Días pasados un grupo de voluntarios organizados debieron sufrir las consecuencias de una equivocada interpretación de la recientemente sancionada Ley N° 19.120 (comúnmente conocida como Ley de Faltas), por parte de Policías Comunitarios que revistaban en la Plaza Fabini (también conocida como “del entrevero”). El caso me llegó por parte de una integrante del colectivo “Algo por alguien”, que se comunicó vía email haciéndome saber de la situación. El hecho no pasó inadvertido para los medios ya que -como era de esperarse en tiempos electorales- siempre hay quienes ven detrás de cada acción una intención y esta no sería la excepción. Pero, como es de orden, aclarar el punto rápidamente también se impone, y este caso lo imponía…
La olla de los miércoles
Adriana carga su olla cada miércoles y sábado convocada por la necesaria convicción de construir solidaridad. Junto a ella se sumaron otros tantos voluntarios hasta conformar un colectivo que dió en llamarse “Algo por alguien”, movidos por la necesidad de no dejar que pase inadvertido el infortunio del prójimo, alguien que -como cada uno de nosotros- vive y siente este país como suyo… aunque a la intemperie.
La triste realidad nos demuestra que todavía hay ciudadanos que no logran insertarse en el entramado social y lo que Uruguay logra en resultados manifiestos de su economía, todavía no se derrama como para revertir algunas situaciones. Que no son todas iguales ni todas reversibles, por lo menos en el corto plazo, pero que es nuestro deber como miembros de una sociedad organizada, darles contención y rescate.
En tanto seres gregarios que somos, no podemos, (no debemos), dejar de atender situaciones como las que hacen suyas colectivos como “Algo por alguien”. Precisamente hay acciones en la materia que no estaban presentes tiempo atrás. Hoy tenemos un ministerio que se encarga de dar contención a ese grupo de personas que asumen como un derecho, (a mi juicio equivocado), el vivir en situación de calle.
Algo que vivo como una contradicción ya que, por un lado, no puedo negar que valoro positivamente acciones solidarias como la de Adriana y su colectivo; pero por otro lado, apelo a que las mismas promuevan un cambio en los beneficiados, alentándolos a concurrir a los refugios del MIDES. Porque allí, además de un plato de comida caliente y una cama digna, hay personas que pueden orientarles para dar un giro a su situación actual.
No aliento que se fomenten acciones como esta si empiezan y terminan en sí mismas, sin nada más. Aspiro a que esas generosas manifestaciones de uruguayos que se comprometen para aliviar las penurias de otros, fomenten en los beneficiados un cambio de actitud y los alimenten en valores para salir de la situación que atraviesan. Si ese no es el principal motivo de los voluntarios, flaco favor hacen al mantener viva una situación que nos avergüenza como sociedad.
Estoy seguro que el esfuerzo vale la pena, son cientos de voluntades que sacrifican tiempo y recursos propios para dar una caricia cada miércoles y sábado en la Plaza Fabini, a quienes acuden a saciar su falta de alimento y de cariño. Seguramente sea un camino largo y empedrado, pero hay que transitarlo para poder ayudar a recorrerlo a quienes nos necesitan.
Tampoco es justo alentar la queja contra los Policías Comunitarios que -entendemos que equivocadamente pero con la mejor intención- pudieron confundir esta acción solidaria con una falta. Conozco algún detalle y su intervención obedeció a incidentes ocasionados por algún exaltado que bebió de más e hizo del “río revuelto” una pérdida para los que estaban “pescando” con manos solidarias, (en ocasión del partido Uruguay-Inglaterra del jueves 19 de junio pasado).
El asunto no da para el espectáculo que algunos pretendieron, y rápidamente se pusieron las cosas en su lugar. Nadie puede ser tan mezquino como para hacer de una generosidad colectiva un escrache ni mucho menos.
No lo merecen quienes atraviesan una situación de calle, no lo merecen los voluntarios que hacen de la solidaridad su mejor herramienta, y tampoco lo merecen los Policías que pudieron interpretar o ser mal interpretados en sus intenciones de hacer cumplir la ley (que va más allá de la puntual ley de faltas).
Queda claro que no hay falta alguna en la actividad de los voluntarios, en todo caso la falta es de solidaridad de una parte de la sociedad que no logra recuperar rápidamente a quienes optan por ese “estilo” de vida.
La calle no debe ni puede ser una opción para nadie, acaso un pasaje temporal del cual salir con acciones del Estado o su gente que, al fin de cuentas, son y se fundan en lo mismo: la solidaridad.
el hombre calentó la olla,
mientras el perro recorría la plaza…
Por el Perro Gil
Columnista uruguayo
La ONDA digital Nº 678 (Síganos en Twitter)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.