La extraordinaria proliferación de tests proyectivos que se emplean para investigar la personalidad de las personas, a partir de una concepción acomodada de la proyección, se ha reflejado muy desfavorablemente en la formación de los psicólogos.
En efecto, muchos suelen recibir un entrenamiento puramente operacional para aplicar algunos tests de los más conocidos o de los que se encuentran de moda, sin profundización alguna o con muy escasa consideración acerca del contexto en que tales pruebas fueron desarrolladas. Esto hace que la trayectoria de los autores, las orientaciones teóricas que sustentaban, los fines que pretendían, las críticas que recibieron y los requisitos científicos que son exigibles a cualquier técnica, resulten poco conocidos o esquemáticamente desfigurados.
Todo se enmarca en una concepción acerca de una psicología presuntamente aséptica y ahistórica, que se aleja del campo de la ciencia comprometida para aproximarse como tecnología facilonga a una especie de magia empática y a los espejismos engañosos de la pseudociencia. La fragmentación del conocimiento, la soberbia y la omnipotencia propias de la ignorancia nos enfrentan, desprevenidamente, al abismo de los menospreciados dilemas éticos.
En procedimientos de selección de personal y concursos que afectan a cientos o miles de trabajadores, es frecuente encontrarse con la aplicación de pruebas psicológicas proyectivas carentes de validez y de respaldo científico pero envueltas en el secretismo, a aplicaciones notoriamente mal ejecutadas, a interpretaciones arbitrarias e infundadas.
Al mismo tiempo, se ha vuelto común la falta de respeto por los derechos fundamentales de quienes se someten a tales pruebas. Al no recabar de antemano el consentimiento informado, al no brindar una devolución oportuna, completa y adecuada, al no garantizar el derecho a pedir y recibir explicaciones y si es del caso una segunda opinión, al emitir juicios lapidarios bajo la forma de diagnósticos absolutos inapelables, algunos psicólogos atentan contra el principio básico de la profesión: hacer el bien y prevenir el mal. Al proceder así ponen en riesgo el sustento más preciado y la condición imprescindible para su propia práctica: la confianza de la sociedad.
En el texto que sigue referiremos: a) la trayectoria del autor del TRO y el contexto en que se formó y desarrolló su test; b) los fundamentos teóricos de su propuesta; c) una descripción somera de la prueba y una exposición crítica de lo que promete y lo que efectivamente aporta, a la luz del estado actual de la ciencia psicológica, en especial en la peculiar e insólita aplicación que se hizo durante el Concurso de Ascenso para Alguaciles que llevó a cabo el Poder Judicial en el año 2014.
El autor – Herbert Phillipson nació en Inglaterra en 1911. No hizo estudios formales de psicología sino de inglés e historia en Hull University College. Durante la Segunda Guerra Mundial, revistó primero en la unidad de Defensa Costera de la Artillería Real.
Posteriormente, con el grado de Comandante, fue comisionado para formar parte de la Junta de Selección de la Oficina de Guerra. En ese puesto conoció y trabajó con Henry A. Murray (1893 – 1988) el psicólogo estadounidense autor del Test de Apercepción Temática (TAT) que se convirtió en su mentor.
Murray había abandonado su cátedra de psicología en Harvard, en 1943, para formar parte del Cuerpo Médico de las Fuerzas Armadas de su país y era experto principal de la OSS (los servicios de inteligencia estadounidenses), antecesora de la CIA. Se encargaba de seleccionar agentes secretos para las misiones más arriesgadas del espionaje y contraespionaje británico. Durante cuatro años trabajó con Phillipson en Londres.
Henry Murray, así como su colaboradora, amante y coautora del TAT, Christiana Morgan, habían sido asiduos del psicoanalista suizo Carl Jung e influidos por este habían adoptado elementos del psicoanálisis en una versión peculiar [i].
En su trabajo como seleccionador de oficiales y psicólogo militar, Phillipson (o Phil como le apodaban sus amigos) culminó su formación y al terminar la guerra no solamente se había transformado en el principal divulgador del TAT en Gran Bretaña sino que pasó a ser el Jefe de Psicología de la Clínica Tavistock [ii] en Londres, puesto que ocupó desde 1945 hasta su jubilación en 1974.
Murray volvió a los Estados Unidos en 1947 y continuó su carrera que incluyó puntos muy oscuros como su participación decisiva en el desarrollo y perfeccionamiento de los procedimientos empleados por la CIA para interrogatorios y torturas (Proyecto MKultra, entre 1959 y 1962).
Phillipson, en cambio se dedicó a la psicología clínica y a la psicopatología en la famosa Clínica Tavistock y fue su Jefe de Psicología durante casi tres décadas. John Marzillier [iii] describe al Phillipson que lo entrevistó cuando como joven estudiante buscaba un lugar en donde hacer sus estudios doctorales, a fines de los años sesenta del siglo pasado.
En aquellos años, Phillipson aparecía como el típico profesor británico, impecablemente vestido y fumando su pipa, que atendió, amable e imperturbable, a un nervioso Marzillier. Para optar por el ingreso como doctorando en la Clínica, el aspirante debía someterse a un test de personalidad. Aunque hacía más de diez años que se había publicado el Test de Relaciones Objetales (TRO) Marzillier indica que el test proyectivo a que se sometió y cuyos resultados Phillipson analizó con él en la entrevista, fue el TAT.
Marzillier fue invitado a incorporarse a la Clínica Tavistock pero declinó el ofrecimiento porque había presentado su aspiración en la competencia, se la habían aceptado y la prefirió.
En aquel momento, en Inglaterra y más concretamente en Londres había dos facciones enfrentadas en psicología: la Clínica Tavistock que se preciaba de su orientación psicoanalítica (aunque sus integrantes no comulgaran precisamente con la ortodoxia freudiana) y el Hospital Maudsley un psiquiátrico que era el reducto del conductismo factorialista y donde – al decir de Marzillier – se consideraba a Sigmund Freud como un delincuente.
La Clínica Tavistock y el Maudsley Hospital no solamente se disputaban la formación de psiquiatras y psicólogos clínicos sino que aparecían como los polos y epicentros de dos corrientes antagónicas y, en cierto sentido de vidas paralelas: Herbert Phillipson en la Tavistock y Hans J. Eysenck en el Maudsley, al norte y al sur del Támesis.
Hans Jürgen Eysenck (Berlín, 1916 – Londres, 1997), fue un psicólogo conductista factorialista inglés de origen alemán, especializado en el estudio de la personalidad. En 1934 emigró de la Alemania nazi y se refugió hasta 1939 en Francia y luego fue a Inglaterra. Estudió en la Universidad de Londres y trabajó como psicólogo en el hospital londinense Mill Hill.
En 1945, cuando Phillipson se convirtió en Jefe de Psicología de la Tavistock, Eysenck se incorporó al hospital Maudsley dependiente de la Universidad de Londres. Entre 1950 y 1955 fue director de la Unidad de Psicología del Instituto de Psiquiatría y entre 1955 y 1984, jefe de cátedra de la carrera de Psicología en la Universidad de Londres.
Para hacerse una idea del enfrentamiento que se desarrollaba entre psicoanalistas y conductistas basta recordar que, en 1952, mientras Phillipson trabajaba en su test, Eysenck publicó un artículo en el cual sostenía que la ausencia de tratamiento era igual o aún mejor que la psicoterapia psicoanalítica.
Las comparaciones son odiosas pero hay que señalar que ambos jerarcas no se equiparaban por varias razones. Para empezar, Eysenck era académicamente un peso más pesado y un investigador emérito con muchas investigaciones culminadas, muchas publicaciones y grandes iniciativas.
Phillipson no era el primus inter pares en la Tavistock. Apreciado por sus colegas y muy querido por sus estudiantes era sin embargo un personaje de segunda división comparado con Wilfred R. Bion [iv], Michael Balint [v], Ronald Fairbairn [vi] y Melanie Klein [vii], para no citar sino cuatro.
Por otra parte, Phillipson no se destacó por sus aportes teóricos. Para fundamentar su test se basó en los de Melanie Klein y de Ronald Fairbairn puesto que la Teoría de las Relaciones Objetales es, en lo esencial, un aporte de la primera con contribuciones del segundo. Ninguno de los dos inspiradores mostró entusiasmo alguno por el uso de sus teorías en el TRO. Herbert Phillipson se jubiló en 1974 y falleció en 1992. Le sobrevivieron su esposa y dos hijos.
Por el Lic. Fernando Britos V.
La ONDA digital Nº 695 (Síganos en Twitter y facebook)
[i] Murray adoptó la división freudiana de la psiquis en Ello, Yo y Superyo, pero le introdujo simplificaciones y adaptaciones que aplicó a las interpretaciones del TAT. Según Murray, el Ello no sólo incluye impulsos biológicos básicos sino que las necesidades actuales, además de la función de mantener el organismo, son el origen de necesidades creativas y promotoras del desarrollo. El Yo, al tener motivaciones y necesidades propias, es más que un sirviente del Ello y el Superyo se desarrolla a largo plazo, pues los valores, objetivos y normas prescritas en la conciencia cambian a medida que se encuentran nuevos modelos e ideales en la vida, concepción que se contrasta con la de Freud quien consideraba que la formación del Superyo se daba entre los tres y ocho años de edad bajo la influencia del ambiente hogareño.
[ii] El Duque de Bedford y Marqués de Tavistock cedió un edificio en el centro de Londres, más precisamente en Belsize Park, para que un grupo de médicos – mayormente psicólogos encabezados por el neurólogo Hugh Crichton-Miller (1877-1959) – trabajaran bajo la dirección del Departamento de Guerra Psicológica del ejército británico. En 1920 se fundó la Clínica Tavistock que ofrecía tratamiento de orientación psicoanalítica a quienes no tenían medios aunque su interés primordial era el estudio de las secuelas de los bombardeos de artillería sobre los soldados y su “punto de quiebre”. En 1947, con donaciones privadas, se fundó el Instituto Tavistock y la Clínica se incorporó al Sistema Nacional de Salud. Allí trabajaron John Rickman (1891-1951) y Wilfred R. Bion (1897-1979) en técnicas de psicoterapia de grupo. También se creó el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, dedicado a la psicología industrial y social, donde trabajó el psicoanalista Michael Balint, creador de los grupos Balint, y John Bowlby, autor de la teoría del vínculo, que actuó en el departamento de psiquiatría infantil.
[iii] Marizillier, John (2010) The Gossamer Thread. My life as a psychotherapist. Londres; Karnac Books.
[iv] Wilfred Ruprecht Bion (1897 – 1979) fue un influyente psicoanalista británico (Presidente de la Sociedad Británica de Psicoanálisis entre 1962 y 1965). Junto con Jacque Lacan se le considera entre los psicoanalistas más importantes del siglo XX después de Freud. Bion, condecorado como héroe en la Primera Guerra Mundial (DSO), desarrolló teorías de gran originalidad.
[v] Michael Balint (Budapest, 1896 – Londres, 1970), fue un psiquiatra, psicoanalista y bioquímico británico de origen húngaro. Fue alumno de Sándor Ferenczi en Budapest, después de Karl Abraham en Berlín. En la década de los 40 inició los llamados «Grupos Balint», cada uno de los cuales es coordinado por un psiquiatra y lo conforman médicos no psicoterapeutas que buscan mejorar las relaciones con sus pacientes.
[vi] William Ronald D. Fairbairn (1889 – 1964) fue un teólogo, filósofo, médico y psicoanalista inglés, miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Uno de sus principales aportes al paradigma psicoanalítico fue punto de vista alternativo respecto a la libido, dado que la tomaba como la búsqueda de un objeto, en contraposición con la postura de Freud que la consideraba como la búsqueda de placer. Se aprecia como un gran mérito de Fairbairn en psicopatología el haber definido claramente los mecanismos esquizoides.
[vii] Melanie Klein (Viena 1882 – Londres 1960) fue una psicoanalista austríaca, creadora de una teoría del funcionamiento psíquico. Hizo importantes contribuciones originales sobre el desarrollo infantil y sobre teoría psicoanalítica. Se la considera como la fundadora de la escuela inglesa de psicoanálisis.
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