La bomba atómica es real, es actual

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La bomba. Con sala llena y en todas las salas posibles, se reproduce Oppenheimer lo más que se pueda, todo el tiempo que dé. Más de 70 años después de aquellos 6 y 9 de agosto de 1945, la proyección masiva de imágenes sobre cómo aquello se hizo (y no el mal que causó), vuelve a la actualidad en la mente de todos nosotros. La memoria de la tragedia debe ser persistente, escribió Hugo Acevedo en La ONDA digital en su comentario a partir de la película: https://www.laondadigital.com.uy/archivos/72714

Que sea persistente esa memoria, y no solo en la mente. El Doomsday clock, el reloj del fin del mundo con que el boletín de científicos atómicos quiere marcar la proximidad del Armagedón, dejó de estar en 120 segundos en 2020 para acortar la proximidad a 100 segundos, y este año pasó, por primera vez en la historia, a 90 segundos. En verdad, la posibilidad se acerca. Ese ensayo sobre la abominación, dijera Acevedo, se va pareciendo a una advertencia sobre la proximidad de un ensayo general.

Ahí está Vladimnir Putin amenazando con ella. No la usará sólo si logra destruir Ucrania para que no sea más un país viable; y si en esta guerra por proxy EEUU con la OTAN arrinconan a Putin en la derrota, lo hará. Eso dice él, eso dice la OTAN; tanto lo dice, que no quieren llevar las cosas a ese extremo.

Ahí está China, cuyo Xi Jingpin le dijo a sus fuerzas armadas “prepárense para pelear”. La fuerza nuclear china, bautizada Rocket Force (en inglés, para que no se dude de qué se trata), fue presentada por Xi el último día de 2015, como parte de un gran esfuerzo para hacer que el Ejército Popular de Liberación sea más capaz de proyectar el poder de China hacia el exterior. “La fuerza de cohetes es una fuerza central de nuestra disuasión estratégica nacional”, dijo Xi en la ceremonia. El dato estratégico en el que coinciden ellos y sus adversarios, es que no puede darse el crecimiento económico que necesitan para ser la potencia que quieren ser, si no crece el músculo militar.

El mes de agosto se inició en China con la súbita destitución de los dos generales al mando de Rocket Force, el general Li Yuchao y su adjunto, el general Liu Guangbin, y su reemplazo con extraños sin experiencia en la fuerza nuclear. Ninguna razón oficial; muchas especulaciones. Es razonable que se alegue la corrupción: “Hay mucho dinero yendo a la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación en este momento mientras construyen su infraestructura, particularmente sus silos nucleares”, dijo Matt Bruzzese, analista de BluePath Labs, una firma de consultoría en Washington.

Pero corrupción implica ineficiencia, implica prioridades bastardas en el funcionamiento, y, si algo puede darse por cierto, es que con estos relevos Xi logra un mayor control sobre Rocket Force. Para asegurarse ese control, puso mandos de fuera de la estructura de Rocket Force. Aunque sepan poco de bombas atómicas, tienen por cierto otras cualidades, a criterio de Xi: Wang Houbin, era subcomandante de la marina; el nuevo segundo a cargo, Xu Xisheng, el comisario político de la fuerza que supervisa los asuntos de disciplina y personal, vino de la fuerza aérea. El otro rasgo fáctico a tener en cuenta es que el general Xu, el nuevo comisario de la fuerza de cohetes, tiene un rango político más alto que el nuevo comandante supremo de todas las fuerzas, el general Wang. El general Xu es miembro de pleno derecho con derecho a voto del Comité Central, el segundo organismo de mando tras el Congreso, mientras que el general Wang no está ni siquiera en la puerta del mando político.

A esto se suman cambios geopolíticos, por ejemplo en Medio Oriente. Estados Unidos ya no es lo que era, y eligió concentrar esfuerzos en Ucrania y fuerzas en el Pacífico asiático, ante China. Su salida de Medio Oriente es simultánea a que China logre entendimientos con Arabia Saudita, gran comprador de armas de EEUU, y que Arabia Saudita establezca relaciones con Irán. Sin que haya un atisbo de información periodística sobre la proyección de esta situación, este es un cambio de fondo en la composición militar del rompecabezas regional. Se sabe que Irán quiere la bomba atómica, y la quiere para tirársela a Israel; tal vez, sólo tal vez, ahora se le abra la posibilidad. Se sabe que Israel tiene la bomba atómica, que el tema nuclerar la preocupa desde la fundación del Estado en 1948, que en los ’60 lograron tecnología nuclear vendida por los franceses y el “contrabando” de material radioactivo desde EEUU: las excepciones de las aduanas de EEUU son notables.

El estudio de posibilidades de guerra es materia obligada de toda FFAA que se precie de tal, y hoy Israel no sólo tiene la bomba sino que desarrolla una situación en la cual el gobierno de ultraderecha de Benjamin Netanyahu está siendo políticamente arrinconado en su legalizado propósito de restar competencias al Poder Judicial en beneficio del Poder Ejecutivo; hoy ya no tiene el apoyo económico y político de EEUU (se dice que Joe Biden es el último aliado que le queda a Netanyahu), y está en una región cambiada, con creciente penetración rusa y china, y un movimiento anticolonial a partir de Niger que puede o no, vincularse a los palestinos. Y no hay como una guerra, siempre presentada como la última y única salida, para cambiar la agenda y fijar “prioridades superiores”.

En cambio, EEUU no parece querer una guerra nuclear. Su objetivo superior se llama China, su preocupación es terminar el tema de Ucrania antes de las elecciones, en las que Trump, o alguien que siga sus pasos, gane las elecciones. Hoy, el juego de Trump sigue siendo descalificar al poder judicial que lo quiere meter preso, y en el caso de que lo metan preso, presentarse igual a elecciones. Porque la Constitución estadounidense no impide ser candidato presidencial a pesar de tener antecedentes penales, estando imputado o en prisión. Y te quiero ver manteniendo preso a un Trump respaldado por millones de votos.

Todas estas son especulaciones, claro está; nada más. Algunas hebras de realidad, pero elucubraciones, ficción. Tan ficción como la película Oppenheimer, con la que EEUU sugiere la vigencia de la bomba atómica.

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