Lula ha dicho que la instancia decisiva de las elecciones brasileñas del próximo domingo 26, antes incluso que una confrontación entre Dilma Rousseff y Aécio Neves, coloca frente a frente dos proyectos de Brasil, dos visiones profundamente opuestas de vida, de mundo, de política. Por su parte, Emir Sader sostiene que la disputa electoral en Brasil ha vuelto a poner en el tapete los intereses de Estados Unidos, y que éste, aislado con el proyecto de Alianza para el Pacífico, otorga prioridad a los acuerdos bilaterales, en primer lugar con Washington, debilitando todos los proyectos de integración regional, del Mercosur a la Celac, pasando por la Unasur.
En suma, promueve un cambio en la orientación internacional de Brasil, lo que significaría, por la gravitación que ha adquirido este país, un cambio muy grande en las relaciones políticas regionales establecidas a partir de la elección de la serie de gobiernos antineoliberales, progresistas y de izquierda, a lo largo de la primera década del nuevo siglo.
Esto último implicaría un giro radical hacia un duro ajuste fiscal y políticas de mercado que debilitarían el papel del Estado. A ese respecto Arminio Fraga, que funge como comandante de la política económica de Aécio Neves, acaba de emitir en la campaña electoral conceptos muy significativas, que estuvieron de moda cuando él participó en el gobierno liberal de Fernando Henrique Cardoso: que el salario mínimo es muy alto en Brasil; que un cierto nivel de desempleo es saludable (con lo cual se procura debilitar la capacidad de negociación de los trabajadores); que los bancos públicos han crecido demasiado, y así sucesivamente. Estas son melodías gratas a los oídos de Estados Unidos, comenta Sader, y significaría un gran viraje en la economía brasileña; un viraje netamente conservador, neoliberal, antipopular y entreguista con todas las letras. En ese cuadro, queda claro que los intereses de la política exterior brasileña chocan frontalmente con los de Estados Unidos. El analista lo dice en forma rotunda: “Los voceros de los grandes medios nacionales e internacionales, los del FMI, del gobierno de los Estados Unidos, no dejan de expresar confianza y esperanza en la candidatura que defiende expresamente sus intereses”.
En conclusión, “todo lo que EEUU quiere es que Brasil cambie radicalmente de política, de inserción internacional, de modelo económico, de alianzas en la región y en el mundo. Todo lo que EEUU quiere es que el candidato de la oposición haga retornar el modelo de gobierno de Fernando Henrique Cardoso y la política de subordinación con el Norte”. Lo que en Uruguay llamamos la restauración conservadora.
La confirmación plena de estas afirmaciones se encuentra en un artículo publicado el jueves 16 de octubre en la revista estadounidense The Economist, en que llama a los brasileños a votar por Aécio Neves y a desplazar del gobierno a la presidenta Dilma Rousseff. En una nota titulada “¿Por qué precisa cambiar Brasil?”, la publicación dice abiertamente que “los brasileños deben desplazar a Dilma Rousseff y elegir a Aécio Neves”. Señala que éste le debe mostrar a los pobres que las políticas preconizadas por él los van a beneficiar (difícil para Sagitario), aunque no deja de reconocer que existe gratitud de los sectores populares por las políticas “de pleno empleo, mayores salarios y una serie de programas sociales eficientes” generados por el gobierno de Dilma. En conclusión insta a la derrotada Marina Silva a apoyar la candidatura de Aécio Neves.
En la declaración citada al comienzo, Lula también se refiere a conceptos vertidos en un reportaje a Fernando Henrique Cardoso, en que el ex presidente del PSDB expresa que “quien vota a Dilma, además de pobre está desinformado”. Lula le contesta que “este preconcepto raya en lo absurdo” y agrega: “Fernando Henrique Cardoso muestra lo que una parte de la élite brasileña y, sobre todo, una parte de la élite paulista, incluyendo a la élite política, piensa del pueblo trabajador de este país. Porque ellos no tienen un preconcepto contra el nordestino rico, contra el negro rico, es contra los pobres, contra el que trabaja. Y, al decir que a Dilma la votó gente desinformada, revela que el ex presidente no tiene noción de la evolución de la clase más pobre de la sociedad”.
Lula alude asimismo a la promesa de renovación expuesta por el candidato del PSDB, el partido tucano, y dice que está latente en el aire una contradicción: ¿cómo sería posible una renovación, si el tucanato pretende volver al pasado, y de esto no hace ningún misterio? ¿Cómo sería posible, por otra parte, que las promesas de cambio pudiesen ser puestas en práctica por parte de conservadores empedernidos?
También intervino en el debate abierto Marco Aurelio García, asesor de política internacional de los gobiernos de Lula y Dilma. En un seminario en la PUC de San Pablo, el 17 de octubre, dijo que el PSDB de Aécio Neves quiere reducir a polvo a América Latina. “Me preocupo por el destino de América Latina –expresó- y espero que el pueblo brasileño impida que ella sea reducida a polvo”. Según él, el PSDB tiene una política aventurera en relación a América Latina. “Ellos no saben cómo van a tratar a Perú y Bolivia, no saben que nosotros trabajamos con las policías para lidiar con el narcotráfico, Aécio va a entrar en confrontación con Bolivia, no se va a entender con Venezuela, con Argentina, y finalmente nosotros quedaremos aislados”, dicho esto último en relación con el Mercosur. Afirmó asimismo que “la derecha intenta resucitar el cadáver debidamente enterrado del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) porque solo quiere mantener relaciones con Europa y EEUU, sin medir los efectos sobre la industria”.
En otra intervención efectuada el día anterior, Marco Aurelio García defendió las inversiones realizadas por el gobierno brasileño en el puerto de Mariel, en Cuba, frente a ataques efectuados por Aécio Neves contra estas inversiones, ataques teñidos de un virulento anticomunismo de otras épocas. Sostuvo que estas inversiones constituyen “un caso claro de servicios, es importante, y lo hicimos con otros países, con Chile y con Venezuela, Bolivia, Colombia”. También criticó la propuesta de Aécio de aproximación con el bloque de los países de la Alianza del Pacífico, en detrimento del Mercosur.
Todo esto es lo que está en juego en la instancia decisiva del próximo domingo 26. Analistas como el profesor Emilio Cafassi señalan (al igual que lo hicimos más arriba) que en Brasil, al igual que en Uruguay, está latente el peligro de la restauración conservadora. En los últimos días la candidatura de Dilma Rousseff recibió el apoyo del Movimiento de los Sin Tierra, de Vía Campesina y de la Confederación de Trabajadores de la Agricultura (Contag), quienes declaran en comunicado conjunto que “tenemos que derrotar la candidatura neoliberal de Aécio Neves, porque representa las fuerzas derechistas y fascistas del país”.
En el campo contrario, Marina Silva aconsejó en primera instancia a sus partidarios votar en blanco, nulo o por Aécio Neves; ella participó el viernes pasado en un mitin conjunto con el candidato tucano y dijo sumarse a su proyecto, pero está por verse si los integrantes de su propio grupo Rede de Sustentabilidade y del Partido Socialista Brasileño le llevarán el apunte votando por el candidato declarado de las fuerzas neoliberales y retrógradas.
Por Niko Schvarz
Periodista y escritor uruguayo
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