Las discusiones de la rendición de Cuentas

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Uruguay pasa económicamente una etapa difícil, en el momento de presentarse la primera rendición de cuentas de este nuevo quinquenio de gobierno frentista. Es compleja la situación internacional. Bajo crecimiento mundial, caída de los precios de las commoditties que vende Uruguay y la América del Sur.

En el plano regional, cambios en los gobiernos de Brasil y Argentina con recesión económica que afectan las exportaciones de bienes y servicios hacia ambos países. En lo interno, muy leve crecimiento económico en 2015, de 1% del PBI, con ayuda de la nueva inversión de la papelera Montes del Plata. En este 2015 mantenimiento de la desocupación abierta y de la pobreza.

Aunque ha habido una mejora de la competitividad de precios, por la vía AlbertoCouriel1de un aumento del tipo de cambio por encima de la inflación interna, aún se mantiene un fuerte atraso cambiario que afecta a las exportaciones, especialmente aquellas que tienen mayor valor agregado y más contenido tecnológico. Hay que agregar las pérdidas económicas derivadas de los tornados y las inundaciones.

La primera discusión deriva de cuáles deben ser las prioridades a atender en esta rendición de cuentas. Se ponen arriba de la mesa el déficit fiscal, la inflación, la competitividad, el crecimiento y el empleo. Empezaron a surgir declaraciones de algunas calificadoras de riesgo, que funcionan a favor de las grandes instituciones bancarias internacionales.

Reciben muchas críticas, en Europa se intentó sustituirlas por calificadoras más objetivas, tal vez estatales, pero siguen pesando en la región. La prioridad para ellas es garantizar el pago de los servicios de la deuda externa.

Antes el tema central para ello, era alcanzar un superávit de la balanza comercial, para lo que proponían fuertes devaluaciones para aumentar las exportaciones y encarecer las importaciones, a lo que se agregaba restricciones de demanda interna (gasto público, crédito y salarios) también para limitar las importaciones. Recuerdo que a fines de 1984 acompañé a Seregni a una cena en Olivos con el presidente Alfonsín.

En un momento mi amigo, el canciller Dante Caputo, me dice que el FMI le había aceptado a la Argentina una inflación de alrededor de 100%. Es que para el FMI lo importante era garantizar el pago de los servicios de la deuda, para lo que proponían fuertes devaluaciones. y no la inflación.

En la etapa actual, de predominio del capital financiero, el déficit de la balanza comercial se resuelve por la vía de la entrada de capitales. Uruguay tiene un elevado déficit de la balanza comercial pero lo financia sin problemas con entradas de capitales, vía inversión directa y entrada de capitales financieros.

Por lo tanto, en la actualidad, asegurar el pago de los servicios de la deuda pasa por tener un superávit primario (antes del pago de intereses), y bajar el déficit fiscal. En esencia, hoy para las calificadoras de riesgo la prioridad es bajar el déficit fiscal. El equipo económico de gobierno ha declarado su preocupación por el déficit fiscal y la inflación.

Nuevamente, como en los últimos años, se utiliza la política cambiaria para contener la inflación, volviendo a afectar la competitividad. Las medidas de restricción monetaria son un ejemplo para ello. En la medida que el presidente Tabaré Vázquez ha declarado que no habría aumentos de impuestos, el control del déficit fiscal surgiría por la vía de una rebaja del gasto público.

Para la contención de la inflación se estaría utilizando el atraso cambiario, la restricción monetaria, la caída del gasto público y limitaciones a los aumentos salariales por la vía de las pautas salariales. Las distintas medidas son muy similares a las clásicas recetas del FMI, de las calificadoras de riesgo, que aseguran el pago de los servicios de la deuda con la rebaja del déficit fiscal, que se atiende la inflación como si fuera de demanda con las restricciones monetarias, del gasto público y salariales y con una política cambiaria que prioriza la estabilidad de precios, afectando directamente a la competitividad y al futuro del país.

Seguramente el conjunto de estas medidas, se realizarán de manera más gradual y no de forma abrupta como estamos acostumbrados en las recetas del FMI y vemos con nitidez, como se están aplicando en Europa, especialmente en Grecia.

La alternativa es darle prioridad al crecimiento y al empleo, sin descuidar la inflación y el déficit fiscal. Se trata de crecer para generar empleo y para ello hay que seguir mejorando la competitividad por la vía de la política cambiaria, de manera gradual para no afectar decisivamente a la inflación. Esto por ejemplo, significa que en lugar de que la inflación baje 5 puntos, solo baje 3 puntos. La mejora de la competitividad significaría ayudar a las exportaciones, con pleno conocimiento de las dificultades provenientes del exterior.

Por otro lado, habría que ayudar a la demanda interna, por la vía de la inversión pública, leves mejoras salariales y atención crediticia. Si mejoran las exportaciones y la demanda interna se logran nuevas oportunidades de inversión, se aumenta el PBI y ello traería mayores ingresos fiscales y descensos del déficit fiscal.

También ayudaría a ello modificaciones en las exoneraciones fiscales. Probablemente en lugar de que el déficit fiscal baje dos puntos con respecto al PBI, por ejemplo, bajaría solo un punto. Dada una coyuntura muy especial, a la espera que mejore la situación regional, probablemente signifique cierto aumento de la deuda pública. Pero lo relevante es que habría crecimiento y por lo tanto mejoras del empleo.

Esto es apenas el inicio de un debate que requiere de una estrategia de desarrollo, para que las políticas macroeconómicas, junto a las sectoriales, puedan ayudar directamente al desarrollo productivo. Ello requiere también una política de comercio exterior guiada por este desarrollo productivo. No todos los acuerdos comerciales son positivos. Y además, las reformas necesarias para seguir avanzando hacia mayores grados de igualdad.

 

Por Alberto Couriel
Economista y ex senador

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