“Esta boca es mía”, el “talk show” de Teledoce conducido por la Sra. Victoria Rodríguez presentó hace unos días uno de sus habituales bocados tóxicos: esta vez haciendo la promoción de una de las oscuras charlatanerías New Age que frecuentan el programa.
Convidando con bocadillos tóxicos – La invitada central fue la psicóloga María Rosa Fernández Esperón cuyos teléfonos y dirección electrónica fueron difundidos para que los incautos pudieran comunicarse con ella para acceder a una “terapia fenomenológica”, nada menos que a las llamadas “constelaciones familiares”.
Un verdadero bocado tóxico porque además de la publicidad no hubo una verdadera explicación acerca de lo que se ofrecía y el panel de opinólogos y la conductora se dedicaron a hacer – como siempre – de claque complaciente para la psicóloga fashion.
Así que ahora vamos a explicar de qué se trata y porque es una promoción envenenada, destinada a conseguirle pacientes a quien está ofreciendo una de las charlatanerías más ineficaces, iatrogénicas (es decir un tratamiento que enferma en lugar de curar) y esquilmantes desde el punto de vista del dinero que le extraen a sus “pacientes”.
Antes de entrar en tema convengamos en que posiblemente la Sra. Rodríguez o la Lic. Fernández podrían ignorar las temibles secuelas del tratamiento que estaban promoviendo y los antecedentes y fuerte contenido ideológico de sus cultores, especialmente del creador de esta pseudo terapia, Bert Hellinger. Sin embargo, creo que no deberíamos subestimar a estas señoras y sospecho que saben el tipo de bazofia que están promoviendo pero les gusta o en todo caso está en sintonía con su propio reaccionarismo pituco y fashion.
¿Qué son las constelaciones familiares? – Suitbert “Bert” Hellinger es un ex sacerdote católico, nacido en Baviera en 1925. A los 28 años se desempeñó como misionero en Sudáfrica. Hoy sesenta años después se mantiene activo.
En 1970 colgó los hábitos y se estableció como psicoterapeuta silvestre en Alemania y Austria, es decir sin haber seguido una formación curricular. Según su propia biografía, que es particularmente vaga, también practicó el psicoanálisis sin la calificación apropiada.
Hace poco más de 20 años hizo sus primeras publicaciones, en alemán, sobre su terapia de las constelaciones familiares. Ni Hellinger ni sus seguidores son muy claros respecto a esta supuesta terapia sistémica, que generalmente aparece vinculada con otra charlatanería, la llamada terapia gestáltica (que nada tiene que ver con la teoría de la Gestalt desarrollada en psicología de la percepción). Hay que señalar que los libros y folletos de promoción han sido escritos por Hellinger en alemán y casi no han sido traducidos, excepto unos pocos al inglés y al español [i].
Según este gurú, las familias están formadas por una “energía” inexplicable que conecta a los miembros del grupo y que él descubrió estudiando a los zulúes. Los “primitivos” conocen el sistema de esas misteriosas energías pero nosotros hemos olvidado esos conocimientos ancestrales que él ha redescubierto.
Por lo tanto, su terapia de “constelaciones familiares” pretende aumentar la salud y la resistencia de los grupos al reinstalar en la red energética a quienes se han excluido de ella. Es una terapia de “restauración del orden natural”, un presunto orden natural que nadie sabe explicar.
Desde un principio Hellinger decretó que este orden y estas “energías” no pueden ser estudiados científicamente. Se trata de un conocimiento esotérico y esta es, precisamente, “la marca del charlatán” porque lo oculto se basa en la fe y de este modo se libra de la molesta insistencia de la ciencia en el sentido que el verdadero conocimiento debe ser probado y basarse en evidencias.
Con ese manejo de la energía, Hellinger y sus discípulos se zarpan inmediatamente hacia planteos delirantes. La energía misteriosa produce emulación o imitación inexplicables en los miembros de familias o grupos de modo que un niño puede contraer una enfermedad idéntica a la de un ancestro o verse afligido por una desgracia juvenil, un “secreto”, de un abuelo o abuela que ni siquiera conoció porque falleció antes de su nacimiento.
Esta charlatanería del “destino heredado” también es empleada por otros embaucadores y, como ellos, Hellinger se muestra cada vez más reaccionario a medida que se desarrolla su “teoría”. Convengamos que si se trata de creencias cualquiera puede sustentarlas mientras no hagan mal a nadie pero el problema de estas creencias es que son iatrogénicas, es decir que enferman a la gente.
Los “consteladores” que practican la pseudoterapia de Hellinger carecen de estudios sistemáticos y de una formación sólida. El bávaro nunca tuvo interés en que sus procedimientos terapéuticos y sus teorías fuesen estudiadas en la Universidad. Eso le permite montar Institutos informales de su propiedad que enseñan sus charlatanerías sin someterse a los controles académicos, a la crítica y al análisis serio, propios de una formación universitaria.
La Lic. Fernández Esperón que patrocinó Victoria Rodríguez, por ejemplo, “estudió” constelaciones familiares en el instituto que Hellinger tiene en Buenos Aires, al margen de cualquier universidad.
La concepción de estos “consteladores” es muy informal, propia de aficionados aunque cobran como profesionales y de los buenos para atender problemas de familia y de grupos humanos (en empresas y últimamente hay quien los propone para instituciones de enseñanza). También desde el punto de vista de la ética evitan que se les considere profesionales y de este modo eluden responsabilidades respeto a sus pacientes (ejercicio ilegal de una profesión, abuso de la credulidad pública).
La teoría es muy autoritaria y patriarcal. Una de las claves de la misma es la importancia que se le da a la estructura jerárquica en la familia y en los grupos humanos. El padre (o el jefe) es la cabeza indiscutible de la familia y la madre y los hijos deben someterse obedientemente a su voluntad. Entre los hermanos imponen una concepción medioeval de la primogenitura. Lo mismo aplica a la sociedad donde el jefe del Estado está por encima de todo y por sobre este solamente el destino (esto es lo que se llamó en el Tercer Reich el Führerprinzip).
Ya veremos que este patriarcalismo tiene una relación directa de simpatía con el nazismo. Es el patriarcalismo y ese delirante principio de autoridad el que lleva a que, cuando las constelaciones familiares abordan problemas matrimoniales, la esposa sea la responsable por haber desobedecido al marido. Asimismo, el rígido esquema familiar de Hellinger cataloga a los homosexuales como enfermos, marginados de la energía misteriosa, que en algunos casos, pueden ser “curados” en la medida en que se “reintegran”, lo que para los “consteladores” equivale a contraer un matrimonio heterosexual.
Incesto, crímenes y misticismo – Naturalmente esta pseudoterapia de las constelaciones familiares es iatrogénica y ha enfermado a mucha gente, en Alemania, en Holanda y en otros países. Quienes concurren a estas sesiones pueden terminar mal, sobre todo si enfrentan situaciones depresivas que pueden agravarse y resultar en episodios desgraciados si no son atendidos a tiempo. Muchas veces las personas pueden psicotizarse y desarrollar síntomas relacionados con el manejo perverso de la culpa que hacen los “consteladores”.
La concepción de Hellinger para manejar los casos de incesto y abuso de menores son francamente peligrosas. En efecto, según el viejo bávaro un padre que ha abusado sexualmente de una hija en su infancia no puede ser responsabilizado porque la verdadera infractora es la madre cuyo rechazo a las solicitaciones sexuales de su esposo ha de ser la causa de que este tome a su hija como reemplazo.
La perversa concepción de Hellinger sobre el incesto sostiene que no hay nada malo en el sexo incestuoso porque una niña bien podría interpretar las propuestas sexuales de su padre como una aventura excitante y placentera.
De este modo, durante las constelaciones familiares puede producirse una aberrante negación del sufrimiento y el abuso y los problemas incestuosos pueden ser solucionados por medio de un ritual restaurador, concebido por Hellinger, mediante el cual el “constelador” ordena a quien representa a la hija abusada que se arrodille ante quien representa al padre y le diga “Gracias papá, estoy muy agradecida de haber podido hacer esto por ti”.
Hellinger cree (y sus discípulos con él) que con esta representación se restaura el balance familiar pero sus críticos advierten que esta “terapia” es brutalmente humillante para la víctima. Así lo denunció Elisabeth Reutter, en su libro autobiográfico “Gehirnwäsche” (Lavado de cerebro), donde señala que, habiendo sido abusada por su padre en su juventud, se vio sometida al extremo de perder totalmente su dignidad humana con la “terapia” de la constelación.
Las constelaciones familiares se ponen, invariablemente, del lado del poder, del orden establecido y en materia criminal, del lado de los abusadores, los violadores de los derechos humanos, los criminales de guerra. Hellinger ha proclamado que quienes cometen crímenes no pueden actuar de otra manera porque están bajo la influencia de una “autoridad superior”. Amparándose en presuntas leyes cósmicas sostiene que esta autoridad superior “usa a los seres humanos” que no pueden escapar a su destino.
Hellinger ha estado trabajando en su Alemania natal en una época en que los problemas de la culpa y la responsabilidad por los terribles crímenes del nazismo distan mucho de haber sido saldados. Ese misticismo criminal y transgeneracional de las constelaciones familiares presta un servicio a los nazis irredentos justificándoles y exculpándoles.
Hellinger induce a las víctimas a estar agradecidas con sus victimarios, a enterrar cualquier reivindicación o memoria post traumática y sustituirla por algo más que una amnesia culposa: las víctimas deben arrodillarse ante quienes representan en las sesiones a los verdugos y mostrarles su agradecimiento.
Hellinger adorador del nazismo – El problema no es que Bert Hellinger, como el Papa Ratzinger su coetáneo, haya sido miembro de las Juventudes Hitlerianas (Ratzinger lo reconoció, Hellinger lo ha ocultado) sino que es un promotor actual y activo reivindicador del nazismo, un adorador de Adolf Hitler.
En uno de sus libros, titulado “Gottesgedanken” (reflexiones divinas, que en español ha sido editado por la barcelonesa Rigden-Institut Gestalt bajo el título “Pensamientos divinos”), Hellinger hace la siguiente oda místico – canallesca: “Hitler. Alguna gente te considera inhumano, como si alguien siquiera mereciera tal calificación. Yo te miro así como me miro a mi mismo: a saber, como un ser humano con un padre y una madre, y con una fe extraordinaria. ¿Te hace eso más grandioso? ¿o más pequeño? ¿Eres mejor o peor? Porque si eres más grande entonces así lo soy. Si eres mejor o peor, entonces así lo soy. Pues soy un ser humano como tú. Si te respeto, entonces me respeto a mí mismo. Y si te detesto, entonces me detesto a mí mismo. ¿Se me permite, entonces, amarte?¿Se supone acaso que te ame, ya que de otro modo no podría amarme a mi mismo? Cuando admito que eras un ser humano, tanto como lo soy yo, entonces se me induce a hacerlo por algo que nos gobierna a ambos de la misma forma, algo que causó tanto tu comienzo como el mío y también nuestro fin. ¿Cómo podría acaso excluirme a mi mismo de esta Causa excluyéndote a ti? ¿Cómo podría acaso culpar a esta Causa y erigirme por sobre ella culpándote a ti? Sin embargo, no puedo sentir piedad por ti, porque tu ascenso y tu caída tuvieron su origen en la misma causa que la mía. Le ruego por ti así como por mí mismo, y me someto a todo lo que traiga en ti y a todo lo que traiga en mi, así como en todo otro ser humano.”
[i] Un ejemplo es Hellinger, Bert (2007) “Pensamientos divinos, sus raíces y sus efectos”, editado por Rigden – Institut Gestalt de Barcelona. Otros títulos de la misma editorial comprenden “Viajes Interiores. Experiencias, contemplaciones, ejemplos”, “Felicidad que permanece: lo esencial de las constelaciones familiares” y “Pensamientos de realización”.
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