Deterioro institucional uruguayo

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En su espacio de análisis político el sábado en VTV, el presidente de Factum y agudo politólogo Oscar Botinelli tomó el caso del despropósito expresado por la senadora Graciela Bianchi en términos muy claros, y no exclusivos de ella, sobre el deterioro institucional de la política internacional uruguaya; su análisis deja abierta la posibilidad de que ese deterioro no solo afecte a la política internacional, aunque no hay mención expresa a ellos. Buen vale la pena consignar sus términos.

Yo no vi que nadie mencionara lo que es más exacto: ella está como presidenta del parlamento. Y no se pueden reducir las relaciones internacionales a la interpretación mínima de lo jurídico. En las relaciones internacionales importan todos los dichos de personas con relevancia. Y en Uruguay –y éste es uno de los ejemplos– ha caído la cultura institucional. Los presidentes de los parlamentos tienen que guardar un equilibrio, porque en todo momento están representando al parlamento. Eso no quiere decir que no sean actores político partidarios, pero cuando ocupan el cargo de presidir el parlamento, tienen que sujetarse a criterios que en el Uruguay se respetaron mucho.

No es el único caso, sobre todo porque hay personas que acceden a la presidencia del parlamento siendo vicepresidentes, y no guardan ese comportamiento. Hay otros casos de falta de cultura institucional, como ministros llevando carteras atacando a prensa internacional prestigiosa, acusándola de conspiración contra el Uruguay.

El Uruguay está últimamente en muchos problemas en sus relaciones internacionales. El reducir sus únicos voceros al presidente y al ministro de Relaciones Exteriores es la tesis que llevó a que Uruguay votara para presidente del Bid al señor Mauricio Claver-Carone (octubre 2020) en el momento mismo en que (Julio) Sanguinetti, con ex presidentes de otros países como Brasil, y Chile, estaba condenndo que se hiciera ese nombramiento.

Es decir, el presidente de la Repúblicas del Uruguay expresaba lo que expresaba en ese momento la opinión en contra de más o menos dos tercios del parlamento. No es solamente el presidente y el ministro los que expresan la política internacional; eso es solo a los efectos de la firma. Es más: las relaciones exteriores, en una interpretación estricta de la Constitución, la lleva en última instancia el Consejo de Ministros. Que es la máxima autoridad del Poder Ejecutivo, y puede rever toda decisión que adopte el Presidente de la República con cualquier ministro. Pero además, la tradición es –uruguaya, norteamericana…- que se consulte; generalmente a las comisiones de Asuntos Internacionales de ambas cámaras, para no hacer un show de las sesiones de cámara, qué política va a llevar el Uruguay, qué postura va a tener.

Creo que da para mucho, por un lado, el análisis del tema de cómo se maneja el tema de la política exterior, y por otro el de la cultura instiutucional que está decayendo. Y no es éste el único caso. Hay muchos casos que estamos viviendo en los que no se está cuidando lo institucional.

Yo no vi que nadie mencionara lo que es más exacto: ella está como presidenta del parlamento. Y no se pueden reducir las relaciones internacionales a la interpretación mínima de lo jurídico. En las relaciones internacionales importan todos los dichos de personas con relevancia. Y en Uruguay –y éste es uno de los ejemplos– ha caído la cultura institucional.

Y además no es bueno que en un país –aclaremos– muy chico, muy débil, que le cuesta mucho manejarse en el mundo– se manejen los asuntos internacionales como un juego de contienda política.

En los avances logrados últimamente en las relaciones de Uruguay con la Unión Europea (reunión de la UE con Celac este año para “contribuír a una nueva estrategia en materia de relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe con vistas a una asociación estratégica más estrecha y modernizada entre ambas regiones, centrada en las personas”), quien ayudó mucho en la negociación con Beatriz Argimón –si mi información es correcta– para que esto saliera es quien fue el primer embajador de la UE en Uruguay, Juan Fernandez Trigo –actual secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo desde 2021, Es un hombre que conoce bien al Uruguay, tiene muchas amistades acá, y eso ha ayudado mucho. Él entiende, y creo que ha pasado mensajes en ese sentido, con “cuidado con esto”. Probablemente, si no hubiera habido un hombre de este conocimiento y esta relación con Uruguay, hubiera sido más difícil sortear este episodio.

Yo diría que no corresponde, y mucho menos a la tradición, la expresión como presidente del parlamento uruguayo. En ese momento, no era la senadora de un grupo político, sino presidente de la Cámara Alta del parlamento uruguayo; y esa es una expresión institucional.”

Por Marcela Brun

 

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