Introducción
Dice el sociólogo francés Pierre Bourdieu, que no hay experiencia de la posición ocupada en el macrocosmos social que no esté determinada o, por lo menos, no sea modificada por el efecto directamente experimentado de las interacciones sociales dentro de esos microcosmos sociales, como ser la oficina, el taller, la pequeña empresa, el vecindario o, por qué no también, una familia extensa.
Añade que esa miseria de posición, referida al punto de vista de quien la experimenta al encerrarse en los límites del microcosmos, está destinada a parecer, como suele decirse, “completamente relativa”, esto es, completamente irreal, si, al asumir el punto de vista del macrocosmos, se la compara con la gran miseria de condición; referencia cotidianamente utilizada con fines de condena (“No tienes que quejarte”) o de consuelo (“Sabes que hay quienes están mucho peor”).
Y es en tal sentido, que nos proponemos presentar aquí, a grandes rasgos y a guisa de introducción, algunas cuestiones de la gran miseria que, mucho nos tememos, ocuparán nuestra atención, por lo menos, este año de 2015, mientras que al mismo tiempo tengamos ojos y oídos para las pequeñas miserias y así componer un collage tan variado que, a poco de mirarlo nos permita reconocer nuestro mundo, desde nuestro lugar de vida.
Algunas cuestiones centrales de nuestro mundo
Nada es lo que aparenta ser, si es que nos quedamos con una primera y superficial mirada a “la realidad”. Ésta, qué duda cabe, tiene sus facetas y niveles de aproximación como de distanciamiento. En última instancia, si aplicamos la lente de nuestro deseo, la profundidad será escasa y, por ende, carente de todo asidero, por parcial e imperfecta. Debemos, pues, apelar a lecturas de mayor enjundia, con mayores y mejores elementos para analizar las distintas cuestiones que se nos presentan.
Por tales razones, es del todo inapropiado, si es que perseguimos hallar respuestas los más cercanas a lo verdadero y posible, el atender realidades binarias que sólo producen deformaciones en nuestra visual del mundo y así nos llevan a cometer gruesos errores de apreciación y de diagnóstico.
Vivimos, mal que nos pese, inmersos en una historia de la inmediatez, del presente continuo, que hace desconsideremos el pasado y al mismo tiempo, dejemos de prestar escucha crítica al presente, al abstraernos de toda profundidad analítica y vivir “a pleno”, pero desde una plenitud por otros fabricada para que consumamos y nos hundamos en la mar de la nada.
Que se nos tilde de escépticos por tal pensar puede ser o conllevar certezas pero, convengamos en algo, por favor: vivir la vida se vive desde la conciencia plena y actuante desde el ejercicio de una libertad responsable.
Luego, “seguir” la vida, se la sigue desde la aquiescencia impasible de un individuo que ha negado a hallar su autoconciencia, al preferir depositar su cuota parte de responsabilidad en otro, sea individuo, partido o credo, perdiendo por sí y ante sí la posibilidad sublime de vivir la vida a cara descubierta, desde una responsabilidad dadora de sentido y trascendencia.
Vida ésta que, ciertamente, no lo inhibe de ser dichoso y de tener momentos de felicidad, siempre que sepa levantarse del fango en el que solemos caer los mortales, no pocas veces, ante avatares grandes o pequeños pero que nos conmueven, y cómo, a lo largo de la vida.
En última instancia, intentemos coincidir en esto: lo grandioso del ser humano es el poder levantarse y redimirse o, como bien nos enseñara el Maestro Rodó: Reformarse es vivir. Es decir, regenerarse es, a nuestro entender, una posibilidad cotidiana.
Con este talante, destaquemos, muy brevemente como antes expresáramos, cuestiones que hoy por hoy – tomando por tal el año 2015 – nos conmueven y que nos conmoverán en los próximos 20 a 30 años, seguramente:
A. Choque de fanatismos
Como bien se ha dicho, más que un choque de civilizaciones, o de culturas, parece haber un choque de fanatismos, de extremos en pugna por todo o por nada. Enfrentamientos que las más de las veces se nutren del odio, retroalimentado por intereses subalternos a ambos lados que dejan en el medio como víctimas a la población civil en vastas zonas del mundo.
B. Plutocracia vs. democracia
En no pocos países, entre los cuales se encuentran varios de los centrales, la plutocracia avanza inexorablemente. Y hay claros y variados ejemplos, por ejemplo en nuestro continente americano, desde el Norte hasta el Sur.
En uno de éstos, la clase empresarial utiliza un mercadeo políticos con dos Partidos que son expresiones del mismo establishment, por ejemplo. Pero, ¡atención! Que también hay países muy próximos a nosotros que, inmersos en una espiral populista, han preferido, desde sus élites gobernantes, pasar a detentar el poder – dije bien, detentar, pues el ostentar es cosa seria y sujeta a Derecho, en tanto que el detentar pasa a ser cuando las formalidades democráticas republicanas se convierten en meras escenografías para que aquellas élites se perpetúen en el poder.
Y aquí también se emparente la corrupción que está presente en democracias que perviven como meras escenografías a lo largo y ancho del mundo, imperialistas y no imperialistas, de derechas y supuestas izquierdas, progresistas o populistas.
Esa otra versión de un fascismo light que tiende a crecer toda vez que los parias del mundo, aquellos que tienen el 1 por ciento de sus riquezas, se han emancipado de los lugares que los vieron nacer y sólo guardan relación con sus pares, al tiempo que desde el manejo de sus conglomerados empresariales hacen uso y abuso del poder fáctico que poseen.
C. Ascenso del Narco, declive del Estado
¿Quién se considera libre de esta repugnante e indeseable realidad en tantas partes del mundo, comenzando por el Norte consumista pero sin rehuir nuestro Sur productor?
¿Quién, honestamente, está interesado en la erradicación de tan nociva producción y tráfico, al tiempo que dar basamentos mejores y más sólidos, por heterogéneos y participativos al Estado de Derecho?
¿Cómo alguien puede considerar siquiera viable cualquier tipo de solución si no lleva consigo el involucramiento de todos nosotros, esto es, Sociedad y Gobierno de cada Estado-Nación?
Hay, lo sabemos, Estados que si no lo son ya, van camino de ser los llamados Estados Fallidos.
Naciones en las que las mafias (cuando hay una organización que coordine y estructure el poder y la circulación de sus flujos) o las jaurías enfrentadas por la carroña (cuando hay un desgobierno del Estado y el imperio de la brutalidad subterránea corroe a aquel y siembra el miedo en su sociedad), van marcando la queda del Estado de Derecho en varias zonas de nuestro mundo.
D. Las guerras sin fin
Ya no se pelea ni para ganar ni para celebrar, se pelea porque hay que “estar”. Hay que marcar presencia y salir. Qué extraña paradoja para quienes nos ocupa el estudio de la filosofía, ¿verdad?
En este ítem, por ahora queremos dejar asentados dos conceptos a los que luego, en sucesivas entregas, atenderemos particularmente: Conflicto Persistente y Compromiso Persistente (Persistent Conflict y Persistent Engagement, en su versión original):
Recordamos, en todo caso, al montañés Martin Heidegger, cuando elaborara sus “caminos de bosque”, esos caminos que el leñador abre en y a través de la espesura, no para cruzarla sino para llegar a un punto determinado y de ahí regresar a la primera abertura.
Los actuales caminos de bosque que se abren en la espesura de las miserias humanas son los del horror y de la enajenación.
Caminos que se abren, día tras día, en todas partes del mundo, sin que haya que llegar a atravesar la espesura – léase, a obtener una victoria concluyente – sino y apenas a apagar o encender fuegos fatuos, mientras lo humano se va alejando, cual capas de tinta, del tótem que una vez pretendió ser el hombre para el otro hombre.
Como toda miseria humana, sus lecturas no son simplistas y sí harto elaboradas pues comprenden tanto a luchas abiertas como encubiertas y de variada naturaleza. Así como también deben ser tratadas las contiendas por el poder o por la apariencia de ostentar un poder que, las más de las veces, se escurre de las manos cual puñado de arena.
O sea, es fácil criticar, culpar, denostar. Lo difícil es analizar y proyectar visiones que aunque presentes varias vertientes permitan componer un cuadro de situación lo más creíble posible. Lo intentaremos.
E. ¿Libertad de expresión?
¿Cómo establecer el límite entre la libertad responsable y la libertad de expresión o, tratemos de ser más claros, cómo apreciar el límite entre la libertad y su intento de apropiación para insultar, denigrar, ofender, herir, denostar al otro, al disidente, al diferente, al extranjero?
¿Qué es lo ético en el periodismo desplegado por el periódico francés Charlie Hebdo? ¿Su más que probada xenofobia? ¿El sonado caso de antisemitismo por el que tuvo, Justicia francesa mediante, que demitir a un periodista por su ataque al hijo del señor Sarkozy?
Lógicamente que la acción asesina de fanáticos de turno no halla justificación alguna. Por supuesto que no, pero meramente queremos poner de manifiesto que para que la libertad viva y se expanda, hay que ejercerla responsablemente y no como una atmósfera en y desde la cual todo esté permitido en aras de “su defensa a ultranza”.
La miseria del mundo
De regreso a lo que dijéramos al inicio de esta nota, hay que tener en cuenta las miserias del mundo, tanto como las pequeñas miserias que circundan nuestra circunstancia de vida, para poder llegar a este una visión del mundo y de la realidad, lo más aproximada posible a su justa medida.
Así, estimamos, es que podremos ejercer, con propiedad, nunca exentos de error, una libertad tan responsable como digna. Esto es, una libertad que, tenga como primera filosofía, como primer leitmotiv la libertad del otro, del disidente.
Propugnamos un pensamiento disidente, luego despojado de todo dogma y así poder ejercer una ética de la responsabilidad, tan clara, como trascendente nos permita atender el aquí y ahora de nuestras singulares vidas, sin tener, necesariamente, que esperar a la vera del camino, la llegada del bus que nos lleve a ese otro lugar.
Quedar a la vera del camino en la inocua espera de algo que quizá nunca llegue es tanto como rehuir vivir nuestra vida de manera tan humana como dignamente merece ser vivida. Junto con el otro, siempre.-
Por: Héctor Valle
Historiador y geopolítico uruguayo
La ONDA digital Nº 704 (Síganos en Twitter y facebook)
[1] Bourdieu, Pierre, La miseria del mundo, Fondo de Cultura Económica, año 1999, Argentina, Pág. 10.
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