1.- Significado de las elecciones
Las elecciones que se realizaron el pasado mes de mayo en la Unión Europea para elegir los representantes al Parlamento tuvieron varios elementos novedosos, que la hicieron especial y diferente a las anteriores. Uno de los elementos diferenciales resulta, del hecho, de que son las primeras elecciones que se realizan, luego de la ratificación del Tratado de Lisboa y por ende impone una nueva dinámica y procedimientos para la elección de quienes van a presidir el Parlamento y la Comisión. Otros elementos surgen, en buena medida, por los cambios que aparejó el Tratado de Lisboa en las competencias del Parlamento. Uno de los cambios se refleja en que han sido las primeras elecciones donde los dos grupos políticos principales, el Grupo del Partido Popular Europeo y el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, hicieron campaña por un candidato para presidirlo. Otro de los factores que hicieron que estas elecciones fueran diferentes en relación a las anteriores es que son las primeras que se desarrollan luego de la crisis de los años 2008-2009, que todavía tiene secuelas, sobre todo en los países del Mediterráneo, incluyendo a Francia.
Es por esos diversos elementos que las elecciones fueron un medidor de la expresión de la ciudadanía europea en distintos planos: el que atañe el modelo y la construcción europea; el referido a la identidad nacional en procesos regional-globales; el de las opciones frente la crisis económica. En definitiva, desde una mirada política las preguntas del ciudadano votante se refirieron a la Europa que se quiere, al cómo construirla y al papel del Estado-Nación, ya sea en la Unión o bien mostrando la alternativa desde fuera.
2.- Resultados de la votación: el eje Europa – Estado
La muestra de los resultados electorales resulta contrastante en más de un sentido, por lo que no pueden sacarse conclusiones generales, pero sí algunas reflexiones. Las recientes elecciones europeas muestran, que las dos principales formaciones, han descendido en los porcentajes de sus respectivas representaciones en el Parlamento, situándose cerca de los guarismos que tenían en las primeras legislaturas (1979 y 1984) (véase cuadro I al final). No puede afirmarse, por este descenso en los porcentajes, que las dos principales familias estén en crisis en el seno de Europa: siguen representando más de la mitad del porcentaje de votantes, por lo que el nexo político posibilita una articulación entre el nivel local-regional-estatal y europeo. Sin embargo, hay motivos para la preocupación, si se analizan otros elementos que surgen de la evolución de Europa y de la idea comunitaria, que estaban presentes en los orígenes (Albonetti, 1963; Tamames, 1965; Olivi, 1998).
La preocupación surge más bien de la falta de liderazgo y capacidades para estimular al ciudadano europeo con otras consignas que no sean la austeridad y las normativas comunitarias por parte del eje franco-alemán y de Bruselas (Garton Ash, 2013). O mirado de otra manera, en todo el campo que la dirigencia europea deja, para que florezcan los nacionalismos contrarios al modelo europeo y a la idea de una Europa política. Y esto atañe la expresión concreta local-nacional del voto, que es donde se expresaron los descontentos, porque las elecciones europeas no han alcanzado todavía lo que lleva implícita la democracia, que es la evaluación de quienes son electos para dirigir las instituciones. Se trata de un aspecto relevante que atañe la calidad de la democracia y toca el núcleo del modelo europeo: si bien hay una representación y articulación ciudadana, nacional y regional en distintos niveles de la institucionalidad europea, la misma no tiene capacidad de incidir en las decisiones duras que atañen la orientación de Europa en materia política, social y como bloque en el mundo. En definitiva como señalaba un reciente artículo, los electores europeos no saben a quién evaluar con el voto, porque directamente no saben quiénes tomaron las decisiones en la crisis del euro: si fue el Banco Central, el eje franco-alemán u otra instancia (Torreblanca, 2014).
En segundo lugar, donde sí la ciudadanía expresó cuestionamientos a la idea europea, al modelo de construcción y a la manera de resolver la situación económica fue en algunos Estados, donde justamente por tradición o por la evolución de la crisis la referencia es Europa. También en el análisis nacional de los resultados, las conclusiones no son terminantes. Al filtrar los vencedores de las elecciones en el plano nacional, en algunos países triunfó la opción nacionalista o bien escéptica de este modelo de integración, como fue en los casos de Francia, Dinamarca y el Reino con el Frente Nacional de Marine Le Pen, el Partido Popular y el UKIP de Nigel Farage. Además de que el voto nacionalista, escéptico y en algunos casos antieuropeo ha crecido en el conjunto de países, incluyendo en Alemania, donde el partido Alternativa por Alemania consiguió llegar al tope del 7% e ingresar al Parlamento, una de las cuestiones relevantes atañe los lugares en los cuales triunfó esta opción cuestionadora de la integración europea (y no solamente del modelo). En definitiva, que esta opción haya triunfado en Francia y el Reino Unido es preocupante por el significado que tienen los dos países en el proceso europeo, y en particular en el país galo. Es recurrente decir que la integración europea comenzó con el eje franco-alemán y tuvo en esos dos países sus primeros pensadores y el impulso en ideas políticas y de modelo económico, productivo y social. Ese fue el eje político y los momentos de tensión y la resolución de las crisis y de las incertidumbres se produjeron cuando el eje franco-alemán logró acompasar el pragmatismo alemán con la lógica estatal francesa.
Esta dicotomía en la expresión ciudadana entre Europa y las manifestaciones nacionales no deja de ser un dato relevante (y preocupante) para los grupos políticos predominantes y para quienes tienen capacidad de decisión en las instancias regionales europeas. También lo es el dato objetivo de que la abstención en las elecciones sigue siendo superior en relación a quienes participan. Las elecciones nacionales mostraron también manifestaciones específicas en la percepción de la crisis. Los resultados de las elecciones tampoco muestran una sola orientación: en Grecia ganó la extrema izquierda que es oposición y en Italia triunfó la opción del gobierno. Lo que sí se manifiesta en varios países es la expresión por opciones que plantean otra modalidad de participación ciudadana y de compromiso ético de los gobernantes y una revalorización de lo local-nacional. Son los casos de Podemos en España, que con su prédica diferente a través de las redes sociales alcanzó más de un millón doscientos cincuenta mil votantes en menos de un año y de Syriza en Grecia, que fue el partido más votado. Sin embargo, estas opciones se detienen en el umbral de la construcción europea. De hecho, en los cuestionamientos a la Unión Europea y al rumbo en las políticas que ha tomado, convergen las opciones nacionalistas, sean de derecha o de izquierda, aun cuando la argumentación sobre la que se basan tenga notorias diferencias.
3.- Las definiciones post-electorales: el realismo negociador
Los resultados de las elecciones encendieron las señales de alarma, pero no produjeron el efecto derrame de euro-escepticismo que algunos adelantaban. Una vez conocidos los resultados, se iniciaron negociaciones con vistas a la definición del Presidente del Parlamento. El grupo Partido Popular Europeo, que fue el más votado, encaramó como candidato a Jean-Claude Juncker, pero requiere de otros apoyos, porque no tiene los escaños suficientes en el Parlamento. Las negociaciones se dieron en distintos niveles. En primer lugar, en el ámbito político estatal, entre Alemania con el Reino Unido, Dinamarca y Suecia que cuestionan la figura de Juncker, ya que lo consideran demasiado “conservador” en las definiciones integracionistas en relación a la flexibilidad de distintas velocidades promovida por los británicos y daneses. Además, se realizaron negociaciones en el ámbito político-partidario, entre los conservadores y otros grupos, entre los cuales el Grupo Socialista, que continúa siendo el otro referente parlamentario. Si bien en el ámbito político-estatal las posiciones siguen distantes, en el político-partidario el Partido Popular Europeo y el Socialista llegaron a un acuerdo por el cual Juncker será apoyado para dirigir el Parlamento y Schultz, candidato por los socialistas, sería el encargado de dirigir la Comisión.
Es factible que estas negociaciones se concreten y posibiliten la viabilidad institucional y política para los próximos años. Claro que un acuerdo entre el Partido Popular y el Socialista que incluya también la orientación de las políticas y del modelo no resultaría positivo para el desarrollo de la construcción europea. Dejaría el campo libre para todo el arco opositor contrario a la idea europea. En definitiva, se radicalizaría aún más el discurso contrario al proceso sin dejar lugar a alternativas, matices y opciones en el camino de la construcción. El realismo negociador quedaría cada vez más expuesto y vinculado a la negociación y la salida del momento. Y ese escenario, debilitaría la idea de la construcción europea. Ese resulta el desafío político actual que surge de los distintos factores y que potencia la erosión del eje franco-alemán por la actualidad política de Francia.
CUADRO: Evolución de los dos principales grupos políticos en el Parlamento Europeo (en %)
Socialista – P. P. E.
Años | % | % | Total |
1979-84 | 27,56 | 26,09 | 53,65 |
1984-89 | 29,95 | 25,35 | 55,3 |
1989-94 | 34,75 | 23,36 | 58,11 |
1995-1999 | 34,92 | 27,69 | 62,61 |
1999-2004 | 37,22 | 28,75 | 65,97 |
2004-2009 | 29,44 | 37,56 | 67 |
2009-2014 | 25 | 36,01 | 61,01 |
2014 | 25,43 | 29,43 | 54,86 |
Elaboración personal en base a datos de la página del Parlamento Europeo.
Por el Dr. Lincoln Bizzozero Revelez
Investigador del Programa de Política Internacional y Relaciones Internacionales -Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de la República y Profesor del Instituto Artigas de Servicio Exterior.
La ONDA digital Nº 677
Bibliografía
Albonetti, A. (1963) Préhistoire des Etats-Unis d`Europe Paris, Sirey.
Garton Ash, Timothy (2013) « Crece la Europa airada y nacionalista » El País del 19 de noviembre. Acceso: http://elpais.com/elpais/2013/11/19/opinion/1384866108_814238.html
Olivi, Bino (1998) L`Europe difficile. Histoire politique de la Communauté Européenne Paris. Gallimard.
Tamames, Ramón (1965) Formación y desarrollo del Mercado Común Europeo Madrid. Iber-Amer S.A.
Torreblanca, José Ignacio (2014) « Quién gobierna en Europa » El País Internacional 24 de mayo. Acceso:
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