Si elegimos creer en las versiones oficiales de las investigaciones policiales europeas sobre los últimos grandes atentados terroristas en Francia, Bélgica y Turquía parecería que Suecia está siendo una fuente de terroristas, porque varios de los sospechosos son ciudadanos o al menos residentes suecos.
La investigación sobre el atentado en el aeropuerto de Estambul nos ha llevado nada menos que a Ystad, pintoresca ciudad del sur de Suecia donde en la literatura reside el inspector Wallander, creado por el escritor Henning Mankell.

Luego del atentado la policía turca publicó fotos de los 4 terroristas que lograron huir y comenzaron a ser buscados por los servicios rusos, turcos, alemanes y suecos, entre otros. Uno de ellos es checheno y se llama Ahmed Tscatajev. Combatió contra los ocupantes rusos en Chechenia, luego se asiló en Austria, participó en varios atentados (quizás incluso en el del Metro de Moscú) y venía siendo perseguido desde 2003 por los servicios secretos de varios países. Un periodista sueco recordó que en 2008 Tscatajev había sido juzgado y condenado a prisión en el juzgado de Ystad, el mismo que aparece en las novelas de Mankell (1). La policía sueca lo había detenido por tratar de ingresar ilegalmente armas a Suecia junto a otros dos hombres. Un examen con rayos X de la rueda auxiliar del coche había revelado une escondite de armas automáticas y munición en el auto en el cual Tscatajev había llegado a Suecia junto con otros dos chechenos. Durante el interrogatorio policial los tres negaron tener conocimiento alguno sobre las armas y afirmaron que iban de camino a Noruega a pescar. La policía consideró que esa historia no era muy convincente porque uno de ellos no tenía brazos, al propio Tscatajev le faltaba un brazo y no llevaban equipo de pesca, solo las armas de fuego.
Hay varias versiones sobre la pérdida del brazo. Según Tscatajev, se lo habían cortado sus torturadores rusos, o bien lo habría perdido durante un accidente mientras construía una bomba, pero que según los servicios rusos fue consecuencia de heridas en combate cuando Tscatajev luchaba con los terroristas de Umanov contra el ejército ruso. En todo caso, luego de perder el brazo y finalizar su prisión en Chechenia obtuvo asilo político en Austria.
Si este dato ofrecido por la prensa sueca fuese cierto, significaría que el gobierno austríaco habría estado dispuesto a proteger temporalmente a un terrorista fichado y buscado por varios servicios de inteligencia. Todo esto podría ser falso, pero coincide perfectamente con las permanentes quejas del gobierno ruso acerca del generoso apoyo concedido por los servicios secretos europeos y norteamericanos a lo largo de décadas a todo terrorista que combata intereses rusos, desde Osama Bin Laden y sus mujahideen entrenados por la CIA para luchar contra el ejército ruso en Afganistán, pasando por el apoyo a varios movimientos terroristas caucásicos, hasta el actual apoyo a grupos afines a al-Qaeda activos en Siria e Irak.
Desde Austria Tscatajev viajó a varios países y militó en varios grupos caucásicos, antes de comenzar a militar para el Califato y ser ahora identificado por las cámaras de seguridad del aeropuerto de Estambul junto a otros de los responsables del atentado.
Volvamos a Ystad: hacia finales del invierno de 2008 tres hombres con un total de tres brazos venían en auto de Alemania rumbo a Noruega con la intención de ir a pescar, sin cañas ni anzuelos, pero con varias armas automáticas. Fueron detenidos en la frontera sueca y entregados a la justicia. El Juez del Tribunal de Ystad condenó a uno de ellos a un año de prisión y expulsión del país por 10 años. Una vez expulsado parecería que viajó a Georgia, donde combatió en otro grupo terrorista (el suyo se había extinguido cuando los rusos mataron a su líder). Allí perdió un pie y luego se pasó al ISIS.
Parece extraordinario, cosa de la literatura policial, que una persona coja y manca pudiese escaparse luego de un atentado tan grande (hubo unas 300 víctimas, entre muertos y heridos) en uno de los aeropuertos más vigilados de Europa, que puso en pie de alerta a cientos de policías.
Wallander sería capaz de encontrarlo y detenerlo en unos pocos capítulos en cualquiera de sus novelas, pero Mankell ha muerto y la mayor organización de espionaje del mundo, la NSA, solamente se dedica a registrar todas nuestras conversaciones, todos nuestros correos electrónicos y absolutamente todas nuestras llamadas telefónicas. Como cualquiera entenderá, mientras esta agencia siga empecinada en mantener tanto espionaje masivo sobre todo el planeta, difícilmente podrá encontrar a tiempo las pistas que dicen estar interesados en conseguir.
(1) Ystadsallehanda
Por Rafael Cantera
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