Este autor rioplatense expone, desde dentro mismo, el mercado de trabajo con un abordaje profundo y más amplio que abarca el “universo del trabajo”. Su ubicación personal en el contexto argentino permite apreciar la escala mayor de ese país a la vez tan cercano y distinto. Explica acertadamente cómo la crítica fácil sobre la falta de “cultura de trabajo” ignora la realidad de un sistema socio-económico que incluye y excluye a su conveniencia.
En esa línea llega a conclusiones dramáticas; no es que se haya abolido la obligación de trabajar, lo que se ha suprimido es que todos tengan la posibilidad de hacerlo1 .La idea fantástica de que el progreso sería el resultado de la competencia y no de la colaboración está en la base de este resultado2. El libro es un verdadero ensayo hecho por un protagonista que aporta credibilidad al análisis, salpicado de vívidas experiencias personales. No como sucesión de anécdotas autorreferentes sino como soporte a un desarrollo diverso que sostiene el interés del lector.
Bien hilvanada, la diversidad de temas contiene apreciaciones contundentes tales como: “Pero el modelo ha encontrado su límite…Competimos para producir más bienes que cada vez menos personas pueden comprar”3. “Si en algún lugar no habita la racionalidad humana es en las actividades de las empresas capitalistas”4. “la funesta magia de los índices, lejos de ponderar la gravedad de los problemas sociales, hace olvidar la magnitud de los mismos”5. Y ejemplifica: “El modelo ideal sería el modelo “soja”, casi sin trabajadores. Tierra, semilla, químicos, máquinas permiten con la participación de poquísimas personas obtener una renta elevada”6.
En definitiva ”el modelo social basado en el trabajo para el capital se quiebra y no hay uno nuevo”11, porque “el derecho al trabajo no está instituido, sólo declarado”14.
Aunque no es original, el planteo actualiza las fuertes consideraciones de Viviane Forrester en “El horror económico” publicadas en los noventa, traducidas al contexto local. Y pone un hilo conductor en el eclecticismo de temáticas sobre el mundo actual. Sin explicitarlo va conformando una visión global con dos economías, la de los incluidos y la de los excluidos.
Así, explora la transvaloración; “los verdaderos valores (de sesta sociedad) son los del formato televisivo del Gran Hermano, el que logra la libertad pierde …el que logra permanecer encerrado…..gana”7. Y la vinculación con la educación; “el trabajo y la economía social…la falsa promesa de la educación”8 hasta llegar a conclusiones como “lo que parece estar en el fondo de esta crisis de comprensión (que ignora el origen cultural de la economía) es la idea naturalizada de las ventajas de la propiedad privada y la libertad de mercado”9.
Coincidente con la postura de Carls Sagan sobre la primacía del hombre de Cromagnon sobre el de Neandertal generaliza: ”la posibilidad de las personas de colaborar entre sí probablemente constituye uno de los pilares de cualquier modelo superador de socialización humanas”10.
Sobre el final propone hipótesis sobre el futuro próximo de la humanidad cuyo presente de inequidad entre sus individuos demuestra provenir exclusivamente de ella misma. Una en particular de estas hipótesis es coincidente con mi postura de hace muchos años: la renta básica universal.
El libro termina con proposiciones de orden filosófico dignas de tener en cuenta: “Si hay una mejor suerte para la humanidad, esa realidad está en el futuro, hay que construirla”13. Y, como no podía faltar, una referencia a la política: “La posibilidad de legitimar un discurso que verse sobre preferencias, atribuyéndole un papel vinculante entre habitantes de un mismo espacio geográfico y cultural, debería ser con propiedad el objetivo del discurso político”14.
Emilio Pauselli. Grupo Editor Latinoamericano.1era.Edicion. Buenos Aires 2011.
- Ibid pag.43
- Ibid pag.44
- Ibid pag.47
- Ibid pag.53
- Ibid pag.57
- Ibid pag.64
- Ibid pag.95
- Ibid pag.101
- Ibid pag.105
- Ibid pag.109
- Ibid pag.113
- Ibid pag.129
- Ibid pag.181
- Ibid pag.188
Por el Arq. Luis Fabre
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