Resultado incierto | Aquella amenaza de 2014

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Estados Unidos amenazaba con severas represalias, sugeridas pero no especificadas a Rusia. Vladimir Putin había recuperado Crimea con sus fuerzas armadas y apoyando a los movimientos separatistas de las regiones del este de Ucrania con armamento y personal armado sin el uniforme del ejército ruso. Las amenazas de Estados Unidos, acompañadas por voceros de la Unión Europea se repitieron una y otra vez. El presidente ucraniano Poroshenko, había logrado llegar a la presidencia, tras la asonada de grupos armados fascistas y apoyados en manifestaciones en Kiev por personalidades gubernativas occidentales, provocando la renuncia de Yanukovich. Poroshenko viajó a Estados Unidos y pidió ayuda militar que este nunca le suministró, en las dimensiones pretendidas.

Putin salió victorioso en su arriesgada movida. Habían destituido a su aliado Yanukovich; pero recuperó Crimea (que siempre fue rusa) y dejó a Ucrania en una situación práctica de casi una guerra de secesión. Se recuerda esta movida de Putin como el paso que consolidó el regreso de Rusia a los primeros planos de la geopolítica mundial. Hoy Rusia acumula un inmenso poder bélico en la frontera con Ucrania, obsesionada por impedir el emplazamiento de plataformas lanzamisiles capaces de llegar en pocos minutos a Moscú. El corrimiento de la línea capaz de lanzar misiles de la OTAN desde territorios próximos a su frontera oeste es la denominada “línea roja”que Putin desea impedir. Y fue el origen de las acciones que determinaron su victoria geopolítica de hace siete años aproximadamente.

Ahora Joseph Biden, en una cadena de desaciertos comunicacionales, advirtió “enérgicamente” que tomarían el camino de las represalias anunciadas entonces. No hace mucho cometió el error de amenazar con responder con todo su poderío si China ocupaba Taiwán. Omitiendo que la ayuda estaba condicionada al mantenimiento del “status” de territorio autónomo de la isla y que Xi Jingping amenazó con la ocupación si la presidenta declaraba la independencia, tal como fuera corregido por la Casa Blanca poco después. Hoy Estados Unidos parece haber logrado más apoyo en Europa. El espanto al desencadenamiento de un conflicto bélico en el territorio europeo, que se salga de Ucrania, ha generado respuestas más cercanas a las amenazas de Biden. Pero tanto el nuevo gobierno alemán como Emmanuel Macron han aclarado que no aceptarán negociaciones sin su participación. Olaf Scholz lo ha advertido públicamente y las obras del gasoducto del Mar Báltico están prácticamente culminadas. Cualquiera de las sanciones supuestas deben contar con la participación europea para concretarse.

Rusia ha entregado dos “documentos“ en los cuales exigiría el no emplazamiento de amenaza alguna para Moscú desde Ucrania y otros países fronterizos. A Europa se le plantea una exigencia extrema ya que tendría que aceptar vetos a despliegues de armamentos en territorios de países miembros de la OTAN. Putin y Xi Jinping realizaron recientemente una conferencia. El significado claro es de reafirmación de su alianza estratégica. China respaldó los reclamos rusos y su posición de no sufrir amenazas a su seguridad. Las posibilidades de un conflicto bélico en el escenario europeo y un eventual conflicto en paralelo en el Mar de la China por Taiwan, hacen difícil imaginar cómo se podrían mantener limitados sin que la confrontación se torne global.

Europa ha tenido suficiente en materia de guerras en su territorio. No aparece nada sencillo que las opiniones ciudadanas apoyen una confrontación en la cual serán las primeras víctimas y con el temor agregado de una escalada nuclear. Hoy, el panorama de las tensiones es máximo. El problema es interpretar que significado tiene hablar de adoptar sanciones que se anunciaron y no se tomaron hace siete años. ¿Putin se envalentona y arriesga demasiado con el gigantesco despliegue en la frontera con Ucrania? ¿Biden puede exponer a su país a otra humillación después de Afganistán?

¿Alemania y Francia se dejarán arrastrar a una conflagracion que tendrá a sus territorios como escenario principal desde el inicio? ¿Buscarán terciar y propondrán una salida negociada aceptable? ¿China moverá piezas en su decisión de actuar sobre Taiwán aprovechando la complejísima situación en torno a Ucrania? Todo hace pensar que el mundo en tensión, viviendo su transición hegemónica de resultado incierto, vive su momento de mayor peligro desde la crisis de los misiles del siglo XX.

 

Por Carlos Pita
Fue embajador de la República en Chile, España y Estados Unidos

 

 

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