Buenos Aires.- En abril, la corrida cambiaria llegó a niveles de pánico, con ataques cada vez más potentes contra el peso argentino y el Estado con cada vez con menos posibilidades de defenderlo. Tal es la dimensión de la debilidad del gobierno peronista: su única apuesta estabilizadora es el Fondo Monetario Internacional, FMI. En este marco, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió a ocupar el centro de la escena pública con una “clase magistral” sobre las causas profundas de estas penurias económicas. Y a menos de dos meses de la definición de las candidaturas presidenciales, sus definiciones sobre su estrategia electoral siguen siendo sin embargo ambiguas.
El lunes 17, los dólares paralelos volvieron a subir fuertemente, relanzando la corrida del lunes anterior y que había terminado con la renuncia del presidente Alberto Fernández a competir en las presidenciales de este año. De esta nueva alza brusca, la señal que se deduce es que la corrida no tiene tanto que ver con la interna política del gobierno, sino con el muy claro objetivo del poder económico, que es devaluar el peso, para favorecer a quienes tienen dólares.
Ese lunes 17, el gobierno no mostró reacción, y al día siguiente, la corrida era ya una estampida, con el dólar blue rozando los 500 pesos (497) tras haber abierto la semana a 442. Al mismo tiempo subían los dólares financieros: el CCL (contado con liquidación) y el MEP (mercado electrónico de pagos), que son las dos manganetas financieras que utilizan las empresas para dolarizar sus pesos. Llegado al punto de pánico, algunos comercios dejaron de vender determinados artículos, esperando ver dónde terminaba la estampida. Y el viernes 28, el dirigente de La Cámpora y ministro de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires, Andrés Cuervo Larroque, dijo que el martes, el gobierno no sabía si iba a llegar al viernes.
En este contexto, el ministro de Economía Sergio Massa –todo indica que con el acuerdo de Cristina Fernández de Kirchner y de Alberto Fernández–, decidió dar un paso muy audaz, que vale la pena detenerse a analizar. La medida que tomó el gobierno fue la siguiente: utilizar las pocas divisas subsistentes en el Banco Central para intervenir en el mercado de cambios, e intentar así parar la corrida. Pero el problema es que la acción del Banco Central interviniendo en el mercado cambiario vendiendo dólares para frenar su alza, está expresamente prohibida en el acuerdo actual con el FMI. Es decir, en cierto modo lo que hizo Argentina fue salirse de lo pautado con el Fondo. Eso dio lugar a versiones de que se había caído el acuerdo con el FMI.
Lo llamativo es que se trata de una cláusula que fue incluida recién en la última revisión trimestral, concretada hace apenas un mes. Es fundamental esto: en el acuerdo original que el Frente de Todos hizo cuando todavía Martín Guzmán era ministro, y que fue muy discutido al interior del oficialismo, esa prohibición no figuraba, y no hubo anuncio de que se incorporaba. Hablamos con un funcionario clave de aquella gestión económica anterior y nos confirmó que al momento de pactar, eso fue a comienzos del año pasado y era muy tensa la situación, el FMI pedía insistentemente introducir esa pauta. Pero el gobierno no cedió y logró que se dejara a un lado. ¿Por qué? No solo porque le impediría precisamente utilizar ese recurso ante eventuales corridas, sino porque el solo hecho de aceptarla aumentaba la debilidad del Estado, que quedaba así más expuesto a movimientos especulativos.
Bien, hablamos ayer también con un cuadro importante de la actual gestión económica, la de Sergio Massa, y él nos reconoció que tuvieron que incluirla en la última revisión del acuerdo, porque estaban en falta respecto a otros condicionamientos, y debieron ceder. Fuimos a buscar el texto de ese memorándum, y efectivamente aparece en el punto 26, que lleva el siguiente título: “Las políticas cambiarias proactivas y bien calibradas siguen siendo esenciales” (traducción libre porque está solo en inglés). Al final de ese punto leemos la frase en cuestión: “En este sentido, y consistentes con nuestras metas de acumulación de reservas, nos abstendremos de intervenciones (ya sea por parte del BCRA o del Tesoro) en los mercados cambiarios financieros que requieren el uso de reservas internacionales”.
Bien, en medio de la estampida del martes, el gobierno decidió violar ese compromiso y el ministro de Economía se comunicó con la titular del Fondo para avisarle que iba a transgredir el acuerdo. El punto es que el miércoles, el Banco Central comenzó a vender reservas. Y así fue como lograron parar la corrida. Los dólares financieros bajaron y eso empujó también al dolar blue a retroceder. El miércoles cerró a 474 y el jueves también bajó a 467. Pero ya el viernes volvió a subir un poquito, para cerrar la semana a 469. Es decir, 27 pesos por encima del valor del lunes, pero otro tanto por debajo del tope que había alcanzado el martes.
Además, el Banco Central subió la tasa de interés otra vez, colocándola a niveles astronómicos, lo cual es un incentivo para que la gente no compre dólares y ponga los pesos en plazo fijo. Pero destruye cualquier posibilidad de crédito y entonces enfría el consumo y la producción; es decir, enfría la actividad económica. La manta está cortísima.
La trasgresión del acuerdo fue informada al FMI pero no avalada por él. La tratará el directorio del FMI en su reunión de junio. Hoy, la gran pregunta es si con esta movida se evita la devaluación brusca, y ahora viene un período de tranquilidad financiera. O si es apenas una pausa pasajera y la semana que viene o la otra vuelve la inestabilidad.
Candelaria Botto es una joven economista que dirige la organización @EcoFeminita, y cada semana analiza la coyuntura argentina en su programa Decimos cosas. Le hicimos las siguientes preguntas: ¿cuál es la estrategia política del gobierno para evitar la devaluación?, y ¿Qué posibilidades ve ella de que el oficialismo llegue a las elecciones en un marco de estabilidad?
“En relación a la estrategia política para evitar una devaluación, es necesario entender que la devaluación brusca es la única bandera que le queda al gobierno, y por lo que se percibe, van a hacer todo lo posible para evitar ese salto devaluatorio. Hay que recordar que hay devaluaciones diarias, por lo que hay una devaluación en proceso aunque no haya un salto devaluatorio.
“En relación a si se puede llegar a las elecciones sin una devaluación brusca, eso tiene que ver con la posibilidad que tenga o no el gobierno de conseguir dólares frescos, ya sea por un adelanto de los desembolsos con el FMI, o por un préstamo del FMI que adelante dólares nuevos. Es una situación muy compleja que está siendo tratada ahora mismo en Washington, con el diálogo diario del Ministerio de Economía argentino con el FMI. Y éste tiene que ver no sólo con auditar las cuentas nacionales, en el seguimiento de la política fiscal y de la política monetaria, sino con la necesidad de Argentina de conseguir dólares para atender su deuda externa.
“Esto se iba a apaciguar por el ingreso del dólar agro, pero no está entrando la liquidación que se esperaba en abril. Y abril y mayo son los meses históricos de mayor liquidación de reservas. Como eso no está sucediendo, la situación es más acuciante. Es muy difícil hacer un pronóstico, pues depende de la voluntad del FMI de otorgarle mayor financiamiento a la Argentina para llegar tranquilos a agosto, y a un proceso de dolarización que es propio de los años electorales y su mayor incertidumbre.”
Tal como dice Botto, la principal apuesta política del gobierno del Frente de Todos es pedirle al Fondo Monetario Internacional un replanteo del programa que esta misma gestión acordó, y lograr así que el FMI le gire más dólares, ya sea que aporte fondos frescos o que le adelante el financiamiento previsto para todo el año, lo cuál le permitiría llegar al menos hasta las elecciones de agosto.
Ayer, como decíamos antes, hablamos con un funcionario clave del equipo del ministro Massa, y él no solo nos confirmó que el Fondo Monetario es la principal apuesta de esta gestión, sino que es la única. O sea, que la consigna es clara: FMI o barbarie. Y la duda más grande es cómo logrará el gobierno que el Fondo se apiade de nosotros. Porque ellos piden devaluar, y el objetivo del gobierno es evitar precisamente la devaluación. ¿Qué le van a ofrecer a cambio? Profundizar aún más el ajuste. Gastar menos. Nadie sabe si lograrán convencerlos. Pero aun si lo hacen, es casi una obviedad que Estados Unidos, principal accionista del organismo, pedirá otras cuestiones a cambio, muy probablemente relacionadas con los recursos estratégicos del país; no sería eso una sorpresa.
Cómo se percibe entonces, estamos ante una encerrona geopolítica durísima. Hablamos sobre este tema con la analista Mónica Peralta Ramos, reconocida investigadora: “Nosotros tenemos un problema crucial, que es la dolarización de la economía, y en las actuales circunstancias, su efecto es profundizar ese pozo en el que nos encierran y del que no se puede salir. ¡Qué más quiere los EEUU que dolarizar al mundo!
“Esto, en circunstancias en que hay una desdolarización, por primera vez en décadas. Hay un mundo multipolar que disputa la posibilidad de un desarrollo diferente. Hay una lucha despiadada entre sectores empresariales, el FMI incluido, por los recursos. Está Vaca Muerta, el litio… Lo que implican los recursos naturales de la Argentina para un futuro como el que se plantea. No hay una clara conciencia de los sectores populares de cuál tiene que ser la salida, que no se puede producir en la matriz productiva que tenemos. El gobierno que tenemos hizo primero la plancha, y después nadó según venía la arremetida.
“A mi juicio, la única alternativa que tiene el peronismo para ser reivindicado históricamente es intentar cambiar la relación de fuerzas. Y para eso tiene que salir a la calle: no puede estar sin discurso, y fluctuando entre las sonrisas ante lo que Massa hace hoy y hace mañana. Eso no dura en el tiempo, y en algún momento va a saltar. En la historia argentina no hay concesiones; se voltea. Y mucho menos a Cristina, que ya la tienen identificada. Me resulta un personaje inaceptable aunque diga, como ha hecho, que quiere pactar. Hace dos o tres años que viene diciendo que quiere pactar.
“Y EEUU está en una situación muy débil; nunca han estado tan débiles como ahora. Lo que pasa es que nosotros somos incapaces de pensar, reflexionar, diagnosticar, y buscar una alternativa. No hay conciencia de un desarrollo nacional, no hay un empresariado capaz de aprovechar las circunstancias actuales, o de darse cuenta que tiene posibilidades de un desarrollo autónomo en circunstancias internacionales únicas. Porque es único lo que está ocurriendo hoy en el mundo. Hay falta de conceptos; hay falta de conciencia de lo que está ocurriendo, de los recursos que tenemos y de las posibilidades que existen. Porque no todo es negativo.”
En este contexto explosivo reapareció públicamente la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien brindó una ”clase magistral” el jueves en el teatro argentino de La Plata. La disertación fue convocada con un título larguísimo y muy sugerente: “La Argentina circular. El FMI y su histórica receta de inflación y recesión. Fragmentación política y concentración económica”. Y el acto se celebró el mismo día, el 27 de abril, en que se cumplieron 20 años de la elección presidencial que llevó a Néstor Kirchner a la presidencia, en 2003.
En el pasaje más dramático de su discurso, Cristina dijo: “Frente a poderes económicos cada vez más concentrados, hay un Estado cada vez más fragmentado y más dividido. ¡A quién le van a hacer creer los políticos hoy –cualquiera sea su origen– la idea de que van a poder controlar lo que hace el poder económico concentrado y que van a poder solucionar los problemas de los argentinos en este estado de cosas! ¡Que no me jodan! ¡Que no me jodan más con esas fantasías! ¡Acá no es casualidad que la única dirigente política que fue condenada, proscripta, inhabilitada e intentada asesinar, es una sola, una sola. Y no quiero ser autorreferencial!
“¡Esos que dicen que La Cámpora tiene miedo! ¡Qué tienen miedo, si nunca les pasó nada! ¡Qué me venís a joder! ¡De dónde te tenemos miedo, de dónde! ¡Caraduras….! Porque saben qué: es increíble. No quieren investigar a los que me quisieron matar, y que tienen vínculos innegables con sectores empresarios de la República Argentina ¿Miedo? ¿Saben de qué tengo miedo? De que mis nietos puedan crecer en un país tan injusto, tan inequitativo. A eso sí le tengo miedo. Yo ya viví. Ya dio lo que tenía que dar. Temo por los jóvenes; temo por los pibes, porque hay demasiada cobardía, demasiada cobardía…”
Ese fue quizás el momento más dramático del discurso de Cristina, que fue largo, una hora y veinte minutos, y en general interesante. El discurso tuvo dos momentos: el económico, que era el corazón de la exposición y que fue bien interesante, porque se metió con los temas más de fondo del momento: el acuerdo con el FMI, la cuestión de los recursos, y llamó a tener una estrategia nacional del litio. Hizo claramente críticas al acuerdo con el FMI; planteó que hay que revisarlo, planteó un criterio para hacerlo, y en general cuestionó el sentido de la política imperante, que es obviamente la política del gobierno que ella lleva adelante.
Y en ese sentido, hay una suerte de equilibrio de Cristina, que es difícil. Y es cuestionar lo que está pasando, sentirse molesta por la crisis a la que hemos llegado, y al mismo tiempo ser un factor de estabilización en este momento tan complejo. Ella se tiene que mover en ese difícil equilibrio, siendo crítica, y con una actitud más bien cuestionadora de lo que está pasando, con la necesidad de sostener a Sergio Massa como ministro.
Obviamente, Massa no expresa este sentido que ella le quiere dar a la economía, pero hoy son aliados circunstanciales en esta tarea urgente de desdolarizar la economía. Hay entonces una contradicción clara en el discurso de Cristina. Y es de hacer notar que le tiró palos muy fuertes a Miguel Pesce (presidente del Banco Central de la República Argentina), revelador de que Cristina sigue en la tarea de horadar algunos espacios de la situación actual.
La segunda dimensión importante del discurso es la política, y ahí hay dos cosas bien importantes y una tercera más bien conjetural. La primera, es que eligió a (Javier) Milei como rival. Cristina ya no pone más a Mauricio Macri o a Horacio Rodríguez Larreta en el centro de su oposición, sino a Milei. Lo que confirma el hecho de que la derecha está cada vez con más fuerza en la Argentina, y ya no se la puede obviar, y también la estrategia de esa oposición, que es complicada pero tiene sentido. La única posibilidad que tiene el Frente de Todos es llegar a un balotage contra Milei, y entonces, al nombrarlo, lo vuelve cada vez más real. Y es un problema, porque estás confirmando y potenciando ese crecimiento de la ultraderecha
La segunda es que parece estarse confirmando que la estrategia es ir a una candidatura única con Massa como candidato del Frente de Todos. Esto no está explicitado, pero por una serie de movimientos paralelos y de conjeturas se puede ver eso. Y lo último importante es que Cristina dio muchas señales de que no se va a presentar. El jueves escuchamos un par de ellas, y también le dijo a la gente “no se pongan los rulos” cuando empezaban a cantar ‘Cristina presidenta’. Y este es el dilema que va a tener el kirchnerismo en los próximos días, semanas, hasta el 25 de mayo, cuando está previsto que reaparezca Cristina. Pues el kircherismo no tiene estrategia electoral; la única estrategia sería que Cristina fuera candidata, y ella parece que no lo será.
*la histórica revista Crisis, que cumple este año 50 de fundada, tiene una segunda época a cargo de un colectivo. Uno de sus productos es el programa radial sabatino Crisis en el aire, de cuya última emisión se tomó, casi textual y con la debida autorización, esta nota.
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