Una historia de Cerrillos (Canelones)

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Ese saber esperar su oportunidad es “porque las muestras son muy importantes; son la posibilidad de resignificar nuestra historia, de ponernos en el centro. Porque eso que mostramos se hizo por nosotros. Y los juguetes y las cartas son para niños y por algo que pasó en la niñez. Uno llega con juguetes de otro, de algo que pasó en la niñez, porque son juguetes de niños. Pero cuesta, porque a uno le regalan un juguete en la niñez, o hay un novio que te regala un osito. Pero de ahí en más nadie te va a regalar nada. Eso también tiene que ver: es trasladar a nosotros, como niños lo que recibíamos, también cartas, porque nos dimos cuenta que algunos no tenían un objeto, ¿no? O cartas, o dibujos o lo que sea ,y es también una manera de mostrar esa niñez esa que tuvimos pero también de algo… amoroso. Porque tiene que ver con el amor. Eso es lo que aprendíamos siempre en Memoria y Libertad, ese amor; es lo que tratamos siempre en Memoria y Libertad, de hablar de amor, no de lo que sufrimos”.

En Los Cerrillos le hablé a una chica que me dijo que tenía 29 años, y que había ido solo por la música, pero que quedó impactada por lo que escuchó. Se los comenté a los organizadores. “Sí, a veces nos pasa que no se puede hablar siquiera con ellos… porque quedan muy impactados. Esto es sobre todo en chicos del interior, que no tienen idea de las cosas que han pasado; gente de los departamentos, gente que ni siquiera entra (a la muestra). Yo creo que tiene que ver con el silencio que hay en el interior; el desconocimiento que tienen todavía de las cosas que han pasado, o que no quieren oir. Pero también me ha pasado de gente en el interior del país que agradece, porque no tenían conocimiento de lo que pasaba. Es muy fuerte en el interior: gente que no quiere hablar, que no hablan. Nadie habla; es muy fuerte”.

“Y con respecto a los chiquilines, se impactan más y por eso ninguno de ellos habla –explica Rodolfo Lolo Pérez, coorganizador de ésta y otras movidas en el pueblo. Es una gran sorpresa para los chiquilines. A veces vienen acompañados de un docente, porque tienen que dar alguna materia concreta sobre el pasado reciente; entonces vienen con preguntas elaboradas, concretas y está bueno porque están hablando con alguien involucrado en esa historia que están estudiando. Como si nosotros estuviéramos hablando con alguien de otra generación que estuvo en la guerra. Y la muestra es eso también, de hacer vos también un proceso; somos la última generación viva.”

La muestra en Los Cerrillos, dos semanas de octubre 2021, fue para los locales un jalón importante en un proceso de acumulación de fuerzas de la sociedad civil, que seguirá, y es una parábola del proceso de cambios posibles. Y después de la muestra, alguien del colectivo de Memoria en Libertad que fue a todas las muestras hechas, califica esta experiencia como la más cálida de todas. La invitación de los vecinos agrupados en “Unidos por la memoria” a Memoria en Libertad se hizo ante un abanico de posibilidades con que la dirección de derechos humanos de la Intendencia respondió al pedido del pueblo; hubo un no sé qué en el planteo de trabajo de Memoria que los cautivó. En verdad se sabe qué: cuando les explicaron, “yo dije pah!, que bueno esto, pensé y le dije a los chiquilines. Todos dijeron ‘bo, vamos a hacerlo,vamos a preguntar. A estos les robaron la infancia. La primera impresión que me surgió a mí es “bo, esto son todos adolescentes que sufrieron cosas, y eso que no tienen nada que ver con la guerrilla, ni con la huelga general, ni con nada; son chiquilines que están trabajando para que les reconozcan determinadas cosas; yo me los imaginé chiquilines, sabes?”

Los Cerrillos es un pueblo rural de 26.000 hectáreas, con menos de 8.000 habitantes y solo 15% de ellos en la ciudad. Una presencia importante es Campo Militar, con 400 habitantes y que exuda una fuerte impronta ideológica sobre la zona. No tanto como antes, dicen los locales, pero esto se suma a rasgos propios del interior uruguayo. “Es un pueblo con una huella muy especial, que está muy arraigada a tradiciones y a lo militar. Todo eso conlleva una carga política, una concepción social de vida, una forma de encarar la sociedad, que no es un ambiente propicio para desarrollar una actividad de este tipo como la que nosotros estamos llevando adelante”, describe uno de sus promotores, Rodolfo Lolo Pérez.

Unos ocho años atrás –gobierno del Frente Amplio– no tuvieron eco de las autoridades locales para hacer una actividad con Sara Méndez; no nos prestaron la Casa de la Cultura. Esto, en el contexto de “tradiciones que se remontan al siglo XIX: “El gauchismo, lo que es la vida rural, y lo que implica. Bueno, hoy se le llamaría patriarcado. En definitiva, el hombre de campo muy fuertemente vinculado al animal y al trabajo rural. Lo que conlleva a concesiones a su vez políticas, sobre la apropiación, la propiedad privada, acompañada de un anticomunismo, un anti izquierda muy fuerte. Esto ha ido cambiando poco a poco y hoy en día y después de 10 años, el municipio de Cerrillos lo ganó la izquierda, el FA”.

Lo que presuntamente hubiera pasado si igual hacían el acto con Sara Méndez pero en la plaza pública, asegura Lalo, “yo se lo relato así y me la juego y no me equivoco. Hubiese venido algún funcionario de la intendencia a decirnos que el concejo municipal no había autorizado esa movida, pero que bueno, que como ya estaba, la siguiéramos, pero que en otra oportunidad teníamos que solicitar el permiso,. No creo que nos fueran a decir que teníamos que sacar las
cosas, porque a ese grado no se llega”. Lo cual refiere al manejo de diferencias en esa sociedad.

El nuevo clima político y social en gestación llevó a que un par de años de las elecciones (que se perdieron, pese a ese clima creciente), por 2016, un grupo de vecinos sensibles al tema de derechos humanos se nuclearan con el nombre Cabildo, “aunque ahora les pesa un poco el nombre, y que están haciendo cosas muy interesantes”. Avanzando más en el buen clima, el 27 de junio de 2021 surgió Unidos por la memoria, bautismo que implica un compromiso, como se verá, y que fue quien invitó a la muestra. Esta vez se hizo la presentación en la plaza, y quien fue un puntal para que esto sucediera fue el nuevo alcalde, Rodrigo Roncio, “que es muy querido en el pueblo, es muy amigo nuestro y que además profesa nuestro sentir con respecto al tema derechos humanos; tiene una sensibilidad igual a la nuestra”. Y a la plaza no fue solo él, sino también concejales, lo que es bueno: “Como que uno se siente que lo que está haciendo
tiene un poco de respaldo institucional que a veces necesitábamos; estábamos muy solos, y no encontrábamos eco”.

Si se pregunta qué pasó en la última década para que comenzara a cambiar la cosa, la respuesta se afinca en la potencia de la sociedad civil más que en el resultado electoral . “Cambió de color político, no quiere decir que haya cambiado la mentalidad. ¿Me explico?”. La mentalidad va cambiando con trabajos como los de Cabildo, desde la cultura y desde la ecología. Recolectan plásticos, los venden y con el producido compran juguetes para repartir. En la pandemia trabajaron con canastas familiares, y juntaron firmas y gente para armar ollas populares, y también atendieron el abrigo con una campaña contra el frío, explican. Es más. Recuperaron la vieja tradición de Las Cerrilladas, grupos de liceales formados para competir entre ellos en distintos lances, y además bailes, música, obras de teatro armadas por vecinos, búsqueda del tesoro y más. Se lo llamó El Progresivo, porque los puntos se van sumando, y la tradición es que ocupe casi todo diciembre.

“Se formaban grupos con propuestas, con consignas; se armaban equipo de distintos colores, el rojo, el azul, el amarillo, el verde. Yo integraba el amarillo y nos llamábamos “Los nonos baby” porque la mayoría éramos todos abuelos, entonces era los abuelos con los niños, Los nonos baby le pusieron al grupo; era comiquisimo y nos re divertimos. Nos juntamos vecinos de toda la vida a hacer cosas que podían ser obras de teatro muy básicas, pero nosotros nos divertiamos. Se montaba un escenario en la plaza y venían artistas, conocidos o no, cantautores, y además de los del pueblo venía gente de afuera, gente de la cumbia, del rock, del folclore. Se hacía un desfile grande alrededor de la plaza y se armaba un espectáculo con mil personas en la plaza.” Mismo en la ciudad se estima que viven dos mil personas, y el padrón electoral es de 6.600. Todas estas actividades, solidarias y de integración social, son hilos invisibles que unen a la gente y predisponer a enredarse con otros hilos de otras sociedades.

Un paso importante para el cambio social y cultural fue en 2006, cuando la Intendencia pasó a ser ocupada por Marcos Carámbula y se definieron nuevas políticas hacia los territorios del departamento. “Hay que reconocer que esas políticas han sido verdaderos motivadores. Las Casa de la Cultura se transformaron en centros sociales muy fuertes, donde la gente aprende muchas cosas, propuestas nuevas y en horarios mejores. Se transformó todo. Recuerdo que la Casa de la Cultura era para personas que estaban jubiladas o que no trabajaban, por sus horarios. Ahora tenés horarios más extendidos, profesores de otras materias, talleres de violín y de danza contemporánea, y no solo de pericón. Se abrió un poco más, y eso empezó a cambiar poco a poco la forma de ver las cosas. Cuando yo te decía que en realidad está cambiando ahora, es porque el trabajo se hace desde el municipio. Es un municipio en el cual nosotros participamos, a veces en forma directa y otras veces a través de la sociedad civil. Es una cosa muy importante que el municipio haya hecho ver a la población que había otra forma de administrar y de gobernar territorio, pero no solo lo ve la población; hasta los empleados y los funcionarios del municipio empezaron a ver que hay otra concepción y otra forma de ver las cosas.”

Fue así que en la marcha del 20 de mayo de 2021 que hacen en el pueblo, los vecinos se sienten con fuerza para concretar al toque una vieja iniciativa en la siguiente fecha a no olvidar, el 27 de junio: hacer un memorial a los desaparecidos y recoger testimonios de cómo afectó al pueblo el terrorismo de Estado. La iniciativa había nacido bastante tiempo antes, a principios de los '90, cuando Lolo y su esposa llegaban a pueblo de visita –se mudarían recién en 1996–, y fue madurando y consolidándose. Nace la idea –y esto es significativo– de un comentario en la peluquería sobre alguien que está mal, porque desapareció un miembro de la familia. “Ahí me cuentan”, y el desaparecido es Roberto Castro Pintos, que fue detenido-desaparecido en Buenos Aires en diciembre de 1975. Hay muchas charlas de cocina con los familiares, seguidas por otras del mismo tenor con familiares del cerrillense secuestrado y desaparecido. Pero los vecinos decían que no era un detenido desaparecido.

Con su experiencia sindical en OSE, incluyendo la visión cercana que puede tener un activista sobre el terrorismo de Estado, Lolo Pérez quedó impactado: “¡Cómo no se reconoce esto públicamente! Me quedé impresionado”. Y su mujer Gabriela Bovio, de la familia de los fundadores del pueblo, me dijo “No, hay muchas historias para atrás que no se hablan; no está claro cómo es la cosa'”. Y resalta el tiempo presente que usa; no es que 'la cosa haya sido'. “Nosotros teníamos amigos que habían sido militantes de FA en la década del 70, y les preguntamos –cuenta Lolo Pérez, con tono de desconcierto. Y esos vecinos me dijeron que Roberto Castro no era un desaparecido, y no está claro cómo desapareció, pero ellos no lo interpretaban así. Porque Roberto Castro no tuvo militancia política; el hermano sí pero él no. Después con los años resultó que Roberto Castro fue reconocido por la Comisión de derechos humanos y todo lo demás como desaparecido. Entonces, ¿cómo que no tomaste el recaudo, aunque sea, de dudar de eso? Y ahora los años demuestran lo contrario; estabas muy equivocado. Y eso sí me causó mucha impresión, porque nunca lo esperé de gente de izquierda”.

La pequeña historia da una idea de la mentalidad que había en el pueblo, que afirman que ahora estácambiando. “Ahora no creo que en el pueblo haya nadie –y que el que lo hace, lo hace de pícaro–, que pueda decir que en Cerrillos no pasó nada. Pero los cambios acá son lentos, y van a ir de a poco. Hay cosas que van cambiando ,y cosas que la gente va naturalizando. Y es verdad que, por ejemplo, tener un alcalde del FA es algo que hoy se ve natural, y que hace diez meses era impensado. Hay un cambio, pero también hay una importante generación de gurises jóvenes que están ayudando a esos cambios, porque si bien viene mucho cambio de afuera, de lo que es institucionalidad y todo lo demás desde las fuerzas políticas, si ese cambio no se produce en las nuevas generaciones, queda ahí”.

El cambio no se explica comparando una foto de 1996, cuando él se mudó al pueblo, con una actual, sino por factores subjetivos y objetivos, y cambio de generaciones, explican. “Yo creo que el cambio (definitivo) se va producir dentro de 25 años, cuando haya gente que ya no esté. Nuestra generación, que es la del medio, entre los viejos viejos que vivieron la dictadura dura dura, los que nacimos y somos hijos de ellos, que nos criamos en la dictadura y nuestros hijos que nacieron en libertad y que muchos de ellos no tienen la menor idea lo que significa eso. Ellos son los que van a generar el cambio de fondo; por su interés, por su curiosidad van a generar los cambios.”

Y lo primero que incidió en los cambios fue un nuevo enfoque. “Yo siempre les dije que hay que hacer algo por Roberto, que hay que poner una calle, una plazoleta”, cuenta Lolo Pérez. La familia era reacia, seguramente ante el dolor de la memoria, pero su sobrino Mariano participa en el grupo formado el 27 de julio, de acuerdo en los dos objetivos que son la razón de ser del grupo: hacer un memorial en el pueblo a Roberto Castro, y la reconstrucción del relato histórico de cómo se vivió en Cerrillos en tiempo de la dictadura. Pero Mariano no estaba de acuerdo con bautizarlo con el nombre de su tío sino con el de Unidos por la memoria, que se había manejado en charlas.

Quedó ese nombre y se sumó el imprescindible apoyo del consejo municipal, que lo resolvió sin votar. Estando conformado por tres miembros del oficialismo y dos de la oposición, esa decisión implica para Lolo “que lo que se propusieron los compañeros que asumieron la responsabilidad de llevar adelante la gobernabilidad del pueblo sentándose a trabajar en una mesa, está funcionando”. No solo se aprobó: el concejo incluyó en el presupuesto quinquenal la
construcción del memorial, “y nosotros estamos trabajando con la intendencia de Canelones para llevar adelante la creación de proyecto y destinar los dineros para la construcción del memorial”. La Intendencia les dió a elegir entre tres lugares y optaron por uno que incluye un paseo de diez cuadras con obstáculos al tránsito, que llamarán Sendero Educativo Varela, y están mirando bosquejos y meditando sobre el memorial, que se emplazará a mitad de camino,
frente al liceo y por lo tanto ante las nuevas generaciones. La condición que debe cumplir el memorial es que no pase desapercibido: “que te guste o no, pero que te pares a mirarlo”. Y fundamenta su opinión: “estas cosas no pueden pasar desapercibidas, estas cosas tienen que estar en la memoria de la gente, y la gente tiene que saber. Después, puede decidir si le gusta si no le gusta; puede tener su opinión, pero no puede tener una opinión si no conoce, ¿me
explico? Porque el conocimiento es la base de la libertad”.

Encarado eso, está poca gente (siempre son más los que adhieren que los que trabajan) está haciendo una suerte de censo de gente del pueblo que puede aportar su testimonio. Por ahora, los nombres vienen de a uno, pero son valiosos. “Tenemos una maestra jubilada, Eva Gonzales, que hablamos con ella y está dispuesta a darnos su testimonio”. Y a la luz de los testimonios recogidos de Memoria en Libertad, del deliberado acoso y humillación sufridos en la escuela por parte de algunas maestras, puede ser importante también por ese aspecto. Y la memoria de lo posible sigue: está Juana Aida “que era la señora de un militante de Aebu, un hombre comprometido; ella también comprometida y su hija igual. Es una mujer joven, tiene la edad de mi señora; fueron a la escuela juntas y eran re amigas. Y bueno, Juan José, un loco que fue perseguido y lo echaron del laburo; Miguel Pérez Coronel es un veterano al que también expulsaron del trabajo y fue perseguido. Están los Gallinal, que no hemos dado con ellos; pero tenemos que dar con esa gente porque es gente que perteneció al MLN y también estuvieron presos. Es decir, hay un montón de gente. uno de nuestros principales objetivos es el relato histórico. Nosotros estamos hablando con todas esas personas que fueron afectadas directa o indirectamente por la dictadura y el terrorismo de Estado, para hacer distintos formatos, a partir de esos testimonios. Lo tenemos que armar, porque, la verdad, no nos han dado los tiempos.”

Hay algo que no harán: “Hacer investigación tipo judicial, de ver qué vecino estuvo involucrado con entregar a otro vecino, o qué vecino trabajó para las fuerzas conjuntas, o qué vecino cobró una pensión para entregar a gente, que sabemos que lo hubo. Algunos sabemos que sucedieron esas cosas; tenemos algunos nombres, pero no es el objetivo”. El objetivo inmediato es recibir instrucción en materia de derechos humanos, para recoger los testimonios y trabajar con ellos. “Hay que formular determinadas preguntas para poder llegar a tener la respuesta con el contenido que buscamos. Además, hay una cosa que es muy importante: acá somos todos parientes, literalmente. Acá hubo doce familias que fundaron el pueblo, y los herederos de las 12 familias están toditos cruzados, porque es un pueblo nuevo, tiene 125 años. Te das cuenta que un tipo haya fundado este pueblo con 30 años, ¿murió hace cuanto”?

Los vecinos son de la localidad, y eso incluye al Campo Militar, “que también vienen. Es más, en alguna oportunidad algún jefe colaboró con El progresivo.” Y ahí surge el tema de la grieta, que allí llaman zanja. “Porque la zanja está sí; está, porque cuando uno habla, y hablamos todos, nos llevamos recontra bien. Todo bárbaro, tomamos una copa en el bar. Pero cuando tocamos determinados temas es hasta ahí; vos te das cuenta que hay un corte. Que se ha ido limando y que uno personalmente con alguno tenga un intercambio de ida y vuelta, sí, es verdad, pero si lo tomás en un paquete, la zanja está; la zanja existe en el Uruguay.”

También nota Lolo Pérez que hay en ellos permeabilidad hacia la sociedad civil. “No son los mismos militares los de antes que los de ahora”, y en la pared de su casa hay una foto de él con otros dos jugadores de fútbol, y esos dos son militares en actividad. Tal vez sea que esta actividad de la sociedad civil va limando la zanja; en todo caso, Lolo cree que “lo que hace es tender puentes, y hay quienes cruzan el puente y se animan a llegar al medio y hay quienes no, pero me parece que la tarea fundamental es tender el puente, porque es dificil si vos tenes una zanja y no tenés por dónde cruzar. El puente lo que hace es eso, tratar de que haya un lugar, un ámbito donde vos puedas hablar, darte y conocer”.

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