Las adhesiones políticas, el respaldo al proceso de paz, el giro al interior de la campaña y el voto anti-uribista le dan el triunfo al presidente.
El resultado de la primera vuelta fue el más fuerte campanazo de alerta para el presidente Juan Manuel Santos. Aunque todas las apuestas apuntaban a que habría segunda vuelta, el presidente quedó en segundo lugar con casi 500.000 votos por debajo de Óscar Iván Zuluaga. Aunque en su discurso público del 25 de mayo nunca dudó de su triunfo, por primera vez en la campaña, al interior de la campaña, se temió en la derrota.
En ese momento hubo un revolcón al interior de la campaña. El expresidente César Gaviria tomó las riendas de la estrategia y asumió el liderazgo como jefe de debate. Varios funcionarios del gobierno, como Rafael Pardo, Gina Parody, David Luna, renunciaron a sus cargos para salir a la calle a conquistar los votos, especialmente en Bogotá, una plaza que no fue favorable para el mandatario en la primera vuelta.
Y hubo un engranaje especial en las maquinarias, esos votos de los parlamentarios, que no se la jugaron plenamente con el mandatario en la primera vuelta, pero que en buena parte fueron decisivos-. Eso se puede explicar especialmente en la región Caribe, pues en las elecciones del 25 de mayo los departamentos de la Costa brillaron por su baja participación, pero este 15 de junio se incrementó la presencia de los ciudadanos en la urnas. Además, de nuevo quedó claro que la Costa era territorio reeleccioniosta.
Pero el hecho de que hubiera sido el candidato del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, el competidor en este mano a mano definitivo por la presidencia le facilitó la tarea a Santos. Sobre todo porque por fin pudo reducir la campaña a que los colombianos deberían escoger entre la paz que Santos representaba y la guerra que encarnaba el uribismo.
Para la segunda vuelta el juego de las alianzas políticas se hicieron definitivas. Y con su discurso de la paz, Santos logró conformar lo que se denominó como un frente amplio por la paz. Una de las adhesiones más significativas fue la de una de sus opositoras durante el primer mandato, la de la excandidata del Polo, Clara López. El partido de izquierda dejó en libertad de acción a sus militantes, pero la jefe del movimiento no solo anunció su voto por Santos sino que hizo campaña de frente por el mandatario. También se le sumó Iván Cepeda, uno de los parlamentarios más reconocidos del Polo.
El triunfo que obtuvo Santos en Bogotá se le puede atribuir a esta alianza, pues la capital ha estado gobernada por la izquierda desde el 2003, y Clara López fue la segunda más votada en las pasadas elecciones del 25 de mayo.
Solo en Bogotá Santos pasó de menos de 450.000 votos a más de 1.300.000. La batalla por Bogotá se hizo decisiva, y en buena parte la capital del país podría haber sido la clave del éxito.
Santos también logró sumar el respaldo de otro importante sector de la izquierda, pues varios dirigentes de la Alianza Verde como Antonio Navarro, Claudia López, Ángela Robledo, también se sumaron a este frente, lo mismo que el sector de Progresistas liderado por Gustavo Petro quien en la primera vuelta ya se la había jugado por Juan Manuel Santos. Aída Avella de la Unión Patriótica, la exsenadora Piedad Córdoba. Y también su contricante en el 2010, Antanas Mockus, se puso la camiseta de la paz que prometía Santos.
Otro sector que respaldo la reelección fue el de un grupo de parlamentarios conservadores que después de la primera vuelta, cuando quedó eliminada la candidata oficial del partido, hicieron público su respaldo a la reelección. Esto se sumó al mensaje que le envió el expresidente Belisario Betancur quien también se la jugó por la paz.
En consecuencia, el frente amplio por la paz que consolidó Santos y que se sumó a la Unidad Nacional, conformada por La U, el Partido Liberal y Cambio Radical, y que además contó con el respaldo de sindicatos de trabajadores y del magisterio fueron determinantes para el triunfo.
Santos y los dirigentes políticos del país recorrieron el país tratando de comunicar de una mejor manera los logros de su primer mandato. Aceptó los debates con el candidato Zuluaga en los que su principal mensaje fue el de la reconciliación. Pero quizás la balanza de su triunfo se inclinó cuando el 80 % del empresariado colombiano le transmitió su respaldo al presidente, un día después de que Santos anunciara el inicio formal de las conversaciones con la guerrilla del ELN, lo cual ampliaba su objetivo de ponerle fin al conflicto al sumarle las negociaciones con la segunda guerrilla en tamaño del país.
Otro de los factores que incidió fue el voto anti-uribe. Pese a que el expresidente Álvaro Uribe sigue teniendo una alta favorabilidad entre los colombianos, y ha sido uno de los ganadores de las últimas elecciones presidenciales, una parte del voto de opinión se inclinó por votar en contra del uribismo, sobretodo porque el expresidente fue un actor protagónico en la campaña en la que a diario no se cansó de hacer denuncias, la mayoría sin pruebas, contra el presidente Santos. Además utilizó políticamente a las Fuerzas Militares, circunstancia que generó alguna indignación entre los ciudadanos.
Y sobre todo el lenguaje de confrontación del exmandatario pudo haber sembrado miedo y pánico en algún sector de los ciudadanos, que motivaron su participación en las urnas precisamente en votar contra Uribe.
En consecuencia las alianzas políticas, el giro al interior de la campaña, el respaldo a la paz y el voto antiuribista fueron las principales claves del triunfo de Juan Manuel Santos.
2) Giro a la izquierda. Por cuenta de la paz, Juan Manuel Santos logró algo inusitado: sumar casi toda la izquierda a su coalición electoral.
(Por Daniel Reina Romero)
Con la excepción del senador Jorge Robledo y unos cuantos de sus colegas del Polo Democrático, que llamaron a votar en blanco, nunca la izquierda estuvo tan unida como en estas elecciones. Pero lo estuvo, paradójicamente, en torno a quien encarna como pocos el ‘establecimiento’ que esa misma izquierda ha criticado y combatido a lo largo de su historia.
Si es insólito que haya alguien capaz de acusar a una figura como Juan Manuel Santos de ‘castro-chavismo’, no lo es menos ver a quien esa corriente ha calificado como epítome de la oligarquía colombiana aliarse con lo más granado de la izquierda para ganar esta apretada elección presidencial. Y si el conservatismo le llevó votos a Óscar Iván Zuluaga, la izquierda del Polo Democrático, del petrismo y de la Marcha Patriótica le puso los suyos al vencedor.
¿A quién se le habría pasado por la cabeza leer alguna vez esta frase en el semanario Voz, vocero del Partido Comunista Colombiano?: “Votar por Santos no significa respaldar su política. Es un voto por la continuidad del proceso de paz y para cerrarle el paso a Óscar Iván Zuluaga, candidato de Uribe Vélez y quien representa la guerra en el país y en el exterior”.
Así encabezó el periódico su último editorial antes de las elecciones, dando cuenta de la decisión del Comité Central del PC de llamar a sus militantes a votar por Juan Manuel Santos. Y las cuñas de Clara López, la excandidata presidencial del Polo Democrático que logró casi dos millones de votos en la primera vuelta, levantaron ampolla en su propia colectividad, pues algunos opinaron que se le había ido la mano en su apoyo a Santos (el partido, luego de una fuerte discusión entre partidarios de apoyar al presidente y quienes, como Robledo, plantearon el voto en blanco, optó por la salomónica fórmula de dejar a sus miembros en libertad, libertad que aprovechó Clara para hacer sus cuñas).
Pero no sólo le dieron el voto a Santos Clara López y la izquierda moderada del Polo Democrático, sino todo el abanico. Con esa misma tesis de respaldar solamente la continuidad del proceso de negociaciones con las FARC y el ELN y para cerrarle el paso al uribismo, una colección de lo más variado de la izquierda llamó a votar por el candidato-presidente.
Se sumaron la Unión Patriótica y su líder Aída Avella. Y la Marcha Patriótica, que hasta no hace mucho protagonizaba paros y movilizaciones campesinas contra el Gobierno como la del Catatumbo. Sin hablar expresamente de apoyo a Santos, las cinco grandes organizaciones indígenas del país, incluida la ONIC, no sólo llamaron a votar por la paz, sino que hicieron pocos días antes de la elección un gran ritual de “armonización” por la paz con todos los pueblos indígenas (que ponen una cantidad no despreciable de votos). Y más de un centenar de sindicatos, de las distintas centrales obreras, también manifestaron su apoyo.
Personajes y notables de la izquierda anunciaron su decisión de votar por Santos. Piedad Córdoba fue de las primeras en llamar a votar por Santos. Desde los verdes, hablaron Antonio Navarro, Claudia López, Ángela María Robledo, Luis Carlos Avellaneda, Angélica Lozano y Camilo Romero. Carlos Gaviria, excandidato presidencial del Polo que ha logrado la mayor votación de la izquierda, también llamó a votar por Santos, así como Iván Cepeda, representante y líder del movimiento de víctimas.
Sólo en Bogotá Santos pasó de menos de 450.000 votos a más de 1,3 millones. Un número importante de votos por Santos pudo provenir de todos esos llamados. Hicieron una contribución clave los seguidores de quien hasta hace muy poco encarnaba la principal pelea de la izquierda con el primer mandatario: el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Después de pasar semanas enfrascados en la disputa en torno a su destitución, y de haber incluso coqueteado con el voto en blanco y la Constituyente, el alcalde decidió llamar a votar por Santos y envió tres de sus funcionarios más cercanos para ayudar en la campaña. Por lo que se sabe, se dividieron Bogotá con el resto de la campaña Santos Presidente e hicieron proselitismo a fondo. La maquinaria petrista, muy sólida en algunas localidades de la capital, fue, junto a los votos del Polo, uno de los grandes contribuyentes a la victoria en esta plaza decisiva.
Nunca se había visto tan insólita coalición: Santos, con el liberalismo, varios verdes, muchos caciques del bipartidismo tradicional y emergente, desde el conservador Roberto Gerlein hasta los ‘ñoños’ e incluso miembros de Opción Ciudadana, heredera del PIN; y, al lado de esta variopinta Unidad Nacional, la izquierda casi completa.
Esta es la perfecta encarnación de lo que Jaime Bateman Cayón, el finado líder del M-19, llamó en los años 80 el “sancocho nacional”. Está por verse si, una vez elegido Santos y con la paz a salvo, esta unidad coyuntural en las urnas se traduce en un frente amplio por la paz, una alianza electoral o un germen de futuras disputas políticas.
Fuente: Artículo y foto, Revista Semana com
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La ONDA digital N.º 676
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