La des-concertación es grande. Un día creyeron que juntos, así como pusieron a Batlle (Jorge) en el gobierno nacional iban a convencer a la ciudadanía montevideana de votar su conglomerado de nombres. Sin otro proyecto en común más que el juego de suma cero: sacar del gobierno al FA. Ese es el proyecto, no hay otro.
Esas cúpulas partidarias, sin programa común, creyeron que podían juntar a las huestes revolucionarias de Aparicio, orejanas, firmes luchadoras contra el arremetimiento cupular, con el batllismo estatista de avanzada social. Al progresismo wilsonista, defensor histórico de los derechos humanos y firme opositor al plebiscito para bajar la edad de imputabilidad con la prédica cuasi militarista de Bordaberry y los suyos.
Juntar todo eso y además sumarle su propio espejo. Le sumaron al empresario, al candidato de la desideologización. Sí, no es joda: los dos partidos históricos más viejos del continente se convocaron a desideologizarse.
(Por un momento imagino a Wilson en la Cámara contestando a Novick con firmeza, con toda su fuerza oratoria, defendiendo los partidos políticos… se me eriza la piel. De emoción. Lo aplaudiría con tantas ganas. Esas cosas que la historia no me va a permitir materialmente, pero que podemos imaginarlo. Ud. Yo. Cualquiera que haya conocido o recuerde a Wilson. Y si no: investigue un poco).
Esa cúpula se olvidó de la gente. Se olvidó de su historia. Sigue Batlle corriendo por las venas de nuestro pueblo y olvidaron que los colorados batllistas siguen creyendo en un Estado que proteja a los más débiles. Se olvidaron de Wilson… y qué triste un “Garcé Intendente” sobre su tumba y sin la convocatoria a su familia en fecha de su partida.
Que grande nuestra historia. Que grande nuestra gente, ese pueblo que sabe que los partidos son los intermediarios históricos. Que busca representarse allí donde encuentra sus ideas plasmarse con seriedad, con arrojo. Con errores pero con convicción. Los uruguayos preferimos saber de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Seregni hablaba de dos grandes bloques ideológicos. Estamos viviendo esa mañana siguiente, ese punto de inflexión en la historia que marcó nuestro General del Pueblo. Él murió convencido que más temprano que tarde Uruguay tendría dos bloques ideológicos. Con su capacidad prospectiva, con su mirada de largo aliento lo predicaba hace mucho.
Nunca pensamos, quizás él sí, pero ya no lo tenemos para consultarle, que serían las cúpulas blancas y coloradas las que terminarían de dar ese paso por hambre de poder. Las que finalmente retiraran el manto de la realidad política del país de los últimos años. Los que rescindieran contrato de ideas con sus propios seguidores históricos.
El espejo terminará de mostrarles la realidad debajo del manto. Y tendrá sentido. Teórico y práctico. Lógico y político. Una creación desde el marketing, desde la lógica de la competencia de mercado solo puede expulsar a los históricos seguidores de sus ideas a donde ellas vivan, y lo que es peor, solo puede consolidar al frente de ese «partido» creado por fuera de las ideas, por fuera de la consolidada partidocracia uruguaya a un empresario. Tetra pack amigable de varias cepas colocado en estante del supermercado: tiene sentido. Lo digo con dolor. Como ciudadano comprometido con los partidos y las ideas, como cientista social, como amante de nuestra más noble historia política.
Quiero sindicatos fuertes con líderes fuertes. Quiero partidos con militantes, cargados de ideas e ideologías, aunque no sean la mía.
A ellos. A ellas. A ciudadanos y ciudadanas les estamos mostrando la realidad. Con dureza. Con frialdad. Hay dos proyectos de país. El superficial, el producto de marketing que va a terminar liderando Novick. Y el que con aciertos y errores, prefiere errar con la gente que acertar en solitario. El que mantiene las puertas abiertas a todos los uruguayos y uruguayas dispuestas a un proyecto colectivo.
Y sí, tampoco será fácil para la izquierda. Sabemos que deberemos seguir en el camino de zurcir acuerdos en las diferencias, que ampliar la base de sustentación del proyecto implicará alegrías y molestias. Que las puertas abiertas llenan el baile y habrá que buscar pareja y acomodar el salón. Pero estamos dispuestos a hacerlo. A que el gran abanico de la izquierda uruguaya este cada vez más consolidado.
Eso sí, no será para la foto, seguirá siendo una construcción colectiva, será por el país, por el Pepe Batlle, por Wilson, por Seregni, por nuestra historia y por responsabilidad ética y política con el futuro de todos y todas.
Christian Di Candia
Coordinador de Comisiones de la Junta Departamental de Montevideo. Tercer suplente de Daniel Martínez en la candidatura por la Intendencia de Montevideo.
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