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EL ABISMO DE LA DROGA Y SEIS PREMISAS FALSAS

Lic. Fernando Britos V.

Desde hace unos años la alarma cunde entre las autoridades estadounidenses por los efectos de lo que denominan la cuarta ola de la drogadicción. Las imágenes de Kensington Avenue en Filadelfia [i], con los desdichados adictos contorsionados como verdaderos zombies, muertos vivientes, son el testimonio de una catástrofe que se manifiesta en todas las ciudades del país. El combate eficaz contra el narcotráfico requiere que, primero, sean dilucidadas las premisas falsas de esta situación.

1) Guerra a los productores: el mal viene de afueraLas drogas se originan fuera de los Estados Unidos y son introducidas por carteles, especialmente mexicanos (Sinaloa < los chapitos> y Jalisco Nueva Generación, etc.) para abastecer a una demanda creciente e incontrolable. Hace décadas que los expertos estadounidenses reconocen abiertamente que han perdido la guerra contra las drogas en su territorio y la única forma de combatirla es llevar esa guerra a otros países.

Las autoridades y buena parte de los medios de comunicación estadounidenses atribuyen sus problemas con la drogadicción y el narcotráfico a otras naciones y a causas externas. La historia demuestra el cinismo y la mendacidad de esta actitud sin necesidad de remontarse a las Guerras del Opio mediante las cuales los europeos impusieron a sangre y fuego el consumo de opio en China. [ii]

Hace cincuenta años la culpa se atribuía a Colombia, Pablo Escobar, el cartel de Medellín y el de Cali, que enviaban toneladas de clorhidrato de cocaína al ávido mercado de los Estados Unidos. La DEA siempre ha preferido que los muertos los pongan otros países.

Ahora los gobernantes y las agencias estadounidenses acusan abiertamente a México y a la República Popular China, de ser los vectores de los opiáceos sintéticos que están arrasando en todas las ciudades de los Estados Unidos y que se difunde en Canadá y en Europa.

El Presidente colombiano Gustavo Petro advirtió que  el narcotráfico es una plaga para la humanidad que debe ser combatida en los países consumidores, especialmente en los Estados Unidos. Es muy difícil establecer cifras fidedignas pero la mortalidad por sobredosis de opioides sintéticos en Norteamérica habría superado los 150.000 fallecimientos durante el año 2022 y la tendencia de la letalidad es incontenible.

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha manifestado la voluntad de su nación para combatir el narcotráfico pero ha rechazado las acusaciones de las autoridades estadounidenses y las abiertas amenazas de algunos senadores republicanos que promueven intervenciones descaradas en México, por ejemplo mediante el bombardeo con drones de presuntos laboratorios donde se elaboraría “el afiche de la muerte”: el fentanilo. Antes de culpar a los demás, los Estados Unidos deben reconocer su responsabilidad, dicen los expertos internacionales.

Es cierto que muchos países del mundo sufren a causa del flagelo de las drogas y de los efectos corruptores y criminales del narcotráfico. Que han existido grandes narcotraficantes como Pablo Escobar, los Rodríguez Gacha, el Chapo Guzmán y decenas de siniestros capos. Son criminales corruptores pero esa premisa estadounidense de que la culpa del narcotráfico está en el exterior no solamente es falsa sino destructiva para la convivencia de otros pueblos. Perseguir, capturar y encerrar o eliminar a los capos no funciona si no se abandona esa premisa falsa. Por cada Chapo que encierran aparecen docenas de “chapitos”, Marset y Tío Rico Insfrán.

La premisa falsa del origen externo del problema encubre el verdadero origen y los mecanismos ocultos que, en el caso del narcotráfico, son los más peligrosos. La serie Breaking Bad es ficción pero no fantasía y más allá de su conexión con los carteles mexicanos, cientos o tal vez miles de Walter White o Heisenberg “cocinan” en los Estados Unidos.

Bajo esta premisa, los estrategas norteamericanos de la guerra contra las drogas se concentran en interrumpir el flujo de drogas hacia los Estados Unidos, capturar y eliminar a los narcotraficantes internacionales, cortar sus circuitos, infiltrar sus redes, destruir los laboratorios y accesoriamente seguir la huella del dinero. Lo que no están haciendo es sacar a los camellos y a los vendedores al menudeo de sus esquinas. Lo que The Wire [iii] pintaba tan verídicamente en Baltimore es ahora lo más común en la mayoría de las poblaciones y especialmente en las ciudades importantes de todos los Estados.

Allí el enfoque punitivista fracasó hace décadas. David Simon y Ed Burns dicen en su libro La Esquina: “No podemos pararlo. Ni con todos los abogados, armas y dinero del mundo. Ni apelando al sentimiento de culpa, ni a la moral ni a la indignación de los justos. Ni con las cumbres sobre el crimen, ni con equipos especiales ni con comités.(…) No se conseguirá una victoria duradera en la guerra contra las drogas doblando el número de policías en la calle ni triplicando las plazas de las penitenciarías. La paz no vendrá gracias a las leyes contra el crimen organizado ni a leyes que recorten los derechos civiles, ni permitiendo registros sin orden judicial ni por ninguna otra maldita nueva medida que a alguien se le ocurra meter en el paquete de leyes contra la delincuencia que toque aprobar el año que viene. Y en la calle Fayette lo saben. Hoy, como cualquier otro día, a media mañana se abrirá la tienda y los captadores se apostarán en las esquinas , anunciando los nombres de sus productos alegremente, como si lo que venden fuera legal. Los correos traerán un poco más de la mercancía y los adictos harán cola para que les sirvan, una fila de demacrados y pasivos suplicantes que ocupará todo el callejón y seguirá por la manzana. La esquina hecha sus raíces en el deseo humano: básico, innegable e inmediato. Y la dura realidad es que ese deseo no puede ser doblegado ni por todas las fuerzas del orden del mundo. (…) En unos barrios en los que no existe ninguna otra fuente de riqueza, han construido un motor económico muy potente y están dispuesto a sacrificarlo todo por él. (…) El margen de beneficios nunca baja, no hay recesiones, no hay malos trimestres, no hay despidos, no hay tasa de desempleo estructural. En el corazón vacío de nuestras ciudades, la cultura de las drogas ha generado una estructura de generación de riqueza tan elemental y resistente que se puede calificar legítimamente de nuevo contrato social”.

A ese punto habían llegado los Estados Unidos hace más de 20 años. Simon y Burns no son conformistas o simples quejosos confundidos. El suyo es un diagnóstico preciso. No puede trasladarse mecánicamente a otros países y a otras esquinas o a las bocas pero tampoco la pavada de decir “eso aquí no puede pasar” porque la negación es la más estúpida de las conclusiones.

“Tenlo claro – advierten los autores – no están ahí solo para vender y meterse drogas. Así es como empezó todo, desde luego, pero treinta años de negocio han transformado a la esquina en algo mucho más letal y duradero que un simple mercado. Los hombres y mujeres que viven la vida de la esquina están redefiniéndose a si mismos de forma costosísima, buscando sentido en un mundo que les ha declarado irrelevantes. (…) En los mercados de las drogas de ciudades por toda la nación, vidas que no tienen ninguna justificación obvia consiguen definirse gracias a un sencillo capitalismo que se sustenta a si mismo. La esquina tiene un sitio para todos y cada uno de ellos. Captadores, correos, vigilantes, mulas, atracadores, ladrones de alijos, matones, adictos, adulteradores de drogas, chivatos … todos son necesarios en el mundo de la esquina. Todos ellos serán utilizados hasta agotarlos y en último término serán devorados con infalible precisión. Este es el único lugar al que pertenecen. Solo en este lugar saben lo que son y qué es lo que se supone que tienen que hacer. Aquí, es casi como si importaran”.

Un estudio profundo como el de Simon y Burns puede sintetizarse en una frase: los Estados Unidos han abandonado a sus pobres a su suerte y la mayoría de estos son negros. Por eso no hay solución sin un profundo cambio de perspectiva que la nación del Norte parece incapaz de procesar [iv].

En la guerra contra la pobreza (como la declaró el presidente Lyndon Johnson) “nos gusta más fingir que hacer cosas”, dicen. Hace falta empatía, caridad y conexión, declaran. Desde que la Guerra de Vietnam se tragó los propósitos de Johnson “no hemos hecho nada en treinta años. La empatía requiere reconocerse en las caras que pueblan la esquina, que se acepte su impulso adictivo como algo más que simple anarquía, que empecemos a ver las esquinas como el único refugio de los verdaderamente relegados. La caridad nos exige que dejemos de envidiar el tesoro ya perdido, Y la conexión debe admitir que entre su mundo y el nuestro la distancia, al menos en términos humanos, nunca es tan grande como parece”.    

2) Las empresas que matan a sus clientesLos opioides sintéticos y las metanfetaminas actúan sobre el sistema nervioso central y los carteles de la droga son la única empresa que mata a sus clientes al introducir “adulterantes” como el fentanilo y la xilacina que son la causa del 80 % y más de las muertes por sobredosis.

Esta premisa falsa mezcla algo de verdad con mucho de mentira. En primer lugar la concepción gerencial del narcotráfico oculta varios asuntos. No son los narcos los únicos que matan a sus clientes, lo hace “legalmente” la industria tabacalera desde hace mucho tiempo, ocultando información, recurriendo a publicidad engañosa, demandando a los países que enfrentan la plaga del tabaquismo como intentó hacer Philip Morris con Uruguay y comprando lealtades y autoridades permisivas. Los señores de la droga no hacen más que emular lo que la industria tabacalera ha hecho desde hace siglos y que otras empresas, en otros rubros y en su afán de lucro a cualquier costo, promueven en desmedro de la salud de la población o del cuidado del medio ambiente.

El uso de la morfina y la cocaína es de vieja data, la primera apaciguadora y analgésica y la segunda euforizante. La historia medicinal de estos opioides clásicos (a los que hay que agregar la heroína) se remonta a siglos atrás y hace su ingreso en sociedad en el XIX. El consumo generalizado es un fenómeno del siglo XX y especialmente de la segunda mitad.

Las metanfetaminas ya andaban en la vuelta durante la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas armadas alemanas (bajo el nombre de Pervitin) les daban comprimidos a los pilotos y conductores y los británicos y estadounidenses también lo hicieron aunque en forma más discreta. La capacidad destructiva de los opioides estaba de todas maneras muy por debajo y por detrás de las bebidas alcohólicas y el alcoholismo, así como el tabaquismo, como adicciones socialmente aceptadas o toleradas.

La morfina como analgésico extremo ha sido indiscutiblemente beneficiosa pero también es cierto que el poder adictivo de los opioides es bien conocido desde hace mucho tiempo. El mecanismo por el que actúan tiene que ver con la fisiología de los neurotrasmisores, es decir sustancias que facilitan la comunicación entre  neuronas en el sistema nervioso y en particular la dopamina muy importante en la mayoría de los organismos vivos (vertebrados e invertebrados).

La dopamina cumple muchas funciones en el cerebro, entre las cuales juega un papel importante, aunque no exclusivo, en el comportamiento, la cognición, la actividad motora, la motivación, la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención y el aprendizaje [v].

Las neuronas dopaminérgicas (las que producen la dopamina en el organismo) están presentes en el cerebro medio, la parte compacta de la llamada sustancia negra y el núcleo arcuato del hipotálamo.

La activación de las neuronas dopaminérgicas sigue un patrón tónico. La aparición de estímulos novedosos provoca un disparo en forma de ráfaga que facilita la asociación entre la aparición del estímulo, la conducta motivada (aproximación, dirección y esfuerzo para obtener el estímulo) y las consecuencias derivadas de la interacción con dicho estímulo.

La dopamina es una de las principales moléculas implicadas en el aprendizaje. Hasta en los insectos, existe un sistema de recompensa similar que utiliza un químico muy parecido a la dopamina. Hay que destacar que la dopamina fue sintetizada en 1910 pero en el 2000 uno de sus principales investigadores recibió el Premio Nobel por haber estudiado sus múltiples funciones.

Sustancias como la cocaína, la nicotina y las anfetaminas parecen generar directa o indirectamente el incremento de dopamina y en relación con las teorías neurobiológicas de la adicción química se argumenta que esas vías dopaminérgicas se alteran patológicamente en las personas que presentan adicciones. Estas sustancias incrementan el deseo, pero no alteran las expresiones de placer.

Con la difusión del uso lúdico de la cocaína comenzó un proceso de masificación. Dos vectores fueron fundamentales para la multiplicación del consumo en los Estados Unidos: la Operación Irán-Contras [vi] y la acción de las grandes compañías farmacéuticas para promover el consumo “legal” de medicamentos recetados.

El llamado escándalo Irán-Contras, se desarrolló en los años 1985 y 1986, cuando altos cargos del gobierno de los Estados Unidos, bajo la administración del presidente Ronald Reagan, facilitaron secretamente la venta de armas a Irán, país contra el cual pesaba un embargo armamentístico decretado por los propios E.U.A., y promovieron el narcotráfico hacia su propio pueblo para financiar a los grupos armados creados y organizados por ellos, conocidos como Contras, para derrotar mediante una guerra imperialista al gobierno nicaragüense surgido de la Revolución Sandinista tras el triunfo de esta en julio de 1979.

Para financiar a la Contra, la CIA introdujo cientos o miles de toneladas de cocaína proveniente de Colombia y la entregó a las redes de traficantes de su país con especial indicación de difundir la droga entre la población afroamericana. Pablo Escobar y los capos de la cocaína eran narcotraficantes promovidos y protegidos por los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas de los E.U.A. como el mismo general Noriega en Panamá y los militares del ejército de la dictadura argentina que completaban el elenco de esa guerra sucia, entrenando mercenarios para invadir Nicaragua.

3) La jungla de las drogas legales y el origen del malDesde principios de la década de los 80 del siglo pasado estaba sucediendo otro fenómeno: la difusión extraordinaria en el mercado farmacéutico del fentanilo – la droga sintética 50 veces más poderosa que la morfina y 100 veces más potente que la heroína – era la panacea inocua, barata y fabulosa, contra todo tipo de dolores.

Otra premisa falsa. El fentanilo fue sintetizado por el belga Paul Janssen [vii] en 1960 y aprobado para su uso médico como analgésico en los Estados Unidos en 1968. En 2015, se utilizaron 1.600 kilogramos en la atención médica a nivel mundial. En 2017, el fentanilo era el opioide sintético más utilizado en medicina y fue uno de los más frecuentemente recetados en los Estados Unidos, con más de 1,7 millones de recetas en ese año. Está en la lista de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Tiene una potencia tan superior a la morfina que se emplea en cantidades infinitesimales. Se aplica a través de la piel, en forma de parches, por vía sublingual, en forma de espray nasal o comprimidos para chupar, por vía intravenosa y por vía epidural (inyecciones en la columna vertebral).

Por vía intravenosa actúa en menos de 30 segundos, el efecto máximo se alcanza entre 5 a 15 minutos y se mantiene por 30 a 60 minutos. Por vía epidural, el comienzo de la acción tiene lugar entre 4 y 10 minutos después de la administración, el efecto máximo se alcanza en unos 30 minutos y la duración de acción es de 1 a 2 horas. Se elimina fundamentalmente por metabolismo hepático.

Los efectos secundarios comunes del medicamento, no deseados pero frecuentes, incluyen náuseas o vómitos, estreñimiento, sedación, confusión y lesiones relacionadas con la mala coordinación de movimientos. Los efectos secundarios graves pueden incluir disminución de la frecuencia respiratoria (depresión respiratoria), síndrome serotoninérgico[viii] presión arterial baja o desarrollo de un trastorno por consumo de opioides.

El fentanilo actúa activando los neuroreceptores sensibles a los opioides. Como se dijo, es alrededor de 100 veces más fuerte que la morfina y unas 50 veces más fuerte que la heroína. Algunos análogos del fentanilo como el carfentanilo – un calmante veterinario para elefantes, también inventado por Janssen – son hasta unas diez mil veces más potentes que la morfina. La dosificación del fentanilo legal es infinitesimal dado que 2,2 miligramos de la sustancia son capaces de provocar la muerte en un adulto.

Un opioide sintético barato y fácil de fabricar – y más adelante nos referiremos a sus precursores químicos, a sus

ingredientes – multiplicó las ganancias de la industria farmacéutica pero al abrir de par en par el cerco de la jungla de las drogas sintéticas hizo que los narcotraficantes rápidamente incorporaran el fentanilo a sus productos con el propósito de darles mayor potencia y de obtener ganancias aún más enormes y más rápidas.

Algunas cifras aproximativas indican que un kilo de fentanilo permite preparar más de un millón de pastillas de un gramo, cada una de las cuales suele venderse a 10 dólares cada una. Si la producción de ese kilo demanda unos pocos dólares el resultado será de una ganancia instantánea superior a los diez millones de dólares. Esta ecuación aproximativa vale tanto para la industria legal como para los narcotraficantes.

Al investigar las razones por las que las compañías farmacéuticas se dedicaron a popularizar este medicamento aparece inmediatamente: su potencia y la sencillez de su fabricación que lo hacía muchísimo más barato que la morfina o la heroína. Por ende la ganancia de las compañías se incrementó enormemente. Por otro lado, la drogadicción con fentanilo, a diferencia de la cocaína y su derivados “baratos” e impuros,(la pasta base, el crack, el basuco), abarata y potencia la droga callejera al tiempo que la hace terriblemente peligrosa.

Al hablar de la potencia de la droga estamos hablando también de un incremento del poder adictivo, algo que Janssen y su equipo menospreciaron y que los propietarios de las patentes de fabricación y los organismos estatales de control (la FDA en los E.U.A.) advirtieron cuando ya era muy tarde. Las políticas de mercadeo de la industria farmacéutica y las perversiones del sistema de salud pública estadounidense dieron el impulso inicial al aumento desmesurado del consumo de medicamentos opiáceos recetados.

La propaganda permitida hacía y hace énfasis en la potencia analgésica, para evitar el dolor a toda costa y para sobrevivir con cáncer u otras enfermedades graves sin tratamientos costosos e inasequibles para millones de personas. De este modo una limitación terapéutica o la limitación de los sistemas de salud parecía haber encontrado una solución casi mágica para enfrentar el terrible desafío del dolor. Transformaron el defecto en una virtud y viceversa, la virtud en un defecto mortal.

El fentanilo aparecía como la panacea, la garantía de un alivio rápido y barato, la eliminación del dolor. Esto se aplicaba no solamente a los cánceres terminales sino a todo tipo de afecciones dolorosas, reumatismo, gota, etc. y se generalizó mediante comprimidos recetados muy liberalmente contra todo tipo de dolores intensos desde el producido desde una muela hasta una uña encarnada.

Además la industria promovía pagos extraordinarios y “estímulos” a los médicos y a los servicios que recetaban el fentanilo y, por el contrario, le quitaban apoyos a los que no lo hacían porque se habían dado cuenta del potencial maligno y los efectos secundarios de este “analgésico total”. Este sería el gran crimen de la industria farmacéutica responsable de la proliferación de este medicamento, cuando por otra parte existía una relación muy estrecha entre las empresas y las agencias que debían controlarlas. La brutal ola de adicciones y el ascenso en flecha de las muertes por sobredosis empezó a producirse a partir del consumo masivo de comprimidos de fentanilo recetados a la población. Aún hoy en día se estima que el 86% de los opioides medicamentosos autorizados a nivel mundial se recetan en los Estados Unidos.

Junto con la displicencia y la codicia con que se manejaron la mayoría de las empresas farmacéuticas propietarias de las patentes, que estaban radicadas en la Costa Este de los E.U.A., sucede que los pacientes adictos suelen presentar trastornos del juicio, no se dan cuenta de su dependencia o la racionalizan y se niegan a someterse a los tratamientos de rehabilitación. La adicción no solamente reclama un suministro continuo de los estupefacientes sino que muchas veces desencadena trastornos psiquiátricos subyacentes, originales o causados por las drogas. La adicción es un fenómeno psicofísico y social.

La industria no reconoció, durante las décadas de 1970, 1980 y 1990, el efecto más terrible del fentanilo: la capacidad de transformar en un adicto desesperado a quienes lo consumían. En la actualidad, según el especialista en salud pública Héctor L. Frisbie hay directores de laboratorios farmacéuticos presos en los E.U.A. por la promoción engañosa de los medicamentos altamente adictivos.

Mientras el cuerpo médico empezó a evitar recetarlo libérrimamente, los narcotraficantes rápidamente emprendieron la fabricación que entrañaba riesgos para los cocineros (los legos recuerdan la vestimenta especial y los elementos de protección que usaba Walter White en Breaking Bad) pero aumentaba geométricamente sus ganancias.

Con el aumento del número de adictos también se dispararon las muertes por sobredosis. Los narcotraficantes son empresas capaces de ofrecer una gama de productos para distintas clientelas y por otra parte los productores y los intermediarios, por falta de técnica, por apuro o por simple necesidad de ganar más en el menor tiempo pueden producir adulteraciones involuntarias o no. Engañar a sus clientes tampoco es exclusivo del narcotráfico.

Ya en el 2016, el fentanilo y los análogos de fentanilo fueron la causa más común de muerte por sobredosis en los E.U.A. con más de 20.000, aproximadamente, la mitad de todas las muertes relacionadas con opioides en aquel entonces y la mayoría de los casos se debieron al producto fabricado ilegalmente. Siete u ocho años en la vorágine del narcotráfico es mucho tiempo pero lo que está claro es que a principios del siglo los adictos al consumo de opiáceos legales habían pasado a ser clientes de los ilegales: los consumidores de las pastillas recetadas se habían pasado a la droga suministrada por los narcos.

La creciente demanda que habían promovido las empresas farmacéuticas resultó muy atractiva para el crimen organizado y los aspirantes a delincuentes, especialmente aquellos que operaban en áreas alrededor del Triángulo Dorado asiático (Tailandia, Laos y Myanmar), donde la producción de drogas sintéticas se expandió enormemente durante las últimas décadas del siglo XX.

Comparadas con la heroína, las drogas sintéticas tienen mayores márgenes de ganancia y, debido a que son compactas, tienen una logística más sencilla. Los alijes a transportar se reducen de toneladas a kilos. Lo que ha estado sucediendo a nivel del narcotráfico internacional es que las drogas sintéticas como el fentanilo están reduciendo, o incluso reemplazando, el suministro de heroína y otros opiáceos.

Sin embargo, hay que destacar que la jungla de las drogas sigue manteniendo varios senderos y circuitos paralelos. Lo nuevo no sustituye a lo viejo, lo complementa. La cocaína y en menor grado la heroína sigue llegando a los países consumidores. La industria farmacéutica sigue produciendo toneladas de drogas “legales” para su uso en la medicina humana y veterinaria. La producción ilegal de drogas de síntesis sigue expandiéndose. Las vías de circulación del narcotráfico abarcan todos los medios de transporte por tierra mar y aire hasta llegar a los consumidores.

4) Las muertes por sobredosis se producen entre los adictos terminales. El consumo recreativo de opioides es un mundo de nuevas sensaciones exento de peligros; probar de vez en cuando no es adicción.

Premisa falsa. El aumento de las muertes por sobredosis registra la defunción, generalmente por paro cardio respiratorio, no solamente de aquellos adictos ya deteriorados por un consumo de larga data sino de personas, sobre todo jóvenes, independientemente de su etnia, que en una sola oportunidad consumen una sola pastilla con fines lúdicos en una fiesta y caen en coma y mueren por sobredosis.

Sucede que la jungla de las drogas es extraordinariamente compleja y tiene ramificaciones y avenidas paralelas y entrecruzadas que dificultan su comprensión para los científicos, encubren muchos efectos secundarios y ocultan las consecuencias de la epidemia de decenas y cientos de drogas de diseño y “naturales”, en el mediano y largo plazo.

La aparición de nuevas drogas, producto de la manipulación química de las moléculas, sigue pautas similares. Veamos al pasar el caso del Éxtasis que es una metanfetamina que no tiene uso medicinal admitido sino exclusivamente lúdico. Fue descubierta por el químico alemán Anton Köllisch (1888-1916) cuando trabajaba para la farmacéutica Merck en 1912, pero no se popularizó sino medio siglo después cuando, en la década de 1970, se empezó a usar como “droga recreativa” y se intentó emplearla como psicofármaco en psicoterapia. Actualmente las pastillas de Éxtasis están prohibidas en la mayoría de los países del mundo y han causado muertes en todos ellos, incluyendo desde luego al Uruguay.

Dopamina

 

En el 2020, las Naciones Unidas estimaban que unos 20 millones de personas, residentes principalmente en Norteamérica y Europa, consumieron Éxtasis por lo menos una vez en el correr de ese año. Son cifras similares a las calculadas para los usuarios de cocaína, anfetaminas y opiáceos y menores a las de los usuarios de marihuana.

El consumo de Éxtasis suele estar asociado a las fiestas nocturnas de música electrónica porque los sonidos y la iluminación pueden provocar una sinergia que acentúa los efectos de la droga. Algunos usuarios disfrutan del aumento de la desinhibición que provoca, mientras que otros se aprovechan de sus efectos estimulantes para evitar la fatiga y el sueño. Ocasionalmente se toma junto con otras drogas psicodélicas o con alcohol, lo que aumenta el riesgo de efectos nocivos; se combina usualmente con LSD o con cocaína.

También se ha descrito su uso en conjunción con productos mentolados, que supuestamente intensifican sus efectos. En general, los efectos comienzan entre 30 y 60 minutos después de la ingesta, llegando al máximo entre 75 y 120 minutos después; los efectos más potentes se mantienen hasta más de 3 horas.

Los cambios neuroquímicos pueden manifestarse fisiológicamente a corto plazo mediante los siguientes efectos psicoactivos: euforia y un estado general de bienestar y felicidad sin motivo aparente; aumento de la sociabilidad y mayor facilidad para la comunicación. Aumento del sentimiento de cercanía con los demás; sensación de paz interior. Ocasionalmente el Èxtasis produce leves alucinaciones, como por ejemplo, visión distorsionada de colores y sonidos o visiones con los ojos cerrados, mejora la percepción y la sexualidad y altera el sentido del tiempo [ix].

La investigación denodada y permanente para dotar a la medicina de nuevos medicamentos ha producido más que decenas, cientos de drogas que tienen una característica común: grandes efectos benéficos y efectos secundarios indeseables y peligrosos. El suministro y el control de la medicación es una tarea esencial en el tratamiento médico. La complejidad de la fisiología neurológica y de la interacción medicamentosa han producido un incremento importante de la investigación de los efectos secundarios y de la interacción entre medicamentos para prevenir males mayores.

La automedicación, la ignorancia y el comportamiento desaprensivo llevan a ratificar la certeza de la máxima que muchos médicos aplican hoy en día: el mejor medicamento es el que no se toma. Y atención porque las llamadas “medicinas alternativas”, la herboristería y los llamados “medicamentos naturales” tampoco están exentos de riesgos como lo veremos más adelante.

En la actualidad, los pacientes deben informar y los médicos requerir información acerca de los medicamentos que están consumiendo los primeros (incluso que han consumido en el pasado reciente) como precaución acerca de las interacciones peligrosas porque las sustancias psicoactivas no se limitan exclusivamente a los psicofármacos. Para mayor confusión se agrega la proliferación de nombres comerciales que adoptan las drogas o sustancias genéricas. De este modo, existen convenciones para que los primeros se escriban con mayúscula inicial y las segundas no.

Para percibir la complejidad de las interacciones medicamentosas y a modo de ejemplo se señala, en forma muy resumida, las interacciones que deben ser evitadas para la administración de pentazocina – un narcótico opiáceo sintético de uso analgésico – o de tramadol [x], otro opiáceo sintético usado para enfrentar el dolor grave. Algunos antimicóticos (por ejemplo el ketoconazol o el clotrimazol) no deben suministrarse. Tampoco benzodizepinas (como el clordiazepóxido <Librium>, el clonazepam, el diazepam <Valium>, el lorazepam <Ativan>). Tampoco carbamazepina (Tegretol), claritromicina o eritromicina. Asimismo es perjudicial la interacción con ciertos medicamentos para el VIH (indinavir o ritonavir). En general esos analgésicos son dañinos o peligrosos combinados con los medicamentos para la enfermedad mental, para las náuseas o el dolor, con los relajantes musculares, con la fenitoína (un anticonvulsivante), con la rifampicina (antibiótico bactericida antituberculoso), con las pastillas para dormir y con sedantes.

Por eso, para que un médico administre los potentes analgésicos opioides, se recomienda que se cerciore de que el paciente no va a tomar o está tomando vitaminas y suplementos nutricionales, productos a base de hierbas, medicamentos para la migraña, para la tos, para el resfrío o las alergias,  bloqueadores de la serotonina, inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (como el citalopram, el escitalopram o la fluoxetina que son antidepresivos), tampoco el tramadol y antidepresivos tricíclicos (imipramina, como el Tofranil) y verificar que no ha consumido inhibidores de la monoaminoxidasa (MAO) ni azul de metileno en las últimas dos semanas.

En cuanto a los efectos secundarios de estas medicinas autorizadas se advierte cansancio, aturdimiento, somnolencia, cambios de humor, dolor de cabeza, malestares estomacales, sarpullidos y dificultades para orinar. Entre los efectos graves se menciona: problemas respiratorios, alteraciones del ritmo cardíaco, náusea, mareos y alucinaciones, menstruación irregular, dificultades para mantener una erección y desmayos.

Tampoco las plantas están exentas de riesgos en materia de adicciones. Las hierbas consideradas como medicamentos “naturales” suelen tener contraindicaciones como es el caso de la hierba de San Juan (Hypericum perforatum) con diversos usos (como emplasto para quemaduras y como infusión antidepresiva), que es capaz de inhibir la acción de muchos medicamentos por si sola y de producir interacciones negativas con drogas de síntesis. El Panax Ginseng, la planta cuya raíz es ampliamente utilizada en la medicina tradicional china no ha demostrado la eficacia que se le atribuye pero, en cambio, es capaz de desarrollar interacciones negativas con psicofármacos. Otras plantas, como la ruda siria [xi], contienen alcaloides que también actúan sobre el sistema nervioso central.

5) Hay un remedio para evitar la muerte de los adictos por sobredosis Existen medicamentos capaces de salvar a quienes sufren una sobredosis de opioides y por eso se espera controlar la epidemia mortal.

Consuelo a medias, solución parcial corriendo de atrás. El medicamento que efectivamente es capaz de contrarrestar más rápidamente el efecto mortal de una sobredosis de opioides es la naloxona, un antagonista opiáceo que revierte los efectos de las sobredosis que paralizan la respiración y el corazón. Al igual que otros opiáceos, se ha desarrollado partiendo de la tebaína, el alcaloide más tóxico del opio [extracto seco obtenido a partir del jugo de los frutos inmaduros de la amapola Papaver somniferum].

En 1916, los químicos Martin Freund y Edmund Speyer de la Universidad de Frankfurt sintetizaron la oxicodona un analgésico derivado de la morfina. En 1948 y en los laboratorios Knoll, que eran el mayor productor de codeína en Alemania, consiguieron sintetizar oxicodona mediante una manipulación molecular diferente. Sin embargo, los resultados no se publicaron hasta 1955 porque sobre los científicos alemanes pesaban las sospechas de las horrendas experiencias que los nazis habían hecho antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

Otro alemán Ulrich Weiss, trabajando en el National Institute of Health de los Estados Unidos, en 1955, sintetizó la oximorfona, un derivado diez veces más potente que la morfina cuando se inyectaba. Sin embargo, no se introdujo en la práctica médica y sólo importa porque fue el punto de partida para la síntesis posterior de la naloxona que logró Jack Fishman.

Fishman, nacido en 1930, había escapado con su familia de Polonia cuando la invasión nazi; estuvo en la comunidad judía de Shangai hasta los 18 años y después se radicó en los Estados Unidos donde se doctoró en 1955. Trabajando en el laboratorio de Mozes Lewenstein sintetizó la naloxona y la patente fue registrada en marzo de 1961. La farmacéutica japonesa Sankyo, por su parte, había solicitado otra patente para la misma sustancia.

La búsqueda de antídotos que contrarrestaran de manera rápida y eficaz los efectos mortales de las sobredosis de morfina y heroína, tuvo su auge en la década de 1950 y primeros años de la década de 1960, cuando la adicción a los opiáceos administrados por vía intravenosa, sobre todo heroína, se extendía de manera epidémica por Norteamérica y Europa. Era la primera gran oleada de drogadicción que se había reflejado en la novela de Nelson Algren y en la película de Otto Preminger del mismo nombre: El hombre del brazo de oro (1955).

Así y todo transcurrió una década antes de que la naloxona se impusiera como antídoto a los opiáceos. En 1971, bajo distintos nombres comerciales (como Narcan) y bajo la forma de espray nasal e inyectables, la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos autorizó su uso. Desde entonces la naloxona forma parte imprescindible de la medicación de emergencia para contrarrestar las sobredosis.

En suma: la naloxona es un medicamento que revierte rápidamente una sobredosis de opioides porque se adhiere a los receptores opioides y bloquea los efectos de la droga. Puede restablecer con rapidez la respiración normal de una persona afectada pero la naloxona no tiene ningún efecto en quien no tiene opioides en el organismo y no es tampoco un tratamiento para tratar la adicción a las drogas. Actúa en las sobrdosis de heroína, fentanilo,  oxicodona, hidrocodona, codeína y morfina.

La naloxona revierte la sobredosis por un lapso de entre 30 y 90 minutos pero muchas drogas opioides permanecen más tiempo en el cuerpo, por lo que es posible que una persona siga sufriendo los efectos de la sobredosis una vez que se disipa el efecto de la naloxona y aún puede morir si no se le sigue administrando el antídoto cada tanto. Algunos opioides son muy potentes y pueden requerir varias dosis de naloxona. En todo caso la víctima de una sobredosis debe recibir atención médica inmediata y quienes reciben naloxona deben ser vigiladas durante dos horas después de la última dosis del fármaco salvador para asegurarse de que su respiración no se vuelva a detener.

Quienes tienen dependencia física de los opioides pueden presentar síntomas de abstinencia minutos después de recibir naloxona: dolor de cabeza, cambios en la presión arterial, frecuencia cardíaca acelerada, sudoración, náuseas, vómitos y temblores. Estos síntomas son desagradables pero, por lo general, no ponen en peligro la vida. El riesgo de muerte de una persona con sobredosis de opioides es mayor que el riesgo de sufrir una reacción adversa a la naloxona. Sin embargo, solo revierte una sobredosis en quien tiene opioides en el organismo. La naloxona no revierte las sobredosis de otras drogas, como la cocaína o la metanfetamina por lo tanto no es el salvavidas universal.

La naloxona no es el único medicamento autorizado para combatir los efectos de las drogas sintéticas. La buprenorfina también es un fármaco del grupo de los opioides que se emplea para tratar la adicción a la morfina y la heroína, pero en forma similar a la metadona.  Fue comercializado por primera vez en los E.U.A. en 1981 como analgésico, con el nombre comercial de Buprenex. Para el tratamiento de la adicción a otros opioides las dosis suelen ser mucho mayores que las empleadas como analgésico y funciona como antagonista de los receptores opioides. Los efectos secundarios más frecuentes de la buprenorfina son: estreñimiento, cefaleas, insomnio, astenia, somnolencia, náuseas y vómitos, lipotimia y vértigo, hipotensión, sudoración, depresión respiratoria y alucinaciones.

6) Los circuitos del narcotráfico pueden interrumpirse controlando los precursores químicos que emplean los fabricantes de drogasDe este modo se conseguirá disminuir o dificultar grandemente la producción. Los precursores provienen de China y llegan a los E.U.A. a través de México o son la base de la fabricación ilegal de fentanilo en este país.

El control estricto de precursores químicos, los ingredientes de las drogas sintéticas, se viene intentando con poco éxito desde hace medio siglo, por lo menos. Veamos lo que sucedió con los precursores de la cocaína.

La producción de clorhidrato de cocaína requiere una serie de sucesivas diluciones y cambios del pH (basificando el resultado) hasta la obtención de una forma cristalizada. A fines de la década de 1970 el gobierno estadounidense y especialmente la DEA exigió a los países donde la coca es cultivada por los pueblos indígenas, desde hace cientos y tal vez miles de años (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia), un control estricto de solventes y basificantes. Los más usados en aquellos años eran la acetona, como solvente, y el popular bicarbonato de sodio (o de potasio), como basificante.

La acetona es un compuesto químico que se encuentra en forma natural en el medio ambiente, en plantas, árboles, incendios forestales y gases volcánicos. Sin embargo la que se utiliza comúnmente es sintetizada a partir de hidrocarburos aromáticos, es decir que es un derivado del petróleo. Se presenta como un líquido incoloro de olor característico, que se evapora fácilmente, es inflamable y soluble en agua. El uso hogareño de la acetona era apreciado como quitamanchas, como removedor del esmalte de uñas y como solvente para pinturas y barnices.

La acetona sintetizada se usaba mucho en la fabricación de medicamentos y otros productos químicos. La industria farmacéutica de los países latinoamericanos era la que importaba legalmente el producto. Los narcotraficantes se transformaron en ávidos usuarios porque era el solvente preferido para obtener rápidos resultados y alta concentración en el clorhidrato de cocaína. El rendimiento superaba sus inconvenientes, por ejemplo el que la volátil e inflamable acetona, que era evaporada con baterías de lámparas, provocara catastróficas explosiones en los laboratorios clandestinos urbanos.

El control de las importaciones y los movimientos de cargamentos de acetona se volvió crecientemente riguroso. Las empresas farmacéuticas debían rendir cuentas de la acetona que utilizaban litro por litro. Por su parte, los narcotraficantes que llevaban la cocaína procesada en barcos y aviones procuraban que estos volvieran cargados con algunas tarrinas de acetona [xii].

En cuanto al control en la producción de clorhidrato de cocaína del basificante, el viejo y querido bicarbonato de sodio, la historia era muy distinta. Pocas sustancias tienen un uso milenario y son tan populares. Desde el proceso egipcio de embalsamamiento para la momificación de los cuerpos hasta la legendaria capacidad leudante en la panadería y en la culinaria.

Cuando el bicarbonato se expone a un ácido se descompone produciendo dióxido de carbono y agua con la efervescencia característica. Estos efectos hacen que intervenga en la elaboración de bebidas gaseosas (la Coca Cola lo usó durante mucho tiempo como fuente de dióxido de carbono) y en los extinguidores de incendio a base de polvo.

En la cocina, cuando se desprende el dióxido de carbono se produce la expansión de la masa y se consigue la textura típica de panes, pasteles y empanadas, horneados o fritos. Desde hace siglos, el bicarbonato de sodio se utiliza junto con masa madre, que es ácida, para hacer un producto más ligero y con un sabor menos ácido. El polvo de hornear suele contener un 30% de bicarbonato y varios ingredientes ácidos que se activan cuando se agrega agua.

Al “cocinar” cocaína el bicarbonato no solamente actuaba como basificante, dado que es alcalino, sino que la liberación del dióxido de carbono servía para evitar que la droga en proceso se  encendiese y se produjese el estallido de la acetona. Actuaba como retardante de llama y era capaz de reducir pequeños incendios eléctricos o de químicos en el laboratorio narco.

Por otra parte, el bicarbonato tiene propiedades desinfectantes y resulta un fungicida eficaz contra algunos tipos de hongos porque absorbe los olores a humedad. También se llega a emplear como suplemento deportivo inocuo para mejorar la resistencia muscular. En jardinería la aplicación de bicarbonato de sodio sobre las hojas puede prevenir los hongos aunque se sabe que no los mata.

Nadie ignora que los humanos utilizamos el bicarbonato desde hace mucho tiempo para combatir la acidez estomacal: al reaccionar con los ácidos gástricos, el bicarbonato produce sal, agua y dióxido de carbono. Junto con otras sustancias se suele usar para lavado gastrointestinal y laxante antes de cirugía, gastroscopías, etc. El uso médico del bicarbonato intravenoso o en infusión aplica a la reanimación cardiopulmonar, al tratamiento de la sobredosis de aspirina y las sobredosis de antidepresivos tricíclicos.

En la higiene personal, el bicarbonato juega su papel en enjuagues bucales y como limpiador mecánico de la dentadura y las encías. Elimina la acidez en la boca y ayuda a prevenir caries e infecciones. Actúa en la higiene ocular. También tiene usos veterinarios, es útil como agente de limpieza (uso en lavarropas y como quitamanchas y para el control de olores) y puede intervenir en la producción de hidrógeno a partir de la electrólisis del agua.

Menos conocido es el uso que se le dio en el Proyecto Manhattan de elaboración de la primera bomba atómica en los Estados Unidos, a principios de la década de 1940. La toxicidad química del uranio era un problema serio. Los óxidos de uranio se adherían a las telas de algodón y no podían ser eliminados mediante lavados con jabón y detergentes. Entonces se descubrió que la ropa contaminada con el polvo tóxico de uranio empobrecido podía limpiarse con una solución de bicarbonato de sodio.

Visto todo lo anterior resultó que el control de los precursores químicos del clorhidrato de cocaína no dio resultado, por dos razones. En primer lugar porque si bien se podía seguir la pista de la acetona hasta cierto punto, esto era imposible en el caso del bicarbonato. Aparentemente nada podía sustituirlo y eliminarlo hubiera provocado enormes trastornos y perjuicios a la población. En segundo lugar, sucedió que los narcotraficantes consiguieron sustituir tanto al solvente (acetona) como al basificante (bicarbonato) mediante sustancias que resultaban prácticamente imposibles de controlar: los laboratorios clandestinos empezaron a usar nafta como solvente y cemento como basificante. En 1986, el control de los precursores químicos de la producción de cocaína había fracasado.

Los precursores químicos del fentanilo parecen difícilmente controlables como sucedió con los de la cocaína hace más de 40 años y aunque estos son temas complejos (los de la síntesis química) no hay más remedio que abordarlos porque en su divulgación se basa nuestra afirmación que el combate a los precursores como principal forma de controlar la epidemia de la droga es una vía muy limitada que, además, conlleva que los Estados Unidos eludan su responsabilidad inculpando a México, a China y a otros países.

En abril del año pasado, la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas, que sesionó en Viena, dispuso que otros tres precursores, empleados en los cuatro métodos que se conocen para producir fentanilo, fueran sometidos a control internacional. Esto en el marco de la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas que data de 1988.

Uno de los problemas que enfrenta el control de los precursores es que cada uno de los métodos utiliza sustancias distintas y más o menos específicas que, además, son de uso común y frecuente en la industria, la medicina y la agricultura. Ya en el 2017, dos precursores fundamentales para producir fentanilo (la N-fenetil-4-piperidina <NPP> y la 4-anilino-N-fenetilpiperidina <ANPP>) habían sido sometidos a control internacional. De todos modos, la endeblez de esta política de control se percibe en la argumentación de los especialistas: “poner bajo control internacional a los precursores de las rutas de síntesis más comunes utilizadas en la fabricación ilícita de fentanilo, otorga a los gobiernos la base legal necesaria para incautar envíos ilícitos de estos productos químicos” (…) (aunque nada se dice sobre los enormes envíos lícitos de la producción internacional de sustancias químicas). “Además – siguen diciendo- los gobiernos pueden tomar medidas más enérgicas para evitar que se desvíen de la industria lícita y colaborar más estrechamente a través de las fronteras internacionales. En consecuencia, esto implica más riesgos y costos a los traficantes a la hora de obtener estos productos químicos para sus negocios ilícitos”. (El subrayado es nuestro).[xiii]

Se reconoce mundialmente que el principal problema con el fentanilo radica en Norteamérica y especialmente en los Estados Unidos. Por eso, la punta de lanza de la política de intentar controlar y yugular a los ingredientes de la droga sintética es encabezada por la DEA (Drug Enforcement Administration) una dependencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos fundada por Richard Nixon en 1973. La DEA elabora y actualiza listas de precursores químicos. La llamada Lista I, por ejemplo, incluye 36 sustancias que van desde la Nº1, 4- Anilinopiperidina hasta la Nº36, Alfa-fenilacetoacetamida APAA. Entre una y otra hay sustancias más conocidas como la efedrina, el yodo, el fósforo rojo, blanco o amarillo, la pseudoefedrina, la anilina y la piperidina. En cuanto a los precursores químicos del fentanilo la DEA incluye 20 controlados de los cuales los diez primeros son considerados los principales.[xiv]

En todos los casos, la DEA reclama que los importadores, exportadores, fabricantes y distribuidores de productos que impliquen esas sustancias, que naturalmente son miles y miles por todo el mundo, deben mantener registros de las cantidades que manejan, notificarles los pedidos sospechosos y conocer a sus clientes. Hay que tener en cuenta que todos los precursores de las drogas sintéticas figuran como ingredientes en todo tipo de industrias y productos, desde las cubiertas de los autos hasta cosméticos, lociones, distintos artefactos y desde luego productos farmacéuticos legales.

La piperidina que es la principal “culpable” en la fabricación de fentanilo es un líquido fumante, incoloro o de color amarillo pálido, muy inflamable, que desprende vapores tóxicos y puede ser explosivo. Tiene un olor nauseabundo a amoníaco, a pimienta o a pescado. Precisamente se obtiene a partir de la pimienta negra y está presente en numerosos alcaloides naturales desde el veneno de las hormigas coloradas hasta en la anabasina que es análoga a la nicotina. La piperidina es un solvente muy usado en la industria y se le conoce bien desde mediados del siglo XIX. Se emplea como acelerador de la vulcanización del caucho y en la síntesis de muchos productos farmacéuticos legales como la risperidona y el haloperidol. También interviene en la secuenciación del ADN y en la producción de resinas sintéticas de uso extensísimo.

Sus usos “malignos” no son nuevos: en la década de 1970 se empleaba para producir “polvo de ángel” (la fenciclidina) o PCP por sus siglas en inglés, que recibía entre latinoamericanos otras denominaciones populares: cerdo, hierba asesina, líquido de embalsamar, píldora de la paz, ozono, estrafalaria, gasolina de cohete, lata del amor, super hierba.

Se trata de una droga alucinógena, es decir que hace ver o escuchar cosas, estando despierto, que parecen reales pero son creaciones de la mente. Es también una droga disociativa que provoca que el consumidor se sienta separado de su cuerpo y de su entorno, como flotando, y sienta una euforia similar a la ebriedad. También produce la ilusión de un pensamiento extremadamente claro y de fuerza sobrehumana. La intensidad de los efectos depende de si la fenciclidina fue inyectada, fumada o ingerida como pastilla o mezclada con bebidas.

Las dosis bajas o moderadas de PCP provocan adormecimientos en todo el cuerpo y la pérdida de coordinación motriz. Las dosis grandes provocan una especie de paranoia, sentimientos persecutorios y reacciones agresivas. Su acción sobre el sistema nervioso central es capaz de provocar desde hipertensión arterial y taquicardia hasta hipotensión y disminución extrema de la respiración. Las secuelas del consumo a mediano plazo son similares a otras drogas sintéticas adictivas: pérdidas de memoria, trastornos del juicio y del habla, depresión, ansiedad e impulsos suicidas.

Lic. Fernando Britos V.

 

[i]Filadelfia, que supo ser la primera capital de los Estados Unidos, tenía en 2021 1.576.000 habitantes. En el barrio denominado Kensington y especialmente en la avenida de ese nombre deambulan entre 300 y 600 personas sin hogar. Es el “barrio zombie” donde unas 15 personas por día mueren víctimas de las drogas sintéticas, sobre todo del fentanilo. Muchos caminan encorvados o se mantienen estáticos en posiciones contorsionadas o yacen encogidos.

[ii]Las guerras del Opio o las guerras anglo-chinas fueron dos conflictos bélicos que ocurrieron en el siglo XIX entre los imperios chino y británico. La Primera duró entre 1839 y 1842. La Segunda, en la que Francia se unió a los británicos, estalló en 1856 y duró hasta 1860. Sus causas fueron los intereses creados por el contrabando británico de opio en la India y en China. La derrota china en las dos guerras forzó al gobierno a tolerar el comercio de opio. Los británicos coaccionaron a los chinos para firmar los Tratados Desiguales y para abrir puertos al comercio exterior (entonces se apoderaron de Hong Kong). Portugal aprovechó y también forzó términos de intercambio desiguales y amplió su dominio en Macao que estaba en sus manos desde el siglo XVI.

[iii]The Wire comenzó a emitirse en el 2002 y se centró en el narcotráfico en Baltimore, en la costa Este de los EUA, a través de los ojos de los agentes policiales, así como los traficantes de drogas y los consumidores. Otras facetas de la ciudad que se exploran en la serie son el gobierno, la burocracia, las escuelas y los medios de comunicación. Este programa de HBO fue creado por el ex reportero policial David Simon, quien también escribió muchos de los 60 episodios. Otros guionistas que se cuentan entre los escritores más importantes del país y participaron en las cinco temporadas fueron George Pelecanos, Dennis Lehane, Ed Burns y David Mills. Téngase en cuenta que lo que se presenta en la serie sucedía hace más de 20 años y el problema se ha agravado en proporción geométrica hasta hoy en día. Para quienes prefieren leer sobre el tema es muy recomendable La esquina, el extraordinario reportaje que David Simon y Ed Burns publicaron en 1997 y que la editorial Principal de Barcelona produjo traducido al español en el 2011.

[iv]Los estudios más recientes, indican que en la actualidad (2023) la desigualdad se ha incrementado en forma exponencial en los Estados Unidos. De este modo, dos terceras partes de los estadounidenses viven al día, trabajando en jornadas agotadoras, para obtener justoo lo suficiente para pagar arrendamientos, gastos comunes o hipotecas para tener un techo sobre sus cabezas y para alimentarse y apenas subvenir gastos cotidianos del hogar. 26 millones de ciudadanos se desempeñan en varios trabajos y esta cifra no incluye a los trabajadores ilegales. Los alquileres han aumentado en los últimos dos o tres años un 30%. Los “nuevos pobres” enfrentan una situación en la que cualquier desequilibrio los transforma en personas sin hogar que pasan a habitar en automóviles y casas rodantes destartaladas. Solamente en Washington D.C. 4.400 personas dormían en la calle el invierno pasado (diciembre, enero, febrero). Annelies Goger es una especialista en pobreza y desigualdad que atribuye la situación actual al racismo, los  bajos salarios y la falta de servicios públicos adecuados, especialmente en el área de salud. En California, 2.500.000 personas perdieron su trabajo durante la pandemia del Covid-19 . En ese lapso el PBI de los Estados Unidos cayó un 33% y murieron más de 200.000 personas. Luis Fajardo de la BBC advierte que de acuerdo con la Oficina del Censo, en ese país una familia de dos adultos y dos niños es clasificada como pobre si el ingreso familiar no pasa de los US$26.000 anuales. Aproximadamente un 12% de la población estadounidense entra en esa calificación.

[v]  La sociabilidad se encuentra también muy ligada a la dopamina. La ausencia de dopamina causa apatía (falta de motivación) y falta de placer al realizar actividades. En casos de trastorno bipolar, sujetos maníacos pueden ser hipersociales, y también pueden ser hipersexuales, un incremento de dopamina provoca manía, que puede ser tratada con medicamentos bloqueadores de dopamina. La dopamina participa en experiencias tales como la alimentación, el sexo, algunas sustancias adictivas y los estímulos neutrales que se pueden asociar con estos. Tiene un papel central en la capacidad para percibir los estímulos potencialmente importantes, tales como las fuentes de recompensa o de peligro. Esta hipótesis sostiene que la dopamina ayuda a la toma de decisiones al influir en la prioridad, o el nivel de deseo. Estudios detallados han mostrado que la dopamina no puede considerarse simplemente un sinónimo de placer. Existen vías que provocan la sensación de placer que no están relacionadas con el sistema de dopamina; por ejemplo, los opioides y cannabinoides. Los niveles de dopamina también varían en función de la predicción de recompensa. Cuando las recompensas son inesperadas o mayores a las previstas, producen un incremento a corto plazo de los niveles de dopamina. Mientras que cuando se espera una recompensa y ésta no aparece, los niveles de dopamina bajan.

  1. [vi]La ayuda a la Contra nicaragüense provenía de tres fuentes: fondos de la CIA, el dinero producto del tráfico de armas a Irán y las ganancias del tráfico de drogas. En todo el proceso participaban cubanos exiliados en Miami, asesores militares de la dictadura argentina y el general panameño Noriega, entre otros. El Cartel de Medellín y el Cartel de Guadalajara por medio de Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Rafael Caro, Miguel Àngel Gallardo y Juan Matta-Ballesteros, montaron una infraestructura en Yucatán (aeródromos, puertos, arsenales, depósitos de combustible) para facilitar la introducción de cocaína en los E.U.A. bajo el amparo y la protección de la CIA. Los narcos colombianos y mexicanos apoyaban económicamente a la Contra a cambio de facilidades para introducir drogas en Estados Unidos. Algunos contras eran entrenados en los ranchos de los jefes del cartel de Guadalajara por agentes activos de la Dirección Federal de Seguridad de México (que fue disuelta cuando estalló el escándalo porque había cometido asesinatos en México, por cuenta de la CIA, y había trabajado junto a los narcotraficantes estadounidenses en el país vecino). El periodista Gary Webb, en el periódico Mercury News de California, demostró que la CIA vendió enormes cantidades de cocaína en su propio país para pasarle las ganancias a la Contra nicaragüense. La serie de artículos periodísticos respaldados en documentos y testimonios se denominó Alianza Oscura y dio lugar a un libro del mismo nombre. En diciembre de 2004 Webb apareció muerto en su apartamento y su periódico borró de su página toda la información acerca de la relación entre la CIA y la difusión de las drogas en Estados Unidos.

[vii]  Paul Adriaan Jan, Baron Janssen (1926 – 2003) fue un médico e investigador belga que fundó Janssen Pharmaceutica una empresa con su sede en Amberes y con más de 20.000 empleados. Desde 1961 la empresa es propiedad del gigantesco y controvertido conglomerado estadounidense Johnson & Johnson y por ende ha estado y está involucrada en demandas por ejemplo sobre los efectos negativos del antipsicótico risperidona cuyo desarrollo y patente corresponden a Janssen. Asimismo, la Unión Europea anunció que no habilitará la vacuna anti-Covid de Johnson & Johnson debido a los efectos secundarios que produce. El barón Janssen tuvo una gran historia como manipulador de moléculas lo que permitió que él y sus colaboradores hicieran grandes aportes a la farmacopea· En 1958, sintetizó el haloperidol, un gran avance en el tratamiento de la esquizofrenia y otros síndromes psiquiátricos. Paul Janssen y su equipo desarrollaron la familia de medicamentos fentanilo y muchos otros relacionados con la anestesia, como la familia de fármacos que se consideran como contribución importante a la anestesiología. Cuatro de los más de 80 medicamentos desarrollados por Janssen figuran en la lista de esenciales de la O.M.S. lo que es un récord mundial. La mayoría de sus aportes son utilizados en la medicina humana (para infecciones por hongos y gusanos, enfermedades cardiovasculares, mentales, alergias y afecciones gastrointestinales) pero la manipulación de moléculas para producir drogas de síntesis también produjo “bestias negras” como el carfentanilo, un tranquilizante para animales grandes o peligrosos (elefantes, búfalos, rinocerontes, leones, etc.) que se arroja con dardos y que ha pasado de la veterinaria a la drogadicción dado que es diez mil veces más potente que la morfina.

[viii]  El síndrome serotoninérgico es una afección potencialmente mortal que se produce por una actividad aumentada del sistema nervioso central que suele estar relacionada con fármacos que actúan sobre los neuroconductores. Los síntomas pueden incluir cambios en el estado mental, hipertermia e hiperactividad autonómica y neuromuscular. El diagnóstico es clínico. El tratamiento es sintomático. El síndrome serotoninérgico puede aparecer con el uso terapéutico de fármacos, el autoenvenamiento o, más comúnmente, interacciones indeseadas cuando se utilizan dos fármacos serotonérgicos. Puede ocurrir a cualquier edad. Las complicaciones en el síndrome serotoninérgico grave pueden incluir acidosis metabólica, convulsiones, lesión renal aguda y coagulación intravascular diseminada (CID). Las causas de estas complicaciones probablemente incluyan hipertermia y actividad muscular excesiva. Téngase en cuenta que esta información se refiere al uso bajo control médico de los medicamentos. En los casos de drogadicción es el camino que conduce a la muerte por sobredosis.

[ix]   El mecanismo de acción de la metanfetamina proviene de la unión de la molécula con distintos neurotrasmisores. La sustancia a su vez provoca un aumento de actividad en por lo menos tres de estos neurotransmisores: la serotonina, la dopamina y la norepinefrina. Esto produce tanto un incremento de la secreción de las moléculas neurotransmisoras por las neuronas como un bloqueo de su recaptación. Al contrario que otras drogas de estructura química similar, la metanfetamina tiene especial incidencia en la liberación de serotonina en detrimento de la dopamina, característica responsable de algunos de sus principales efectos, tanto negativos como “positivos”, dado que la serotonina es un importante regulador del estado de ánimo, las emociones, el sueño o el dolor. Estudios preliminares en animales parecen demostrar que el Éxtasis puede dañar las neuronas que contienen serotonina, incluso a largo plazo. Los investigadores sugieren que efectos similares podrían ocurrir en humanos, sin embargo, es difícil realizar estudios en humanos debido a que los sujetos a menudo consumen otras drogas y adulterantes cuyos efectos podrían confundirse.

[x]La historia del tramadol es típica del desarrollo de sustancias mediante la manipulación de moléculas. Este fármaco fue sintetizado por primera vez por un químico alemán llamado Kurt Flick que trabajaba en la farmacéutica Grünenthal. Flick estaba buscando un supresor de la tos modificando la estructura química de la codeína, un principio activo que se obtiene de la amapola. Quería sintetizar un fármaco que no tuviese los efectos negativos de los opioides. En esa época estalló el escándalo de la talidomida, (otro fármaco comercializado por la misma empresa farmacéutica que causaba malformaciones en los bebés cuyas madres habían consumido ese analgésico durante el embarazo). Esta crisis paralizó la investigación del alemán durante 15 años. Ernst-Günter Schenck retomó la investigación que, finalmente, comercializó y popularizó el tramadol en el año 1977.

[xi]  Varias plantas contienen harmalina incluyendo Peganum harmala, así como la enredadera amazónica Banisteriopsis caapi, utilizada para preparar la decocción ayahuasca.

[xii]   Hoy en día la aplicación más importante de la acetona se da en la fabricación de metacrilatos y policarbonatos que se utilizan en la construcción, en la industria automovilística y en la electrónica. Aunque el auge de los CD y los DVD pasó a la historia debe reconocerse que la acetona era un ingrediente fundamental para producirlos. De todos modos la producción de acetona se cifra en muchos miles de millones de toneladas anualmente.

[xiii]  JIFE, la Presidenta de la JIFE presenta el Informe anual 2021 a la Comisión de Estupefacientes y recomienda la fiscalización de tres precursores de fentanilo, comunicado de prensa, 16 de marzo de 2022. [INCB, INCB President presents 21 annual report to Commission on Narcotic Drugs and recommends scheduling of three fentanyl precursors, press release, 16 March 2022.]

UNODC, “Expansión del mercado de drogas sintéticas – Consecuencias en el control de precursores”, Global SMART Update Vol. 23 (marzo de 2020). [UNODC, “An expanding synthetic drugs market – Implications for precursor control”,Global SMART Update Vol. 23 (March 2020).]

Exposición virtual en la CND del Laboratorio y Servicio Científico de UNODC: El Laboratorio y los Productos y Servicios. [Virtual CND exhibition of the UNODC Laboratory and Scientific Service: The Laboratory and Products and Services.]

[xiv] Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas CICAD. Séptimo periodo ordinario de sesiones, 16 al 19 de noviembre de 2021. Allí se destacaron dos presentaciones de la DEA por parte del analista principal John F. Farmer y Michael L. Van Linn, especialista en ciencias farmacológicas de la DEA. Las presentaciones en español pueden verse en : www.oas.org>cicad>sesiones>docs

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