Otro 8 de marzo, no cualquiera

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Hace exactamente un año comencé una columna así:

Hoy, otra vez, es 8 de marzo. Hoy, otra vez, tenemos que aclarar que es un día de reivindicación y no de celebración, que queremos derechos y no flores, que ojalá no fuera necesario un Día Internacional de las Mujeres.

Y durante el año que pasó entre 8 y 8 de marzo, en Uruguay, hubo unas 26.000 denuncias por violencia doméstica, 32 mujeres murieron en manos de sus parejas o ex parejas o algún familiar.

En este año que pasó todavía no se ha logrado aprobar la ley de integral de violencia Ana-Gabriela-Fernández.hacia las mujeres. Sabemos que las normas no son todo… pero ¡cómo ayudan! Y no puedo dejar de avergonzarme porque mi propio partido no logra aprobar esta ley. Parece mentira que estemos teniendo que volver a explicar las mismas cosas que hace 15 años cuando se votó la Ley 17.514 de Violencia Doméstica.

En este año que pasó desde el 8 de marzo pasado las mujeres hemos trabajado el 65% de nuestro tiempo productivo sin remuneración y del 35% restante, por trabajo asalariado cobramos 80% menos que los hombres en igual tarea y teniendo la misma formación. Las brechas salariales permanecen sin importar la tasa global de empleo o desempleo.

En este año que pasó una mujer no tuvo derecho a decidir sobre su cuerpo porque su expareja quiso decidir por ella y otra mujer, una jueza, le dio el aval. La opinión pública fue bombardeada con comentarios de toda índole. El sistema de medios y las redes sociales matrizadas por la falsa moral expusieron a la mujer a lo más parecido a un linchamiento público que hemos visto en los últimos años.

En este año que pasó la presencia de mujeres en los máximos organismos de gobierno y en los principales lugares de decisión sigue siendo absolutamente desigual. Somos sólo el 20% del Parlamento y en la Corte Suprema sólo 1 mujer en 5. Estamos subrepresentadas en todos los altos cargos directivos: en los sindicados, en el PITCNT, en la cámara de comercio y varios etcéteras. Nos dijeron que éramos solo “un puñadito” y se armó la bataola porque somos muy poquitas las que llegan a los cargos, pero somos un montón las que participamos, nos movemos, trabajamos. Somos parte de esta sociedad uruguaya en un 51%.

En la Junta Departamental de San José tenemos una presidenta, la segunda en la historia de la Junta. Sin embargo, varias edilas suplentes y titulares entran poco a las sesiones tanto en mi partido como en el partido nacional. ¿No podrán o no las dejan? ¿Quiénes?

Pero si además cualquiera de estas desigualdades las combinamos con otras como la situación socioeconómica, la edad, la raza o etnia, el lugar donde se viva, la orientación sexual, identidad de género o por estar en situación de discapacidad, esas desigualdades se agravan. No estamos todas en las mismas condiciones, pero no porque no me pase no lo voy a reivindicar.

Por todas estas cosas no hace falta explicar que sigue siendo necesario el 8 de marzo. Además, hoy decidimos parar, en San José y en Uruguay nos unimos al Paro Internacional de Mujeres. Las mujeres paramos y marchamos por:

– Un presupuesto adecuado para combatir la violencia de género, presupuesto que garantice la atención, la prevención y el acceso a la justicia.

– Una Ley Integral contra la Violencia de Género que prevenga, atienda y repare a las víctimas.

– Servicios legales de aborto seguro en todo el país.

– Un Poder Judicial que coordine sus actuaciones para no re victimizar a las mujeres, y forme permanentemente a sus operadores/as.

– Políticas que eliminen la brecha salarial y promuevan la corresponsabilidad de hombres y mujeres en las tareas de cuidado.

– Participación paritaria en todos los ámbitos de decisión.

Las esperamos en la plaza Treinta y Tres de San José de Mayo a las 18: 00 horas y en todas las marchas en todas las plazas y todas las calles del país.

Si paramos las mujeres, paramos el mundo.

Por Ana Gabriela Fernández
Edila en la Junta Departamental de San José. Actriz egresada de la EMAD y Educadora Social. Doctoranda en estudios de Género en la Universidad de Oviedo. Docente e investigadora en el Programa Género y Cultura de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

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