“Yo los defiendo”: entre el estigma y la hipocresía
Por El Perro Gil* elperrogil@gmail.com
Lanzada sin anuncio previo (a la espera de la reacción de la opinión pública y de los medios de difusión), esta campaña de comunicación alcanzó el pico de impacto esperado instalándose en la opinión pública de manera casi inmediata. Algo previsto y que lejos de menguar, potencia su finalidad concreta: derribar la estigmatización de los barrios de Montevideo, atribuida al accionar de la Policía.
Las zonas mencionadas por esta campaña -que lo fueron a modo de ejemplo, pudiendo ser cualquier otro barrio de la capital de similar contexto- ocupan gran parte de los informativos a partir de las noticias que conforman los segmentos de crónica roja o policial. Muy pocas veces -por no decir casi nunca- protagonizan informes de otra índole o de carácter positivo. Ese aspecto, que es verdaderamente estigmatizante, no se lo cuestiona ni desde los medios de comunicación (responsables de la selección de los cortes informativos), ni desde los diferentes espacios de opinión que se expresan sobre la misma sin reconocer este aspecto.
Una suerte de hipócrita postura tiñe las pocas críticas contrarias a la campaña, y concentran su contradicción al enunciar que las menciones son discriminatorias sin reparar que son, precisamente, todo lo contrario. No hay una sola de las piezas que no exprese una situación positiva desde un juego de palabras que transgrede la idea subyacente que ocupa los informativos y da lugar al leit motiv central de esta campaña. Una campaña de por sí transgresora, es cierto, tanto como que la transgresión misma formó parte de la estrategia elegida y en la cual radica en gran medida su éxito comunicacional. Plantear el tema en esos términos, con esa frontalidad, usando un juego de palabras con sentido positivo, no hace más que reforzar la idea y, a la luz de las repercusiones, ya puede considerarse todo un éxito.
Cuando alguien acude a una entrevista laboral y avanza en la misma con normalidad, al momento de enunciar su domicilio, si el mismo se encuentra en uno de estos barrios que se quiere reivindicar, seguramente haya perdido toda esperanza de seguir avanzando en la obtención de ese trabajo. Hasta ese punto hemos decaído por causa de esta forma de categorizar zonas de la ciudad. Barrios que son habitados por gente honesta y trabajadora; por estudiantes y/o amas de casa, que deben soportar un día sí y otro también, como son noticia por hechos negativos.
Hubo quienes manejaron una idea contraria al mensaje explícito. Particularmente se le ha querido hacer decir a los afiches, lo que estos no dicen. De ese modo, por ejemplo, hubo quien comentó que al decir que “en Paso de la Arena hay muchos gurises que no se dan la papa” encierra la idea de que hay muchos que sí se la dan. Seguramente esa forma de leer lo que no está escrito (el mensaje no dice eso sino precisamente lo contrario), sea la deformación que nos dejó como legado la pertinaz alusión negativa que de esos barrios se hace desde los noticieros, sin que nadie la cuestione como a esta campaña.
En tiempos de una “tinelización” extrema, parece incongruente tanta susceptibilidad latente, máxime cuando no se dan razones para ello sino todo lo contrario.
¿Será que los uruguayos no nos bancamos la vergüenza de reconocer que no somos capaces de darnos cuenta de algo tan evidente, y que cuando nos lo hacen notar nos duele? ¿Cómo se explica que una campaña como esta se la cuestione mientras nada se dice o hace contra el cúmulo de mensajes negativos que permanentemente se difunden acerca de los mismos barrios? ¿Dónde empieza el estigma y dónde la hipocresía? Esta campaña encierra además un compromiso público que asume el Policía a partir de una potente frase. Ese compromiso hace que esta movida comunicacional sea también un mensaje hacia la interna policial que deberá hacer suya esta campaña y asumir el rol de actor principal en la defensa de todos nosotros.
Era hora de impulsar la difusión de mensajes positivos. Era hora de promover la figura de líderes positivos Y ya viene siendo hora también de que la sociedad uruguaya abandone los prejuicios que le impiden entender un mensaje claro sin pensar que encontrará un cangrejo debajo de la piedra.
el hombre pasó y marcó tarjeta, el perro se borró por 40 semanas
* Columnista uruguayo
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