CINE | “Extrañeza”: La realidad cotidiana en carne viva

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El teatro como potente retratista de costumbres, conductas humanas, rasgos identitarios, singularidades y hasta de la grotesca satirización de la realidad cotidiana, es el novedoso disparador temático de “Extrañeza”, la comedia dramática del director y guionista italiano Roberto Andó, autor, entre otros recordados largometrajes, de “Viaje secreto” (2006), “Viva la libertad”  (2013), “Confesiones” (2016) y “El niño escondido” (2021).

Este sensible cineasta nacido en Sicilia, que se inició en el arte en el siempre creativo territorio de la literatura, desarrolló su aprendizaje cinematográfico trabajando como ayudante del emblemático director Francesco Rosi- a quien considera su maestro-, Giacomo Bettiato, el genial Federico Fellini, Michael Cimino y Francis Ford Coppola.

En ese contexto, Andó abrevó de la superlativa sabiduría de estos

referentes, que son o fueron todos auténticas luminarias del cine universal, lo cual le permitió transformarse en un creador de singular destaque y enjundia.

En este film, que resulta un auténtico disfrute para los cinéfilos de paladar fino, el realizador peninsular aborda el cine desde el costado teatral, en una historia que mixtura la realidad con la ficción, cuyo protagonista es nada menos que el icónico dramaturgo Luigi Pirandello. No se trata, como en otros casos de teatro filmado, sino de una historia que tiene al arte escénico como disparador temático y a uno de sus más destacadas figuras como personaje central de la trama.

Por cierto, el teatro, que en su raíz etimológica griega significa lugar para contemplar o bien para mirar, es tal vez una de las manifestaciones artísticas más longevas y prolíficas, cuyo origen se remonta en el tiempo a miles de años.

En tal sentido, la mayoría de las investigaciones coinciden en que los orígenes del teatro están en los antiguos rituales mágicos, al igual que en las punturas rupestres localizadas en las cavernas que otrora eran habitadas por nuestros antepasados. En ese marco, tomando en cuenta que las primeras manifestaciones del arte fueron la música y la danza, el teatro está presente en ritualizaciones, que devenían en auténticas ceremonias dramáticas, en las cuales se rendía culto a los dioses y se resaltaba la espiritualidad.

El teatro, ligado a la religión, también era un privilegiado vehículo de expresión en el antiguo Egipto, donde se representaban dramas acerca de la muerte y resurrección del dios Osiris, quien en vida fue faraón y, luego de su muerte, -fue asesinado-se transformó en el amo del inframundo o del más allá, donde, según la leyenda, se erigió en el juez supremo a cuyo cargo está juzgar la conducta de los humanos.

Empero, las raíces del teatro tal cual contemporáneamente lo conocemos, están naturalmente en la antigua Grecia –civilización referente para Occidente- donde también el arte escénico, en sus comienzos, estaba íntimamente ligado a la religión y la mayoría de las obras se consagraban a las deidades a las cuales los griegos le rendían pleitesía.

Posteriormente, otros disparadores y estructuras de representación nutrieron al teatro, que se dividió en dos vertientes concretas: la tragedia y la comedia, que llegan a nuestros días, las cuales fueron enriquecidas por artistas y creadores tan descollantes como Esquilo y Sófocles, que aun hoy son adaptados con frecuencia en las salas teatrales de todo el planeta.

Uno de los cultores más célebre del arte escénico en el siglo pasado fue precisamente Luigi Pirandello, que es definido, por la gran mayoría de los estudiosos, como un cultor del realismo, más allá que fue un innovador de la técnica escénica que, aunque pueda parecer paradójico, ignoró los cánones del propio realismo.

En tal sentido, este prolífico autor, que en su tiempo fue cuestionado por haber adherido al partido fascista encabezado por el dictador Benito Mussolini, privilegió básicamente y con absoluta libertad argumental la fantasía, un territorio que le permitió indagar en la condición humana y así dar vida a pequeñas tragedias individuales, sin soslayar crisis históricas y sociales del tiempo en el cual vivió e interactuó.

En “Extrañeza”, Pirandello, encarnado por el formidable actor italiano Toni Servillo, quien adquirió singular notoriedad por su papel protagónico en la magistral “La grande belleza”, es una suerte de héroe anónimo, hasta que aflora con toda su dimensión en la peripecia dramática.


Por supuesto, más allá que este largometraje recoge algunos fragmentos cruciales de su itinerario vital pero también de su exitosa carrera como dramaturgo, la historia narrada se desarrolla casi íntegramente en el siempre libérrimo territorio de la ficción.

Desde ese punto de vista, el director y guionista Roberto Andó se toma considerables licencias, para imaginar una multiplicidad de situaciones, muchas de ellas jocosas y otras dramáticas, en torno a la elaboración de “Seis personajes en busca de autor”, una de las piezas más representativas del famoso autor italiano, que fue estrenada en 1921, pero recién se publicó en 1925.

La historia de esta obra sin dudas fundamental en la producción de Pirandello, que como en otros casos llegó a las tablas antes que al formato impreso, es realmente peculiar, ya que, en su estreno, registrado el 9 de mayo de 1921, provocó un escándalo de reales proporciones, que obligó al propio autor a abandonar presurosamente la sala del teatro Valle de Roma para no ser masacrado, luego de haber desafiado al público con una puesta en escena sarcástica y, aparentemente, sin un autor.

Esa suerte de ensayo teatral, dentro de una obra escrita para ser representada y con un padre literario bien identificado, fue considerada por el público como una suerte de burla, plena de desenfado, pero también de ruptura con el lenguaje teatral tradicional y con el tono complaciente de otras producciones teatrales pensadas únicamente para entretener pero no para reflexionar.

En ese contexto, la película imagina un viaje del autor a Sicilia, a comienzos de la década del veinte del siglo pasado, con el propósito de tramitar el velorio y el sepelio de su nodriza, que fue naturalmente una mujer longeva, y de encontrarse con su mentor Giovanni Verga. Este encuentro realmente sucedió.

Para no agitar a la comunidad, el dramaturgo prefiere el anonimato, ya que su propósito no es precisamente ser identificado, sino únicamente cumplir con las dos misiones que se propuso.

En esa contingencia tan peculiar, aflora le grisura de un paisaje humana casi cerril, que retrata minuciosamente la conducta de los lugareños, así como las costumbres de una comunidad conservadora, pero que mantiene los rasgos más típicos del italiano más humilde del sur.

No en vano, el sepelio de la anciana se transforma en una suerte de odisea, porque en el cementerio del lugar no hay un sepulcro donde depositar el cuerpo de la difunta. Esta situación genera un cuadro tragicómico, que tiene como protagonistas al responsable de la necrópolis y a los sepultureros Onofrio y Sabastiano, encarnados por el dúo de comediantes integrado por Salvo Ficarra y Valentino Picone.

Por falta de previsión, un trámite meramente burocrático se transforma en un gran problema, cuando el incógnito Pirandello anuncia que debe partir al día siguiente y no puede aguardar que un nicho quede vacante para que su nodriza descanse de una buena vez en paz y su féretro no ande en vueltas.

Obviamente, como era harto previsible, el dinero compra la solución, lo cual desnuda otro rasgo crítico: la corrupción institucionalizada, por supuesto que en pequeña escala.

Aunque se trata de una situación dramática, aflora igualmente el humor sardónico y bien negro del cineasta, que dramatiza un lúgubre depósito donde se amontonan los cadáveres sin sepultura, cuyos deudos aguardan un lugar en el cementerio donde depositar los restos de su familiar. Tomada con toda la ironía que ello supone, en este caso recibir sepultura cuando antes se transforma en un auténtico privilegio.

Empero, el percance deviene en una contingencia positiva, cuando el dramaturgo –que hasta el momento sigue representando su papel de mero profesor de literatura- descubre que los dos humildes sepultureros, que parecen rústicos e ignorantes, se dedican, en su tiempo libre, a la escritura y dirección de obras de teatro amateur. Por supuesto, cuando Pirandello abandona su anonimato comienza la aventura de los ensayos, para representar nada menos que  “Seis personajes en busca de autor”.

La original idea es retratar sobre las tablas lo que sucede en la vida real, con el propósito de divertir y que el público se sienta íntimamente identificado, tanto con los personajes como con las situaciones, arrancadas naturalmente de la cotidianidad.

Roberto Andó ensaya un peculiar paralelismo entre lo que sucede en la comunidad y lo que se ensaya sobre las tablas, sugiriendo, sin afirmarlo explícitamente, que la realidad es una suerte de comedia humana, cruzada por el drama, pero también por el amor- el correspondido y el no correspondido- y por la pasión.

En este elocuente cuadro costumbrista bien italiano, en el cual el teatro de la vida se funde con el teatro de la ficción, se condensa la inenarrable emoción del arte escénico en su versión más realista y descarnada.

Empero, mientras los seres humanos que interactúan en la comunidad maquillan algunas conductas para no sentir vergüenza de sí mismos, los actores simbólicamente se despojan de todo eventual maquillaje.

Esa es realmente la clave de este film al cual cuesta clasificar, porque no es propiamente ni un drama ni una comedia, aunque contenga rasgos de ambos géneros teatrales y también cinematográficos.

“Extrañeza”, significa literalmente asombro por una situación desesperada y hasta extrema, es un film sensible y sutil, que reflexiona particularmente sobre la condición humana en todas y cada una de sus facetas, sin soslayar naturalmente la furia y la violencia, que está naturalmente presente en las sociedades y particularmente en el tiempo histórico del propio Pirandello, asolado por el autoritarismo fascista.

La película trasunta toda la pasión del teatro como expresión y retrato –sobre las tablas-de una realidad a menudo deleznable,  conjugada con la ficción construida por la imaginación y la creatividad del autor, que siempre trabaja sobre el espacio real de una sociedad poblada de seres grises y de existencias no menos opacas, que protagonizan la proeza de vivir y disfrutar, sin detenerse a reflexionar, con todo lo que ello conlleva.

Estas singularidades transforman a este film de no fácil consumo en una suerte de potente cuadro costumbrista, en el cual se nota claramente la influencia del maestro Federico Fellini, uno de los grandes referentes del neorrealismo italiano, que retrató, como pocos, la rica y a menudo grotesca diversidad social de un país recurrentemente contaminado por el conflicto y la violencia.

Más allá que se trata de una película realmente valiosa y muy bien actuada aunque nada pretenciosa, “Extrañeza” es igualmente un disfrutable homenaje a la memoria y al imperecedero legado de ese auténtico coloso de la cinematografía y la cultura universal.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

FICHA TÉCNICA

Extrañeza (La stranezza), Italia 2022. Dirección: Roberto Andò. Guion: Roberto Andò, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso. Música: Emanuele Bossi y Michele Braga. Fotografía: Maurizio Calvesi. Reparto: Toni Servillo, Salvo Ficarra, Valentino Picone, Renato Carpentieri, Donatella Finocchiaro, Luigi Lo Cascio, Galatea Ranzi y Fausto Russo Alesi.

 

 

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