El sábado 15 de marzo se realizaron diversos actos en homenaje a Wilson Ferreira Aldunate en el 26º aniversario de su muerte, acaecida a pocos años del inicio del período de la recuperación democrática. En esas conmemoraciones estuvo vivamente presente la actuación del último caudillo del Partido Nacional en la lucha contra la dictadura cívico-militar instalada tras el golpe de Estado del 27 de junio de 1973. Un capítulo insoslayable de esta brega tenaz fue la posición de Wilson en relación con la Convergencia Democrática en Uruguay (CDU), un organismo creado en México en 1980 y que elevó a muy alto nivel la solidaridad internacional con la lucha del pueblo uruguayo contra la dictadura. Sobre este tema se han publicado enjundiosas notas en días recientes, y a ellas quiere agregar un testimonio personal, ya que viví esa etapa de principio a fin, en el exilio junto a muchos uruguayos en México D.F. Me mueve el deseo, además, de rescatar del olvido a algunas figuras, hoy fallecidas, que pusieron el alma en esta empresa colectiva de sólida raigambre democrática y antidictatorial, que era el denominador común de todos los participantes.
En la génesis de la Convergencia Democrática tuvieron participación fundamental los exiliados uruguayos en México, que habían logrado escapar de la persecución de la dictadura gracias al derecho de asilo ejercido en forma ejemplar por el gobierno de México, y por lo cual el embajador Vicente Muñiz Arroyo se ganó por toda la vida el cariño de los uruguayos, sin distinciones. La presentación oficial se realizó en la sede central de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, el 22 de abril de 1980, para dotar de proyección internacional al documento inicialmente suscrito en México tres días antes, en la fecha patria del 19 de abril. La declaración está suscrita por Juan Raúl Ferreira, hijo de Wilson, como presidente; Carlos Martínez Moreno como secretario general y Justino Zavala Carvalho como secretario ejecutivo. Los acompañan Luis Echave, Diego Achard, el Dr. José Korzeniak, Carlos Gurméndez, Juan Eyherachar y Atilio Scarpa.
Basta observar esta nómina para percibir que allí estaban representados el Frente Amplio y los sectores del Partido Nacional y del Partido Colorado opositores a la dictadura. Es lo que destaca la Declaración Constitutiva. Allí se dice: “En la interpretación de estos esfuerzos unitarios y democráticos (luego veremos a qué se refiere), este Grupo se ha constituido para expresar ese sentimiento de convergencia que hoy alienta en la vida política del país. Está integrado por personas que pertenecen a diversas corrientes democráticas –políticas, sociales y religiosas- del Uruguay, y que, sin representar oficialmente a dichas organizaciones, expresan el sentir de las grandes mayorías nacionales. El propósito básico de la Convergencia es contribuir al restablecimiento de la democracia uruguaya, colaborando en la elaboración e implementación de un proyecto político responsable, en reemplazo del cronograma oficial que pretende institucionalizar la dictadura. Para eso, este grupo de Convergencia Democrática:
-Auspicia los procesos de coordinación de las corrientes políticas, colaborando con la lucha por la democracia en el Uruguay;
-Lleva a cabo una tarea de relacionamiento con todos los gobiernos, organizaciones y fuerzas democráticas del mundo, que se solidarizan con los esfuerzos del pueblo uruguayo para recuperar su libertad”.
Esta es la conclusión a que llega el documento después de examinar las tomas de posición de dirigentes y voceros caracterizados de los tres partidos políticos. Así, se cita esta declaración de Wilson Ferreira: “Hay un acuerdo implícito entre todos los uruguayos que consideran la lucha contra este régimen, como una empresa patriótica. Naturalmente que sería posible tener además de este gran acuerdo nacional que los uruguayos ya lograron, otro acuerdo que institucionalizara las cosas a nivel de las fuerzas políticas, que coordinara efectivamente la acción concreta a nivel de todas y cada una de ellas”. Sigue esta declaración del general Líber Seregni, presidente del Frente Amplio (que a esa altura estaba encarcelado, y por cuya liberación la CDU libró intensa y sostenida lucha): “En la creación del necesario movimiento unitario nacional de la oposición, debe operarse horizontalmente a todos los niveles de los partidos tradicionales, tanto de dirigencias como de cuadros. Sin paternalismos, sin posiciones magisteriales, sabiendo que el primer horizonte a alcanzar debe ser común, nacional, comprendido y aceptado por todos. Lo que implica manejar ideas que puedan ser compartidas”. También se citan expresiones alusivas de don José Batlle y Ordóñez, reproducidas por sus voceros, sobre el poder de decisión del pueblo en materia de reformas constitucionales. En síntesis, como expresó Juan Raúl Ferreira: “La Convergencia Democrática es un grupo de ciudadanos pertenecientes a diversas corrientes democráticas, políticas, sociales, religiosas, que sin representar oficialmente a dichas organizaciones y tendencias, expresa el sentir de las grandes mayorías nacionales, constituyéndose para colaborar en la lucha que, a nivel nacional e internacional, se libra para obtener la caída de la dictadura”.
La cita del líder del batllismo guarda relación directa con el hecho de que el régimen se había propuesto realizar en noviembre de ese año 1980 un plebiscito sobre una reforma constitucional que significaba en los hechos la institucionalización de la dictadura. Esto es lo que denuncia la parte inicial de la Declaración constitutiva, en la cual se llama decididamente a desplegar una gran campaña nacional e internacional contra el plebiscito. Dicha campaña tuvo pleno éxito, amalgamándose con la lucha librada con idéntico objetivo en el interior del país. En noviembre, la reforma de la dictadura fue rechazada por el pueblo en el plebiscito.
La Convergencia Democrática Uruguaya (CDU) comenzó a funcionar de inmediato y en forma intensa en su local de la Avenida Insurgentes al sur. Recuerdo el trabajo abnegado y diario del “colorado” Luis Echave Zás, de la secretaria Ivonne Ibarburu y de muchos otros compañeros. Echave había sido secretario de la Federación de Estudiantes y estuvo en el estrado del acto en que habló el Che en el Paraninfo de la Universidad en agosto de 1961. Aparece en una foto publicada estos días tomada en el local de Insurgentes junto a Wilson Ferreira, Carlos Martínez Moreno, Diego Achard, José Korzeniak y Juan Eyherachar. Korzeniak fue de inmediato requerido en México para dictar clases de su especialidad jurídica. Lo mismo ocurrió con Carlos Martínez Moreno (y permítanme recordar que me defendió en múltiples procesos propiciados por los ministerios del Interior y de Defensa Nacional y por la Asociación de Bancos en mi carácter de redactor responsable de El Popular).
La CDU se dotó de un logotipo característico, obra del artista plástico compatriota Carlos Palleiro, exiliado en México y que había sido una de las “alma mater” de las Jornadas de la Cultura Uruguaya en el exilio, efectuadas en México del 22 al 28 de agosto de 1977, y también irradiadas al mundo entero (particularmente en Italia y otros países). En México se realizaron actos multitudinarios en las mayores salas, como el Auditorio Nacional. Tengo a la vista un cartel que anuncia un recital, incluido en estas Jornadas, con la participación de Amparo Ochoa, Pablo Milanés, Tania Libertad, Silvio Rodríguez, Alfredo Zitarrosa. En estas jornadas (que ellas solas merecerían otra nota aparte) intervinieron los elencos del teatro El Galpón y de la Camerata Punta del Este, junto a muchos artistas solidarios con la causa uruguaya.
La CDU recibió de inmediato múltiples apoyos y su labor se irradió al mundo entero, literalmente. En su primer acto realizado en México DF el 22 de mayo, exactamente un mes después de su presentación en la ONU, recibió un conceptuoso mensaje de Wilson Ferreira, según el cual “el único homenaje posible a la memoria de Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini es unirnos en la lucha por la causa a la que ellos entregaron su vida”. Esto trae a colación otro hecho relevante. Zelmar y el “Toba” fueron asesinados en Buenos Aires en un operativo conjunto de las dictaduras uruguaya y argentina, y sus cadáveres aparecieron el 20 de mayo de 1976 en un auto abandonado. En ese episodio, Wilson Ferreira (que también estaba exiliado en Argentina) escapó por fortuna, y se refugió en la embajada de Austria. Poco después, compareció en unos “hearings” (audiencias) en una comisión del Senado de los Estados Unidos, donde denunció a la dictadura uruguaya por sus crímenes, lo que tuvo enorme repercusión internacional. Esto hace recordar también la conducta de Gutiérrez Ruiz, presidente de la Cámara de Diputados al momento del golpe, en todo el anterior período represivo del pachecato, en particular su ingreso a la sede central del PCU en la gran provocación urdida previamente al asesinato de los 8 militantes de la seccional 20ª en abril de 1972.
Al primer acto público de la CDU en México llegó también un telegrama enviado desde Madrid por el Comité Coordinador del Frente Amplio en el Exterior, firmado por su secretario ejecutivo, el Dr. Hugo Villar, quien había sido el candidato del Frente Amplio a la Intendencia de Montevideo en las elecciones de 1971, el año de la fundación del FA. El cable expresaba “patriótico entusiasmo” por la creación de la Convergencia Democrática. De esa manera, además, comenzaron a coordinarse y complementarse mutuamente las grandes organizaciones de lucha por la recuperación de la democracia uruguaya integradas en el exterior (y en contacto con el interior del país por diversas vías). Nos referimos asimismo a la organización de la central obrera CNT en el exterior, que tenía como coordinador a Félix Díaz (en la próxima semana, dicho sea de paso, estaremos presentes en la inauguración del monumento a su memoria). En México el responsable de esta organización era el profesor Daniel Buquet. Tenía filiales en países de todos los continentes.
En esos marcos, la CDU organizó campañas internacionales de gran amplitud. Sus delegados recorrieron el mundo. Uno de sus objetivos proclamados era la liberación de los presos de conciencia, y en tal sentido asumió la campaña por la liberación del general Líber Seregni, caracterizado como “preso emblemático de la Convergencia Democrática Uruguaya”. Una publicación que editábamos regularmente en México, denominada “Desde Uruguay”, y que durante años se difundió en todas partes, registraba en forma sistemática las actividades de la CDU, conjuntamente con las de todos los movimientos solidarios con la causa de la recuperación democrática en Uruguay. Es muy positivo que todos estos hechos que son historia vuelvan a salir a flote ahora, transcurridas más de tres décadas, sobre todo con destino a las jóvenes generaciones.
Por Niko Schvarz
Periodista y escritor uruguayo
La ONDA digital
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