Durante la primera quincena de enero el ex presidente José Mujica volvió a presentar el libro; «Una Oveja Negra al Poder» en esta oportunidad en Maldonado. Lo que tomó la prensa en esa ocasión fue una especie de pequeña conferencia de prensa del ex presidente sobre el gobierno de Macri, y algún comentario sobre la presidencia de Tabaré. Lo que sigue es la versión completa de sus palabras al presentar su libro.
– El hecho de estar hoy aquí, es solamente concebible en tiempos de vacaciones. Vaya mi agradecimiento.
Sobre este libro que escribieron los amigos, Miguel Vidart, yo lo leí una vez y creo que tiene un par de errores (risas). Errores míos que hoy – y lo digo aquí, en público – lo traté de “machete” al compañero Couriel y mucho después supe que nunca le fueron a pedir que aportara. Y bueno, yo no estaba en la militancia concreta y tengo unos compañeros tan pavos, tan bobos, que no fueron a pedirle que cotizara. Y yo lo traté de “machete”. Porque es obvio que las campañas políticas y el mantenimiento de los partidos, no tiene otro recurso que el aporte de su gente. Y esa es una vicisitud que va a terminar enfermando y creo que enferma a la propia democracia. Es una de las patologías de la democracia.
Las campañas electorales cada vez cuestan más y, sobre todo, el 80% del costo de las campañas electorales, se lo llevan los canales de televisión. Todo lo demás son bagatelas. Pero su Majestad, la televisión, tiene cada vez más peso en las sociedades en las que vivimos y si no estás en la televisión, no existís.
Esto ya lo discutieron los griegos, los atenienses y, por eso, inventaron el óbolo y otras cosas. Pero el peso de la plata es cada vez más decisivo en las sociedades en las que vivimos y ello contribuye a multiplicar el poder del lobby en las sociedades. Y el poder de los lobbies determina la posibilidad de decisiones políticas relativamente favorables a intereses muy fuertes. Es un problema que está viviendo el mundo entero y esto tiende a multiplicar la concentración de la riqueza. Y no hay un problema de maldad o de bondad. Hay un problema objetivo que hay que entrarlo a medir enormemente, porque creo que es una de las enfermedades que tiene la democracia. Las campañas electorales cada vez cuestan más y, sobre todo, el 80% del costo de las campañas electorales, se lo llevan los canales de televisión. Todo lo demás son bagatelas. Pero su Majestad, la televisión, tiene cada vez más peso en las sociedades en las que vivimos y si no estás en la televisión, no existís.
La democracia no es perfecta y esa es la gran ventaja que tiene. Es perfectible y nunca se considera terminada de una vez para siempre. Y esta patología la tendrán que enfrentar las generaciones que vienen. Y digo las generaciones que vienen, porque yo estoy en un tiempo de “una pa’salir” y, por lo tanto, puedo hablar con un grado de libertad porque ya no me siento incluido. Pero hay que ver la proyección hacia el futuro y la incidencia de estos fenómenos, porque – de lo contrario – la política va a quedar del lado de los que tienen mucha plata, o del lado de los que no tienen escrúpulos para conseguir plata, lo cual es peor. Pero ese es uno de los riesgos que tenemos.
Pienso que está entrando una generación nueva, la “civilización de Internet” que se va a hacer cargo en todos los frentes del País. Estamos en una época de tránsito y creo que las fuerzas políticas, los partidos políticos tienen que ambientar ese cambio y no cometer el error conservador de ponerse a negar la realidad. Porque me parece que esta es una realidad que viene y que no significa que es mejor o peor, significa que es distinta. Podrá ser mejor, podrá ser pero, el tiempo lo dirá. Pero creo que es un fenómeno inevitable y lo que es inevitable lo mejor es organizarlo concienzudamente y a tiempo. Este tránsito hay que darlo y cuanto mejor pensado esté este tránsito, tal vez tenga menos costos y mayores beneficios para el país.
Pero cuando digo esto no estoy hablando del Uruguay, estoy hablando del mundo en el que hemos entrado. Un mundo dibujado. Y nuestra conciencia con Estados nacionales pero con la rápida creación de una cultura cada vez más universal y de gente educada y formada que tiene relaciones con ámbitos en cualquier país. ¡Esto va a cambiar la historia del hombre! Incluso pienso que el Estado Nacional que nos formó y al cual pertenecemos, empieza a ofrecer obstáculos de carácter institucional y es el futuro de lo que va a ser el mundo. Yo tengo 80 años y en mayo cumplo 81. No son mis problemas. Pero lo más importante de la política es tratar de vislumbrar 20 o 30 años hacia delante, hacia donde va el mundo y cómo nos ubicamos. Y es probable que lo que mi generación llamaba “proletariado”, esté en la base de las universidades de hoy. Son los jóvenes universitarios. Porque el trabajo del futuro cada vez va a ser más calificado, va a ser el que va a generar más plusvalía y – naturalmente – va a tener sus peculiaridades. Cuando decimos la “Civilización de Internet”, tenemos que pensar en un país con una honda masificación de clase media calificada por todas partes y con una evolución tecnológica que va a cambiar muchos de los niveles del trabajo que concebimos hoy.
Y ese mundo va a tener problemas, porque va a haber muchos viejos estorbando. Y va a estorbar la reminiscencia cultural de nuestro pasado, el peso de la tradición del Estado Nacional, un mundo que parece que se quiere organizar en bloques. Un mundo que dejó aquel sueño que arrancó acá, en Punta del Este, un mundo abierto, el mundo de la OMC, con relativa libertad de comercio, con reglas globales de intercambio que está siendo rápidamente sustituido por un mundo de tratados. Todos con títulos pomposos de “Libre Comercio”, lo que significa que no son de libre comercio. Hay más de 300 Tratados de Libre Comercio firmados y 200 más que se están discutiendo en el mundo, lo que quiere decir que habrá cualquier cosa, menos libre comercio. Mi generación ha fracasado rotundamente. En lugar de tener un mundo abierto, empezamos a tener un mundo en bloques. Antes eran países, ahora se están insinuando… Y el Uruguay tiene problemas que están planteados. Todo el mundo habla que hay que integrarse con Europa. ¡Hace 15 años que estamos atrás de Europa y Europa no nos da ni pelota! (risas) La verdad, es que está preocupada con otros problemas. Pero hace más de 15 años que por varias razones – donde las razones culturales creo que no son secundarias, nosotros somos y en gran medida nuestros antepasados, gente que ha venido en barco y de origen europeo – pero estamos asistiendo a un cambio de carácter fenomenal en el mundo y considero que ningún país en esta región ya puede renunciar a las relaciones económicas con China. El problema está en que no nos vamos a poner de “chinófilos” ahora, para que dentro de 25 o 30 años los que estén vayan a decir: “los yanquis no eran tan malos, últimamente” (risas). Porque cada Imperio que viene es peor que el otro. Ojalá que no, ojalá que me equivoque. Pero es lúcido tener desconfianza y a lo que me parece que es inevitable contestarle con una política que nos ayude a compensar. El año pasado, el consumo de carne roja en China aumentó el 114%. Y eso que está en crisis, dicen. Y, ¿saben quien fue el primer vendedor? Estados Unidos. El segundo fue Australia. Entonces, me parece que no podemos renunciar a eso. Pero si nos quedamos con eso, corremos el peligro de depender – como pequeño país – de un único mercado. Y eso sería peligroso.
De todas maneras, esta batalla se va a dar. Se que el presidente actual tiene una honda preocupación por la inserción del Uruguay. Y está bien. Pero creo que hay un fenómeno al que hay que estar atentos. No me gustaría entrar en ningún proyecto que sea para estar divorciados de China. Tampoco me gustaría quedar como “abrazados a un rencor”, solamente a China. Me parece que es inevitable, porque ya es el primer cliente de la Argentina, del Brasil, del Uruguay y del Paraguay y no tiene vuelta. Porque tiene mucha gente con ganas de comer y con posibilidades de comer. Y, lo peor de todo, es que es el único lugar del mundo que dice: “vamos a hacer esto” y lo hace (risas). Tienen definido duplicar el PBI, ahora tomaron la decisión de dos hijos y eliminaron la pobreza. ¡Si los chinos eliminan la pobreza de ese semejante continente, no hay comida! Entonces, me parece que no se puede ignorar. Este es un hecho del mundo de hoy que merece atención, porque va a determinar el andar del mundo del futuro. Y la política no puede renunciar a la ciencia, pero no es una ciencia. Normalmente es un arte, porque está demasiado rodeada de incertidumbres. ¿Cuáles son las incertidumbres? Nunca se sabe lo que pasa con el precio de la moneda, con esto, con lo otro. La cantidad de variables no medibles son muy grandes y, entonces, hay una cuota de riesgo en las decisiones que se toman. Hay que entenderlas.
Uno se hace mucho más uruguayo cuando anda dando vueltas por el mundo. Porque, ¡mire que nosotros tenemos defectos! Pero, ¡qué hermosas son las relaciones sociales, las relaciones políticas, la convivencia entre los uruguayos! Hace poco tiempo estuvimos con unos amigos en Turquía, un país colosal, con 80 millones de habitantes. Terribles ferrocarrile y F16, bruta tecnología. Y andábamos impresionados porque nos metieron en un auto – un Audi, para variar – y subían arriba de la vereda hasta la puerta del hotel y a la gente la parten como si fuera un tarro de basura. ¡Es espeluznante el tratamiento que se le da a la gente! ¡Uno se encuentra con cosas que son espeluznantes! Por eso esta familiaridad del Uruguay no creo que seamos perfectos, no lo podemos ser. Pero creo que el único problema muy serio que tiene el Uruguay es la baja natalidad. Ese es el gran problema determinante, el más fuerte de los problemas que van a incidir en el futuro. Tal vez el futuro, tendrá que apelar a paraguayos, a bolivianos, a ecuatorianos. Tendrá que apelar a la América pobre, todavía con trabajadores duros para un Interior que está vacío de gente.
Porque si ustedes hacen una proyección del costo de la Seguridad Social del futuro, me parece que ese va a ser un problema INSOPORTABLE por el peso que va a tener. Y el Uruguay como problema va a tener este dilema: o logramos multiplicar enormemente la productividad del sector laboral, lo que significa una formidable capitalización y capacitación – es como si fuéramos a tener un sector laboral del tipo alemán o sueco – para que pueda soportar un peso impositivo para mantener el sector pasivo, o el sector pasivo las va a pasar negras. Estos son problemas que no están planteados hoy, pero son problemas que se le vienen al Uruguay. Apenas tenemos una mínima reposición de la gente y, salvo que acontezcan fenómenos regionales importantes… Argentina ha estado supliendo una tasa interna de natalidad parecida por el afluente constante de paraguayos, bolivianos, también chilenos en el sur. Pero nosotros hemos quedado aislados de ese fenómeno. Y nosotros, país descendiente de inmigrantes cada uno de nosotros, tal vez los momentos de mayor crecimiento del Uruguay, los años más fértiles en todos los frentes – también en el cultural – están muy ligados a formidables correntadas inmigratorias que construyeron este país. Me parece que este es uno de los desafíos más graves que tiene el Uruguay del futuro. En esto, también nos hemos puesto conservadores. Cuando uno dice: “me voy a traer paraguayos, bolivianos, etc.”, enseguida nos contestan: “¿y quiénes van a venir? Aquellos gallegos y aquellos “tanos” que hicieron este país, no existen más. No quieren ni trabajar la tierra allá, en España”. En España – que se quejan de este problema – está lleno de ecuatorianos trabajando la tierra, en Alicante. En Italia estuvimos hace poco con mi compañera, en donde vinieron mis abuelos y vimos las montañas llenas de terrazas que habían hecho aquellos gringos para poder vivir y me contaron que allí había 4 casas de los Cordano. Ahora está todo con castaños silvestres, volvieron los jabalíes. Un poblado de la Liguria que me dicen que no había menos de 500 vacas, ahora no hay ni una vaca. Y ¿es que Italia está pobre? ¡No! Italia se fue a la ciudad. Aquello no existe más.
Porque si los inmigrantes van a ser clase media acomodada, que llega con la ilusión y la pretensión de que me den una casa y tener un salario, estamos fritos. Porque eso lo único que puede provocar es la reacción intempestiva de nuestra gente. Porque sería un grave error que uno ayude a traer gente y le de más de lo que le da, elementalmente, a la gente que tiene acá. Eso sería producir como una fobia. Estas cosas existen y empezó a pasar en Alemania y en Suecia y mucho de lo que está pasando en este momento es porque hay un grado de exigencia. Siria era un país de bastante clase media y los que disparan tienen algún recurso, porque si no, no podés pagar todos los peajes que hay que pagar. Y, naturalmente, toda esa gente pretende un cierto nivel que no es el que recibe el inmigrante cuando llega, porque es difícil. Y eso produce reacciones en contra adentro de la propia sociedad. ¿Por qué? Porque, bueno, porque los seres humanos somos así. Si uno trajera inmigrantes del exterior a los que les da una casita “pipí-cucú”, se arma lío con los que están viviendo en un rancho. ¿Verdad? Bueno, la política tiene parte de su arte en lo posible y si uno no ve estas cosas, después se estrella.
Yo pienso que me voy a ir del Senado dentro de poco. Le agradezco mucho al pueblo uruguayo todo lo que me ha dado y le he dado. Y me voy a ir porque estoy aburrido, porque hay discursos que hace 20 años que me los banco, pero no va más (risas y aplausos). Todo tiene su tiempo y quiero ayudar a que venga esa generación de Internet en todo lo posible. Y, por lo tanto, voy a seguir militando, como viejo, dando consejos, a los que nadie les va a dar pelota, como siempre (risas). Porque los seres humanos no aprenden con lo que les dicen, aprenden con lo que viven, con lo que sufren. A la gente hay que darle oportunidad y después el pueblo decidirá lo que tiene que hacer. No puedo renunciar a la visión política, porque se me fue la vida en esto. Pero así como no puedo renunciar a los terrones porque es vocacional, tampoco puedo renunciar a la política. Pero no voy a estar metido en ella institucionalmente, porque no debe ser así y quiero conservar el cariño por mi pueblo, por la gente. Ustedes saben – en el libro en alguna cosa se expresa – que nosotros, con mi compañera, tenemos una manera de vivir que no es ni mejor ni peor que la de nadie. Hace muchos años elegimos el camino de la sobriedad, vivir livianos de equipaje. Ahora estamos metidos en levantar una escuela, una UTU, por una razón sencilla: vivimos en un barrio de chacareros y pensamos que el futuro de la gente es seguir comiendo alguna verdura. Pero ya estamos importando ajos chinos, eh. Y ya hay ensaladas de frutas chinas. ¡Qué valor agregado bárbaro, eso de la fruta cortada! Entonces, alguien tendrá que producir un poco de verdura. Y esta es la razón de porqué en una zona de esas inventamos con el Estado una UTU para tratar de ayudar partiendo de esta base: la gente de granja del futuro no va a ser como eran nuestros abuelos, porque trabajaron con los padres, por esto o lo otro. Hay que ayudar a que se de ese tránsito. Y pensamos dejar eso y dejar nuestra casa y nuestra chacrita para servir a esa UTU en el futuro. Pero esa UTU es del Estado. El Estado da clases con el programa y atiende a los profesores. En lo demás, lo respaldamos al Estado. Porque este es un sueño de combinar la iniciativa privada con la iniciativa pública. El Estado si tiene que poner un alambre, si tiene que hacer andar el motor de un pozo, ¡todo es horrible! Eso se lo tenemos que arreglar por la vía de la acción privada. El Estado que de clases y que se encargue de la Currícula y que nos diga: “precisamos esto, precisamos lo otro, se rompieron los vidrios, acá se llueve, vamos a cambiar esas chapas, pim, pum, pam” ¡Y salimos de toda esa burocracia! Porque para cambiar una canilla hay que ir allá, ver a un arquitecto del departamento tal y puaaaaa (risas).
Me parece que eso es lo que tenemos que hacer. Si funciona, veremos si se suma otra gente. Porque precisamos miles de UTU en el País. Creo que la gente nos está dando una señal. ¿Por qué hay padres y madres que se comen dos días haciendo cola para poder anotar a sus hijos en una UTU? Porque los gurises les dicen: “dame un oficio para poderme ganar la vida y después, si puedo seguir estudiando, ta. Pero no me metas a Amenofis IV, y a Pericles y todo eso. No me metas en eso”. Y esa es la deserción que tenemos después en Secundaria y no debemos despreciar el trabajo manual. Todavía hay mucho que laburar con las manos y las manos ayudan a pensar. No están peleadas las manos con Aristóteles, por el contrario, lo vas a querer mucho más a Aristóteles si te acostumbrás a que las manos trabajen. Porque fueron las manos las que contribuyeron al desarrollo de la capacidad intelectual del hombre. Entonces, esa simbiosis que el hombre primero que nada tiene que recibirse de ser humano y un ser humano tiene que tener la idea de cómo se cambia una bombita, de cómo se pone un enchufe, cómo se puede aceitar una puerta, cambiar la rueda de un auto. ¡No puede ser que seamos seres tan inferiores que para cualquier cosa tengamos que depender de un especialista! ¡Eso tiene que ser masivo! Hay una cantidad de A, B y C que deben ser masivos y a partir de ahí tienen que existir las especializaciones.
En fin, yo soy un apasionado de la enseñanza tecnológica y perdí como en la guerra. Pero la batalla que realmente se pierde, es la que no se sigue peleando. La voy a seguir peleando. Y tengo convencido al presidente actual que el año que viene le van a volar las chapas al sistema educativo por el desarrollo de la UTU. No crean que es un invento mío. El que conozca la historia de Alemania y las transformaciones que hizo Bismark en su época. En la vieja Prusia tuvieron una fenomenal repercusión de lo que fue Alemania a posteriori. Y Alemania fue el país que concentró enormemente el esfuerzo en la formación tecnológica y no por ello abandonó el campo de la filosofía ni de las artes. Eso es un embrutecimiento que a veces hay por ahí. La humanística puede florecer, también, con las manos.
Espero que el Uruguay del futuro pueda entender esto y pueda darse cuenta que nos va el futuro. Siempre nos va a parecer poco, elegimos ser poco. Por lo tanto, tenemos que ser mejores. Por ser pocos, tenemos que ser mejores. Dejemos que los barcos de carne los llene Brasil, pero dame un churrasco para sacarle una foto. Es decir, trabajemos con un sentido de calidad. Y sobre todo, tenemos que querernos un poco más, soportarnos las pequeñeces que humanamente tenemos y darnos cuenta que pertenecemos a este conjunto de pueblos americanos que no se han podido juntar, que no sé si se juntarán en un mundo que se está organizando alrededor de continentes. Porque, critiquen todo lo que quieran a la Unión Europea, pero allí está, intentando construir una unidad de más de 700 millones de habitantes con un importante poder adquisitivo. Allí están los Estados Unidos con sus reservas y Canadá a sus espaldas. ¡Un verdadero continente entero! Está China, el más viejo estado multinacional que hay arriba de la Tierra. Está la India, con todo lo que significa. Por eso el destino de los latinoamericanos, si no somos capaces de encontrar un verbo común para poder negociar, va a ser bravo. Yo no voy a estar vivo. Ese es el problema de los que van a venir.
Creo que los viejos libertadores, como Bolívar, soñaban. Y la gente que hace cosas grandes tiene que soñar mucho, si no… Pero ahora no es cuestión de sueños, es de ¡socorro! ¡Es de socorro! Porque si alguno cree que con una unidad de esas dimensiones, países como el nuestro pueden negociar de igual a igual, no hacen nada. Hay que ser fuerte y la fortaleza de los débiles es tener la capacidad política de juntarse con sus iguales para ser menos débiles. Este es el otro desafío que tenemos, como americanos, por delante.
Ahora, si nos vamos andar atomizando por ideologías, estamos fritos. No. ¡Nada de ideologías! Hay que juntar a toda la “barra” como es, en términos comunes y ser amigo de todos los latinoamericanos sean como sean. Porque si empezamos a elegir con ideología de si este me gusta y este no me gusta, estamos fritos. No sé si tendremos ese grado de apertura. Pero como ustedes son seres pensantes, yo estoy hablando con mis compatriotas – no es para que me voten ni que estén de acuerdo, ya no me van a tener que votar nunca más, ni nada, sino – para razonar políticamente. ¿Ustedes creen que un país de tres millones de habitantes – un barrio de San Pablo – puede negociar con una potencia como China, de igual a igual? ¡No! Hay que tener cierto peso. Por eso hay que traer a Brasil a este juego. Esto es con la Amazonia, no contra la Amazonia. Y, por supuesto, que con la Pampa argentina. ¡Por supuesto! Y con Colombia y con Venezuela y con todos. Y si no, no es. Este es el desafío que tenemos hacia el futuro.
Ahora, si nos dejamos influir por la historia, estamos fritos. ¡Estamos fritos! Porque este no sirve, porque esto otro y pim, pum, pam. Hay que mirar el porvenir. ¡Dónde van a tener que pelear nuestros nietos! ¿Quién los va a representar? ¿Cómo van a negociar en ese mundo de fuerza? Porque el mundo de fuerza no es sólo de millones. Hay un capítulo que es de la inteligencia humana, la inteligencia humana que tiene que vanguardizar el desarrollo del conocimiento. Tenemos que darnos cuenta que la gran distancia que nos llevan no es ni de riqueza ni de nada, es de conocimiento y de manejo del conocimiento. La gran ventaja es la investigación de las universidades y la aplicación de la investigación en la vida real. ¡Esa es la ventaja más difícil de descontar! Y requiere de la unidad o, por lo menos, de la coordinación de la inteligencia latinoamericana. Y requiere de sistemas comunes de investigación para no pisarse los callos y para compartir los logros. Y el que no investigue, no tiene conocimiento de vanguardia y siempre va a estar dependiendo del conocimiento de vanguardia que nos van a vender de otra parte. Para ser libres en el mundo que va a venir, hay que tener una cuota importante de conocimiento propio para intercambiar con el mucho conocimiento que siempre responde. Y esta es la distancia más difícil. Brasil fue un país que fundó la primera Universidad en el año 1922, porque la aristocracia brasileña prefería mandar a sus hijos a estudiar a Europa.
Discurso del Ex presidente José Mujica
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