España bloqueada y sin gobierno, camina a las terceras elecciones

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Será ésta la crónica de una investidura fallida que ya anunciábamos en nuestro anterior artículo. Por cuarta vez en medio año, tras el fracaso de su primera tentativa en el mes de marzo para ser investido presidente de gobierno, el líder del actual partido en el gobierno en funciones, el Partido Popular, Mariano Rajoy, no pudo lograr la mayoría de los votos de los diferentes parlamentarios, 350, que componen las Cortes Españolas. Los resultados de la primera votación, el pasado 31 de agosto, en la que debía contar con mayoría absoluta, es decir, 176, al menos, se repitieron en la segunda votación celebrada 48 horas después: 170 votos positivos, los propios de su partido, a los que se sumaron, merced al pacto con Ciudadanos, los de C,s, y Coalición Canaria, frente a 180 negativos del resto de la Cámara. No hubo, pues, ninguna abstención.

Septiembre empezó con más de lo mismo, salvo que en esta ocasión el pacto con C,s cambió de partido, ayer, con el PSOE, hoy, con el PP, el mismo partido que en las votaciones tras las primeras elecciones de diciembre obtuvo mayor cantidad de votos, pero insuficientes.

El presidente en funciones en la sesión celebrada en marzo no consiguió ningún pacto para salir elegido presidente, y pecó de ingenuo si pensaba que, con los únicos votos de su partido, contando con las abstenciones de otros miembros de la Cámara, podía conseguir al menos una mayoría relativa, mayor número de positivos que de negativos, pues las abstenciones en este caso no cuentan. La misma ingenuidad le ha llevado también ahora al fracaso, a pesar de que en esta ocasión contaba con el apoyo de Ciudadanos, el partido afín.

Como en los primeros años de la democracia se pregonaba; “el cambio” era necesario en España, que pasaba de la dictadura a la democracia, si quería abandonar sus antiguas estructuras franquistas, y también ahora es necesario ese cambio, aunque con otras connotaciones, como acabar con la corrupción y los recortes de derechos y servicios que ha practicado sistemáticamente el gobierno del PP.

Dije en mi anterior crónica que algunos de los políticos españoles no echan bien las cuentas o las echan pensando en la abstención y no en la negación de quienes no les apoyan. Creen que, alterando los factores, cambiarán el resultado. Le pasó al líder del PSOE, Pedro Sánchez, cuando ante el fracaso del señor Rajoy, presentó su candidatura como segundo partido más votado, apoyado únicamente por Ciudadanos. Y lo mismo, con el mismo pacto, le ha sucedido esta vez al señor Rajoy. Ambos líderes debían saber que solamente con el apoyo de Ciudadanos no conseguirían salir adelante sus investiduras. Y así ha sido. Probablemente tenían in mente que hubiera abstenciones, sobre todo por parte del tercer partido en escaños, el emergente Podemos (P,s), que quiéranlo o no, es el partido que, como se ha visto en ambas investiduras, tiene la llave para la posible formación del futuro gobierno.

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Contaban sin duda los del PP y los del PSOE con abstenciones para que hubiera mayor cantidad de votos positivos que negativos. Y podían tener sus razones o sospechas, como voy a exponer a continuación, pero no ha sido así la realidad. Y es que una cosa es quienes pintan la situación desde una perspectiva externa, y otra bien distinta, la que tienen quienes la viven adentro. Ha sucedido de igual manera en ambos casos, tanto por parte del señor Rajoy en esta ocasión, como del señor Sánchez en la anterior votación, a resultas de las primeras elecciones.

“Los toros se ven muy bien desde la barrera”
El actual presidente en funciones, Rajoy, y el líder de los socialistas, Sánchez, no han sido ajenos a opiniones y presiones tanto de los grandes medios de comunicación, televisiones y prensa escrita, como a presiones de su partido. Ambos han mostrado su correspondiente interés a los ambientes creados que en torno a pactos y votaciones se respiraba: los grandes medios tachándoles de irresponsables si no pactaban entre ellos, la única manera de obtener una mayoría absoluta, y conseguir conformar un “gobierno fuerte”, y las declaraciones de otros líderes, sobre todo en las presiones que desde dentro del partido socialista han venido ejerciendo sobre su actual Secretario General, Pedro Sánchez (elegido en el cargo hace poco más de dos años), por los llamados “barones”, los “pesos pesados”; entre otros, las declaraciones del ex presidente de anteriores gobiernos socialistas, Felipe González, abogando por ese pacto entre PP y PSOE. Si no como tal pacto, que implicaría votar a favor de Rajoy en la investidura, al menos la abstención por parte del PSOE en estas votaciones, que sin apoyar expresamente un gobierno del señor Rajoy, le permitiera al menos gobernar, pues al abstenerse el PSOE, conseguiría el PP más votos positivos que negativos.

Quizá el ex presidente González no ha medido sus palabras, que, de haber sido obedecido, hubiera llevado probablemente al desastre, cuando no a la desaparición, del centenario Partido Socialista Español. Hubiera significado la mayor decepción entre sus militantes, con lo que el partido emergente, Podemos, hubiera pasado a ocupar su lugar. Contrarrestaban estas intenciones del antiguo líder socialista con el anuncio del “no” rotundo que ha venido haciendo desde el principio su actual y joven líder, Pedro Sánchez. Muchos pensaban que debido al poco tiempo que lleva desempeñando tal cargo, el nuevo Secretario General, se avendría a seguir los consejos de éste y otros grandes y antiguos miembros socialistas, a los que se sumaban las acusaciones de irresponsabilidad de los medios de comunicación en manos de grandes empresas, que miraban por sus intereses y no por el cambio que pregonaba Pedro Sánchez, como en los tiempos de los primeros años de la democracia, pregonaba también el señor Felipe González. Entonces “el cambio” era necesario en España, que pasaba de la dictadura a la democracia, si quería abandonar sus antiguas estructuras franquistas, y también ahora es necesario ese cambio, aunque con otras connotaciones, como acabar con la corrupción y los recortes de derechos y servicios que ha practicado sistemáticamente el gobierno del PP.

“Los toros se ven muy bien desde la barrera”, se dice en España, pues el toro mata, y no es igual estar frente a él en la arena, que sentado en las gradas contemplando esa lucha a muerte entre el mítico animal y el hombre, tratando de dominarle con su inteligencia y su técnica. Eso ha debido pensar Pedro Sánchez. Por eso ha hecho oídos sordos a dichas presiones y se ha mantenido en sus trece, votando de nuevo “no” a la investidura de su oponente, el señor Rajoy.

¿Probables terceras elecciones en diciembre?
Ante el fracaso anunciado del actual presidente en funciones, no queda otra salida que encargar, por parte del Rey -si es su voluntad abrir nueva ronda de conversaciones con diferentes líderes-, la formación de gobierno a otro candidato, que, hoy como hace meses, le toca de nuevo a Pedro Sánchez. Si se presenta, estoy seguro que lo hará con garantías, y éstas hoy, como ayer, pasan por negociar con el partido más afín, que no es otro, por mucho que no les guste a sus “barones”, que Podemos. El único pacto que le puede dar algún resultado positivo, pues ha quedado demostrado que el pacto con Ciudadanos no suma lo suficiente. Es más, con el cambio de aliados, su líder, Albert Rivera, se ha definido en su ideología, que tira mayormente a la derecha que a la izquierda, y con él, el pretendido “gobierno de cambio y de progreso”, anunciado por Sánchez e Iglesias, no llegaría nunca.

Por su parte, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, siempre ha mantenido la mano abierta y las negociaciones para conseguir un pacto con el Partido Socialista junto al apoyo de otros nacionalistas y minoritarios. Pero también parece que, por esta labor, hoy por hoy, no está el PSOE. Ya veremos en las próximas semanas por dónde tira el cauce del agua y con qué afluentes se cuenta para aumentar su caudal y conseguir formar el nuevo gobierno que España necesita.

Todo apunta a que posiblemente nos encontremos en la misma incertidumbre que al final del año pasado, y tengan que celebrarse unas terceras elecciones que serían a finales de diciembre. Se estima como posible fecha, el día 25, pero es el día de Navidad, y puede ser un día peligroso para todos, por el tema de la abstención.

Según mis últimas informaciones, se baraja que el actual gobierno en funciones, de acuerdo y a instancias de los demás partidos, trate de cambiar la fecha para evitar que coincida con esas entrañables fiestas.

Quizá para ese tiempo no se hagan necesarias otras elecciones por haber conseguido la mayoría absoluta el señor Rajoy, como acabé bromeando en mi anterior artículo, y entonces el nuevo gobierno se lo traiga, como regalo caído del cielo, Papá Noel. O los Reyes Magos, tradición más arraigada en este país. Tiempo al tiempo.

 

Por Ramón Hdez de Ávila
Corresponsal de La ONDA en España

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