¿Con quién y con qué nos solidarizamos?

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Viene Dilma

¿Es un error político del Frente Amplio y la Central sindical invitar a una presidenta destituida “legalmente” por el Parlamento? ¿Con quién y con qué nos solidarizamos?

Hay que recordar que Dilma Rousseff, primera mujer presidenta de Brasil, fue elegida –como Lula– dos veces por voto popular directo en ballotage.

En 2011, con 55 millones de sufragios superando a José Serra, y en 2015, con 54,5 millones frente Aécio Neves, ambos del PSDB. Es fácil constatar que su propuesta y liderazgo fueron, primero, confiables y más tarde, eduardo-vaz.jpg-200-x-200reafirmados totalmente tras cuatro años de gestión. Sin embargo, a un año de los comicios, una nueva mayoría parlamentaria opositora la destituyó.

Hoy, en el reaccionario, machista, unánimemente blanco, adinerado, neoliberal y thatcheriano gobierno de Temer, los derrotados en las urnas José Serra y Aécio Neves son canciller y principal soporte político, respectivamente.

Resulta hoy evidente el motivo real por el cual ocurrió la destitución: no debido a la corrupción de Dilma como se pretendió hacer creer dentro y fuera de Brasil, menos por el argumento formal del “maquillaje de las cuentas fiscales”, sino para imponer sin aval electoral el programa derrotado en las últimas cuatro elecciones nacionales. Esto se logró en base a un cambio en la correlación de fuerzas en el Parlamento provocado por el retiro del apoyo a Dilma por parte del PMDB, del vicepresidente Temer, quien a pesar de compartir la fórmula vencedora en las elecciones conspiró para quedar como Presidente con el programa opositor. ¿Es exagerado llamarlo traición?

Para aventar dudas: “Mientras Temer se mantenga fiel a nuestro proyecto para el país, podrá contar con el PSDB”, señaló Neves, quien resaltó que en 2018 su partido se presentará a las elecciones “para gobernar” Brasil. “Sin el apoyo del PSDB no existiría el Gobierno Temer. El PSDB no pretende salir de la base (del Ejecutivo), sabe que su papel es imprescindible; si el PSDB sale, quien pierde es el Gobierno”, dijo Neves en una entrevista concedida al diario O Globo.

Si la radiante Natalia Oreiro cambia dolor por libertad, el oscuro Temer cambia programa por cargo.

¿Es justa la calificación de neoliberal al gobierno temeriano?

“Estamos abriendo 34 oportunidades de concesiones en área de puertos, aeropuertos, carreteras, ferrovías, energía, petróleo, gas (…) Con esto estamos abriendo y universalizando el mercado brasileño, en la convicción de que para combatir el desempleo y hacer que el país crezca es necesario incentivar la industria, los servicios, el agronegocio, además de restablecer la confianza, porque se dio un momento en que se perdió la confianza en el país”. (Pais.com)

Temer está dispuesto a jugar a fondo, quizás recordando “sabios” consejos de connotados golpistas. Alejandro Vegh Villegas, ministro de economía de la dictadura uruguaya, decía que hay que apurarse a realizar los cambios económicos pues estos regímenes son efímeros y que el Generalísimo Franco recomendaba “dejar todo atado y bien atado”. Así, la sociedad brasilera asiste hoy a la propuesta de enmienda constitucional 241 (PEC 241) de Temer, ya aprobada por la Cámara baja, que congela el gasto público por ¡20 años! (ladiaria.com.uy)

El presidente mandado se permite elegir su ¿nueva? guía ideológica: “Hoy vi un video de la primera ministra Margaret Thatcher cuando ella asumió el poder y dijo ‘no vamos a pensar que el Estado puede hacer proyectos y creer que el dinero público es diferente al dinero privado. Porque el dinero público nace del dinero privado, nace de los tributos de los que contribuyen’, evocó Temer durante un encuentro con líderes de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) reunidos en Brasilia. Y completó, acerca de la Dama de Hierro, que “ella llegó a decir algo trivial, que el Estado es como una casa familiar, donde no se puede gastar más de lo que se recauda. Fue un video muy interesante porque si bien pasaron muchos años el discurso se torna actual para la situación de varios países”. (tn.com.ar)

Ya fue combatida la ideología tacheriana en su nacimiento pero no logró derrotarse entonces. Rápidamente rindió frutos: enriqueció a  los más ricos. Ahora no se trata de teorías, las pruebas son irrefutables,  como muestra la investigación de T. Piketty: la desigualdad que había bajado a niveles históricos en los “30 gloriosos” -1945-1973-volvió a los mismos escandalosos niveles de 1900 y los superó (Piketty, El capital en el siglo XXI).

También es importante saber que bastante más de la mitad de los parlamentarios que destituyeron a Dilma están siendo indagados por corrupción. La filtración de una conversación telefónica entre Romero Juca, senador del PMDB, y Sergio Machado, ex presidente de Transpetro, es explícita: “hay que detener el derrame de sangre en el lava-jato”, dado que Dilma estaba dispuesta a seguir avanzando en las investigaciones, a pesar de que también caían sus correligionarios. (oglobo.globo.com)

Sobre esto declaró Rousseff: “Hay ahí una diferencia substantiva y creo que esto puede de hecho cambiar el país para siempre. ¿En qué sentido? En el sentido de que va a acabarse con la impunidad”. (noticiasrcn.com)

El principal impulsor parlamentario del juicio político a Dilma, Eduardo Cunha, fue destituido de su cargo de Presidente de la Cámara de Diputados acusado de corrupción, apenas unas semanas después, y hoy está siendo procesado por la Justicia. Fue útil para hacer su última gran estafa. House of cards, la serie de intrigas políticas, se ha quedado corta. Es importante, fundamental, decir que el Partido de los Trabajadores (PT) ha sido parte de este sistema corrupto que carcome Brasil. Esto facilitó la maniobra opositora al perder credibilidad el propio partido de la Presidenta y reducir así su base social.

Dilma Rousseff es una luchadora por la justicia social, la democracia y la libertad desde su juventud. Fue detenida, torturada y encarcelada por tres años durante la larga dictadura brasilera (1964-1985); al salir, continuó sus estudios y obtuvo la licenciatura en Economía por la Universidad Federal de Río Grande del Sur. Fue secretaria de Minas y Energía de ese estado trabajando junto a Leonel Brizola en los años 90. En 2001 se sumó al PT de Lula –blanco fundamental de la ofensiva derechista actual–, quien al ganar las elecciones la designó para el mismo ministerio a nivel nacional. Luego fue su Jefa de Gabinete y sucesora en la presidencia. Su vida ha estado dedicada a la transformación progresista de Brasil, por dos veces más de 50 millones de brasileros la eligieron presidenta y fue destituida en un triste y payasesco espectáculo que el mundo entero pudo ver por tv, donde la política, las ideas, los valores y los argumentos jurídicos brillaron por su ausencia.

Es una joya su último discurso frente al Senado.

Para los uruguayos es importante hacer memoria y sacar conclusiones. Aquí, en un episodio similar aunque de consecuencias menos graves, la Cámara de Senadores expulsó a Germán Araújo del Parlamento con los votos de la derecha blanqui-colorada, luego de aprobar la oprobiosa e inconstitucional ley de impunidad, en diciembre de 1986. Fue legal, claro está, pero tan inmoral como lo de Dilma. Germán volvió al Senado, con muchos más votos todavía, en 1989.

¿Es legítimo aplicar un programa derrotado cuatro veces en las urnas en forma directa y explicita? ¿No habría que llamar a elecciones para legitimar una nueva situación, es decir, un nuevo programa y un nuevo liderazgo? No sirven de referencia las elecciones municipales últimas de Brasil para dirimir el pleito programático ni el liderazgo, como bien enseña nuestra realidad, en la que el Partido Nacional se cansa de ganar intendencias y le resulta esquiva la presidencia. O, como le pasaba al FA ganando Montevideo, la mitad del país, desde 15 años antes de asumir el liderazgo nacional.

Una salida similar está planteada en Venezuela, donde Ejecutivo y Legislativo están enfrentados, y se propone el plebiscito revocatorio como salida, solución que la opinión pública internacional ve con simpatía al igual que muchos venezolanos.

Hay una parte de nuestra derecha que no aprende nada nuevo sobre la democracia y es tan o más ideologizada que nosotros, los frenteamplistas –que también nos cuesta, seamos francos–. Cualquier cambio anti progresista, anti izquierdista, anti populista, es bueno y lo aplaude, sin medir costos ni consecuencias. Así, por ejemplo, escuchamos a Sanguinetti encantado con los cambios en Brasil.

Es bueno recordar que cuando el presidente Jorge Batlle condujo al país a la crisis más brutal con su política económico-social, cuando el país entero parecía derrumbarse y algunos querían sacar al “mufa”, el Frente Amplio se impuso la lealtad institucional, no incendió el país sino que ayudó a salir de la crisis, respetó el anterior pronunciamiento popular y apostó a la siguiente elección para tener el aval ciudadano. Los atajos institucionales son nefastos aquí y allá, tanto como cambiar el rumbo sin consentimiento expreso de las mayorías, únicas con derecho a equivocarse.

Dilma no es una santa; es una política de izquierda, demócrata y con profundo sentido libertario. Enfrentó la corrupción y no aceptó el chantaje de Cunha y otros. Fue destituida tan legal como ilegítimamente. No fue un golpe de Estado sino un golpe político, “que no es lo mismo pero es igual”, dice la canción.

¿Cómo no invitarla y reconocerle sus méritos? ¿Cómo no denunciar el vaciamiento democrático que significa el golpe dado? Son dos caras de la misma moneda.

 

Por Eduardo Vaz
Integrante de la Red Miramar

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