“Murga, ópera popular”, alegoría de impronta social

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La creatividad, la mordaz sátira política, la irrefrenable pasión y la alegoría son los cuatro disparadores artísticos y por supuesto simbólicos de “Murga, ópera popular”, el documental hispano-uruguayo del realizador español David Baute, que reconstruye la historia de uno de los géneros más populares del carnaval.

Partiendo de la premisa que la murga es la expresión que mejor representa el sentir de la cultura ciudadana por su honda raigambre y singular poder de convocatoria, este trabajo de alto valor testimonial indaga en las diversas sensibilidades de este auténtico fenómeno popular.

Es que la tradicional y la entrañable pasión murguera constituyen un auténtico signo de identidad para el carnaval uruguayo, que cada febrero concita la atención y la expectativa de miles de ciudadanos.

MURGA OPERA POPULAR (1)Es, sin dudas, una suerte de culto y una religión sin iglesia, que cruza transversal y democráticamente a la sociedad, representando a todos sus estamentos sin distinción de clases.

La murga –que tiene una fuerte impronta teatral y a menudo burlesca- no es de nadie y es a la vez de todos, porque siempre comparte las grandes emociones colectivas.

Este documental tiene un valor histórico, sociológico y hasta si se quiere psicológico, porque condensa la esencia misma de un lenguaje intransferiblemente vernáculo y de ricas singularidades, más allá que sus verdaderos orígenes sean foráneos.

Rodado en Cádiz, Tenerife y Montevideo, este producto cinematográfico es una suerte de investigación, cuyo protagonista es nada menos que César Troncoso, el exitoso actor uruguayo radicado actualmente en Brasil, de quien recientemente vimos “Al oeste del fin del mundo”.

En ese contexto, este periplo cinematográfico indaga en los intransferibles orígenes gaditanos de la murga, que unen naturalmente a Cádiz, Tenerife y Montevideo.

En este caso, el film tiene un formato si se quiere hasta periodístico, en tanto recoge testimonios relevantes de directores e integrantes de agrupaciones realmente emblemáticas.

Ello permite reinterpretar las diversas improntas del género, que condensan las identidades geográficas y culturales de las ciudades de referencia.

Empero, las imágenes no solo registran reflexiones de los actores protagónicos de este gran espectáculo sino también las vestimentas, la música, las letras y todos los elementos de utilería que hacen a la esencia misma de las puestas escenográficas.

Por supuesto, una de las claves de esta fascinante experiencia de redescubrimiento y de descubrimiento son los lenguajes -tanto los visuales como los verbales- que identifican la presentación de este fenómeno de masas.

Más allá de meras raíces comunes y obvias diferencias, la cámara respira la pasión de cada inflexión murguera, en tanto genuina representación de un modo de sentir la vida que trasciende a lo meramente cotidiano.

No en vano el carnavalero vocacional se entrega en cuerpo y alma a este ritual cuasi mágico, sin reparar en eventuales beneficios económicos o personajes.

Es claro que, la inmensa mayoría de quienes participan anualmente en esta fiesta, no ganan dinero. Sin embargo, cada año se consagran a la preparación de sus presentaciones varios meses antes de la inauguración oficial de las actividades y, en el período de zafra, que abarca poco más de un mes en nuestro país, trabajan ininterrumpidamente sin descanso.

Esta pesquisa de campo, resuelta con singular solvencia creativa, corrobora que la murga constituye una gran caja de resonancia, con fuertes reminiscencias que remiten a las mejores tradiciones de la liturgia carnavalera.

Sin embargo, queda claro que la murga no es un producto meramente artístico sino primordialmente social, porque atesora las variopintas emociones humanas.

En ese contexto, la idea parte de la premisa que este género es la amplificación de una voz popular que se expande más allá de fronteras culturales.

En este viaje retrospectivo conducido por César Troncoso, subyacen el humor sardónico, la sátira mordaz, el desparpajo, la alegría y la nostalgia, pero también el cotidiano drama de los postergados, los marginados y los desfavorecidos.

Mediante un registro que mixtura la estética con la dimensión testimonial, la película condensa todas las caras de una realidad cotidiana en permanente mutación, que, superando eventuales prejuicios e inhibiciones, se encarnan en la murga.

“La murga, ópera popular” es un fragmento de historia pasada y presente, que discurre a través de los siempre complejos y variados territorios de una realidad que, sobre el escenario, muta en risa o bien en mueca de angustia.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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