“Get your stuff together Maduro, because you’re going to jail”

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La autora, inglesa, tradujo la frase que alguien le dijo en una de las protestas contra Maduro que la oposición venezolana viene promoviendo desde principios de abril. Es difícil volver a traducirla al español, pero la amenaza final está muy clara: “Uds. van a ir todos a la cárcel”.

Rachael Boothroyd Rojas, estudiante de doctorado en la universidad inglesa de Liverpool, trabaja en su tesis sobre Venezuela. En su opinión, esta claro que “el único objetivo de la oposición, lejos de promover el ‘retorno’ a la democracia, es aplastarla. Quieren remover el gobierno electo más de un año antes de la fecha de las elecciones. Pero no quieren solo eso. Como un opositor que marchaba me dijo el miércoles: ‘Get your stuff together Maduro, because you’re going to jail’. El objetivo de la oposición es la aniquilación total del chavismo”.

Esta es, naturalmente, una interpretación sobre la naturaleza del conflicto que se vive actualmente en Venezuela. Como en todo conflicto político particularmente agudo, la alternativa parece reducirse a “todo o nada”, mientras los puntos de vista sobre la naturaleza de la crisis y la responsabilidad de los autores se multiplican hasta el infinito.

El papa Francisco agregó la suya, al ser preguntado por un periodista español en el vuelo de regreso a Roma, luego de su visita a Egipto, el sábado pasado. Francisco estimó que la división entre los partidos de oposición en Venezuela ha impedido el avance del proceso de diálogo promovido tanto por el Vaticano como por los expresidentes de Panamá, Martín Torrijos; y de República Dominica, Leonel Fernández; el expresidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero; y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

«Parte de la oposición no quiere esto. Es curioso porque la oposición está dividida. Y los conflictos parece que se agudizan cada vez más. Hay algo en movimiento, pero está muy en el aire todavía”, agregó Francisco.

Para la agencia alemana DW las declaraciones del papa “causaron escozor en Venezuela, donde la oposición antichavista viene orquestando protestas desde hace un mes contra el golpe propinado al Poder Legislativo”.

El dirigente opositor Henrique Capriles Radonski, del partido Primero Justicia y gobernador del estado de Miranda, “criticó la imprecisión de los pronunciamientos más recientes del papa Francisco sobre la crisis política nacional. Francisco apuntó a la división interna de la oposición. ‘Escuché unas declaraciones del Papa. Él dice que la oposición está dividida. ¡Eso no es verdad! Él habla como si unos quisieran dialogar y otros no. Los venezolanos todos queremos dialogar; pero no estamos dispuestos a un diálogo ‘Zapatero’”, sostuvo Capriles, según la DW.

La Tabla, una página de apoyo al gobierno venezolano, publicó el sábado pasado la transcripción de una conversación telefónica atribuida a Diana D’Agostino, esposa del dirigente nacional de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, expresidente del Congreso, y su padre, el empresario Francisco D’Agostino.
“Si ellos pudieran quemarían hoy a Venezuela”, dice Diana D’Agostino, refiriéndose a Lilian Tintori, esposa del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, detenido que la oposición considera “preso político”, y el diputado Freddy Guevara.

En contraposición indicó que hay un grupo encabezado por los diputados Luis Florido, Roberto Marrero y Juan Guaidó que aceptan el cronograma electoral, con elecciones regionales este año y las presidenciales en el año 2018.

En las calles y en la prensa
Lo cierto es que la oposición venezolana ha apostado nuevamente a la lucha en las calles para derrocar el gobierno de Nicolás Maduro.

Influyentes medios internacionales pintan su cuadro del conflicto. “La violencia apocalíptica acecha a Venezuela”, dice Hugo Prieto en el New York Times. “En pocas semanas el gobierno de Maduro pasó de la autocracia a la dictadura. Hoy está a un paso de convertirse en un régimen tiránico”, asegura. “Las protestas —que han llevado a las calles a cientos de miles de personas— se han multiplicado por todo el país. La gente avanza con determinación a sabiendas de que los van a reprimir a sangre y fuego. ¿Por qué lo hacen? Porque los venezolanos despertaron”.

Víctor Amaya, de Radio Francia Internacional (RFI), afirma desde Caracas: “Gobierno y oposición midieron fuerza en las calles de Caracas, aunque solo los segundos afrontaron represión, violencia y muerte. La ‘madre de todas las marchas’ a escala nacional de los antichavistas dejó dos asesinatos, decenas de heridos y más de 500 detenidos”.

Alfredo Meza, de El País, de España, escribe sobre la manifestación del miércoles 26: “El guion sigue siendo el mismo. La oposición convoca a una manifestación que no consigue su objetivo –llegar al centro de Caracas, la zona controlada por el chavismo– la policía militarizada les reprime y luego llega el caos”. ¿De dónde llegará ese caos al que se refiere Meza? No se sabe, pero Meza lo sugiere. ‘

Rachael Boothroyd apunta, en el artículo ya citado, al papel de los medios. Cita el caso de otro corresponsal del NYT, Nicholas Casey, y su cobertura de la marcha del miércoles 19, la “madre de todas las marchas”. La Guardia Nacional y las milicias gubernamentales atacaron a los manifestantes “con gases lacrimógenos, balas de goma y otras armas, y al menos tres personas murieron, de acuerdo con informes de grupos de derechos humanos”.

“Casey prefiere omitir el hecho de que ninguna de estas tres muertes ha sido atribuida a las fuerzas de seguridad y que una de las víctimas era un sargento del ejército muerto por los manifestantes”, dice Boothroyd, quien recuerda que, ese mismo día, “una marcha de similar tamaño, si no mayor”, a favor del gobierno, era completamente ignorada por ese articulista y por otros. “Revise el medio que sea, la BBC, el Washington Post, CNN, o cualquier otro medio corporativo, y Ud. encontrará lo mismo: un consenso uniforme en la cobertura sobre Venezuela”, agregó.

Difícil encasillar
Es muy difícil encasillar la muy variopinta gama de esfuerzos hechos en años recientes en América Latina para desmontar la política neoliberal. Cada uno ha respondido a las condiciones propias del país, como en Ecuador, Bolivia o Venezuela, con mayor o menor éxito.

Pero la naturaleza de la oposición a esos esfuerzos es bastante más fácil de identificar, entre otras cosas porque es bien conocida, porque ya gobernó antes. En el caso de Venezuela, ya participó también en otras asonadas, como el intento de golpe a Hugo Chávez, el 2002, en el que Capriles y otros dirigentes tomaron parte.

En esa lucha política, cada parte esgrime los argumentos que contribuyan a lograr sus objetivos. Rafael Uzcátegui, sociólogo y coordinador general de una ONG de derechos humanos “Provea”, estima que en las protestas de la oposición “ha predominado el espíritu de no violencia -a pesar de hechos puntuales de violencia”.

El movimiento de protesta –afirma– “ha generado potentes imágenes difundidas en el mundo entero, mientras la burocracia estatal no ha podido registrar momentos que le puedan servir para desacreditar las protestas”. Cita recientes declaraciones de Noam Chomsky, Raúl Zibechi o Edgardo Lander –“ quienes hasta hace poco eran soporte intelectual y simbólico del chavismo”– como muestra de que la situación se está inclinando a favor de la oposición. “No sólo se está transformando en ‘políticamente incorrecto’ ser vinculado al madurismo, sino que las propias palabras ‘izquierda’ y ‘socialismo’ -para bien y para mal- se han convertido es descriptoras de algo malo”, dice Uzcátegui.

Chomsky, en entrevista realizada por el noticiario televisivo, radial y de internet norteamericano Democracy Now, estimó que “los gobiernos de izquierda en América Latina no aprovecharon la oportunidad que tuvieron para tratar de crear economías sostenibles y viables”. “Venezuela tiene realmente una situación de desastre. La economía se basa en el petróleo, probablemente en mayor medida como nunca antes. Y la corrupción y el robo han sido extrema, especialmente después de la muerte de Chávez”, afirmó.

Zibechi ha publicado diversos artículos sobre el tema, entre ellos “Cuando la izquierda es el problema” o “La era de ingobernabildiad en América Latina”. En su opinión, “decir que la ingobernabilidad venezolana se debe sólo a la desestabilización de la derecha y el imperio, es olvidarse que en la prolongada erosión del proceso bolivariano participan también los sectores populares, mediante prácticas a escala micro que desorganizan la producción y la vida cotidiana”. El sociólogo Emiliano Terán Mantovani –agrega Zibechi – “lo dice sin vueltas: caos, corrupción, desgarro del tejido social y fragmentación del pueblo”.

Edgardo Lander, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela e investigador asociado del Transnational Institute, estima que la situación en Venezuela se caracteriza por la “implosión del modelo petrolero rentista”. Al consultársele si ese diagnóstico seguía vigente afirmó que “en el proceso bolivariano, a pesar de muchos discursos que aparentaban ir en la dirección contraria, lo que se hizo fue acentuar esto”.

Terán nos advierte, por su parte, que “No es posible comprender lo que pasa en Venezuela sin tomar en cuenta la intervención foránea”. Agrega que “El concepto de ‘dictadura’ no explica el caso venezolano” y destaca que “El proyecto de los partidos de la ‘Mesa de la Unidad Democrática’ (MUD) es neoliberal”. El vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, asegura que el país hace frente a un golpe de Estado. El presidente saliente de Ecuador, Rafael Correa, denuncia, por su parte, que el plan desestabilizador que sigue la derecha en su país es «copia de lo que hacen en Venezuela».

El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, pese a renovadas tensiones con Caracas, dijo en una entrevista a una televisión local que la situación que vive Venezuela “es un drama” pero que el país debe resolver sus problemas sin injerencias externas.

Dos enormes fuerzas se enfrentan en las calles de Venezuela. Quizás no son los errores, sino sus aciertos los que levantan esa enorme resistencia contra el gobierno de Caracas. Los errores ayudan a que crezca.

Sin injerencias externas probablemente el conflicto asumiría dimensiones más acordes a la realidad del país.

Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital
gclopes@racsa.co.cr

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