Hay quienes aun se plantean si hay algo más allá de la democracia, como así tambiénde los Derechos Humanos. Y, sí, lo hay: la barbarie, el nepotismo, la necedad y todo viso de dogmatismo que a la vez que aligera las mentes las hace pasibles de ser inoperantes ante la brutalidad simplista de dictadores, en ejercicio o en busca de serlo, Tal es el caso, por ejemplo tanto del gobierno venezolano como vastos sectores opositores. Ambos pretenden arroparse con un manto democrático que nunca les ceñirá bien porque en puridad son la antítesis de un talante democrático, corroborado en los hechos cotidianos. Algo que, en ambos, brilla por su ausencia, mientras el horror avanza.
Hay también supuestos ingenuos que ven las vigas en ojos contrarios a su visión de las cosas pero que no perciben las sombras que cada vez más nublan sus miradas, sus juicios, preanunciando la peor de las cegueras: las de los necios que cuando no pueden defender una posición, lo hacen por la vía de atacar al otro, y solo al otro.
De ahí que una autocrítica seria y responsable les sea ajena, como paso previo a procurar entendimientos, comenzando por los Derechos Humanos, hoy por hoy pisoteados.
Así como la oposición, en su núcleo duro es antidemocrátiica – historia es lo que sobra para testimoniarlo – así también confundir al régimen venezolano con la Izquierda es tan burdo como no reconocer lo que es cada vez más: un populismo pseudo militarista, que se vale de cualquier argucia para sostenerse en el poder, con sus prebendas.
Hablamos de pseudo-militarismo, porque desde la muerte de Hugo Chávez no han sido pocos, ciertamente, los altos oficiales desplazados o llevados a prisión, a la vez que de forma inversamente proporcional ha aumentado tanto el armamento como la operatividad de las milicias que responden al tirano.
En lo central y general, somos de la idea que una vida vivida con dignidad y solidariamente con los otros no es ser ingenuos sin proactivos, en tanto seres comprometidos con nuestra sociedad, como con nuestro continente sudamericano.
Por consiguiente, para nosotros lo que hay más allá de la Democracia (la participativa) y los Derechos Humanos es necedad, complacencia y, en suma, negación del otro.
Sabemos que la Democracia puede ser imperfecta y muchas veces lo es. Solo en su despliegue, en su atmósfera, es que la verdad, o verdades, tienen las condiciones sociales y políticas, para ser buscadas, halladas y puestas a discusión abierta y reflexiva con los otros. Porque creemos, asimismo, en una libertad responsable, la que se conjuga y existe si nos comprometemos con el otro, diferente o disidente.
En suma, nos refractan los necios de todas las horas, tanto los Maduro como los Almagro, entre otros muchos ejemplos de enanos morales, latinoamericanos y del llamado primer mundo, pero también los serviles y oportunistas de todas las horas y de todas las tiendas que más que ideológicas suelen cobijar a mercaderes que deambulan en caravanas, atravesando los desiertos de la ignominia y la sin razón, sea en procura de reconocimiento, sea para expurgar sus propias miserias.
Por Héctor Valle
Un batllista de izquierda.
Foto Portada, Domingo Arena- Juan Pedro Bordaberry
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