Cursos de tortura y venta de monos a domicilio

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Han llegado al Uruguay algunas de las muchas personas que fueron secuestradas, transportadas clandestinamente a otro país, encarceladas sin juicio ni condena y torturadas en un programa desarrollado por el gobierno de Estados Unidos, que funcionó a lo largo y ancho del mundo durante varios años y que en estos días está siendo muy debatido, a la espera del gigantesco resumen (más de seis mil páginas) del supergigantesco informe elaborado por una comisión parlamentaria con el fin de investigar estas actividades. El ex-presidente Bush (hijo) y otros de los funcionarios y políticos y oficiales de la CIA que impulsaron ese plan monstruoso y disparatado hace más de una década, acuden en estos días la prensa para defender a los ”patriotas” que cometieron esos crímenes. José Rodríguez, por ejemplo, el jefe de la CIA al mando del programa de torturas, acaba de publicar un artículo tratando de justificarse en el Washington Post del 5 de diciembre.

Probablemente Rodriguez prevea que la próxima publicación del informe sobre el programa secreto de torturas elaborado por el Congreso a partir de miles de documentos de la propia CIA y una enormidad de entrevistas, declaraciones y testimonios, no le permitirá seguir negando que torturaban y deberá cambiar de táctica, explicando porqué lo hicieron. Ahora uno de los argumentos principales de Rodriguez es que la tortura (a la cual denomina ”interrogatorio especial”) contaba con la aprobación del más alto nivel. Y como habían dicho antes los nazis en Nüremberg , Rodriguez afirma ahora que él y sus agentes ”solamente cumplían órdenes”.

Para pintarnos mejor la situación, Rodríguez comenta que si el senador Rockefeller, uno de los instigadores del programa masivo de secuestros, translados en vuelos clandestinos, torturas y detención ilimitada sin cargos, ni juicio, ni condena, se reía frente a las cámaras cuando un famosísimo periodista lo interrogaba (sin submarino ni picana) sobre la tortura, ”imagínense lo que nos decía en privado”.

Mientras que el pragmático Rodriguez nos explica que su programa estaba aprobado por el gobierno, cada actividad había sido previamente discutida y refrendada por documentos debidamente firmados y que, last but not least, dió buenos resultados porque permitió apresar a gente peligrosísima, responsable de delitos gravísimos y obtener información de gran valor operativo, hoy Estados Unidos nos envía algunos de esos ex-secuestrados, ex-prisioneros sin condena, ex-torturados, con plenas garantías de que en realidad ni son ni fueron gente peligrosa ni fueron juzgados. Bienvenidos sean.

Pero no olvidemos que ya mucho antes nos habían enviado un experto en tortura para entrenar a la policía uruguaya en técnicas de ”interrogatorios especiales”, también entonces ocultándo la actividad y justificándola con argumentos falsos, reproducidos por la mayor parte de la prensa, hasta que las filtraciones, las denuncias y los debates nos permitieron comprender mejor lo que había pasado. Su nombre era Dan Mitrione, y fiel a esa tradición hoy defendida por Bush, Rockefeller y Rodriguez, organizaba sus cursos en Brasil y Uruguay torturando a veces a personas que ni eran peligrosas, ni eran sospechosas de delito alguno (1).

Discutíamos con un amigo si en los años setenta Dan Mitrione había llegado al Uruguay como agente de la CIA, del FBI o de otra organización. Sabíamos que había sido enviado para entrenar a la policía uruguaya en técnicas de tortura, pero teníamos distintos recuerdos sobre su afiliación: ef bi ai o ci ai ei?

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En su película Estado de Sitio, el director Costa-Gavras, le adjudicó al actor Yves Montand el rol principal, representando a un torturador estadounidense detenido y ejecutado por un movimiento guerrillero, en analogía con la historia de Mitrione padre.

Buscando en Internet encontré varios artículos de grandes periódicos estadounidenses (2) en los cuales se informa que el agente del FBI Dan Mitrione fue condenado a 10 años de prisión por soborno, tráfico de drogas y otros delitos. Según la prensa, el FBI le había encargado a su agente una operación encubierta cuyo objetivo era rastrear y detener a los responsables de unos alijos de toneladas de cocaína contrabandeada desde Paraguay a Estados Unidos, pero al tiempo se comenzó a rumorear que Mitrione estaba ”comprado” por los narcotraficantes, que robaba, revendía y consumía la droga que capturaba a nombre del FBI y que gastaba los dineros así adquiridos en prostitutas, ropas caras y vida de lujo. Pero Mitrione había comenzado sus actividades criminales varios años antes. En marzo de 1983, por ejemplo, el FBI envió a Mitrione a Memphis a capturar un alijo de 235 kilos de cocaína y el agente regresó con solamente 193 kilos, porque había robado la diferencia, para vendérsela a otros narcotraficantes (3).

El descubrimiento y divulgación de estos asuntos conmovió al FBI y en declaraciones públicas su director general, William Webster, reconoció ”…el poder de corrupción del dinero de la droga…”.

Pero ¿cómo pudieron sentenciar al agente Dan Mitrione en 1985 en Florida, si ya los tupamaros lo habían sentenciado a pena de muerte y ejecutado 15 años antes? Bueno, es que no se trata del mismo hombre. El Mitrione del FBI, encarcelado en Estados Unidos por narcotráfico y corrupción, era el hijo del Mitrione muerto en Uruguay por entrenar policías en técnicas de tortura.

Una vez cunplidos con la primera mitad del título de esta nota, nos queda por tratar la venta de monos. Mientras Dan Mitrione junior iniciaba su carrera como narcotraficante amparado en su empleo en el FBI, otros agentes de esta organización investigaban la muerte de 981 personas en Guyana, en terrenos de una secta tan exigente con sus seguidores que se autodestruyó por medio de un suicidio en masse, en lo que se llamó la Gran Masacre de Jonestown. La secta se llamaba Proyecto Agrícola Templo del Pueblo (4) y había sido fundada por un tal Jim Jones, oriundo de Indiana, que allá por los años cincuenta compartía calle en Richmond (Indiana) con Mitrione padre, cuando este era el jefe de policía de esa ciudad.

Para obtener fondos con los cuales construir su primer templo, Jim Jones decidió recorrer Richmond puerta a puerta, vendiendo monos. Si algo había de ilegal en esta actividad de por sí exótica y sorprendente, no parece haber tenido consecuencias policiales. Según la prensa local, Jones estaba protegido nada menos que por el propio jefe de policía, quien por su lado explicaba su extraña relación con el ”reverendo” Jones diciendo que este era uno de sus mejores informantes, porque frecuentaba los ”malos ambientes”.

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Jim Jones en su época de vendedor de monos a domicilio en Richmond (Indiana) cuando Dan Mitrione era el jefe de policía de esa ciudad. Indianapolis News, Bob Doeppers, 1953.

Esto podría ser cierto, pero según un rumor difundido anónimamente, años más tarde, recordando sus años de vendedor de monos a domicilio, Jones habría dicho que Mitrione era un policía odioso por su violencia y racismo, que lo perseguía por las calles de Richmond.

Las investigaciones del FBI sobre las actividades en Guyana de la secta del amigo/confidente/enemigo de Mitrione y su catástrofe final, sugieren que el reverendo y el maestro de torturas compartían algunos intereses y métodos. Tal como concluyó el FBI y luego dramatizado en el film ”Guyana Tragedy”, galardonado con algún premio, la vida de Jones terminó con una orgía de muerte cuando más de 900 personas se quitaron la vida, algunas suicidándose y otras matando al resto con piedras, golpes, cuchillos, balazos y veneno (los niños, por ejemplo, fueron asesinados con cianuro)

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Afiche de la película Guyana Tragedy, sobre el suicidio masivo de los seguidores de la secta y el asesinato de sus hijos, con Powers Boothe en el rol principal.

Según el FBI, en Guyana el reverendo Jones mantenía la disciplina con mano dura, usando algunos de los métodos que el ex-jefe de policía de Richmond le había enseñado a la policía en Brasil y Uruguay y que Estados Unidos luego recicló en su prisión en Guantánamo. Los sectarios rebeldes eran drogados para reducir su resistencia y a los más indisciplinados se los confinaba en una especie de caja de pequeño tamaño, al rayo de sol, lo cual en un clima tropical es insoportable. En otros casos, Jones los encerraba durante días o semanas en un pozo. El pasado común y la coincidencia de métodos sugieren que la pasión de Mitrione y Jones por la exportación de actividades siniestras a América Latina, no se debía puramente al azar.

En los múltiples blogs y libros que investigan y documentan las andanzas de Jim Jones, su coincidencia temporal con Mitrione en Brasil es uno de los temas más sugestivos y misteriosos. Luego de abandonar su cargo al frente de la policía de Richmond, Mitrione aparentemente comenzó a trabajar primero para el FBI y luego para la CIA.

En esta nueva etapa de su vida profesional (1960-67) fue enviado al Brasil, donde se dedicó durante años a entrenar a la policía en las técnicas de tortura que poco después se usarían masivamente, cuando militares, políticos y empresarios brasileros, con apoyo también de otras autoridades y organizaciones de Estados Unidos, derrocaron al gobierno de Goulart e instalaron una dictadura. Se sabe que Jones llegó al Brasil junto a su esposa e hijas poco después de que Mitrione se hubiese establecido allí con su propia familia. Se desconoce si retomaron en Brasil su antigua relación de la época de Richmond, pero sabemos que poco después Jones reaparecería en la Guyana y Mitrione en Montevideo e inciaron nuevas vidas, con consecuencias catastróficas para ambos y otras mil personas.

Pero todavía todavía no aclaramos la pregunta original: Mitrione padre, ¿era del FBI o de la CIA? Parecería que ambos teníamos razón. La investigadora uruguaya Clara Aldrighi lo identifica claramente como integrante del equipo de la CIA en Montevideo (5) basándose en datos muy firmes, entre los cuales algunas de las piezas más importantes son libros e informes escritos por ex-agentes de la CIA activos en Uruguay en la época de Mitrione. El más conocido de estos es quizás el libro escrito por el ex-agente de la CIA Philip Agee (6). En fin, se suman las detalladas revelaciones de un segundo agente de la CIA, también activo en Montevideo en esa época (1), las investigaciones publicadas por un famoso corresponsal del New York Times en Saigón (7), entre otros periodistas.

Mitrione fue entonces un hombre muy activo y a lo largo de su corta vida ni su vida familiar ni su relación con el vendedor de monos luego devenido en el mayor asesino de la historia de Estados Unidos le impidieron trabajar para la policía del Estado de Indiana, para el FBI, para la CIA, para la policía brasilera, para la policía uruguaya y según afirmaba entonces la prensa montevideana de derechas, repitiendo probablemente la fachada presentada por la embajada, para la Agencia Para el Desarrollo Internacional (USAID) y luego, asociado a este curro, también habría trabajado para una organización del gobierno estadounidense llamada Oficina para la Seguridad Pública. Esta última fue creada para entrenar policías y militares latinoamericanos en secuestros, detenciones ilegales, torturas y otros métodos de ”guerra sucia” pero el gobierno estadounidense decidió clausurarla luego de varios escándalos mayores, entre los cuales el generado por la muerte de Mitrione en Montevideo fue uno de los primeros.

Por Rafael Cantera

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Fuentes
(1) En su libro “Pasaporte 11333. Uruguay…8 años con la CIA” (La Habana, 1978,) el ex-agente de la CIA en Montevideo Manuel Hevia (que en realidad era un agente infiltrado en esa organización por los servicios de inteligencia cubanos), relata detalladamente algunas de las lecciones de tortura que Mitrione organizó en el sótano de su casa, para la policía montevideana, usando hombres y mujeres secuestrados, que no sobrevivieron las lecciones.

(2)http://articles.latimes.com/1985-11-15/news/mn-2460_1_fbi-agent
(3)www.nytimes.com/1985/03/15/us/ex-agent-admits-he-took-bribes-in-undercover-fbi-drug-drive.html?module=Search&mabReward=relbias%3Aw%2C%7B%222%22%3A%22RI%3A14%22%7D
(4) http://es.wikipedia.org/wiki/Jonestown
(5)”La estación montevideana de la CIA”, Clara Aldrighi, El Correo, 2005, http://www.elcorreo.eu.org/La-estacion-montevideana-de-la-CIA?lang=fr
(6)El famosísimo libro de Philp Agee, ”Inside the Company: the CIA diary” ha sido elogiado, por ejemplo, por el director de operaciones clandestinas de la CIA, Michel Sulick, quien recientemente recomendaba su estudio porque consideraba que este libro sigue siendo la mejor descripción, la más realista y veraz, de lo que significa concretamente trabajar para la CIA en el extranjero (Según el periódico The New York Times, citando una charla que ofreciera Sulick en Harvard en 2007; http://www.nytimes.com/2008/01/10/obituaries/10agee.html?_r=0
(7)En su libro ”Hidden Terrors: The Truth About U.S. Police Operations in Latin America”, (1978) A. J. Langguth considera que Mitrione, el torturador, probablemente no era un psicópata o un monstruo sino un ejemplo de lo que Hannah Arendt llamaba la banalidad del mal («He’s proof of Hannah Arendt’s theory about the banality of evil…»)

 

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