La Izquierda uruguaya en el Poder (Gobierno y Partido) ha preservado la democracia republicana.
La actitud valiente y racional del señor Raúl Sendic al renunciar, dio validez a la diferencia de grado entre la democracia liberal y la democracia republicana, que se enmarca en un respeto claro y sin claudicaciones a la ética de la responsabilidad.
Así, entonces, en tanto la oposición vociferaba, pretendiendo esconder sus miserias de ayer y de hoy – en especial la Derecha más burda y pestilente -, tanto el Gobierno como el Frente Amplio dan prueba de su apego a la institucionalidad, preservando sus estructuras, mediante el fortalecimiento de la democracia participativa, toda vez que prima el sentido ético de la función pública.
Se optó por la Repúbllca. Se dio prioridad a las instituciones antes que quedar atrapados en lo individual. Se hizo carne la ética de la responsabilidad, propia, aunque no exclusiva, de la Izquierda.
Además de haber preservado este atributo de la izquierda para con la sociedad toda – la Ética de la responsabilidad y, concomitantemente, la voluntad expresa de pensar en el otro.
De este modo, con la izquierda en el poder, no terminaron venciendo las camarillas a que otros nos tuvieron acostumbrados por décadas. Primó el respeto para con el otro, el ciudadano de a pie, esos hombres y esas mujeres a partir de quienes, codo a codo, es factible mejorar en calidad y en dignidad la vida de todos.
Hubo espacio y tiempo para la autocrítica junto con la más elevada sensibilidad de la persona objeto del asunto quien, además de haber solicitado ser indagado, dio un paso al costado permitiendo así no sólo honrar su apellido e historia sino también demostrar que para un izquierdista la vergüenza y el juicio crítico, comenzando por sí mismo, está por encima de las cuestiones de un individuo, por más poderoso que éste lo sea. Máxime cuando el poder lo recibió del soberano.
Así, una vez más en su rica historia, el Frente Amplio da muestra de tener, de ejercer y de velar por una democracia republicana, luego participativa, donde el ciudadano es considerado persona y no medio.
Con ello, por otra parte, se distingue de aquellos opositores que velan por sus pequeños y mezquinos egos, así como también de ese mal amigo de algunas auto llamadas izquierdas foráneas donde so pretexto de dar vida a un populismo, de variado signo que, a la postre, ha demostrado ser la máscara veneciana de un burdo totalitarismo, ese otro nombre del caudillismo.
En cambio, fiel a su historia y corpus doctrinario, la Izquierda uruguaya se preserva de los caudillismos de variados signos y especie, desde el accionar de las mejores estructuras sociales, sean políticas, sean sindicales como así también de otras organizaciones que anidan en nuestra sociedad y bregan por el bien común, desde el respeto claro y declarado a la democracia republicana.
Los enanos morales que atizaron el fuego creyendo que iban a inmolar a un supuesto petimetre, ven ahora con sus ojos desorbitados, cómo ese individuo, puesto sobre las llamas de su peor hora, devino persona pues, con su gesto, se ha elevado por sobre las apariencias y ha trasmutado de tal forma que este gesto, que lo enaltece y preserva de aquellas y otras hienas, será el vehículo regio desde el cual rehacer – que, en un sentido muy claro conlleva un renacer— políticamente hablando, porque ante la duda dejó que primaria el bien superior: la República, desde la Ética.
Sépase, por extensión, que el Frente Amplio, en su conjunto, acaba de dar un viraje histórico en los modos y en las actitudes de cómo debe hacerse política desde el poder. Viraje que, además, lo conducirá a grandes y mejores amaneceres para bien de toda la sociedad.
A todos los miserables que además de atacar al individuo, sin la menor misericordia – pese a su supuesta fe, que parece no ser más que un rasgo social – y a nuestro Gobierno, les regalamos nuestro mejor silencio.
La izquierda uruguaya en el poder continúa su camino, el de su Gobierno y su Partido, junto con las organizaciones sindicales y sociales, Nos aguarda un nuevo y esplendoroso amanecer. Aboquémonos a ello. El bien común es nuestra meta. Que las hienas vayan por su carroña a otra parte. Caminemos, compañeros, caminemos.
¡Tiranos Temblad!
Por Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo
La ONDA digital Nº 833 (Síganos en Twitter y facebook)
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