La verdad tiene múltiples aspectos sobre todo si se trata de problemas complejos. Nuestro futuro ex ministro Huidobro, ¿cuánto demorará el futuro en llegar para que sea ex?, solo las alturas lo saben, en sus contundentes declaraciones dijo un par de verdades enormes que quedaron escondidas en su estilo peculiar de decir. Como es un virtuoso en el arte de hacer calentar al prójimo, éstas, sus verdades, pasan desapercibidas frente al tamaño de sus despropósitos y me parece que valen a la hora de analizar el tema DDHH.
Es absolutamente verdad que la embajada de EEUU, trabajó de manera sistemática y desde mucho tiempo antes, generando condiciones para el Golpe de Estado. Hay relatos y documentos en abundancia que lo respaldan.
También es absolutamente cierto y comprobable que fueron civiles que encabezaron “políticamente” la ruptura institucional, unos de los pocos logros de la Justicia fue procesar y mandar preso al presidente que prefirió ser dictador. Es larga la lista de civiles que participaron con responsabilidades en esa larga noche que nos ofende aún. Solo mencionaré dos, Alejandro Vegh Villegas el “Chicago boy” de nuestra economía y el canciller Blanco, defensor de la dictadura en los organismos internacionales.
¿Qué hay civiles que saben y ocultan información?, por favor, si los habrá, pero quien llevó adelante la represión, quienes entraron en la madrugada del 27 de junio al parlamento fueron militares, también fueron militares y policías los encargados de torturar, matar, desaparecer y encarcelar. Los organismos de represión también fueron los que se encargaron de registrar esas barbaridades, son los documentos hallados los que confirmaron y legitimaron ante la sociedad lo que miles supimos en carne propia.
O sea, hablamos de dos cosas distintas, hay responsabilidades ideológicas, de participación intelectual y hay responsabilidades materiales, concretas, ambas existen, ni se minimizan, ni se anulan unas a otras, son partes de lo mismo.
No traeré a cuento viejas polémicas de caracterización sobre el golpe de Estado, pero hay documentos políticos de la época donde analizan aquella coyuntura y definían la dictadura como …”un golpe cívico militar de derecha de carácter fascistizante”… quienes así lo hacían, más tarde, en otros documentos, distinguieron cambios y definieron a la dictadura como “fascista”.
¿Qué hechos sucedieron para cambiar la definición? Definiciones políticas. Cambiaron la orientación económica y aceleraron el ascenso del capital financiero a la conducción económica. Mientras se reprimía de manera constante y en aumento, en cantidad, no en barbarie, en eso fueron parejos.
Ya los historiadores han trabajado sobre esto, pero nuestro célebre dictador además de político y golpista era estanciero. El Uruguay ganadero tenía una época favorable de mercado y en esos primeros años hacendados y frigoríficos veían con buenos ojos que el movimiento popular y los sindicatos, fueran reprimidos. Otras medidas económicas trajo otros nombres, el país plaza financiera y servicios provocó otros privilegios y otros bolsillos engordaron, eso sí, también veían con buenos ojos que se siguiera reprimiendo, eso no cambió.
No puede el señor ministro, cambiar con partes de verdad el reclamo de miles y miles.
Ni tampoco está diciendo cosas no dichas antes. Justamente quienes lo dijeron antes que el ministro elaboraron las pautas de lucha contra la dictadura en base a esos postulados.
Solo mencionaré la célebre “chamarrita de los milicos” donde Zitarrosa convocaba a no olvidar que no son ricos y más tarde, allá por 1974 los trabajadores a pesar de la represión golpeaban y entraban a los cuarteles a denunciar maniobras económicas.
Sutiles diferencias que no son menores, no hubo guerra entre ejércitos, no hubo dos demonios, esa concepción nos deja en lugares distintos.
El 20 de mayo, una pueblada reclamó verdad y justicia.
Una vez más, la confrontación es ética, humana, ideológica y finalmente política.
El ministro se equivoca cuando hace lo mismo que Sanguinetti y compañía. Hace lo mismo que los civiles cómplices que amparan corporativamente a una Institución que es de la República y está a su servicio. Ésta debe sanearse, reconciliarse con toda la sociedad.
Aquí hago una distinción que me parece no es nada menor y que no involucra solo a Huidobro, en su reciente libro, Una oveja negra al Poder, el ex presidente Mujica, relata como un suceso más, no entiendo por qué poco divulgado, ( capítulo titulado El zorro, página 179) , que de noche por el fondo de su casa, sin que perro alguno ladrara, ni custodia advirtiera, tuvo “la visita” de alguien que inequívocamente era militar y laptop mediante le exhibió el famoso video del que todos supimos pero pocos vieron. Era una amenza a jueces y fiscales por los procesamientos a militares. No tengo porque dudar de la veracidad del hecho pero si puedo cuestionar el criterio del compañero presidente que decidió callar el suceso y contarlo alegremente tiempo después como anécdota.
Amenazaron al presidente de la República, al Jefe de las Fuerzas Armadas y en su propia casa.
Perdió Mujica una oportunidad fantástica de apelar a la ciudadanía, seguro que si en vez del silencio hubiera apelado al pueblo hubiéramos salido a la calle como tantas veces a defender la democracia, a condenar a los fascistas y tal vez a generar nuevos escenarios para que de una vez por todas alcancemos verdad y justicia.
Son pocos a esta altura los que se esconden detrás de la Institución para defenderse, han pasado décadas, cada joven que abraza la carrera militar tiene menos que ver con la dictadura y más tiene que ver con la democracia, ¿qué duda cabe?
Pero el error es generalizar cuando cada vez es más específico. ¿Por qué una pueblada levantó el silencio como un grito contra la impunidad? Por la sencilla razón que la dictadura fue contra todo el pueblo, sus instituciones. Su orientación económica expulsó del país a generaciones enteras, la represión abarcó a decenas de miles, miles y miles sufrieron feroces torturas, miles encarcelados por años, tantos, que si se sumaran individualmente serían milenios de vida, decenas de muertos en torturas y miles de vidas que se extinguieron por las secuelas de las mismas, doscientos desaparecidos aún hoy viven justamente por su ausencia. Eso sí es general, lo específico, lo concreto es la necesidad de que los responsables y no solo el puñadito que está preso, sean desenmascarados, sobre todo que el destino de los restos de los desaparecidos se conozca, la sociedad, los familiares, todos lo necesitamos, sin eso no hay paz, ni reconciliación posible.
¿Es capricho? No, es justo y sobre todo es profundamente político. La sociedad uruguaya repudió a la dictadura, la condenó y la derrotó. Quienes mantienen obstinado silencio lo hacen como símbolo de negación de su derrota, como chantaje a toda la sociedad y a nuestro sistema político. Comprometen a la Institución militar, a nuestro gobierno, confrontándolos con la sociedad y aquí hago una mención especial, el futuro ex ministro deberá tomar nota de los miles de jóvenes que participaron ayer en la marcha, las nuevas generaciones tampoco quieren impunidad.
Nuestra historia tiene héroes y villanos, en todas las áreas, buenos y malos, como en las películas, tampoco la vida se detuvo en la puerta de los cuarteles, hubo responsables bárbaros como héroes presos, así como debe haber FFAA necesariamente supeditadas al orden democrático.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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