La recién finalizada VII Cumbre de las Américas, que transcurrió en Panamá durante los días 10 y 11 de abril, tuvo un curso contradictorio, jalonado por incidentes de diverso tipo dentro y fuera de la salas de sesiones, así como por intensos debates en varios planos. Sin embargo, podemos rescatar aspectos esencialmente positivos que la diferencian de las cumbres anteriores y que están marcando el cambio de época que vive hoy nuestra América Latina, como lo reiteró el presidente ecuatoriano Rafael Correa en su intervención en el cierre de la Cumbre de los Pueblos, paralela al cónclave oficial y culminada en la noche del sábado. El primero y fundamental de estos avances positivos es sin duda la presencia y activa participación de Cuba, radiada durante 53 años de este ámbito interamericano por decisión del imperio del norte.
Corrió mucha agua bajo los puentes desde que en enero de 1962, en San Rafael (próximo a Punta del Este), la delegación de Estados Unidos a la conferencia de cancilleres de la OEA comprara los votos de la dictadura de François Duvalier padre y algún otro para alcanzar los 2/3 requeridos para expulsar a Cuba del organismo. Unos meses antes (agosto de 1961) el Ché Guevara había pronunciado su histórico discurso en la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), en Punta del Este, mirando a la cara al delegado norteamericano Douglas Dillon y denunciando la fementida Alianza para el Progreso. Véase lo que son las vueltas de la historia. Ahora, en el Foro Social de la Cumbre de las Américas se presentó para participar Félix Rodríguez Mendigutía, un agente de la CIA directamente implicado en el asesinato del Ché, y también en la invasión de Playa Girón en 1961; y junto con él estaba el terrorista patentado Luis Posadas Carriles, organizador confeso de la voladura del avión de Cubana de Aviación en 1976 que causó la muerte de 73 personas, principalmente deportistas cubanos que regresaban de Venezuela a La Habana, con una escala en Jamaica. Estas presencias fueron denunciadas por la auténtica delegación de la sociedad civil cubana, que a su vez se encontró con trabas para participar en dicho foro. La hija del Ché repudió la presencia en la reunión de Panamá del asesino de su padre.
Justamente el presidente Raúl Castro aludió, en su intervención ante la Cumbre, a la inasistencia de Cuba en las reuniones anteriores del organismo (y por eso con sentido del humor reclamó un tiempo mayor al estipulado para su exposición, que le fue concedido por el presidente panameño Juan Carlos Varela). Esta exposición fue la más relevante de la Cumbre. Unida a su encuentro con el presidente Barack Obama, dejó claramente abierta la posibilidad de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países, objetivo de las negociaciones bilaterales emprendidas a partir del 17 de diciembre de 2014. También quedó planteado decididamente el reclamo de poner fin de una buena vez al bloqueo comercial, económico y financiero que mantiene Estados Unidos contra la isla desde hace más de medio siglo, reclamo apoyado con vigor por todas las delegaciones participantes, que reunían a los 35 países de la región, sin excepción, y casi todas por medio de sus jefes de estado o de gobierno.
Sobre estos temas, el presidente Barack Obama –que el viernes se dio un apretón de manos con Raúl Castro- señaló que “nunca antes las relaciones de Estados Unidos con América Latina fueron tan buenas”, que “los cambios de política hacia Cuba abren una nueva era en el hemisferio”, que “el hecho de que el presidente Castro y yo estemos sentados aquí es un hecho histórico” y que “ahora estamos en condiciones de avanzar hacia el futuro”. En este plano, añadió que “después de 50 años de políticas que han fracasado, era hora de intentar algo nuevo”. En su intervención leída ante la Cumbre señaló que el embargo comercial a Cuba debe ser resuelto en un proceso de negociación con Estados Unidos.
Veremos cómo y en qué plazos se resuelven los temas de la reanudación de relaciones y del bloqueo. Por ahora se está avanzando notoriamente en el tema del intercambio de viajeros, con muchos estadounidenses visitando la isla.
El otro gran tema de la Cumbre fue el relacionado con Venezuela, centrado en la inicua orden ejecutiva del presidente Obama que declara al país bolivariano como “una amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”. Las declaraciones de todos los participantes en la reunión contra la orden ejecutiva de Obama fueron categóricas, y exigieron sin vueltas su derogación inmediata. El reclamo formulado en los términos de: “Obama, deroga el decreto YA!” reunió 10 millones 400 mil firmas en Venezuela, y más de 13 millones sumando las colectadas en otros países (estos eran los datos al final de la reunión). El pronunciamiento de la Cumbre estuvo a tono con las resoluciones adoptadas en forma unánime por los organismos continentales como la Unasur, la Celac y el Alba, así como entidades internacionales de sólido prestigio y millones de adherentes, tales como el Consejo Mundial por la Paz, el Movimiento de los Países No Alineados (Mnoal), la Federación Mundial de Juventudes Democráticas, la Federación Sindical Mundial, la Federación Internacional de Mujeres, la Organización Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (Oclae).
La decisión de la Cumbre, que reiteró además el concepto de que “Venezuela no es una amenaza, es una esperanza” contribuye sin duda a impulsar la iniciativa del Consejo Mundial por la Paz de proclamar el próximo domingo 19 de abril como “Día de acción mundial de solidaridad con el pueblo de Venezuela”, reclamando tanto el levantamiento de la orden ejecutiva de Obama como de las sanciones contra Venezuela. Sobre este tema, Obama debió escuchar durante la Cumbre intervenciones muy enérgicas de varios mandatarios, entre las que destacamos las de Rafael Correa y Evo Morales. El ecuatoriano instó a Obama a que analice “la respuesta que ha dado la región” y enfatizó: “Nuestros pueblos nunca más aceptarán la tutela, la injerencia ni la intervención de los Estados Unidos”, agregando que a pesar del cambio de época en América Latina, EEUU prosigue con “criminales intervencionismos”. Evo Morales le reclamó a Obama “dejar de convertir al mundo en un campo de batalla”, y afirmó que “la humanidad no quiere la guerra”. Cristina Fernández aludió a la modalidad de los “golpes suaves”. Obama prometió en su discurso que las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica van a mejorar en el futuro.
Otro tema que adquirió relieve en la Cumbre fue el de las negociaciones por la paz en Colombia llevadas adelante por el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP, así como su extensión al ELN, lo que también fue objeto de un apoyo generalizado, con la esperanza de una rápida concreción.
En el mismo orden, y con el máximo grado de amplitud, se reiteraron las decisiones ya adoptadas por organismos continentales como la Celac, de afirmar a la América Latina y caribeña como una zona de paz, declaración trascendente en el cuadro de la actual situación internacional. Solamente nuestra América Latina reviste hoy esta condición.
Si la Cumbre de Panamá no culminó con una declaración final, fue debido a la oposición de Estados Unidos (y de Canadá), debido al tema de Venezuela. Pero en la reunión quedó plasmada la unidad esencial de las naciones latinoamericanas y caribeñas, que se expresó en particular en la Cumbre de los Pueblos, y que abre perspectivas alentadoras para el futuro en la nueva OEA que a partir del próximo mes de mayo estará conducida por el ex canciller uruguayo Luis Almagro, presente en Panamá junto con el secretario general saliente, José Miguel Insulza.
En su intervención en nombre de Uruguay, el presidente Tabaré Vázquez saludó la presencia de Cuba en la Cumbre “de la que nunca debió estar ausente”. En ese sentido, señaló que esta VII Cumbre es en realidad la primera que comprende al sistema interamericano en su conjunto. Dijo que el proceso de diálogo y negociaciones entre Cuba y EEUU “abren un promisorio pero exigente panorama para ambos y para el sistema interamericano en su conjunto”. Expresó también su apoyo al proceso de paz en Colombia, “con confianza por la madurez con que las contrapartes lo han encarado”. En ambos casos ofreció la colaboración de Uruguay Sobre Venezuela, rechazó el decreto ejecutivo del gobierno de EEUU del 9 de marzo y reafirmó su compromiso con la plena vigencia del derecho internacional, la solución pacífica de las controversias y el principio de no intervención. Formuló un llamado a los integrantes de “nuestro querido pueblo hermano venezolano a dialogar entre ellos en un marco de respeto recíproco y acatamiento unánime no sólo del orden institucional sino de la resolución libre y democrática tomada en su momento por el pueblo venezolano, el acatamiento al estado de derecho y los derechos humanos”. Dijo también que el escenario continental ha cambiado felizmente, que se han multiplicado las instancias de concertación e integración, y expresó por último que la designación como secretario general de la OEA del ex canciller uruguayo Luis Almagro implica un reconocimiento a la política exterior de Uruguay y su apego al derecho internacional.
La exposición de Raúl Castro
Nos parece importante reseñar lo esencial del discurso pronunciado por Raúl Castro en la Cumbre, porque en cierto modo dio la tónica del encuentro, como decíamos. Hemos podido seguirlo de principio a fin gracias a Telesur, que realizó una cobertura exhaustiva de la Cumbre. El presidente cubano empezó recordando la creación de la Celac el 2 y 3 de diciembre de 2011 en Caracas, que inauguró una nueva etapa en la historia de Nuestra América e hizo patente su derecho a vivir en paz y a trazarse sus caminos propios de desarrollo e integración. Se remontó en ese sentido al ideal de Simón Bolívar de crear una “gran Patria Americana”, que inspiró las epopeyas independentistas. En contraposición, mencionó la Doctrina del Destino Manifiesto de EEUU y sus guerras de conquista e intervenciones al sur del Río Bravo, contra lo cual se levantó José Martí, organizador de la “guerra necesaria” y fundador del Partido Revolucionario Cubano con la finalidad de “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”. Historió luego la Doctrina Monroe, la Enmienda Platt impuesta a Cuba (con la base de Guantánamo incluida), la serie de intervenciones del imperialismo yanqui en América Latina para derrocar gobiernos democráticos e instalar sangrientas dictaduras en 20 países, 12 de ellas en forma simultánea. Llega así al golpe contra el gobierno de Salvador Allende, “que nos legó un ejemplo imperecedero”, luego al golpe contra Chávez en 2002 y al paro petrolero en Venezuela.
En ese cuadro, ubica a la revolución cubana del 1º de enero de 1959, las agresiones incesantes del imperio contra la misma, incluida la invasión de Playa Girón y el bloqueo comercial, económico y financiero, aclarando que el 77% de la población cubana actual vive bajo los rigores engendrados por dicho bloqueo. Se refiere luego al intento (fracasado) de imponer el ALCA y a la creación del ALBA.
Sobre esta base, se refiere a los actuales diálogos con Obama en términos que reproducimos textualmente:
“Hemos expresado y le reitero ahora al Presidente Barack Obama nuestra disposición al diálogo respetuoso y a la convivencia civilizada entre ambos Estados dentro de nuestras profundas diferencias”.
“Aprecio como un paso positivo su reciente declaración de que decidirá rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista de países patrocinadores del terrorismo en la que nunca debió estar”.
“Hasta hoy, el bloqueo económico, comercial y financiero se aplica en toda su intensidad contra la isla, provoca daños y carencias al pueblo y es el obstáculo esencial al desarrollo de nuestra economía. Constituye una violación del Derecho Internacional y su alcance extraterritorial afecta los intereses de todos los Estados”.
“Hemos expresado públicamente al Presidente Obama, quien también nació bajo la política de bloqueo a Cuba y al ser electo la heredó de 10 Presidentes, nuestro reconocimiento por su valiente decisión de involucrarse en un debate con el Congreso de su país para ponerle fin”.
“Este y otros elementos deberán ser resueltos en el proceso hacia la futura normalización de las relaciones bilaterales”.
“Estamos dispuestos a discutirlo todo. Debemos ser muy pacientes. El presidente Obama es un hombre honesto”.
Agrega que, por su parte, Cuba seguirá enfrascada en el proceso de actualización de su modelo económico con el objetivo de perfeccionar el socialismo, avanzar hacia el desarrollo y consolidar los logros de una revolución que se ha propuesto “conquistar toda la justicia”.
Como no podía ser de otra manera, Raúl Castro expresa su apoyo a Venezuela, dice que no es ni puede ser una amenaza a la seguridad nacional de una superpotencia como los Estados Unidos y que “es positivo que el Presidente norteamericano lo haya reconocido”. También reitera su “invariable apoyo al pueblo de Puerto Rico en su empeño por alcanzar la autodeterminación e independencia” y al proceso de paz en Colombia, así como su disposición a multiplicar la ayuda a Haití. Se refiere al problema de la paz mundial, y enfatiza la importancia de la aprobación en enero de 2014, en la II Cumbre de la CELAC efectuada en La Habana, de la proclamación de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Destaca asimismo los avances en el proceso de integración de la América Latina y caribeña, aboga por la cooperación para enfrentar los problemas del cambio climático. Y culmina reseñando la colaboración brindada por Cuba a diversos países en distintas esferas. “En la actualidad -informa- 65 mil cooperantes cubanos laboran en 89 países, sobre todo en las esferas de la medicina y la educación. Se han graduado en nuestra isla 68 mil profesionales y técnicos, de ellos, 30 mil de la salud, de 157 países. En conclusión se pregunta: “Si con muy escasos recursos, Cuba ha podido, ¿qué no podría hacer el hemisferio con la voluntad política de aunar esfuerzos para contribuir con los países más necesitados?”.
Por Niko Schvarz
Periodista y escritor
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