Estado de situación

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Verano de 2015. A sus 26 años, Lee Hall yace sedado en la mesa de operaciones mientras el equipo médico prepara todo lo necesario para trasplantarle un nuevo corazón. Los cirujanos están nerviosos: el corazón que están a punto de colocar en el pecho de Lee no está frío como suelen estarlo los órganos donados que reciben, sino caliente. Y, lo que es más increíble, ¡late en sus manos!

La operación de Lee salió bien. Y todo gracias al Organ Care System (OCS por sus siglas en inglés), un  invento de una transplantecompañía de Massachusetts llamada Transmedic que revive el corazón donado y lo mantiene a temperatura corporal, nutrido y oxigenado, mientras espera a ser trasplantado. Lo interesante de esta revolucionaria tecnología, que se engloba dentro de las técnicas conocidas como perfusión cálida, es que permite trasplantar órganos metabólicamente activos. Una estrategia más eficaz que enfriar el órgano extraído del donante a 4ºC (hipotermia), como se hacía hasta ahora, que si bien reduce la tasa metabólica de los tejidos al 90% para ganar tiempo hasta llegar al receptor, tiene bastantes limitaciones, entre ellas que el tiempo máximo entre la extracción y el trasplante ronda las seis horas. Los creadores de la nueva técnica creen que, gracias a ella, la tasa de trasplantes cardíacos exitosos aumentará un 30%.

Pero el corazón no es el único órgano que se puede trasplantar en acción. El OCS se ha empleado también para el trasplante de unos pulmones que respiraban fuera del donante. “Los pulmones son órganos muy sensibles, que se dañan fácilmente en la donación, y al mantenerlos activos con esta tecnología se puede corregir cualquier problema antes de colocárselo al receptor”, explica Abbas Ardehalia, cirujano cardiotorácico en Los Ángeles y responsable del equipo médico que realizó la intervención. Cuando en 1954 Joseph Murray realizó el primer trasplante de órgano exitoso -un riñón- no imaginaba hasta dónde llegaríamos en estas técnicas quirúrgicas.

En los últimos años se han alcanzado otros hitos importantes en este terreno. Sin ir más lejos, en 2014 una mujer sueca se convirtió en la primera en dar a luz con un útero trasplantado, recibido de una donante anónima de 61 años de edad. Otro órgano reproductor fue protagonista del desafío al que se enfrentaron Curtis L. Cetrulo y su equipo de cirujanos del Hospital General de Massachusetts (Boston) a principios de 2016 al intentar trasplantar un pene completo. La intervención, que duró 15 horas e implicó la reconstrucción de complejas estructuras vasculares y neuronales para que el órgano conservase por completo su función urinaria y sexual, fue todo un éxito. Triunfante salió también del quirófano de la Clínica Cleveland de Ohio en 2009  Daniel S. Alam tras conseguir el primer trasplante completo de cara y mandíbula superior que permitió que su paciente, una mujer de 46 años, incluso recuperara la capacidad de hablar y el sentido del olfato y el gusto.

En la Universidad de Texas (EE UU) se escribía a principios de 2016 otra página importante de la historia de la cirugía después de que Jesse Creed y sus colegas llevaran a cabo un trasplante múltiple de cráneo, cuero cabelludo, riñón y páncreas. Una operación que implica una combinación de muchos tejidos distintos, como piel músculo, vasos, nervios y hueso, pero también de órganos completos.

Lo que de momento no se puede trasplantar es un todo un cerebro.
 Pero eso no significa que no haya solución para las patologías que dañan el tejido cerebral, como el alzhéimer, la epilepsia o la enfermedad de Parkinson. En la Universidad de California (EE UU) han comprobado que el trasplante de neuronas embrionarias a la corteza cerebral tiene una tasa de supervivencia celular tan alta que podría servir como terapia para tratar todo tipo de enfermedades neurodegenerativas. Es más, en sus experimentos demostraron que tras el trasplante el cerebro experimenta una etapa de plasticidad en la que se reducen los ataques epilépticos y los trastornos de movimiento asociados al párkinson.

Para otros órganos, el trasplante de células tampoco es mala idea. De hecho, los expertos consideran que la utilización de células madres es, junto con la creación de tejidos y órganos artificiales usando impresoras 3D, la línea de investigación más prometedora en medicina de trasplantes. Después de todo, no hay que olvidar que la demanda de órganos supera a las donaciones, por lo que parece imprescindible encontrar alternativas.

En cuanto a los problemas de rechazo de órganos, que hasta ahora se afrontaban reduciendo al mínimo la actividad del sistema inmune del receptor -con el riesgo de que contrajera enfermedades-, los científicos barajan nuevas estrategias. Una de las más prometedoras es la que anunciaban hace un par de meses investigadores de la Universidad de British Columbia:una terapia génica que programa a ciertos linfocitos para que defiendan al nuevo órgano de los ataques de nuestro propio sistema inmune, que normalmente al detectar que hay un elemento “extraño” intenta destruirlo. Una idea brillante destinada a lograr que la mayoría de los trasplantes lleguen a buen término.

 

Por Elena Sanz
Fuente: esmateria /bbvaopenmind

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