CINE|“El candidato”: La política vaciada de ideología

Tiempo de lectura: 4 minutos

La construcción icónica y mediática de un personaje, la determinante influencia del marketing en la política y la más rampante desideologización son las tres líneas temáticas vertebrales que explora “El candidato”, la coproducción uruguayo-argentina del actor y realizador compatriota Daniel Hendler.

Este film, que mixtura la comedia satírica con la reflexión crítica y tal vez hasta el thriller, plantea uno de los temas más controvertidos del presente: la irrupción de empresarios o de personajes inventados por la publicidad en la política.

Si bien este fenómeno es bastante novedoso en estas latitudes, es evidente que siempre el dinero logró comprar lealtades y favores, en una sociedad cada vez más gobernada – entre bambalinas- por el demoledor peso del gran capital y el alto empresariado aliado con las oligarquías vernáculas.

el-candidato-1

Desde ese punto de vista, “El candidato” es una película si se quiere bastante desafiante, porque plantea una materia que merece una profunda reflexión colectiva antes que la realidad nos estalle en la cara y sea tarde.

No en vano, en nuestro país, el multimillonario Edgardo Novick acaba de presentar el denominado Partido de la Gente, una nueva agrupación política destinada a competir con los tres lemas hegemónicos de la escena política nacional.

Este es un buen punto de partida para indagar en las eventuales motivaciones por las cuales un poderoso magnate sin ninguna experiencia política y perteneciente a la elite de la sociedad uruguaya puede concitar adhesiones en los diversos estratos sociales.

Más allá de eventuales extrapolaciones, que en el terreno de las especulaciones son siempre inevitables, “El candidato” es un ácido retrato que analiza todo lo atinente al ilusionismo mediático y la indudable capacidad de las empresas publicitarias para “vender” a una persona como si se tratara de una mercadería o de un mero artículo de consumo.

El protagonista de esta inteligente farsa es (Diego De Paula), un estanciero absolutamente ignorante que aspira a transformarse en candidato y a liderar su propia lista, luego de adoptar la decisión de escindirse de la matriz paterna.
Por supuesto, carece absolutamente de los mínimos elementales conocimientos de política y tampoco domina ninguno de los temas de una eventual agenda pública.

Es, en definitiva, un delirante manipulado por su entorno de alcahuetes, quienes sólo aspiran a construir un espacio de poder a expensas de un mero inepto que sí posee un alto poder adquisitivo por pertenecer a la clase dominante.
Por supuesto, para lanzar su propia candidatura el protagonista rechaza previamente integrarse a la lista del partido de su padre en un lugar meramente marginal.

En ese contexto, el millonario reúne a un auténtico ejército de “asesores” de imagen y especialistas en marketing y relaciones públicas durante un largo fin de semana en su estancia, con el propósito de comenzar a diseñar una campaña creíble que pueda permear a los votantes.

En el decurso de las extenuantes reuniones con su multitudinario equipo, queda plenamente confirmado que Martín Marchand es un auténtico idiota que no conoce sus limitaciones y ni siquiera posee una ideología política definida.

En efecto, le es absolutamente indiferente situarse a la derecha, a la izquierda o en centro del espectro político con tal de colmar su aspiración de tener visibilidad pública.

En ese marco, sus colaboradores trabajan incansablemente para construir el eventual perfil político, teniendo plena conciencia que se trata poco menos que de una odisea de dimensión mitológica.

En efecto, el “candidato” carece de carisma y no sabe hablar ni situarse ante una cámara, pero -lo que es aun más grave- no tiene nada que decir sobre temas que naturalmente ignora.

Obviamente, también carece de inteligencia para deducir que jamás el canto de un ave nativa –que es cuasi ininteligible- puede ser el disparador de una campaña para imponer una candidatura.

Empero, el mayor riesgo para el potencial postulante es la presencia de un reducido núcleo de infiltrados, quienes intentarán, por todos los medios y en forma naturalmente soterrada, frustrar los planes del persistente latifundista.

el-candidato-4
Pese a que jamás se explicita si el relato transcurre en Uruguay o en Argentina, por más que el film fue rondado casi íntegramente en el casco de una estancia emplazada en el departamento de Florida, la primera referencia que aflora es al actual presidente de vecino país Mauricio Macri.

Como resulta notorio, se trata de un poderoso empresario que desarrolló una meteórica carrera política hasta llegar a la Casa Rosada, sin poseer las cualidades necesarias para ocupar tan alta investidura, en un país con inmensas riquezas pero plagado de conflictos, contradicciones y asimetrías.

La narración, que transcurre en un ambiente bucólico y distendido, denuncia hasta qué punto el marketing puede mutar a un ser ignoto en un personaje apetecible para los electores y manipular a su antojo a la opinión pública.

“El candidato” –que no destaca precisamente por el rubro actoral, ya que las interpretaciones son de escaso vuelo- alerta subliminalmente sobre el cada vez más inquietante vaciamiento ideológico de la política.

 

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

La ONDA digital Nº 794 (Síganos en Twitter y facebook)

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.