Recuerdos de hace 40 abriles

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“Abril, ¡qué mes para los revolucionarios!”, dijo Fidel al comienzo de su discurso del 1º de Mayo de 1975, escuchado aquí, bajito y entre zumbidos, en una radio de onda corta. Al menos hasta que me resultó largo y me aburrí; que uno es humano. Citó la Revolución de los Claveles el 25 y la caída de Saigón y el fin de la Guerra de Vietnam el 30 de ese mes del año anterior. Episodios de los que se celebran 40 años.

Citó también la caída de Phonm Penh el 17 de abril de ese mismo 1975, días antes. Agregó, por supuesto, otros hechos de ese año: la independencia de las colonias portuguesas; especialmente Mozambique y Angola. La caída de la dictadura de los Coroneles en Grecia el 24 de julio de 1974. Y el fin de la guerra secreta de la CIA en el pequeño Laos, comenzada en 1955. Tan sigilosa, que vaciaron una carga de B52 cada 8 minutos entre 1964 y 1973, record hasta hoy; pero se tuvieron que retirar entre abril del 71 y el 3 de junio del 74. El 2 diciembre de 1975 una coalición iba a hacer renunciar al último monarca.

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Claro que al final, lo de Camboya fue un desastre, Portugal está quebrado, Grecia ni hablar, en Angola hay corrupción, etc. Pero, ¿Por qué todo esto nos importaba tanto entonces? Porque precisábamos sentirnos parte de un movimiento mundial. Con esa perspectiva amplia, nuestra dictadura era un episodio local. ¡Qué lástima que nos toque a nosotros la parte fea! Pero son cosas de la vida (como dice Pelé de los obreros muertos en la construcción de estadios). Voy a contar dos cosas personales como ejemplo.

Una. Un domingo en una zona comercial con todos los negocios cerrados, me encontré con una hoja de diario viejo dando vueltas con el viento. Miro y decía a toda página: “Cayó Da-Nang”, y me emocioné. Hoy nadie sabe dónde queda y el título no diría nada; quizá letra demasiado grande para un partido de fútbol. Pero en Da-Nang, hacia el norte del país, estaba la principal base estadounidense en Vietnam del Sur. Era plataforma de ataques a Vietnam del Norte -su aeropuerto era el más movido del mundo, con 2.595 vuelos diarios-. Y había sido centro de la Ofensiva del Tet en 1968, cuando casi cae. En 1975 ya no había tropas estadounidenses, pero la marcha hacia el sur y el fin de la guerra un mes después, eran ahora inevitables.

Otra. Cuando me esposaron, encapucharon y dejaron parado en un rincón, hice fuerza para mirar las esposas por debajo de la capucha. No es cómodo y recomiendo evitarlo, pero me daba curiosidad. Nunca se sabe. No averigüé mucho sobre la forma de abrirla, pero vi grabado Made in USA, la marca y el número de serie: dos millones y medio.

No pudiendo jugarle a la quiniela, pero teniendo tiempo, me puse a pensar en la magnitud de la cifra. Calculé que algunas esposas de ese modelo tenían que haber ido a parar a Vietnam. No estaba seguro; en Estados Unidos debe haber más de dos millones de policías, y ellos deben exportar a otros países, además de Uruguay. Pero me gustaba pensar que sí. Porque si era así, eso me hermanaba con al menos alguno de los petizos que infligieron la primera derrota militar de su historia al principal imperio mundial; el que también estaba detrás de nuestra dictadura; el fabricante de esas esposas. Eso no era necesariamente un consuelo; pero implicaba una responsabilidad.

Eso. Por eso íbamos a comprar La Opinión de Timerman, que tenía buena información internacional y la mayoría de los días la dejaban entrar.

Y escuchábamos radios de onda corta, bien bajito.

Por Jaime Secco
Periodista uruguayo

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