Sobre el Mundial de Fútbol: Dificultades y expectativas

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Todos seguimos con enorme interés el resultado final de los campeonatos uruguayos, que a la hora de escribir estas líneas está en un limbo de apasionante indefinición. Y también de la Copa sudamericana, donde Defensor ha hecho maravillas, aunque habrá que superar un paréntesis temporal (por la Copa del Mundo) para apreciar hasta dónde llega. Hemos compartido las vicisitudes de la Liga española, donde finalmente se consagró el “Aleti” de Madrid con el uruguayo Diego Godín a la cabeza. Y por sobre todas las cosas, esperamos con impaciencia el citado Mundial de Brasil, el mes próximo, alentando esperanzas sobre la participación del combinado compatriota.

Por todo ello leemos con atención creciente las noticias de los últimos preparativos del Mundial, que atraviesa dificultades de diverso orden antes de su inauguración en el duelo Brasil-Croacia el 12 de junio en el estadio de Sâo Paulo. Surgieron manifestaciones en contra en el propio Brasil, levantando reivindicaciones que en buena medida se han ido solucionando, por lo cual estas demostraciones han ido decreciendo en intensidad. Pero a la vez se ha desatado una campaña internacional en contra de la realización del Mundial en Brasil, una de cuyas expresiones más agresivas fue el reciente ataque a la embajada brasileña en Berlín. El atentado estuvo acompañado por un manifiesto, que fue definido como “una mezcolanza de desinformación, mala fe y devaneo político”. Es bueno ver qué se oculta detrás de estos hechos y quiénes mueven las piolas de la conspiración, dirigida contra Brasil y su gobierno.

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De inmediato salta a la vista que se está ante una campaña articulada (como tantas otras) por la red mediática conservadora internacional, entre cuyos componentes se destacan el Financial Times y el Economist de Londres, a los cuales se incorporaron Der Spiegel (El Espejo) de Alemania, que hace poco vituperó contra el Mundial 2014 en Brasil, e incluso El Mercurio de Chile, el diario que fue servidor incondicional de la dictadura de Pinochet.

Una mirada sobre las cadenas de TV internacionales, así como la lectura de diarios y revistas de difusión mundial, revelan la extensión y la profundidad alcanzada por esta campaña, que reúne paradojalmente a los medios más conservadores de la City londinense y adyacencias con grupos supuestamente revolucionarios que, en la imposibilidad de revertir la tragedia económica y social en que está inmersa Europa, decidieron pontificar y dar lecciones allende el Océano.

Marco Aurelio García, el avezado asesor en política internacional de los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff, publicó a este respecto una nota titulada: “Habrá Copa: respuesta a la gran alianza” que se abre con esta afirmación: “Debe incomodar mucho, en un continente asolado por el desempleo, que la Copa se realice en un país que presenta hoy los más elevados índices de empleo del mundo y cuyo salario mínimo aumentó 70% por encima de la inflación en la última década”. Del mismo modo, señala la incongruencia de esas expresiones “en una Europa afectada por el desmonte del Estado de bienestar, contra un país que ha dado pasos importantes en la construcción de una sociedad más próspera, igualitaria y democrática”.

El autor señala también los antecedentes históricos de la actual situación, en estos términos: “A fines de los años 20 e inicio de la década del 30 del siglo pasado, ocurrió un trágico desencuentro de las izquierdas alemanas. Comunistas y socialdemócratas se acusaban mutuamente, en tanto la extrema derecha se apropiaba de gran parte de las clases trabajadoras alemanas, que estaban sumergidas en el desaliento y en la perplejidad política. Quien pagó esta cuenta no fueron solamente los alemanes, sino la humanidad entera”.

Tras ello, vuelve a la situación actual en su país. Escribe: “No se puede negar que oímos la voz de la calle en Brasil. No solamente durante las manifestaciones del año 2013, sino en los casi 12 años en que Lula y Dilma gobernaron y gobiernan el país”.

Traza al respecto un cuadro sucinto. “En Brasil, en ese período iniciamos la construcción de una sociedad más igualitaria y democrática. Camino difícil a ser recorrido, teniendo en cuenta la pesada herencia interna de décadas que recibimos, el difícil contexto internacional de los últimos años y también –debemos reconocerlo- nuestros errores y deficiencias”.

Más adelante: “Sabemos que las transformaciones que el pueblo y el gobierno brasileños están realizando no coinciden con el camino previsto en muchos textos ‘clásicos’. Pera sabemos también que los cambios han sido suficientemente importantes como para dejar profundamente preocupadas a las clases dominantes locales y, sobre todo, internacionales”.

La compartible conclusión, que pone una nota de expectativa y optimismo, es: “Vamos a continuar por este camino. Y habrá Copa del Mundo”.

En buena hora.

Por Niko Schvarz
Periodista y escritor uruguayo

La ONDA digital Nº 672

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