(Mensaje que me envió una estimada compañera
luego de los resultados electorales en España)
“El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio”, Winston Churchill. (Cita que utiliza Darwin en su última nota en Búsqueda)
Mientras alguien entrañable recorre la vieja España buscando y encontrando sus raíces, una muy buena compañera me envía un mensaje entristecida por el resultado electoral en España, donde Podemos no pudo aun.
Poco después leo una columna excelente y peligrosa de Darwin, quien haciendo gala de una agudeza envidiable caricaturiza los sucesos sobre todo de Europa citando a W. Churchill, inclusive. El humor es eso, humor, pero a veces se transforma en difusor de caricaturas de la realidad como la realidad misma, instalándose en la mirada de mucha gente como la verdad.
Casi como un calidoscopio girando desenfrenado, me puse a recrear sucesos europeos y sin tiempo a la pausa, me voy acordando de atentados islámicos en varias capitales, olas de refugiados que huyendo del horror dela guerra buscan ingresar a Europa por diferentes fronteras. Elecciones en Grecia con referéndum incluido termina capitulando frente a la banca europea con dimisión de ministros. En Francia, en las calles, los trabajadores defienden su trabajo y su salario. Inglaterra decide salir del Mercado Común Europeo. Esto provoca reacciones inmediatas en Escocia e Irlanda quienes no quieren abandonar el MCE, haciendo tambalear al Reino Unido.
En España nuevas elecciones en seis meses confirman a Rajoy como minoría mayor pero reafirman una división política que complejiza la gobernabilidad y que definitivamente rompe con la hegemonía bipartidista española.
Como memoria refleja de la historia europea, resurgen las miradas nacionalistas y homófobas que también crean sucesos y noticias en Europa.
Todo parece crujir en el viejo continente. Setenta años después que terminara la segunda guerra mundial, luego del novedoso Plan Marshall y la guerra fría, hasta parece inverosímil tanta fragilidad, tanto conflicto desatado. El reparto del mundo, sobre todo de los mercados pone en cuestión las fronteras y las formas políticas que adopta cada pueblo para vivir.
Parece claro que USA (una vez más) emerge de su crisis financiera como potencia militar y económica. Por el otro lado China, desde oriente asume un rol expansivo impensable poco tiempo atrás y conquista mercados e influencias mundiales.
Por suerte, el gran capital tiene un problema que aparentemente no puede resolver. Sin gente que consuma y sin gente que produzca no hay reparto del mundo posible que funcione.
Los pueblos siguen siendo objeto y sujetos de su historia. Aún los gobiernos conservadores son limitados por las formas de gobierno. El fascismo desatado, aquel del que nos alertara Bertolt Brecht hoy está limitado. Los pueblos adoptan y aceptan como forma de gobierno la democracia. Ésta, con todos los límites que se le puedan poner sigue siendo un freno para los avances más oscuros. Las elecciones, los referéndums, los gobiernos que se forman y aun los que caen están sometidos a escrutinio popular.
Es cierto que en España ganó el PP, la derecha conservadora, pero no es menos cierto que del descontento, de las movilizaciones nacieron otras organizaciones políticas que pugnan por crecer y que rompieron el marco tradicional. Es un poco ingenuo creer que al poder consolidado se lo desplaza con facilidad. La historia está llena de ejemplos.
Me parece bastante oportuno a la luz de esas experiencias, apelar a la singularidad de los procesos latinoamericanos, la forja de los frentes políticos de izquierda y progresistas que han logrado ganar y conservar gobiernos. La UP, en Chile, lejana y trágica fue antecedente de la Concertación que le cerró el paso a una poderosa derecha pinochetista, el PT de Brasil, el Frente Amplio en Uruguay.
Parece poco oportuno citar esas experiencias hoy que son jaqueadas por la contracción económica y el avance de la derecha. Sin embargo, quizás hoy, sean páginas que ilustren viejas discusiones. Allá por 1975, Partidos Comunistas y organizaciones guerrilleras polemizaban sobre las “vías” o caminos del poder. Los golpes de estado, el terror desatado eran los argumentos que esgrimían quienes decían que la vía electoral o pacífica no era posible. La derrota de Allende, afirmaban, era un ejemplo de la imposibilidad de avanzar por ese camino.
Justamente como contracara de esa polémica, Rodney Arismendi entre otros afirmaba lo contrario, decía que la experiencia de la Unidad Popular en Chile demostraba que si se podía llegar al gobierno por caminos pacíficos, “menos dolorosos para los pueblos”, caminos electorales. Muchos ejemplos avalarían hoy aquellas aseveraciones. Los gobiernos de la izquierda y progresistas en América proliferaron y vaya si cambiaron la geografía latinoamericana. Tanto que la singularidad americana nos dejó afuera, de la enorme crisis financiera mundial del 2008.
La democracia, como forma política ha sido revalorizada y se ha transformado en la gran herramienta de ordenamiento político elegido. ¿Elimina el poder del dinero, del capital?, ¿resuelve las inequidades que asolan al planeta? ¿Le quita la influencia determinante que tienen los medios en la construcción de opinión pública?, No, claro que no.
Sin embargo habilita el ensanchar el marco de libertades, le da a la opinión pública, a los pueblos, herramientas legales y posibles de participación. Habilita en el marco de lo político el desenvolvimiento de luchas reivindicativas.
La explosión tecnológica e informática se la puede parangonar con la de la imprenta de Gutemberg. Aquella imprenta que con su descubrimiento democratizó el conocimiento, sacó de los monasterios y las iglesias el monopolio del “saber” llevando con la reproducción de los libros a grandes masas.
Esa revolución tecnológica e informática, también nos abrió un mundo de interacción global.
Podemos interactuar, participar, informarnos. Las batallas por los mercados se siguen desarrollando de la misma manera, con violencia, muerte y supremacías impuestas. Pero los pueblos tienen la posibilidad de ser pueblos y no mercados.
Creo que los paradigmas de cada época carecen del rigor de las leyes físicas, están condicionados por la subjetividad que surge de la participación humana. Los hechos pueden suceder o no, de acuerdo a las conductas que adoptemos.
Por eso, en tanto las más personas participen, más sólidos serán los caminos construidos y las democracias dan marcos propicios.
El gran desafío de la época es que justamente las democracias sean capaces de sostener los vaivenes políticos sin la ruptura de los marcos legales convenidos mayoritariamente.
También la democracia fue un freno que la derecha rompió para gobernar e imponer sus propuestas. Los parlamentos, las elecciones, las constituciones y las leyes son construcciones necesarias, son campo de lucha pacífica y freno a la violencia.
Desde la vieja Europa nos llegan noticias, de fuerzas en pugna, de luchas políticas y sociales, nada está definido unidireccionalmente y todo es infinitamente más dinámico que antaño.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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