CINE | “Viajo sola”: Crónica de una mujer emancipada

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La soledad como sinónimo de aislamiento pero también de pleno usufructo de la libertad individual es el disparador temático de “Viajo sola”, la sensible comedia dramática de la realizadora italiana Maria Sole Tognazzi, hija del desaparecido actor y director Ugo Tognazzi.

Esta película es un auténtico retrato de la mujer emancipada del tercer milenio, que construye su propio itinerario existencial libre de eventuales dependencias o ataduras.

Inspirándose tal vez en su propia peripecia de mujer sola y sin hijos, la directora italiana construye la dicotomía de una fémina que tiene el pleno control de su vida, pero que a su vez es prisionera de sus propios dilemas.

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En el decurso de esta historia, afloran por supuesto los sentimientos encontrados, entre la libertad que otorga no tener que rendirle cuentas a nadie y el condicionamiento que supone la soledad con todo lo que ello conlleva.

La protagonista de esta historia mínima pero cargada de simbolismos es Irene Lorenzi (Margherita Buy), una elegante cuarentona soltera cuyo trabajo es inspeccionar de incógnito hoteles cinco estrellas.

Por supuesto, en el cumplimiento de esta tarea –que es una suerte de misión secreta- trabaja con superlativa eficiencia y profesionalidad, acorde con lo requerido.

No en vano se hospeda en suntuosos establecimientos hoteleros con todo su equipo de trabajo, que incluye una computadora portátil para ir registrando la información recabada, guantes especiales para tomar muestras del eventual polvo de los muebles y hasta termómetros para medir la temperatura las sopas y los vinos, entre otros elementos.

Es tal el celo que guarda en el desempeño de su actividad que nadie descubre cuál es su función, excepto cuando solicita ser recibido por los gerentes o directores de los complejos.

En el decurso de esas entrevistas, la mujer se transforma en una fiscal implacable e incluso no duda en advertir a los responsables que si no corrigen las observaciones, corren el riesgo que los hoteles inspeccionados sean rebajados de calificación.

Obviamente, mientas cumple con sus obligaciones laborales, no duda en disfrutar a pleno de las comodidades de esos hospedajes de elite, que ofrecen atención personalizada, servicios gastronómicos de primer nivel, suntuosas habitaciones en suite, monumentales piscinas y diversos espacios de recreación, entre otros lujos dignos de la realeza.

Naturalmente, ese peculiar trabajo requiere permanentes viajes relámpago a los países más lejanos del planeta, lo cual la transforma en un ser humano trashumante y sin raíces.

Dueña absoluta de sus horas, sus días y su destino pese a sus obligaciones, Irene es una mujer independiente y sin condicionamientos de ninguna índole.

Sin embargo, en su fuero íntimo comienza a padecer esa soledad que por momentos la agobia y, con el tiempo, seguramente multará en ansiedad y desencanto.

Maria Sole Tognazzi sabe imprimir a su personaje femenino el temperamento indispensable para enfrentar esa contingencia, con desafiante valentía y espíritu emancipador.
En ese contexto, la parangona con su hermana Silvia (Fabrizia Sacchi), una mujer casada y con dos hijas pero absolutamente aburrida de un matrimonio monótono y rutinario.

Ambas mujeres representan modelos sociales radicalmente diferentes. Mientras Irene simboliza la emancipación, Ana, como miembro de la tradicional familia nuclear de la cultura blanca, occidental y cristiana, es una fiel exponente del statu quo políticamente correcto.

Empero, el personaje que cierra el círculo es Andrea (Stefano Accorsi), ex pareja, amigo y amante de la protagonista, quien se apresta a asumir sus responsabilidades de futuro padre junto a otra mujer. Obviamente, el temor de Irene es perder el cariño del hombre definitivamente.

Esa relación triangular, que no está para nada exenta de conflictos y disfuncionalidades, revela tres estados emocionales y sentimentales radicalmente diferentes: el de la mujer sola y sin compromiso, el de la mujer comprometida pero sin estímulos y el de un hombre que ha dejado atrás un amor para iniciar un nuevo vínculo afectivo.

Esa trilogía motiva una profunda reflexión sobre el amor, el desamor y la libertad individual y una doble lectura sobre la soledad, como privilegio y como condena.

Aunque Maria Sole Tognazzi aporta a su historia algunos apuntes de humor jocoso, todo el desarrollo de la película está puntado por una sensación de ácido desencanto.

“Viajo sola”, que cuenta con una magistral actuación protagónica de la siempre exuberante Margherita Buy, es una comedia dramática que reflexiona críticamente sobre el nuevo rol de la mujer emancipada en la sociedad contemporánea.

El film destaca también por su plausible formulación visual, mediante una inquieta cámara que registra minuciosamente las esplendorosas locaciones en las que fue rodado.

 

Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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