Con México, por la Verdad

Pablo Neruda definió con mucha precisión a México y dijo que era un país “florido y espinudo”. Así lo conocimos y así lo amamos los exiliados políticos de fines de la década del 70. Y por cierto que no solo lo sentimos así los uruguayos, sino todos los latinoamericanos y caribeños.

Hoy México está llorando, es que hace más de 40 días están desaparecidos 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

Elena Poniatowska ha vuelto, en estos días, a levantar su voz que “apachurra el corazón”, exigiendo saber qué pasó con aquellos muchachos.

Todo me indica que me debo plegar al comunicado del Teatro El Galpón y por eso lo hago público.

Algunos de ellos nacieron en esa tierra hermana y generosa.Cada vez que México ha sufrido, hemos sufrido junto con él. Porque además de quererlo como patria de adopción, nos duele México.Por eso nos sumamos al reclamo de tantos otros de conseguir verdad y justicia para los hechos acaecidos en el Estado de Guerrero, que nos enlutan a todos.Con frecuencia Iguala nos recibió con nuestros espectáculos para estudiantes, en las giras organizadas por la Secretaría de Educación Pública.

La voz del Teatro El Galpón
“La Institución Teatral El Galpón es un grupo de teatro uruguayo que junto a otros muchos compatriotas exiliados vivimos en México casi 9 años al amparo de ese pueblo hermano y sus autoridades. Nuestra patria vivía muy tristes momentos de persecución, cárcel, torturas y desapariciones, producto de la dictadura que se estableció en esos años. Encontramos en México su tradicional hospitalidad, la fraternidad y el afecto para poder trabajar, criar y educar a nuestros hijos.

Conocemos a su gente. Sus estudiantes eran nuestros amigos.

Por eso nuestro petitorio de que se pueda saber qué pasó y porqué y que se ubique a los responsables. Y también para que se genere un compromiso, un juramento podríamos decir, que los uruguayos aprendimos dolorosamente: NUNCA MÁS”.

Mi experiencia
Tengo, a la vez, un compromiso personal con el magisterio mexicano, en tanto pude ejercer mi profesión de maestro en la popular Colonia Guerrero del Distrito Federal. Allí aprendí a conocer en sus entrañas al pueblo mexicano, que supo aceptarme a pesar de nuestras diferencias raciales y culturales. Recuerdo aún la cara de cada maestra y maestro y a los niños que pasaron por mi aula.

La mayoría de los maestros eran de profunda raíz popular, como seguramente lo son esos estudiantes hoy desaparecidos. Tampoco puedo olvidar el apoyo de los sindicatos de la educación con la resistencia de nuestro pueblo a la dictadura cívico-militar, particularmente la lucha por la liberación de los presos políticos. México no puede seguir andando hasta que el pueblo encuentre a sus 43 hijos desaparecidos. Desde nuestro Uruguay no tenemos otra cosa que alentar los mejores sentimientos para que se llegue a la verdad.

Raúl Legnani
Periodista y maestro uruguayo

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