Nuevo culto, viejos desafíos: Artigas en su 250º aniversario

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Como sucede con cualquier acontecimiento sujeto a trascendencia pública, las actividades conmemorativas de una sociedad –un ejercicio particular de recreación de memorias y relatos históricos-, también requieren el paso del tiempo para arribar a una mejor síntesis de sus efectos. Es de esperar que así suceda cuando luego de 2015 finalicen las actuales celebraciones del bicentenario del proceso revolucionario en la Banda Oriental y en particular este año, de los 250 años del natalicio de José Artigas, su principal referente. Hoy, en los espacios concedidos a interrogantes e interpretaciones que se abren en paralelo a los actos celebratorios, surge la inquietud por conocer nuevas visiones de los uruguayos sobre el prócer y cuáles son los contenidos históricos que estamos homenajeando.

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Nuestro historial conmemorativo nació mucho antes que el Estado uruguayo, cuando comenzaron a festejarse las Fiestas Mayas en los pueblos orientales liberados del dominio español. Luego de 1830, ya constituido el Estado Oriental, se agregaron las conmemoraciones de la proclamación de la independencia y de la Jura de la Constitución, más otros aditamentos que no perduraron. En 1855, cinco años después de la muerte de José Artigas, fueron repatriados sus restos. Impactados entonces por los efectos de la recientemente concluida Guerra Grande y bajo la evidencia de nuevas guerras civiles y también de nuevas intervenciones extranjeras, necesitados de encontrar puntos de unión, los herederos de las élites que combatieron a Artigas comenzaron a aceptarlo como héroe unificador por encima de las divisas partidarias y le atribuyeron el título de “Fundador de la Nacionalidad”.

La consagración del culto oficial
Pero asumirlo no fue un proceso rápido ni lineal. Durante décadas, la enseñanza de la historia uruguaya siguió basándose en el compendio de Francisco Berra, sumamente crítico con Artigas y su actuación en el proceso revolucionario rioplatense. Recién en 1911, al celebrarse el Centenario de la Batalla de las Piedras -al decir del historiador Carlos Demasi la primera “gran conmemoración” de la comunidad uruguaya celebrándose como nación-, se consagró la exaltación de Artigas como principal héroe nacional./1 La segunda vez sería en febrero de 1923 al inaugurarse el monumento instalado en Plaza Independencia, que tardó más de cuarenta años en materializarse y cuando se concretó, se priorizó para representar al héroe la estética europeísta del italiano Ángel Zanelli y no la composición acriollada del uruguayo Juan Manuel Ferrari.

Al celebrarse los cien años de la Independencia en 1925, un informe del historiador Pablo Blanco Acevedo a la Comisión Parlamentaria encargada de estudiar los eventos conmemorativos, hecho a medida para justificar la coparticipación de colorados y blancos en el quehacer gubernativo, consolidó un relato nacionalista y conservador de la historia nacional. En esa instancia –y también en el centenario de la Jura de la Constitución en 1930-, las únicas voces discordantes con este discurso provinieron del batllismo y de la izquierda, particularmente de comunistas y socialistas, aunque éstos no lograron articular un relato alternativo.

Los homenajes de 1950 al cumplirse cien años de la muerte de Artigas se realizaron en medio de repercusiones de la Guerra Fría, pero con el recuerdo aún muy vivo de la Segunda Guerra Mundial y las atrocidades cometidas por el nazi-fascismo. En ese contexto la figura del Artigas republicano cobró un inmenso valor y todo el espectro político del país –incluyendo la izquierda- buscó apropiarse y hacer uso de aquellas partes de su ideario que fueran más afines a sus posturas ideológicas. El culto al prócer alcanzó una proyección inédita en la sociedad uruguaya, en la que, según interpretación de un diplomático europeo, Artigas era diariamente “inoculado en grandes dosis”. La promoción del artiguismo en el exterior también alcanzó un nivel sin precedentes, con homenajes en las principales ciudades del mundo y bajo la preconización de que en la década que actuó, su voz “resonó en todas las capitales de América y conmovió las bóvedas del Parlamento de los Estados Unidos”./2

Al rescate de un revolucionario
En la década de 1960, la evocación de Artigas más relevante estuvo marcada por la reivindicación de su legado revolucionario, del que la izquierda y el conjunto del movimiento popular se erigieron en continuadores, incorporándolo a sus postulados político-programáticos. Algunos trabajos historiográficos –Barrán y Nahúm, Lucía Sala, Julio Rodríguez y Nelson de la Torre, entre otros-/3, contribuyeron fuertemente a esa impronta al aportar contextualización socio-económica al período y exhumar documentación probatoria de los repartos de tierras efectuados a partir de 1815.

Esta reminiscencia de un Artigas revolucionario, en el imaginario popular identificado como “anti latifundista” y “anti oligárquico”, predominó hasta mediados de los años setenta cuando la dictadura a fuerza de mordazas, persecuciones, comunicados oficiales y desfiles, impuso el culto al jefe militar. La proscripción del pensamiento artiguista tuvo su mayor reflejo en las desnudas paredes del mausoleo inaugurado en 1978, al desestimarse epígrafes con algunas de sus frases, previstas en el proyecto original.

Carlos Real de Azúa escribió entonces –aunque fue publicado años después de recuperada la democracia- un libro desmitificador de ese culto que unía la gesta artiguista con la fundación del estado uruguayo./4 Hacia fines de la década de los noventa, al acercarse la fecha de los 150 años de su muerte, surgieron nuevas y multifacéticas miradas en torno a Artigas, tanto desde la academia como de la creación artística, por un lado reinterpretando y reubicando los acontecimientos históricos/5 y por el otro, sensibilizando y humanizando la figura del prócer./6

Nuestro Artigas hoy
Las celebraciones bicentenarias programadas para el quinquenio 2011-2015 permitieron retomar y en cierto aspecto renovar el vínculo de los uruguayos con Artigas, diverso en acentos y matices pero sin dudas lejos del culto broncíneo existente en la primera mitad del siglo pasado. Además de actos institucionales y actividades académicas se vienen realizando variados espectáculos artísticos –en buena medida en el interior del país-, una trilogía combinada de exaltación patriótica oficial, reflexiones historiográficas y fiestas populares en torno a nuestra historia y a nuestro héroe principal. Las vías propicias para el acercamiento de los uruguayos al prócer han conducido incluso a una ‘natural’ vinculación de Artigas con la celeste mundialista, a través de un mensaje de su capitán Diego Lugano, antes de partir hacia Brasil; además de la instalación de una pantalla gigante en la ciudad de Sauce como parte de los actos conmemorativos de los 250 años del natalicio del prócer, para presenciar el juego entre Uruguay e Inglaterra./7

Pese a todas estas proximidades, los uruguayos enfrentamos hoy algunas disyuntivas en relación a Artigas, que exigen “una reflexión contemporánea sobre la vigencia de las ideas artiguistas”/8 tal como exhorta la Comisión del Bicentenario. El propio acápite que la comisión utiliza para la programación de las celebraciones en 2014-2015, “José Artigas. Unión de los Pueblos Libres”, implica un desafío político e intelectual en el contexto de un mundo globalizado y en el que la viabilidad de una integración regional parece estar en permanente cuestionamiento.

Pero quizá implique un desafío mayor aún conmemorar en setiembre de 2015 los doscientos años del primer reparto de tierras –y único en el territorio que hoy ocupa el país-, basado en el principio de que “los más infelices sean los más privilegiados”. Veremos que vigencia otorgamos los uruguayos contemporáneos a este viejo legado artiguista.

Por Clarel de los Santos
Historiador uruguayo

 

1/ DEMASI, Carlos. “La construcción de un ‘Héroe Máximo’. José Artigas en las conmemoraciones uruguayas de 1911”, en Revista Iberoamericana, Vol. LXXI, Núm. 213, Octubre-Diciembre 2005, 1029-1045.

2/ DE LOS SANTOS, Clarel. “La consagración mítica de Artigas. 1950. Homenajes y discursos a cien años de su muerte. Cultos, memorias e identidades.” Montevideo, Ediciones Cruz del Sur, 2012.

3/ BARRÁN, José Pedro; NAHUM, Benjamín. “Bases económicas de la Revolución Artiguista”, Montevideo, Banda Oriental, 1964. Del equipo Lucía SALA, Julio RODRIGUEZ y Nelson DE LA TORRE, la trilogía “Evolución económica de la Banda Oriental” (1968), “La Revolución Agraria Artiguista” (1969) y “Después de Artigas” (1972).

4/ REAL DE AZÚA, Carlos. “Los orígenes de la nacionalidad uruguaya”, Montevideo, Arca, 1991.

5/ Entre las actividades académicas realizadas en el año 2000, cabe destar el simposio “La Universidad en los 150 años de la muerte de José Artigas. Nuevas miradas y debates actuales sobre el artiguismo”, organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Las ponencias presentadas en el mismo fueron publicadas en el libro “Nuevas miradas en torno al Artiguismo” (FHCE, Dpto. Publicaciones, 2001), supervisado y coordinado por Ana Frega y Ariadna Islas.

6/ La principal referencia en este caso corresponde a la canción del Cuarteto de Nos, “El día que Artigas se emborrachó”.

7/ Mensaje publicado en el FB de Bicentenario Uruguay en el que el capitán del seleccionado uruguayo envia un saludo “ante dos eventos culturales que nos unen e identifican: nuestro general José Gervasio Artigas y la Celeste”.

8/ Agenda de actividades de la Comisión Bicentenario Uruguay. www.http/presidencia.gub.uy.

La ONDA digital Nº 676

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