“Memorias de un tipo descosido”

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La pasión por el teatro, por la vida y por el amor en sí mismo, son los tres potentes disparadores de “Pepe Vázquez: memorias de un tipo descosido”, la biografía del célebre actor uruguayo publicada por el Grupo Editorial Planeta, que, es, sin dudas, una de las figuras señeras de nuestra cultura contemporánea.

Este conjunto de reflexiones nacidas más desde el corazón que desde la razón, trasuntan la profunda vocación y el inveterado compromiso de un artista por lo que realmente ama, de un personaje para quien el teatro es una suerte de liturgia y hasta un modo de ser.

MEMORIAS PEPE VAZQUEZFiel a su intransferible talante descontracturado que privilegia por supuesto el lenguaje coloquial, esta no es una biografía propiamente dicha sino un profundo ejercicio de evocación.

En ese contexto, el autor reconstruye su vasto itinerario profesional y existencial, sin respetar eventuales marcos cronológicos.

Es que su reconocida espontaneidad le induce a intercalar sucesos pasados con experiencias contemporáneas, en una conjunción que siempre mixtura lo retrospectivo con lo introspectivo.

Este libro, que está construido en base a fragmentos de vida, anécdotas y entrañables vivencias, privilegia también las percepciones del propio Pepe Vázquez sobre la realidad.

Con setenta y cinco años de vida y casi medio siglo de carrera, este actor de origen olimareño ha recorrido un prolongado tramo de nuestra historia contemporánea.

Como en todos los casos, obviamente este periplo está poblado de victorias y derrotas, en un discurrir siempre marcado por las circunstancias.

Enfrentado a lo inexorable, como fue la irreparable pérdida de su gran amor Imilce Viñas, Vázquez fue capaz de sobrevivir y seguir derramando su inconmensurable talento sobre las tablas.

En buena medida, esa compulsión, que es inherente a un teatrero que lleva el arte escénico en las entrañas, fue, sin dudas, el mejor homenaje a la inolvidable Imilce, cuyo espíritu lo sigue acompañando en sus horas de soledad sin consuelo.

Más allá de naturales singularidades, la historia de Pepe Vázquez es la de un hombre de la cultura que supo derrotar a la adversidad, en tiempo históricos duros para todos los uruguayos, particularmente para los grandes hacedores y constructores de nuestra cultura.

En el marco del largo soliloquio que está condensado en este libro, el autor desanda los senderos del tiempo para reconstruir una memoria que, por sus múltiples y variopintos matices, está impregnada de una superlativa riqueza.

No en vano, siendo muy joven, llegó a integrar el elenco del teatro ambulante en la Cuba revolucionaria, en plena época de la guerra fría.

Esa experiencia, más allá del mero aprendizaje, comportó una postura de compromiso con ideales libertarios de izquierda, en un tiempo de fuerte polarización ideológica.

Esta circunstancia fue determinante en su decisión de emigrar a Costa Rica –que el considera su segunda patria- donde tuvo oportunidad de seguir desplegando todas sus cualidades histriónicas.

Aunque no admite haber sido un exiliado político como otros tantos perseguidos por sus ideas durante la dictadura liberticida, su opción por alejarse estuvo, por cierto, determinada por el advenimiento de una agobiante pesadilla que duró doce largos años.

Sin soslayar permanentes apelaciones irónicas, acorde con su condición de fino humorista que hizo historia en el teatro y también en la televisión, Pepe Vázquez se presenta ante el lector sin maquillaje.

Ese particular modo de comunicar y comunicarse con el otro, que es por supuesto una intransferible seña de identidad, nos adentra en una aventura existencial siempre recorrida por la pasión y la sensibilidad a flor de piel.

Esta conjunción entre el histrionismo y la espontaneidad permite descubrir a un hombre siempre sencillo y frontal, despojado de todo eventual divismo.

Tal vez el aspecto más conmovedor y si se quiere removedor de esta biografía deliberadamente desordenada, sea su historia de amor con la inconmensurable Imilce Viñas, quien fue otro icono de la cultura uruguaya.

Pepe Vázquez, que obviamente integra a su largo relato recuerdos de su infancia en su entrañable Treinta y Tres, deja el alma en cada anécdota y reflexión.

Así es este querido artista que aun nos emociona y nos moviliza, con esa inclaudicable militancia por el milenario arte escénico, que, es sin dudas, una de las expresiones humanas que mejor retrata a la sociedad.

“Pepe Vázquez: memorias de un tipo descosido” es bastante más que una mera biografía. Es el testimonio de un hombre que ha sabido vivir según sus propias pasiones y convicciones.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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