Elecciones en España: el escalón municipal

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El 22 de mayo pasado se celebraron elecciones autonómicas y municipales en España.Además de elegir representantes en pueblos, ciudades, y regiones, en estas elecciones se presentó un anticipo de las elecciones generales de noviembre. Como solo ha pasado una semana, sería un poco ridículo decir que los resultados fueron históricos, eso ya lo sabremos luego. Pero delo que hay pocas dudas es que serán unas elecciones recordadas por haber escenificado esa idea de cambio de ciclo político dela que se habla en este país desde hace algunos años.

Probablemente los símbolos más claros de este cambio están en Madrid y Barcelona. Ahora Madrid(AM) y Barcelona en Comú (BC), dos partidos municipales que se definen como “candidaturas de unidad popular”, inexistentes hasta hace unos meses, se apresten a gobernar las dos alcaldías más importantes del país. La capital española llevaba veinticuatro años gobernada por el conservador Partido Popular (PP) y, al menos en mi entorno, existía la sensación generalizada de que el PP seguiría en la alcaldía ad infinitum en vista de las mayorías absolutas de los últimos años. Barcelona, en cambio, fue históricamente gobernada por el Partido Socialista desde el fin de la dictadura franquista hasta 2011, cuando el partido catalanista conservador Convergència i Unió consiguió formar gobierno en minoría. Las buenas votaciones de las candidaturas de Ahora Madrid y Barcelona en Comú el domingo pasado, junto con la complicada aritmética de los acuerdos para formar gobierno parecen indicar que Manuela Carmena (AM) y Ada Colau (BC) serán las regidoras de ambas ciudades.

felipe-carozzi-economista-uruguayEstas candidaturas contaron con el apoyo de Podemos, el partido de ámbito nacional creado el año pasado como plataforma contra el bipartidismo y las políticas de austeridad presupuestaria. Podemos no participó en elecciones municipales con listas propias en estas elecciones. Ni Carmena ni Colau son militantes de este partido aunque ambas guardan buena relación con sus primeras espadas y, claramente, comparten una agenda común.

Lo importante de estas victorias electorales es que son las primeras instancias donde algunos movimientos políticos surgidos al calor del 15 de marzo de 2011 (el de los “indignados”, más globalmente conocido como 15M) consiguen entrar a gobernar. Las elecciones europeas del año pasado, donde Podemos irrumpió como gran factor sorpresa, solo eligieron miembros del Parlamento Europeo, una institución lejana de carácter más bien deliberativo y con competencias a veces desconocidas para los legos en legislación comunitaria. Los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, en cambio, son instituciones ultra cercanas, familiares para los ciudadanos y ciudadanas y con un perfil ejecutivo importante. Es la primera vez que este movimiento político asume cargos de esta visibilidad. Los primeros pasos de estas probables alcaldesas serán mirados con lupa y sus aciertos (o errores) serán claves para determinar el potencial de Podemos a escala nacional. Para entendernos, es posible establecer un cierto paralelismo entre estas victorias y las del Frente Amplio en la Intendencia de Montevideo en 1994. El FA tardó otros diez años en conseguir el gobierno nacional pero a partir de allí quedó claro que se trataba de un actor de primerísima línea política, con victorias concretas en su haber y experiencia de gobierno. Justamente o no, esas cosas pesan en el imaginario de los ciudadanos.

Los programas de ambos partidos municipales (AM y BC) tienen decenas de propuestas distintas que pueden consultarse online. Mi sensación es que una parte de estas propuestas pueden sintetizarse en algo así como un “plan de emergencia” contra las consecuencias de la crisis, diferente en su instrumentación pero similar en su filosofía al instrumentado por el Frente Amplio en Uruguay hace ya varios años. Es el caso de las propuestas para frenar los desahucios por impago de créditos hipotecarios o del establecimiento de ayudas y moratorias para las familias que no tienen recursos para pagar las cuentas de electricidad o calefacción de sus hogares. Otras propuestas incluyen auditar contratos firmados por las administraciones anteriores tanto con prestadores privados de servicios municipales (transporte, recolección de residuos, etc.) como con acreedores públicos y privados. Este tipo de medidas son especialmente sensibles dada la frecuencia apabullante de casos de corrupción municipal vistos en España en estos últimos años. Globalmente, creo que es indiscutible que se trata de programas de izquierda, circunscritos en su alcance y potencial a las barreras propias del ámbito municipal.

Y ahí aparece un problema, ya que varias de estas medidas parecen tener más vocación nacional que municipal. La legislación hipotecaria española, por ejemplo, es de ámbito nacional y son policías nacionales (y no municipales) quienes a menudo ejecutan los desahucios. Algo similar pasa con cuestiones como los servicios sociales, a menudo dependientes de gobiernos regionales y no municipales. Los equipos de Ahora Madrid y Barcelona en Comú tendrán que sortear numerosos obstáculos para poder ejecutar sus programas desde el nivel de gobierno que les es propio.

Otra dificultad es que Ada Colau y Manuela Carmena solo podrán gobernar en virtud de acuerdos con otras fuerzas políticas.Ninguna de las dos obtuvo la mayoría absoluta en el consejo municipal que, en la legislación española, es el responsable de elegir alcalde. De hecho, Manuela Carmena ni siquiera fue la candidata más votada en Madrid. La política transaccional de los acuerdos va a ser un juego difícil, sobre todo para dos partidos nuevos que no tienen una historia de pactos con las fuerzas ya instaladas. Esto puede limitar (va a limitar) la capacidad de ambas alcaldesas para llevar a cabo su programa.

Por otro lado, hay mucho en juego. Parece poco probable que los españoles otorguen su confianza masivamente a una iniciativa política que no esté fogueada a nivel local.El éxito de Podemos en el futuro, y más globalmente, de aquellas alas del 15M que han decidido entrar en las instituciones depende en gran medida del éxito total o parcial de estos gobiernos municipales. La buenísima noticia para los partidarios de esta nueva línea política es que, a partir de Junio, contarán con un ámbito real y concreto de poder desde donde ejecutar políticas y mostrar qué son capaces de hacer. Parafraseando a Carmena, tendrán un lugar desde donde seducir a los demás.

Tocados pero no hundidos
Pablo Iglesias, la cara más visible y conocida de Podemos, ha repetido varias veces que el cambio político es imparable, que el bipartidismo está muriendo y llega una segunda transición a España. Quizás en unos años digamos, en retrospectiva, que Iglesias tenía razón. Sin embargo, a día de hoy el duopolio PP-PSOE sigue concentrando la mayoría del poder político en el país.

Las recientes elecciones han matizado esta situación pero no la ha cambiado. En las elecciones del 22 de mayo más de la mitad de los votantes votaron a uno de estos dos partidos, el Partido Popular fue el partido más votado a pesar de haber perdido dos millones de votos y ambos gobiernan la mayoría de alcaldías y regiones. Es cierto que la irrupción de gobiernos afines a Podemos en Madrid, Barcelona y posiblemente Valencia así como su entrada (y la del partido Ciudadanos) en los parlamentos regionales cambia el escenario, pero todavía parece pronto para firmar el parte de defunción de los partidos “tradicionales”. Las elecciones generales de noviembre todavía pueden sanar al enfermo. O tapiar el cajón.

Por el Economista Felipe Carozzi
Doctorado en curso del Centro de Estudios Monetarios y Financieros de Madrid. Profesor asistente en London School del Reino Unido.

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