En EEUU se censuran libros y ciencia

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Toni Morrison (1931-2019) era novelista, ensayista, editora y profesora estadounidense, ganadora del premio Pulitzer en 1988 y del Premio Nobel de literatura en 1993. Su primera novela, The Bluest Eye (traducida como El ojo más azul, y publicada en español como Ojos Azules) de 1970, entró ahora en la lista de libros prohibidos en EEUU. Han censurado a una Premio Nobel de Literatura, nada menos. La carta de una lectora de El País, Rebeca Muñoz Gil, nos informa de realidades que deberían ser noticia estremecedora, tratándose del país que se proclama como el más democrático del mundo.

Dice Muñoz Gil, y nadie la desmiente: “Leo consternada que la prohibición de libros en Estados Unidos ha marcado otro récord histórico. El pasado año se impugnaron

Toni Morrison (1931-2019)

2.571 títulos, el doble que el anterior (fueron 1.858, un agregado del 38%). Y leo que, además, el Estado de Florida prevé penas de cárcel de hasta cinco años para profesores y bibliotecarios. Quién nos iba a decir que en la época de las libertades y los derechos, los héroes sin capa iban a ser los que se atreven a poner un libro prohibido en nuestras manos. En la lista de textos cuya prohibición se solicita está Ojos azules (The Bluest eye) de la Premio Nobel Toni Morrison. Es una novela dura porque nos pone ante el espejo de la discriminación racial, de la suerte que a veces tenemos por nacer en un lugar y no en otro.”

Los estados de EEUU que censuran son fundamentalmente los que tienen gobernador republicano, que son 24. La censura es promovida claramente por objetivos ideológicos propios de la derecha y la ultraderecha. Por ejemplo, la Asociación Estadounidense de Bibliotecas (ALA, por sus sigla en inglés) publicó datos que documentan 1,269 demandas para censurar libros y recursos de bibliotecas en 2022, el mayor número de intentos de prohibición de libros desde que ALA comenzó a recopilar datos sobre censura en bibliotecas, hace más de 20 años.

De esos títulos, la gran mayoría fueron escritos por o sobre miembros de la comunidad LGBTQIA+ y personas de color. Y el 58% se centró en libros y materiales en bibliotecas escolares, bibliotecas de aula o planes de estudio escolares, mientras que el 41 % de la censura reclamada se centró en los materiales de las bibliotecas públicas.

Un desafío de libros es una demanda para eliminar un libro de la colección de una biblioteca para que nadie más pueda leerlo. De manera abrumadora, estamos viendo que estos desafíos provienen de grupos de censura organizados que se dirigen a las reuniones de la junta de la biblioteca local para exigir la eliminación de una larga lista de libros que comparten en las redes sociales”, dijo Deborah Caldwell-Stone, directora de la Oficina para la Libertad Intelectual de ALA. “Su objetivo es suprimir las voces de aquellos tradicionalmente excluidos de las conversaciones de nuestra nación, como las personas de la comunidad LGBTQIA+ o las personas de color”.

Cada intento de prohibir un libro por parte de uno de estos grupos representa un ataque directo al derecho constitucionalmente protegido de cada persona de elegir libremente qué libros leer y qué ideas explorar”, dijo Caldwell-Stone. «La elección de qué leer debe dejarsele al lector o, en el caso de los niños, a los padres. Esa elección no pertenece a la autodenominada policía del libro».

Entre los 50 libros más censurados, lista que hace ALA, está en el lugar más bajo «Y el tango hace tres», de Justin Richardson y Peter Parnell. El libro para niños se basa en la historia real de dos pingüinos de barbijo macho, Roy y Silo, que formaron un vínculo en el zoológico de Central Park en la ciudad de Nueva York. Después de que los cuidadores del zoológico vieron a la pareja tratando de incubar una roca como si fuera un huevo, le dieron a la pareja de pingüinos su propio huevo. Posteriormente, Roy y Silo criaron a la hembra que emergió, Tango, como propia. Este libro salió en 2005 y estuvo sujeto a cinco prohibiciones durante el año escolar 2021-2022.

Revisando la lista, los temas que más incitan a la censura son la identidad sexual, dilemas y problemas adolescentes y particularmente los referidos al sexo, las consecuencias de una violación en una mujer y especialmente si se trata de una niña o niño. También las denuncias de racismo y de sus efectos, y la brutalidad policial, y el tratamiento del terrorismo en términos que el poder estima políticamente incorrectos.

En definitiva, se censura el cuestionamiento al poder. Religiones monoteístas han utilizado, por milenios, el reglamentar la pulsión sexual de la persona como instrumento de poder. Ahora, es uno de los instrumentos que retoma la derecha estadounidense, y el senador Ted Cruz enarbola un libro que él prohibió en la audiencia de confirmación de un candidato a la Suprema Corte, al preguntarle sobre valores.

Pero no es solo censura a libros, sino tembién a personas que aluden a ella. El País da cuenta que Brian Covey dice que no estaba en su ánimo convertirse en un símbolo de la resistencia a la prohibición de libros en Estados Unidos, un fenómeno que ha marcado un récord histórico. Pero así fue. El pasado enero publicó un vídeo en su cuenta de Twitter, en la que, sobre todo, da rienda suelta a su pasión por el equipo de fútbol americano de los Jaguars. En la grabación, que se hizo viral, se veían las estanterías vacías de la biblioteca de una escuela de segundo ciclo de primaria del condado de Duval, en Florida. De visita en su mayor ciudad, Jacksonville, un reportero local preguntó por ese travelling de 17 segundos al gobernador Ron DeSantis: lo despachó como una “narrativa falsa”. Al día siguiente, Covey recibió una llamada de la empresa que lo había contratado como profesor sustituto en otro colegio del distrito. “No vamos a precisar más de sus servicios”, le anunciaron.

Los escritores se la vieron venir. Organizaron la publicación en 2009 de Burn this book (Quema este libro) con ensayos de Toni Morrison y otros escritores de fuste, como James BaldwinSalman Rushdie, Orhan Pamuk, David Grossman, Nadine Gordimer, Maya Angelou, Alice Walker y el hijo de Toni, Slade. En la presentación del trabajo publicado en conjunto con el PEN American Center, se afirma que “Burn This Book es una poderosa colección de ensayos que exploran el significado de la censura y el poder de la literatura para informar la forma en que vemos el mundo y a nosotros mismos”.

Como estadounidenses, se afirma en esa presentación, a menudo damos por sentada nuestra libertad de expresión. Cuando hablamos de censura hablamos de China, de la antigua Unión Soviética y de Oriente Medio. Pero los acontecimientos políticos recientes, incluida la aprobación de la Patriot Act (de 2001), han puesto de relieve los profundos actos de censura en nuestro propio patio trasero”.

La inclusión de Toni Morrison en la lista negra de la censura se da en un momento especial, pues precede a la apertura de una muy esperada exposición, «Sitios de la memoria: el mundo de los archivos de Toni Morrison», programada para abrir más adelante en esta primavera boreal en la Galería Milberg de la Biblioteca Firestone. Concebida por Autumn Womack, profesora asistente de estudios afroamericanos e inglés, se afirma que “la exposición es un viaje inmersivo y multifacético a los archivos de Toni Morrison. Basándose en borradores y esquemas de escritos, discursos, ensayos y correspondencia publicados e inéditos, la exposición revela aspectos previamente desconocidos de la vida y la práctica creativas de Toni Morrison”.

Pero no se trata solo de libros. El gobernador de Florida Ron De Santis es retratado en su despacho, firmando la extensión a todos los grados escolares de la controversial ley que prohíbe la enseñanza sobre orientación sexual e identidad de género, conocida entre sus detractores como No digas gay. Está rodeado de niños y niñas, todas y todos con vestimenta formal, y atrás de ellos, sus padres, sonrientes, con un par de carteles con la inscripción, en letra impresa y sobria “protejan a nuestros niños”. La prohibición inicial de De Santis, de marzo 2022, solo vedaba el tema hasta tercer grado escolar. En otra de las iniciativas del Congreso estadual, la HB 1521, se penaliza a los transgéneros que utilicen los baños públicos que no correspondan a su sexo original. También prohíbe los baños inclusivos en escuelas, comercios, albergues públicos, hospitales y prisiones.

También se trata de ciencia Así, un artículo que dice que la ciencia debe ser imparcial fue rechazado por las principales revistas, incluyendo The Proceedings of the National Academy of Sciences. Según la nota de opinión de la prestigiosa periodista Pamela Paul, publicada por The New York Times, se está afianzando en entornos académicos, gubernamentales y médicos la creencia de que la ciencia es subjetiva y debe practicarse y juzgarse en consecuencia se ha afianzado recientemente.

La autora se pregunta “¿Es un latino republicano gay más capaz de realizar un experimento de física que una mujer heterosexual progresista blanca? ¿Llegarían a conclusiones diferentes basadas en los mismos datos debido a sus diferentes antecedentes? Para la mayoría de las personas, la sugerencia no es solo ridícula; es ofensiva”. Y sin embargo, numerosos científicos consideraron necesario salirle al cruce de la validez de la subjetividad en la ciencia, en el artículo En defensa del mérito de la ciencia (https://journalofcontroversialideas.org/article/3/1/236).

A fin de abril, un grupo interdisciplinario de 29 científicos distinguidos, incluidos dos premios Nobel, ha publicado un artículo revisado por pares, el primero de su tipo, que arroja luz sobre el ataque ideológico a la ciencia que tiene lugar en universidades, editoriales y agencias de financiación. En un artículo de opinión en el Wall Street Journal, dos de los autores explican por qué: “la idea de que las teorías científicas deben juzgarse por sus méritos en lugar de políticas de identidad se ha vuelto desagradable, tan desagradable que terminó en el Journal of Controversial Ideas”, que es un sitio tan serio como encumbrado. Y ésta es la primera vez en la historia al menos de EUU que los científicos se organizan para hacer retroceder las políticas de identidad.

El artículo (https://indefenseofmerit.org/) describe el choque que hoy tiene lugar en la ciencia entre los valores liberales clásicos, como el mérito, y una nueva cosmovisión posmoderna que afirma que la realidad es subjetiva y solo puede entenderse a través de la «experiencia vivida» de un científico, que a su vez depende del género, la etnia, la y otras características inmutables. Esta ideología es impuesta por funcionarios y burocracias de «Diversidad, Equidad e Inclusión» (DEI), que se han arraigado en toda la academia. Debido a que la ciencia se basa en la búsqueda de verdades objetivas, afirma, la ideología amenaza toda la empresa científica.

El artículo establece, en primer lugar, cómo el mérito es uno de los pilares del liberalismo clásico, del humanismo y de la democracia. Basada en el mérito, la ciencia ha demostrado su eficacia para producir avances tecnológicos, reducir el sufrimiento humano y mejorar la calidad de vida en todo el mundo. El artículo documenta el intento en curso de socavar los principios fundamentales del liberalismo clásico y reemplazar el mérito en la ciencia con una ideología identitaria, que llaman la Justicia Social Crítica (CSJ).

Los autores explican los orígenes filosóficos del conflicto, documentan la intrusión de la ideología en las instituciones científicas, discuten los peligros de abandonar el mérito y ofrecen un enfoque alternativo y humanista para abordar la desigualdad social y la injusticia.

El artículo, meticulosamente documentado, brinda evidencia histórica de que la ciencia basada en el mérito es efectiva y justa, ilustra los peligros de subyugar la ciencia al control ideológico e ilumina el ataque actual contra el mérito y la ciencia. El punto, parece ser, es que hay que demostrar y reafirmar obviedades.

 

 

 

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