dichas desigualdades proponían homenajes o espacios dedicados a la mujer como medida para reducir las anteriores. La respuesta a esta interrogante fue la siguiente: desde el medio de prensa  se aclaro que el espacio surgió como una forma de captar más lectores, pero asociado a la atención de una “onda mística ”femenina, que no estaba siendo atendida por la prensa local.

 

 Desde la perspectiva de quien fue acreedora de un premio y homenaje, la apertura y ocupación de espacios tradicionalmente masculinos por parte de las mujeres merece una premiación, un reconocimiento por haberlo logrado. Esto no sucede cuando los hombres ocupan “espacios femeninos”, tal vez este hecho responda a que los espacios ocupadas  por los hombres  (en la esfera pública) son socialmente valoradas, contario a la privada. (Aguirre, 1998). 

 

Dicho reconocimiento al desempeño de la mujer en política, medicina, más allá del espacio privado de la familia- tal como lo expresan los entrevistados-  implica un reconocimiento al acceso de  mujeres a “recursos valorados y escasos de su sociedad.” (Aguirre, 1998: 20).

 

V. Conclusiones

El hecho de que las mujeres aparezcan asociadas principalmente a cualidades y atributos no tradicionales  es  una de los primeros resultados a los que se puede hacer referencia. En segundo lugar se puede decir que las mismas son presentadas en roles no tradicionales, es decir, en profesiones no relacionadas al hogar, a los cuidados, a la maternidad, a la estética, directamente. A partir de los mismos la primera conclusión a plantear es que el supuesto de la presente investigación no se sustenta. 

 

Lo anterior permitiría afirmar que se está presentando un modelo de vida “moderno” o no tradicional para las mujeres. 

 

El desempeño en algunos roles no tradicionales está “matizado” por aspectos tradicionales. Las mujeres insertas en el mercado laboral, continúan relacionadas a funciones que se espera las mismas realicen, como son, cuidar del hogar, y de todos sus miembros.  Esto sería explicado por limitación de la mujer a la esfera privada del hogar  En menor frecuencia se ha podido observar la presentación de las mujeres en roles tradicionales, explicado por el mismo factor. 

 

En cuanto a la identificación de cualidades y atributos a los que se asocia a las mujeres se puede decir que son los denominados no tradicionales. Esto es, atributos que tradicionalmente se adjudicaron a los hombres, y que constituían la identidad masculina. Se destacan entre estos, la condición de mujer activa, mujer fuerte y mujer sujeto. 

 

El análisis de los adjetivos asociados a las mujeres contribuyó también a dicha identificación, las adjetivaciones son variadas, pero es interesante destacar  algunas. Cuando se describe a la mujer como exitosa, ganadora, se lo hace en espacios de participación tradicionalmente masculina, lo que estaría reflejando un reconocimiento a las capacidades de las mujeres en ese ámbito. Es decir, se define la posición de la mujer en base a sus capacidades en espacios públicos, y no en base a sus capacidades de brindar cuidados. 

 

Cuando se indaga directamente sobre la asociación sexo- temáticas la respuesta es que la misma no existe. Sin embargo, se pudo contrastar la asociación de las mujeres a ciertos tópicos, esto en el análisis del material de prensa y en el discurso de los entrevistados.

 

Acerca de a  la indagación en la reproducción de estereotipos qué amplifican  las desigualdades de género, se concluye que  las mujeres son presentadas en las formas de  mujer activa, fuerte y sujeto. Al respecto  las entrevistadas enuncian la no existencia de estos en la prensa local, entienden  que la misma a punta a lo que la mujer puede hacer, a sus capacidades, más allá de la esfera privada del hogar. Es decir, se visualiza una presentación de la mujer como sujeto. 

 

En relación a los espacios dedicados especialmente a las mujeres y a las premiaciones se puede decir que desde el medio se buscó  cubrir una necesidad que partió de las  propias mujeres. El espacio creado se vincula –entre otras cuestiones- a funciones y cualidades consideradas tradicionalmente como femeninas.

 

 No se pueden realizar más afirmaciones al respecto ya que ese material no fue analizado. Los homenajes, según la percepción de quien fue destinataria de uno de ellos, son a la apertura y ocupación de espacios tradicionalmente masculinos por parte de las mujeres. En este sentido se genera la interrogante de hasta que punto el mismo contribuye a la disminución de las desigualdades de género. En el entendido de que ingresar a la esfera  pública, espacio valorado y reconocido socialmente, merece reconocimiento, pero si un hombre ingresa a la esfera privada del hogar, espacio no valorado socialmente, esto no sucede. Pues se cree que cuando en  las diferencias –en este caso la ocupación de áreas distintas- lo asociado a lo femenino se desvaloriza, estamos en presencia de desigualdades. 

 

Finalmente y retomando el objetivo principal que presentó esta investigación, se dirá que los significados propuestos por dos diarios  locales, no estarían contribuyendo a la amplificación de las desigualdades de género.

 

2 Citado por Clara Fassler. Familias en cambio en un mundo en cambio. Ediciones Trilce. 2006.

Institución: Universidad de la República- Regional Norte; Sede Salto.

 

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