El título hace referencia a dos acontecimientos independientes de la semana. Por un lado, festejos de Casagrande. El plenario del FA del 5 de marzo le otorgó el ingreso oficial al sector liderado por la senadora Constanza Moreira.
Siempre nos sentimos adentro del FA, como muy frentistas, como muy unitarios, impulsando renovaciones centradas en nuevos derechos y en avances hacia la equidad de género, hacia la igualdad económico-social, étnica e inclusive generacional, dada la especial etapa que se vive en el Uruguay de hoy. Es un paso muy importante para Casagrande, que podrá tener directamente representación en los distintos organismos del FA. Casagrande vivió el jueves y viernes de la semana pasada dos instancias muy relevantes.
El jueves con presencia de dos excelentes candidatos para la presidencia del FA, como lo son Roberto Conde y Alejandro Sánchez. En sus respectivas comparecencias mostraron puntos de vista muy cercanos a los que se utilizan en Casagrande. Fueron muy francos, autocríticos cuando ello era necesario, y con muchas ideas valientes para enfrentar las nuevas instancias de nuestra fuerza política. Pero el viernes, los festejos fueron por las excelentes presentaciones realizadas por 4 jóvenes, sobre riqueza y distribución, con un local abarrotado de gente, y especialmente de gente joven.
Los protagonistas del debate, tan necesario en la izquierda, fueron Rodrigo Alonso, Fernando Isabella, Gabriel Dellacoste y Andrea Vigorito que mostraron alto nivel de conocimientos sobre el tema. Analizaron como mejorar la distribución del ingreso por la vía impositiva, el poder que se le otorga al capital en los estímulos actuales a la inversión, las características del capitalismo en la América del Sur y la renta de la tierra, la transformación productiva y la inserción internacional y la necesidad de la política para generar proceso de transformaciones al régimen capitalista, entre otros temas.
La otra noticia de la semana pasada fue el mensaje presidencial, donde nos llamó la atención la referencia al grado inversor, a cuidarlo, a mantenerlo. No era un tema que estuviera en la agenda ni en la opinión pública, porque la calificación está dos escalones por encima del grado especulativo y sobre todo, porque las distintas calificadoras de riesgo han presentado evaluaciones muy positivas sobre la situación económica y financiera del Uruguay. Lo hicieron antes y después del mensaje presidencial. En el horizonte no aparecían riesgos para perder el grado inversor.
Las calificadoras de riesgo que otorgan a los países y a empresas las calificaciones correspondientes son instituciones privadas, ligadas directamente a los grandes bancos privados internacionales, por lo menos ideológicamente. Representan la ortodoxia del pensamiento de la derecha internacional, vinculadas al predominio del capital financiero en la etapa actual del capitalismo. Para ellas lo financiero debe predominar sobre lo productivo y lo social. No gozan de mucho prestigio internacional, en la medida que le han otorgado calificaciones muy buenas a instituciones financieras que luego quebraron.
Por ello algunos países europeos se han planteado la necesidad de crear nuevas calificadoras de riesgo estatales que fueran más neutrales y objetivas. Desde el punto de vista de los países de la región, les interesa garantizar el pago de los servicios de la deuda externa y para ello, ponen énfasis en el nivel de endeudamiento con respecto al PBI y en el déficit fiscal, que es uno de los orígenes de dicho endeudamiento.
Una interpretación de la mención en el mensaje presidencial, es una especie de atemorizar a los sindicatos de trabajadores por los nuevos acuerdos salariales. La expresión directa para generar temor es: “mire, si los salarios aumentan mucho se puede perder empleo”. Es una información que no condice con la realidad. Por lo menos es muy discutible. Pero también indirectamente se puede dar una cadena, que se inicia con el temor a la suba de salarios y culmina en la pérdida de empleos.
La cadena se inicia con: “mire, si los salarios aumentan mucho originan inflación”. Tampoco condice con la realidad. Por lo menos es muy discutible. La siguiente sería: “mire, la inflación afecta el grado inversor y por lo tanto la imagen financiera internacional” También: “Mire, la pérdida del grado inversor afecta los niveles de inversión y especialmente de la inversión extranjera directa”. También podríamos agregar: “mire, la inflación afecta el cálculo económico y por lo tanto afecta la inversión” En la realidad ente 2005 y 2012 sin que hubiera grado inversor, se concretó una muy elevada inversión extranjera directa que permitió los más altos niveles de coeficiente de inversión de la historia del país.
Estos altos niveles de inversión se concretaron con inflación de un dígito, por encima de las metas establecidas por el Banco Central. Por último, el razonamiento podría ser: “Mire, si cae el grado inversor y los niveles de inversión, se aumentará el desempleo abierto y serán los trabajadores los más perjudicados” Esto no condice con la realidad. O por lo menos es muy discutible.
Si crecemos y distribuimos y las calificadoras de riesgo nos otorgan el grado inversor, bienvenido. Si mantenemos una muy buena imagen en el sistema financiero internacional, por supuesto bienvenido. Pero mantengamos ciertas políticas básicas, con independencia del pensamiento de las calificadoras de riesgo. La negociación colectiva y los acuerdos salariales son básicos para un gobierno de izquierda. Por la vía de mejores salarios, no se genera necesariamente inflación, porque esta no es de demanda.
Puede haber en algunas actividades, influencia sobre la inflación de costos. Pero la política salarial debe atender sobre todo a la distribución del ingreso, dentro de los límites del crecimiento económico y de la evolución de la productividad. Desearía otra interpretación, que fueran otros los motivos que llevaron la atención del grado inversor en el mensaje presidencial. Porque me importa mucho el gobierno del FA. En todo caso es otro tema en debate.
Por Alberto Couriel
Economista y ex senador
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