La Medicina contemporánea no puede enfrentar sus problemas sin una reflexión

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Medicina y Filosofía: “Lo característico y nuevo en la Medicina contemporánea es que no sólo interfiere y controla, sino que transforma y reemplaza a la naturaleza, al punto que el artificio suple y supera lo natural. La vida humana no es ya una realidad acotada, sino un proceso de influencias artificiales que se desarrolla de acuerdo a una intención. ¿Habrá un límite ético a la artificialización de lo natural. (…) La independencia del médico se ve comprometida en este estado de cosas. Está afectada por tareas administrativas, tareas informáticas, presión de los costos en salud, y también por las “humanas ambiciones” (¿todas ellas legítimas?). La Medicina es un servicio humano primariamente no orientado a la ganancia, a la vez que sometido a las leyes del mercado. Es necesario aprender a superar esta contradicción”.

Aclaraciones previas
No tengo intereses económicos vinculados con ninguna de las entidades mencionadas en la conferencia. Pretendo introducir sólo un aspecto parcial de una problemática muy amplia y muy compleja. Me he nutrido, para ello, en los conceptos de numerosos autores, sobre todo centroeuropeos, que en ocasiones son citados textualmente.

MEDICOS 2

¿Desde dónde surge esta conferencia?
Desde la vida diaria de un médico, que percibe que hay “algo más” en la manifestación del fenómeno de la profesión, que pasa desapercibido o desatendido. A punto de partida de las constataciones empíricas de la vida profesional cotidiana.

Desde una sensación de “incompletud” en el ejercicio (desde una falta esencial, una necesidad). Desde un cierto malestar, a partir de una preocupación por “lo que hay”. Desde el cuestionamiento de los conceptos esenciales: comenzando por la pregunta, ¿en qué consiste realmente “ser médico”?

Se podría decir, entonces, que surge “desde la existencia misma”, es una expresión más de la inquietud de la existencia. En el ámbito del análisis del papel que cumple la Filosofía para el médico es necesario comenzar citando algunos valiosos antecedentes. En el campo de la lógica, el razonamiento clínico y la moral profesional (médica en particular) existe un resaltable y aislado esfuerzo vernáculo de hace más de un siglo. En el año 1908 y luego en 1910 nos ilustraba Carlos Vaz Ferreira (1872 – 1958) sobre estos aspectos en sus inmortales y muy recomendables obras “Moral para Intelectuales” y “Lógica Viva” respectivamente.

Hay, por otra parte, una historia y una actualidad filosófico- médica en el Río de la Plata. Se pueden citar médicos filósofos argentinos, como Mario Bunge y Alberto Agrest (1923-2012), y algunos aportes nacionales como los realizados, entre otros (y corriendo el riesgo de injustas omisiones, por las que me adelanto a pedir disculpas), por Héctor Muiños (1888 -1971), en su obra “Medicina, una noble profesión”, tan trascendente como olvidada, a la que procuraremos rescatar por valiosa y actual, y por José Portillo, con numerosas publicaciones. (…)

La Medicina, ¿es ciencia pura?
Con un punto de partida epistemológico podríamos comenzar nuestro estudio como otros autores, planteándonos la pregunta acerca de si la Medicina, ¿es ciencia pura? La influencia del Positivismo, cabalgando en los siglos XIX y XX, fue radical en su concepción: “La Medicina será una ciencia natural o no será nada”, decía Bernhard Naunyn (1839-1925), durante el Congreso de Investigadores en Ciencias Naturales, en 1900 en Aquisgrán. “Sólo los ́médicos locos ́ podrán en estos tiempos científicos, asomarse en la filosofía sin pérdida de su reputación como prácticos”, acotaba por entonces Francis Graham Crookshank (1873-1933).

Pero la reacción se hizo oír ya en aquellos tiempos de profundos cambios conceptuales. “La Medicina esencialmente nada tiene que ver con la ciencia, corriendo serios riesgos si sus metas son equiparadas con las de la ciencia” enunciaba Richard Koch (1882 – 1949) casi Academia Nacional de Medicina del Uruguay con temporáneamente en “Die ärztliche Diagnose” (El diagnóstico médico) en 1920. Miguel Kottow, por su parte, señala actualmente que “la Medicina se debate entre el deseo de ser una disciplina dura, al modo de la Medicina Basada en Evidencias, y su vocación tradicional, como una práctica interpersonal”.

La Medicina, entonces, ¿qué es? ¿Es un arte o una ciencia? ¿Es una empresa humanística con un componente científico…, o una empresa científica con un componente humanístico? (2) ¿Es arte, ciencia, tecnología o praxis? ¡Antigua polémica! Desde la tradición griega se conforma a la Medicina como “ciencia aplicada” (3). Asimismo se dice que es una tecnología, es decir, una técnica usuaria del conocimiento científico (4).

Intentos, estos, de conciliar varias visiones en búsqueda de una “esencia” para nuestra disciplina, pero excluyendo en estas concepciones, por ahora a la Filosofía. La tal “esencia” de la Medicina, para José Ortega y Gasset (1883-1955) se re fleja en su aserto que expresa: “La Medicina no es ciencia.

Es precisamente una profesión, una actividad práctica. Como tal, significa un punto de vista diferente de la ciencia. Se propone curar o mantener la salud en la especie humana. A este fin echa mano de cuanto parezca a propósito: entra en la ciencia y toma de sus resultados cuanto considera eficaz, pero deja el resto; está ahí para aprontar soluciones, si son científicas, mejor”.

Si contemplamos ahora en una visión de conjunto a la Ciencia, la Medicina y también al Humanismo, podemos comenzar diciendo, con Edmund Husserl (1859 -1938), que “Las ciencias positivas (y nos atrevemos a incluir en esta aseveración a la Medicina) han quedado privadas de sentido para el hombre contemporáneo al convertirse en pura técnica desligada del mundo de la vida y de los problemas más Academia Nacional de Medicina del Uruguay importantes para el hombre” (5).

He aquí, quizá, el inicio de la Problemática Tal vez de eso se trate, entonces, de una nueva búsqueda de sentido. Richard David Precht nos dice: “Ser filósofo no es asunto de logros y terminaciones, sino de aquello que se hace. El filósofo es un explorador de las faltas de sentido en la sociedad” (6). Notable ejemplo de ello nos brinda el médico y filósofo Viktor Frankl en su conocida obra de 1946, “El hombre en busca de sentido”.

“Filosofía y Medicina: curar ¿para qué?”, es el ilustrativo título de un trabajo que nos dice, a la par de la visión husserliana de la ciencia, antes citada, que “Una de las causas de la crisis de la Medicina actual se encuentra en la carencia de sentido filosófico. La Medicinas e ha deteriorado por fijar la práctica en lo material, como si el ser humano fuese una máquina.

Es necesario contar con la ayuda de la filosofía para encontrar nuevos elementos compatibles con lo que significa nacer, vivir y morir, sufrir y envejecer, salud y enfermedad; encontrar el sentido apropiado de la Medicina.

El gran vacío actual del ser humano es lo espiritual. Todo médico debe percibir esta parte espiritual en sí mismo y en sus pacientes, superar los estereotipos del “hombre feliz” impuestos por los medios masivos de comunicación”. La necesidad de un componente humanístico en el saber y en la práctica médicas ha sido señalada desde siempre. “Del médico que no sabe más que Medicina, ten por cierto que ni Medicina sabe” declaraba taxativamente José de Letamendi (1828-1897). La necesidad de otras visiones en la vida profesional se hace patente en esta aserción Más recientemente nos expresa Mario Bunge, en particular respecto a la Filosofía: “…Ignore toda filosofía y usted será el esclavo de una mala filosofía…”.

Interrogantes que la Medicina no puede responder
(…) se ha señalado que hace falta una re significación Filosófica de los objetivos originarios de la Medicina. El progreso científico técnico médico despierta interrogantes que la Medicina, aún en conjunto con el Ethos médico (costumbre, conducta, carácter, conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el Academia Nacional de Medicina del Uruguay carácter o la identidad de una persona o una comunidad, en este caso, la comunidad médica) no puede responder.

Existiría, así, una suerte de Simbiosis entre Medicina y Filosofía, al punto que ambas han llegado a ser mutuamente imprescindibles. “La Medicina contemporánea no puede enfrentar sus problemas sin una reflexión extra temática, por cuanto su acción rebasa con mucho las tareas tradicionales de curar, paliar y prevenir. Urge, por tanto, confirmar y desarrollar la agenda de la Filosofía en la Medicina: el distanciamiento no puede continuar”.

Una necesaria trilogía, ya mencionada, se vislumbra: Filosofía, Medicina y Humanismo. Existe una concepción de la Medicina centrada en la enfermedad (“disease”), fuertemente científico-técnica, con alta dependencia de la economía. Ella genera una tendencia a la deshumanización del paciente. Frente a esta postura existe otra, que concibe una Medicina centrada en la persona enferma (“illness”)

La Filosofía, profundamente enraizada “en” la Medicina, podría llegar a implicar hasta una neo-orientación de la Medicina (según postula la Academia Suiza de Ciencias Médicas): una re significación o “Renacimiento” de la Medicina.

“Una intensificación y sistematización del diálogo entre Medicina y Filosofía no sólo tiene sentido y es deseable, sino que es una condición sine qua non para
no perder la orientación. Es necesaria, para ello, una esencial disposición al diálogo, en que ambas se despojen de su respectiva especialización”.

“La reflexión filosófica no podrá rediseñar los vectores existenciales de cada uno, pero deberá dialogar con la Medicina para que ésta rinda cuentas de qué, para qué y por qué aplica sus capacidades extralimitantes. Cuando la Medicina se inclina hacia la Filosofía, lo Academia Nacional de Medicina del Uruguay que busca es esclarecimiento en el plano de las decisiones”, expresa Miguel Kottow.

Indudablemente, la Medicina necesita réflex ión filosófica. La reflexión filosófica sobre la propia actividad es necesaria para la auto comprensión, y para lograr un “saber” y un “poder hacer” orientados a la práctica, recuperando principios al plantearse interrogantes adecuadas procurando respuestas acordes: ¿Todo lo que es técnicamente posible tiene sentido en la práctica? ¿Amenazan las paradojas del sistema de salud la capacidad operativa del médico? ¿Se debe resinificar la Medicina en el siglo XXI?.

O bien, ¿cómo relacionarse con los pacientes a la vez científicamente y como personas de confianza? Es necesario encontrar un lenguaje a la vez profesionalmente correcto y humanamente comprensivo. La tensión entre espíritu y materia afecta especialmente a la Medicina. La persona no es sólo un “ser natural”, sino también un “ser cultural”.

Sin embargo, la clásica distinción o dicotomía entre natura y cultura tiende hoy a desaparecer. Se pierde el ordenamiento ontológico entre lo trascendente, lo que es producto del ser humano y lo que es naturaleza dada. El derrumbe de lo trascendente (“mundialización”, en la terminología introducida por Jean Luc Nancy) arrastra consigo los valores no materiales y le sustrae el piso al humanismo, que se enfrenta con la razón instrumental.

Lo característico y nuevo en la Medicina contemporánea es que no sólo interfiere y controla, sino que transforma y reemplaza a la naturaleza, al punto que el artificio suple y supera lo natural.

La vida humana no es ya una realidad acotada, sino un proceso de influencias artificiales que se desarrolla de acuerdo a una intención. ¿Habrá un límite ético a la artificialización de lo natural?

Academia Nacional de Medicina del Uruguay
Desde la pretensión de captar la sustancia de una realidad se ha virado al interés por los procesos, tanto naturales como interferidos. De describir al ser humano en cuanto tal, a describirlo en tanto agente de procesos, y, por cierto, que se pretende incidir en los procesos. La independencia del médico se ve comprometida en este estado de cosas.

Está afectada por ¡tareas administrativas, tareas¡ informáticas, presión de los costos en salud, y también por las “humanas ambiciones” (¿todas ellas legítimas?). La Medicina es un servicio humano primariamente no orientado a la ganancia, a la vez que sometido a las leyes del mercado. Es necesario aprender a superar esta contradicción.

Epilogando y abriendo el camino hacia ulteriores reflexiones: En “Médicos tras las huellas de la Filosofía”, entrevista a propósito del Círculo de Baden, entidad austríaca dedicada a estos tópicos, se esboza el camino hacia una “Medicina Humana”, y se señala que una Medicina que se desarrolla sin trasfondo filosófico no es una Medicina humana.

Rufus de Efeso (Alejandría, ca.s.I) expresaba: “Es más esencial atender a cómo dice algo el enfermo que a qué dice”. Ya en la anamnesis pretende el médico “ser en el interior” de su paciente.

En la toma del pulso se desarrolla un contacto cutáneo generador de confianza y responsabilidad. En “Medicina, una noble profesión”, Muiños cita a Lord Moran (Médico y biógrafo de Churchill): Un médico tiene oportunidades de estudiar la naturaleza humana que no alcanza cualquiera: “Un filósofo debiera comenzar su vida como médico, mientras un médico concluye su vida haciéndose filósofo”.

En la misma obra, Forbes Winslow señala: “Mi propósito será establecer la estrecha conexión entre la ciencia de la mente y la ciencia y práctica de la Medicina, Academia Nacional de Medicina del Uruguay demostrando el verdadero carácter filosófico de los profesores del arte de curar”. Por su parte, David P. Barr concluye en el texto citado: “La ciencia y los métodos científicos pueden proporcionar libertad frente a la infección, alivio del dolor, prolongación de la vida, pero no pueden contralorear el miedo, o la vergüenza o la aflicción, no pueden instilar la esperanza, el amor, la ecuanimidad, que hacen la vida mejor”.

Ante la medicalización de la vida humana se necesita una nueva alianza entre la Filosofía y la Medicina, para acrecentar la eficacia de esta última, para ofrecer mejores aportaciones a las multiformes necesidades de los enfermos, para superar soluciones radicales con respuestas meramente tecno-científicas que comportan cambios profundos y no siempre beneficiosos en el hombre.

Ante la mercantilización de la vida humana en general y de la salud en particular, en la época del cálculo economicista, la Filosofía debería ser vista como una Medicina, y el filósofo (o la actitud filosófica) como un médico para superar el impacto. ¿Estamos hoy en día los médicos dispuestos a esto?: “La relación con el otro funda una relación que nunca se torna completa con el otro.

Una diferencia que representa una no in-diferencia”. “Yo soy para el otro en una relación de diaconía: yo soy para el otro para servirlo”.

A c. Augusto J. Müller Gras
Fuente: Academia Nacional de Medicina del Uruguay

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