La geopolítica
angloamericana

Por el profesor José Luís Fiori

“Vengo hoy a reafirmar una de las más antiguas, una
de las más fuertes alianzas que el mundo haya visto.
Hace mucho se dice que los Estados Unidos y
Gran Bretaña comparten una relación especial”
Presidente Barack Obama - 25/05/ 011

Existe una idea generalizada de que la Geopolítica es una “ciencia alemana”, cuando, en realidad, no es ni siquiera una ciencia y, mucho menos, alemana. Al contrario de la Geografía Política, que es una disciplina que estudia las relaciones entre el espacio y la organización de los estados, la Geopolítica es un conocimiento estratégico y normativo que evalúa y rediseña la propia geografía, a partir de algún proyecto de poder específico, defensivo o expansivo. El “Medio Oriente”, por ejemplo, no es un fenómeno geográfico, es una región creada y definida por la política exterior inglesa del siglo XIX, así como el “Gran Medio Oriente” es un subproducto geográfico de la “guerra global al terrorismo” del gobierno Bush, de principios del siglo XXI. Por otro lado, la asociación incorrecta de la Geopolítica con la historia de Alemania, se debe a la importancia que las ideas de Friederich Ratzel (1844-1904) y Karl Haushofer (1869-1946) tuvieron - directa o indirectamente - en el diseño estratégico de los desastrosos proyectos expansionistas de la Alemania de Guillermo II (1888-1918) y de Adolf Hitler (1933-1945). A pesar de esto, las teorías de estos dos geógrafos trascendieron su origen alemán y se convirtieron en ideas que suelen reaparecer en las discusiones geopolíticas de países que comparten el mismo sentimiento de cerco militar e inferioridad en la jerarquía internacional. Pero, a pesar de esto, fue en Inglaterra y en los Estados Unidos que se formularon las teorías y estrategias geopolíticas más exitosas de la historia moderna.

Sir Walter Raleigh (1554-1618), consejero de la Reina Elizabeth I, definió a fines del siglo XVI, el principio geopolítico que orientó toda la estrategia naval de Inglaterra, hasta el siglo XIX. Según Raleigh, “quien tiene mar, tiene el comercio del mundo, tiene la riqueza del mundo; y quien tiene la riqueza del mundo, tiene al mundo mismo”. Mucho más tarde, cuando la Marina Británica ya controlaba casi todos los mares del mundo, el geógrafo inglés, Halford Mackinder (1861-1947), formuló un nuevo principio y una nueva teoría geopolítica, que marcaron la política externa inglesa del siglo XX. Según Mackinder, “quien controla el “corazón del mundo” comanda la “isla del mundo”, y quien controla la isla del mundo, comanda el mundo”. La “isla del mundo” sería Eurasia y su “corazón” estaría situado - más o menos - entre el Mar Báltico y el Mar Negro y entre Berlín y Moscú. Por esto, para Mackinder, la mayor amenaza al poder de Inglaterra, sería que Alemania o Rusia consiguiesen monopolizar el poder dentro del continente euroasiático. Una idea-fuerza que movió a Inglaterra en las dos Guerras Mundiales y que llevó a Winston Churchill a proponer - en 1946 - la creación de la “Cortina de Hierro” que dio origen a la Guerra Fría.

Del lado norteamericano, el formulador geopolítico más importante de la primera mitad del siglo XX, fue el Almirante Alfred Mahan (1840-1914), amigo y consejero del Presidente Theodor Roosevelt desde antes de la invención de la Guerra Hispanoamericana, a fines del siglo XIX. La tesis geopolítica fundamental de Mahan, sobre la “importancia del poder naval en la historia”, no tiene ninguna originalidad. Walter Raleigh la repite y reproduce la historia de la Marina Británica. Y lo mismo sucede con las ideas de Nicholas Spykman (1893-1943), el geopolítico que más influyó en la estrategia internacional de los EE.UU. en la segunda mitad del siglo XX. Spykman desarrolla y modifica un poco la teoría de Mackinder, pero llega casi a las mismas conclusiones y propuestas estratégicas. Para conquistar y mantener el poder mundial, después de la Segunda Guerra, Spykman recomienda que los EE.UU. ocupen el “anillo” que cerca a Rusia, desde el Báltico hasta China, aliándose con Gran Bretaña y Francia en Europa y con China, en Asia. En el cómputo final, lo que diferencia la geopolítica angloamericana es su pregunta fundamental: “¿qué partes del mundo hay que controlar, para dominar el mundo?”. O sea, una pregunta ofensiva y global, contraria a la de los países que se proponen apenas la conquista y el control de “espacios vitales” regionales. Más allá de esto, Inglaterra y los EE.UU. ganaron y, a comienzos del siglo XXI, mantienen su alianza de hierro con Canadá, Australia y Nueva Zelandia; derrotaron y cercaron a Rusia; mantienen su protectorado atómico sobre Alemania y Japón; expandieron su asociación y su cerco preventivo sobre China; están rearmando su control sobre África; y mantienen a América Latina bajo la supervisión de su IV Flota Naval. Y acaban de reafirmar su decisión de mantener su liderazgo geopolítico mundial.

Existe, entre tanto, una gran incógnita en el horizonte geopolítico angloamericano. Una vez conquistado el poder global, es indispensable expandirlo, para mantenerlo. Pero, ¿expandirlo hacia donde?

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* José Luis Fiori: Profesor en la Universidad pública de Río de Janeiro sobre economía y ciencia política. - Traducido para LA ONDA digital por Cristina Iriarte

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